lunes, 30 de noviembre de 2020

Una pintura / Thomas Hart Benton / Poker Night



Thomas Hart Benton
Poker Night

El 3 de diciembre de 1947 se estrenaba en Broadway, "A streetcar named Desire" (Un tranvía llamado Deseo), una obra teatral del dramaturgo estadounidense Tennessee Williams que llegaría a alcanzar un gran éxito y que le reportaría a su autor el Premio Pulitzer de teatro en 1948 convirtiéndose en una pieza mítica del teatro americano y también en un clásico del teatro mundial. La obra fue dirigida en su estreno por Elia Kazan, el que fuera cofundador del Actors Studio, y producida por Irene Selznick, una hija del todopoderoso productor Louis B. Mayer.

La obra narra un periodo en la vida de una pareja de Orleans, Stella y Stanley Kowalski, la cual ve alterada su vida por la llegada a su hogar de una hermana de Stella, una tal Blanche Dubois, una mujer con un extraño carácter entre arrogante y secretista que chocará desde el primer momento con el de Stanley, un abrupto y violento obrero aficionado al poker y al alcohol lo que se traducirá en momentos de gran tensión entre los tres habitantes de ese hogar hasta que Stanley consigue, al final, alejar definitivamente a Blanche de sus vidas.

Las representaciones contaron con la actuación de un desconocido y joven Marlon Brando en el papel de Stanley Kowalski y con la de las actrices Jessica Tandy y Kim Hunter en el de Blanche y Stella respectivamente. Se cuenta que la actuación de Marlon Brando era tan asombrosa que eclipsaba al resto de actores y el público acababa tomando parte y solidarizándose con aquel salvaje y maleducado inmigrante. Todo el elenco de actores sería el mismo que más tarde interpretaría su papel en la película de igual nombre que Elia Kazan dirigiría en 1951 a excepción del papel de Blanche Dubois que sería interpretado por la actriz Vivien Leigh. 

Dado el éxito con el que arrancó la representación teatral desde sus inicios, David Selznick, el marido de la productora Irene Selznick, decidió hacerle un regalo de felicitación para lo cual encargó a Thomas Hart Benton, un pintor estadounidense representante del llamado Regionalismo norteamericano, que les pintase un cuadro basado en alguna escena de la obra a lo que Benton accedió pintando en 1948 el cuadro que hoy traemos a estas páginas titulado "Poker Night". 

Benton tituló este cuadro como "Poker Night" en consonancia al primer título que Tennessee Williams había ideado para su obra y que luego cambiaría en base al propio argumento de la misma, la cual, se iniciaba con la llegada de Blanche Dubois en un tranvía de la linea llamada "Desire" (Deseo), una antigua línea de tranvías de Nueva Orleans que pasaba por una de las calles del barrio francés, la Elysian Fields (Campos Eliseos) en la que se ubica la casa en la que transcurrirá toda la representación. 

Para su cuadro, Benton escogió la tercera escena de la obra teatral, una escena en la que se desarrolla una partida de póker en casa de Stanley en la que participan el propio Stanley y tres de sus amigotes, Steve Hubbel, un vecino suyo que habita en el piso de arriba, Pablo Gonzales, un individuo de grandes bigotes y con aspecto de mejicano y Harold Mitchell, el amigo con mejor imagen de todos y al que ellos llaman Mitch. Durante el desarrollo de la partida, aparecerán en escena Blanche y Stella que, recién llegadas de la calle, se refugian en sus dormitorios quedándose en ropa interior mientras curiosean a través de una cortina que separa los dos ambientes en los que se desarrolla la acción. Esta, como sabrán los que hayan visto la película o conozcan la obra, acabará terminando borrascosamente con la agresión a su mujer de un Stanley tremendamente borracho y descolocado. 

Como podemos ver en el cuadro, Benton coloca a Stanley (Marlon Brando) con su inconfundible camiseta en el extremo izquierdo de la mesa mientras que, a su derecha y de pie, sitúa a Mitch (Karl Malden). Con sombrero y su inseparable puro aparece Pablo (Nick Dennis) y, reclinado sobre la mesa, su vecino Steve (Rudy Bond). Tras la cortina y con un aire muy sexy pintaría Benton a Blanche (Jessica Tandy) y a una Stella (Kim Hunter) que parece observarla con un cierto aire de preocupación.

