Woody Allen y Soon-Yi |
Woody Allen
SOON-YI
Mia llevó a Soon-Yi a su habitación de hotel, la sumergió en una bañera y la dejó allí sola. Nunca antes había estado en una bañera, no hablaba inglés y no sabía lo que estaba pasando. Mia era estricta e impaciente, con un temperamento feroz. Con el tiempo trató de enseñarle inglés a Soon-Yi, lo cual no era sencillo para una huérfana de 7 años. Mia despertaba a Soon-Yi en medio de la noche para gritarle por no aprender lo suficientemente rápido. La niña tenía problemas con el inglés, y Mia se enojaba y se frustraba. Más tarde castigó la incapacidad de Soon-Yi para aprender a deletrear más rápido sosteniéndola boca abajo, alzándola en vilo y amenazando con meterla en un manicomio si no aprendía pronto. En ese momento, Mia y su esposo André Previn no se llevaban bien, y tenían peleas cuyos gritos despertaban a Soon-Yi y la aterrorizaban.
Soon-Yi no sólo era un diamante en bruto, sino una piedra preciosa impecable y perfectamente cincelada. Y Mia no era ninguna supermamá, ni siquiera una buena madre, puesto que jamás se había tomado la molestia de conocer realmente a su hija adoptiva (…) era la única de todos esos niños que había tenido la temeridad de desafiar su cruel autoridad (…).
Cuando Soon-Yi se marchó conmigo no era una huérfana ingrata que estuviese traicionando a una benefactora amable y cariñosa que la había convertido de mendiga en millonaria (…) Soon-Yi y yo no teníamos ningún interés en saber nada el uno del otro. A mí me parecía una chica callada y aburrida y ella pensaba que yo era un pelele dominado por su madre. Lo único que me faltaba era una argolla en la nariz.
En pleno rodaje de la película Maridos y mujeres, Soon-Yi y yo empezamos a tener una aventura. Una aventura que comenzó cuando ella volvió otra vez a la universidad, que fue apasionada desde el primer día y que ha tenido como resultado muchos años felices y una familia maravillosa. ¿Quién lo habría dicho? Yo solo sabía que ella no era esa mujercita insignificante que su madre había desechado y dado por perdida. Qué equivocada estaba Mia.
Lo que teníamos delante era una mujer brillante, con clase, fabulosa, extremadamente inteligente, poseedora de un enorme potencial latente y que podría madurar de manera soberbia solo con que alguna persona demostrara un poco de interés en ella y le ofreciera un poco de apoyo, y lo que era más importante, un poco de amor. Pasamos algunas tarde paseando y hablando, disfrutando de nuestra compañía y, por supuesto, yendo a la cama.
Woody Allen
A propósito de nada
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