martes, 22 de octubre de 2013

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Alice Munro

VIRGINIDAD

No quiso que dijera nada. Me llevó a la cama. ¿Era algo que estaba en las cartas desde el principio, o le sorprendió casi tanto como a mí? Mi virginidad cuando menos no pareció sorprenderlo, porque trajo una toalla, además del condón, y le puso empeño, toda la delicadeza que pudo. Mi pasión quizá sí fuera una sorpresa para ambos. La imaginación resultó ser, a fin de cuentas, una escuela tan buena como la experiencia.
     —Tengo intención de casarme contigo —me dijo.



Alice Munro