El cuadro es una interpretación bastante fiel de la escena teatral a excepción del aire de rubia fatal a lo Jean Harlow de los años treinta con el que pintaría a Jessica Tandy, muy alejado de su imagen en la escena real y que le valdría un enfado considerable de la propia Jessica que le llegó a acusar de haberla retratado como una manipuladora sexual. La obra de Benton agradó mucho a Irene Selznick y fue colocada en el vestíbulo del teatro Ethel Barrymore donde permanecería hasta su última representación en diciembre de 1949. 

Este cuadro se conserva en el Whitney Museum de Nueva York.




jueves, 26 de noviembre de 2020

Casa de citas / Walter Tevis / En medio de la noche




Walter Tevis
EN MEDIO DE LA NOCHE

En algún momento, en medio de la anoche, se despertó. Alguien estaba sentado al borde la cama. Se puso rígida.

Tómatelo con calma -susurró Jolene. Sólo soy yo.

Beth no dijo nada, permaneció acostada y esperó. 

Pensé que te gustaría probar algo divertido dijo Jolene.

Metió una mano debajo de la sábana y la puso suavemente sobre el vientre de Beth, que estaba bocarriba. La mano se quedó allí y el cuerpo de Beth permaneció rígido. 

Tranquilízate -susurró Jolene. No te voy a lastimar.

Se rio suavemente.

Estoy caliente. ¿Sabes lo que es estar caliente?

Beth no lo sabía.

Relájate. Sólo voy a frotar un poco. Se sentirá bien, si lo permites.

Beth volvió la cabeza hacia la puerta del pasillo. Estaba cerrado. La luz, como de costumbre, quedó debajo. Podía escuchar voces distantes, en la oficina. La mano de Jolene se movía hacia abajo. Beth negó con la cabeza.

No... susurró.

Silencio ahora dijo Jolene. Su mano se movió más hacia abajo, y un dedo comenzó a frotar hacia arriba y hacia abajo. No dolió, pero algo en Beth se resistió. Sintió que estaba sudando.

Ah, mierda dijo Jolene. Apuesto a que se siente bien.

Se retorció un poco más cerca de Beth y su mano libre tomó la suya, tirándola hacia ella.

Tú también me tocas dijo.

Beth dejó que su mano se aflojara. Jolene la guió por debajo del camisón hasta que los dedos rozaron un lugar que se sentía cálido y húmedo.

Vamos, aprieta un poco susurró Jolene. La intensidad del susurro era aterradora. Beth, obediente, presionó más duro-. Vamos, bebé -susurró Jolene. Muévelo hacia arriba y hacia abajo. Me gusta esto.

Comenzó a mover su dedo sobre Beth. Fue espantoso. Beth frotó a Jolene un par de veces, esforzándose, concentrándose en hacerlo. Su rostro estaba empapado de sudor y su mano libre agarraba la sábana, apretándola con todas sus fuerzas.

Entonces su rostro estaba contra el de ella y su brazo alrededor del pecho de Beth.

Más rápido susurró Jolene. Más rápido.

No dijo Beth en voz alta, atemorizada. No, no quiero.

Y apartó la mano.

Hijo de puta dijo Jolene en voz alta.

Oyeron que alguien corría por el pasillo y la puerta se abrió. La luz entraba a raudales. Era una de las vigilantes nocturnas que Beth no conocía. La dama se quedó allí durante un largo minuto. Todo estaba en silencio. Jolene se había ido. Beth no se atrevió a moverse para ver si había regresado a su cama. Finalmente la mujer se fue. Beth miró y vio el contorno del cuerpo de Jolene en la cama. Tenía tres pastillas en el cajón y las tomó todas. Luego se acostó de espaldas y espero que el mal sabor desapareciera. 

Al día siguiente en la cafetería, Beth se sintió miserable por no dormir.

Eres la chica blanca más fea de todas -dijo Jolene, en un susurro escénico. Se había acercado a Beth en la fila de las cajitas de cereal. Tu nariz es fea y tu cara es fea y tu piel es papel de lija. Perra, basura blanca.

Jolene siguió, con la cabeza en alto, hacia los huevos revueltos.

Beth no dijo nada porque sabía que era verdad.




IN THE MIDDLE OF THE NIGHT
by Walter Tevis

Sometime in the middle of the night she was awakened. Someone was sitting on the edge of her bed. She stiffened. 

“Take it easy,” Jolene whispered. “It’s only me.” 

Beth said nothing, just lay there and waited. 

“Thought you might like trying something fun,” Jolene said. She reached a hand under the sheet and laid it gently on Beth’s belly. Beth was on her back. The hand stayed there, and Beth’s body remained stiff. 

“Don’t be uptight,” Jolene whispered. “I ain’t gonna hurt nothing.” She giggled softly. “I’m just horny. You know what it’s like to be horny?” 

Beth did not know. 

“Just relax. I’m just going to rub a little. It’ll feel good, if you let it.” 

Beth turned her head toward the corridor door. It was shut. The light, as usual, came under it. She could hear distant voices, down at the desk. 

Jolene’s hand was moving downward. Beth shook her head. “Don’t…” she whispered. 

“Hush now,” Jolene said. Her hand moved down farther, and one finger began to rub up and down. It did not hurt, but something in Beth resisted it. She felt herself perspiring. “Ah shit,” Jolene said. “I bet that feels good.” She squirmed a little closer to Beth and took Beth’s hand with her free one, pulling it toward her. “You touch me, too,” she said. 

Beth let her hand go limp. Jolene guided it up under her nightgown until the fingers grazed a place that felt warm and damp. 

“Come on now, press a little,” Jolene whispered. The intensity in the whispering voice was frightening. Beth did as she was told and pressed harder. 

“Come on, baby,” Jolene whispered, “move it up and down. Like this.” She started moving her finger on Beth. It was terrifying. Beth rubbed Jolene a few times, trying hard, concentrating on just doing it. Her face was wet with sweat and her free hand was clutching at the sheet, squeezing it with all her might. 

Then Jolene’s face was against hers and her arm around Beth’s chest. “Faster,” Jolene whispered. “Faster.” 

“No,” Beth said aloud, terrified. “No, I don’t want to.” She pulled her hand away. 

“Son of a bitch,” Jolene said aloud. 

Footsteps came running up the hallway, and the door opened. Light streamed in. It was one of the night people whom Beth didn’t know. The lady stood there for a long minute. Everything was quiet. Jolene was gone. Beth didn’t dare move to see if she was back in her own bed. Finally the woman left. Beth looked over and saw the outline of Jolene’s body back in bed. Beth had three pills in the drawer; she took all three. Then she lay on her back and waited for the bad taste to go away. 

The next day in the cafeteria, Beth felt wretched from not sleeping. 

“You are the ugliest white girl ever,” Jolene said, in a stage whisper. She had come up to Beth in the line for the little boxes of cereal. “Your nose is ugly and your face is ugly and your skin is like sandpaper. You white trash cracker bitch.” 

Jolene went on, head high, to the scrambled eggs. 

Beth said nothing, knowing that it was true. 


Walter Tevis
The Queen's Gambit
Random House, New York, 1983






miércoles, 25 de noviembre de 2020

Lecciones de semántica / Ajedrez

 

Anya Taylor-Joy
Gambito de dama


LECCIONES DE SEMÁNTICA
Ajedrez

    El nombre del antiquísimo juego del ajedrez es un buen ejemplo, entre tantos otros, de una palabra que ha evolucionado junto con la humanidad a lo largo de milenios, durante los cuales recorrió las más variadas tierras, eras y culturas, modificándose por influjo de incontables lenguas hasta llegar a los idiomas modernos.
    La invención del juego-ciencia ha sido atribuida en diversas épocas a griegos, romanos, persas, escitas, egipcios y árabes, y es cierto que todos esos pueblos lo conocieron. Sin embargo, en la actualidad hay razonable consenso en afirmar que el ajedrez surgió en el Indostán, en época no determinada con certeza, pero muy remota. Inicialmente, se lo llamó chaturanga, en referencia a las cuatro alas (angas ) del ejército indio: elefantes, carros, caballos e infantería.

    Desde la India, el juego se difundió hacia China, Corea y Japón, y en el Occidente, hacia Rusia, de donde saltó a Escandinavia, Alemania y Escocia; pero esta vertiente del ajedrez se perdió en la bruma de los siglos, y la forma actual deriva de otro itinerario. Si aceptamos la versión del poeta y cronista persa Firdusi, el chaturanga penetró en Persia en el siglo  VI de nuestra era, donde sufrió diversas modificaciones. En efecto, al llegar a este reino milenario, el chaturanga dejó de jugarse con dados, como en la India, y su nombre se convirtió en chatrang , que luego los árabes cambiaron a shatranj. Buena parte de la jerga ajedrecística que llegó hasta nosotros surgió en Persia, donde tuvo su gran apogeo. Así, jaque mate proviene de sha mat, que significa «rey derrotado».

    Llevado por los árabes a España, el nombre del juego evolucionó a axatraz y, más tarde, a axedrez , que fue como lo llamó el ajedrecista español Ruy López de Segura en su Libro de la invención liberal y arte del juego de axedrez, publicado en 1561 y considerado hasta hoy una referencia para los estudiosos.
    El nombre antiguo de la torre, roque, registrado por el Diccionario de la Real Academia Española como voz antigua, deriva del persa rukh «roca», «atolón», que luego los árabes utilizaron en la Edad Media para designar a sus carros de guerra. De ahí proviene el nombre enroque , una jugada de rey y torre al mismo tiempo. En ciertos festivales tradicionales de Valencia, todavía circula una carroza que se denomina roque, como los carros de guerra de los persas.
    El nombre alfil proviene del árabe fil «elefante», pues esta pieza representaba el ala de los guerreros que combatían montados en paquidermos. Curiosamente, la pieza tiene el nombre de bishop «obispo» en inglés y bispo en portugués, traducido, probablemente, por los monjes ajedrecistas del medievo.

Ricardo Soca
La fascinante historia de las palabras

Lecciones de semántica / Abracadra




Lecciones de semántica
Abracadabra

    Esta palabra cabalística apareció hacia el siglo  II de nuestra era, inscrita en amuletos, y se creía que poseía ciertas cualidades mágicas. El nombre se tomó de la palabra griega abraxas , que designaba un amuleto en el cual el término latino abracadabra aparecía once veces, cada vez con una letra menos hasta terminar con una a .
    El uso de estos amuletos era común en la secta dualista de los gnósticos —creían en un dios y un demonio igualmente poderosos—, que pensaban que la salvación podía ser obtenida mediante el conocimiento esotérico, al que llamaban gnosis . Esta secta fue fundada en el siglo  II por Basílides, un profesor de la Universidad de Alejandría, quien postulaba la existencia de Abraxas, un ser que vinculaba al culto al Sol. A las siete letras griegas de abraxas se les atribuían números, cuya suma arrojaba un total de 365, la cantidad de días que la Tierra tarda en recorrer su órbita.
  Esta etimología de abracadabra es la que suscribe la Real Academia Española en su diccionario. Sin embargo, no debe desdeñarse la opinión de etimólogos ingleses que señalan que el vocablo latino se puede haber originado en la expresión aramea abhadda kedabrah, que significa «desintégrate (un mal o una enfermedad) como esta palabra».

Ricardo Soca
La fascinante historia de las palabras





martes, 24 de noviembre de 2020

Casa de citas / Walter Tevis / Ajedrecista

 


Walter Tevis
AJEDRECISTA

Comencé jugando ajedrez con mi hermana y los niños de mi calle. Una vez gane un premio de 250 dólares y me convertí en un jugador de clase C.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Casa de citas / Walter Tevis / Amar el juego

 


Walter Tevis
AMAR EL JUEGO

Amar el juego por sí mismo es algo bueno; es amar el arte por el que vives. Hay muchas cosas que amar en el arte (la emoción, la dificultad, el uso de la habilidad), pero trabajar en ello solo para eso sería ser como Findlay. Para jugar al billar tenías que querer ganar y querer esto sin excusas y sin autoengaños. Solo entonces tenías derecho a amar el juego en sí.


To love the game itself is a fine thing; it is loving the art you live by. There are many things to love in the art—the excitement of it, the difficulty, the use of skill—but to work at it only for those would be to be like Findlay. To play pool you had to want to win and to want this without excuses and without self-deception. Only then did you have a right to love the game itself.

Walter Tevis, The Hustler
New York: Harper & Row, 1959.




FICCIONES
Triunfo Arciniegas / Diario / Gambito de Dama
Casa de citas / Walter Tevis / The Queen's Gambit
Casa de citas / Michael Ondaatje / Gambito de Dama, de Walter Tevis

Casa de citas / Walter Tevis / Toda la maldita cosa



Walter Tevis
TODA LA MALDITA COSA

Toda la maldita cosa es: tienes que comprometerte con la vida que elegiste. Y lo elegiste, la mayoría de la gente ni siquiera hace eso. Eres inteligente y eres joven y tienes, como dije antes, talento. Quieres vivir rápido y relajado y ser un héroe.



Whole goddamn thing is: you got to commit yourself to the life you picked. And you picked it—most people don’t even do that. You’re smart and you’re young and you got, like I said before, talent. You want to live fast and loose and be a hero.

Walter Tevis, The Hustler
New York: Harper & Row, 1959.


Casa de citas / Walter Tevis / Jugador


Walter Tevis
JUGADOR 

¿Así es como miras a un hombre al que acabas de ganar en un juego de billar? Como si acabaras de tomar su dinero y ahora lo que quieres es su orgullo.

 


Is that the way you look at a man you’ve just beaten in a game of pool? As if you had just taken his money and now what you want is his pride.

Walter Tevis, The Hustler
New York: Harper & Row, 1959.





domingo, 22 de noviembre de 2020

Casa de citas / Michael Ondaatje / Gambito de Dama, de Walter Tevis



Michael Ondaatje
Gambito de Dama, de Walter Tevis

Gambito de Dama es entretenimiento puro. Es un libro que leo cada cierto tiempo, simplemente por placer y por lo bueno que es.



The Queen’s Gambit is sheer entertainment. It is a book I reread every few years—for the pure pleasure and skill of it.”



sábado, 21 de noviembre de 2020

Casa de citas / Walter Tevis / The Queen's Gambit


Walter Tevis

The Queen’s Gambit


1

Un día ella se acercó y se quedó de pie junto a él, esperando a que moviese una pieza. La que estaba tocando era una con una cabeza de caballo sobre un pequeño pedestal. Tras un segundo, él miró hacia arriba frunciendo el ceño irritado. 

—¿Qué quieres, niña? —le dijo.

Normalmente ella salía corriendo ante cualquier encuentro con gente, especialmente con los adultos, pero esta vez no huyó. 

—¿Cómo se llama el juego? —preguntó.

Él la miró. 

—Deberías estar arriba con los demás.

Ella le miró sin descomponerse; algo en ese hombre y la fijeza con la que jugaba ese misterioso juego le ayudaron a mantenerse en lo que quería.

—No quiero estar con los demás —dijo—, quiero saber a qué juego estás jugando.

Él la miró con más atención. Entonces se encogió de hombros. 

—Se llama ajedrez. 


Había tres hombres en mangas de camisa de pie alrededor de una mesa encajada entre dos sofás. En la mesa había un decantados de cristal y tres vasos. En el centro de la mesa había un tablero de ajedrez; dos de los hombres miraban y comentaban mientras el tercero movía las piezas especulativamente con las puntas de los dedos .Los dos hombres que miraban eran Tigran Petrosian y Mijail Tal. El que movía las piezas era Vasily Borgov. Eran tres de los mejores jugadores del mundo, y estaban analizando lo que debía de ser la posición aplazada en su partida con Duhamel.

3

Ahora tenía las mejillas apoyadas en los puños, y sus ojos permanecían cerrados. La dama estaba inofensiva en la última fila, en la casilla del alfil dama, donde llevaba desde la jugada nueve. Sólo podía salir por la diagonal, y tenía tres casillas. Todas parecían malas.

[…] Él tomaría su dama después, y ella todavía estará con alfil menos. Pero su caballo estaría ahora colocado para otra horquilla. Ganaría su alfil. No sería un sacrificio. Volverían a estar equilibrados de nuevo, y su caballo podría continuar amenazando la torre.

Abrió los ojos, parpadeó y movió la dama, él puso la torre enfrente. Sin dudar, ella tomó su alfil y lo llevó a dar jaque, y esperó a que su dama lo tomase. Él la miró y no movió. Por un momento ella mantuvo la respiración. “¿Habría omitido algo?” Cerró los ojos de nuevo, asustada, y miró la posición. Él podía mover su rey en vez de tomar el alfil, podía interponer…

De repente ella oyó su voz desde el otro lado de la mesa diciendo la asombrosa palabra “Tablas”.

[…] Unas tablas, sin embargo, no eran una victoria. Y la única cosa de la que estaba segura que le gustaba en su vida era ganar. Miró la cara de Borgov de nuevo y vio con sorpresa que estaba cansado. Meneó la cabeza. “No.” 


4

A mitad de camino, la primera fila de mesas de cemento, un anciano estaba sentado solo con las piezas colocadas delante de él. Era sexagenario y llevaba las habituales gorra gris y camisa de algodón gris con las mangas remangadas. Cuando ella se detuvo ante su mesa, él la miró inquisitivo, pero no llegó a reconocerla. Se sentó delante de las negras y dijo cuidadosamente en ruso: “¿Te gustaría jugar al ajedrez?”



viernes, 20 de noviembre de 2020

Triunfo Arciniegas / Diario / Gambito de Dama

Anya Taylor-Joy como Beth Harmon


Triunfo Arciniegas
Gambito de Dama
20 de noviembre de 2020

Casa de citas / Walter Tevis / The Queen's Gambit


Gambito de Dama es una miniserie que se estrenó hace poco en Neflix. El ajedrez no ha sido territorio de mujeres. De ahí la singularidad de la trama, absolutamente convincente y desarrollada con genio y precisión. La historia original corresponde al escritor norteamericano Walter Tevis, conocido sobre todo por The Hustler (El buscavidas) y El color del dinero, películas protagonizadas por Paul Newman. The Queen's Gambit es la quinta de las seis novelas de Tevis, entretenimiento puro, según Michael Ondaatje. "Un libro que leo cada cierto tiempo, simplemente por placer y por lo bueno que es", confiesa el autor de El paciente inglés. La serie de Netflix nos deslumbra por igual con la música y el vestuario, el dominio de la luz y el color, además del trabajo de Anya Taylor-Joy, la protagonista, sin duda alguna, impecable, en una serie que no es sólo para ajedrecistas, por supuesto. Tal vez sea una de sus mayores virtudes: emocionarnos con un mundo que no es el nuestro. Qué placer, señoras y señores, ver algo tan bien hecho. Manjar de dioses.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Una pintura / Lucian Freud / Benefits Supervisor Sleeping


Benefits Supervisor Sleeping
Lucian Freud


Lucian Freud
Benefits Supervisor Sleeping
1995

El pasado 21 de julio de 2011 moría en Londres, a sus ochenta y ocho años, Lucian Freud. Nieto de Sigmund Freud, era el pintor vivo más cotizado del planeta siendo gracias a su actividad pictórica, solo interrumpida por la muerte, un pintor multimillonario cuya herencia se disputarán sus numerosos hijos reconocidos y seguramente los no reconocidos, los cuales se estima que superan a los primeros.

Considerado el mejor pintor realista de la segunda mitad del siglo XX, es famoso por sus desnudos en los que, al igual que en los de su amigo Francis Bacon, la carne desborda el lienzo y parece ofertarse como género de carnicería con la diferencia de que, el carnicero Bacon nos ofrece una carne púrpura, sangrante y como diseccionada tras una autopsia y Lucian Freud nos la muestra cicatrizada, casi en proceso de regeneración o de crecimiento en placas.

Hombre apasionado, entregado a su arte y a lo que la vida le ofreciese, participó de esta con su tremenda vitalidad, la misma que se refleja en sus cuadros. La bebida, el juego, las mujeres y la pintura fueron sus grandes pasiones a lo largo de su vida siendo la pintura la que realmente mantendría con la misma intensidad hasta el final.

"Benefits Supervisor Sleeping" fue pintado en 1995 y es tal vez su obra más famosa debido a que en una subasta de Christie’s celebrada en el 2008 en Nueva York esta obra alcanzó la cifra de 33,6 millones de dólares, cifra récord para una obra de un artista vivo.

En este cuadro se ve a una gruesa mujer llamada Sue Tilley que dormita acostada sobre un destartalado sofá de flores que parece contener a duras penas la carne desbordante que mana de su vientre y de sus pechos. Su brazo izquierdo aferrado al respaldo del sofá acrecienta esa sensación de inestabilidad produciendo una especie de intranquilidad en el espectador que presagia la inminente caída de la durmiente. 

Sue Tilley era, cuando Lucian Freud la pintó, una joven trabajadora empleada en el Departamento de Trabajo y Pensiones inglés en el West End de Londres que alternaba sus jornadas de trabajo con la diversión y la música que le ofrecían las noches de "Taboo" la famosa discoteca de Leicester Square. Allí había conocido en la década de los ochenta a Leigh Bowery un artista australiano y personaje destacado como cantante, modelo, diseñador excentrico, animador y relaciones públicas del club e individuo que se codeaba con personajes del mundo de la moda y el arte de la talla de John Galiano, Alexander Mc Quenn, Boy George y el propio Lucian Freud, que lo retrataría en una serie de desnudos entre los años 80 y 90.

Fue el propio Leigh Bowery, conocedor de los gustos de Lucian Freud por las formas rotundas, el que le presentó a Sue Tilley proponiéndole el pintor que posase para él. Sue Tilley fue modelo de Freud durante más de cuatro años en la década de los noventa quedando inmortalizada en varios retratos. En el que hoy vemos, la propia Sue cuenta que posó durante nueve meses en agotadoras sesiones diarias, varias veces a la semana. Como toda la obra de Freud la gestación fue lenta, rascando lo pintado y volviendo a repintar, añadiendo carne a la carne en una especie de proceso progresivo de trasplantes realizados a base de golpe de espátula.

Cuando en el 2008 el cuadro fue adquirido en la subasta de Christie’s por el magnate ruso Roman Abramovic, Sue comentó en una entrevista de la BBC que: "Yo nunca imaginé que un día uno de mis cuadros sería el más caro del mundo pero se ha convertido en una especie de imagen icónica. Es muy emocionante y como yo no tengo hijos es maravilloso pensar que un poco de mí va a durar para siempre".

Con motivo de la muerte de Freud, Sue decía hace unos días en otra entrevista de la BBC que "Aunque no éramos grandes amigos y no nos habíamos visto desde hace mucho tiempo, me siento como si una parte de mi vida se haya ido con él."

Sue, sigue trabajando en Londres como directora del Departamento de Trabajo y Pensiones y hace unos meses publicó una biografía de su amigo Leigh Bowery titulada "Leigh Bovery: la vida y obra de un icono".

DESDE EL OTRO LADO DEL CUADRO

sábado, 14 de noviembre de 2020

Casa de citas / Nadine Gordimer / Las novelas



Nadine Gordimer




Nadine Gordimer
LAS NOVELAS

La televisión y los periódicos muestran la vida de las personas en un momento determinado. Pero las novelas te cuentan lo que pasó después del motín, lo que pasó cuando todos se fueron a casa.




Television and newspapers show people’s lives at a certain point. But novels tell you what happened after the riot, what happened when everybody went home.



 

viernes, 13 de noviembre de 2020

Casa de citas / Umberto eco / Los libros que no he leído

Umberto Eco

LOS LIBROS QUE NO HE LEÍDO 

Umberto Eco / Books I Didn't Read

 

El escritor Umberto Eco pertenece a esa pequeña clase de académicos que son enciclopedicos, perspicaces y nondull. Es el propietario de una gran biblioteca personal (que contiene treinta mil libros), y separa a los visitantes en dos categorías: los que reaccionan con ′′ Guau! Signore, profesor Dottore Eco, menudo biblioteca! Cuántos de estos libros has leído?" y los otros, una minoría muy pequeña, que entienden el punto de que una biblioteca privada no es un apéndice que impulsa el ego, sino una herramienta de investigación. Los libros de lectura son mucho menos valiosos que los no leídos. La biblioteca debería contener tanto de lo que no sabes como tus medios financieros, tasas hipotecarias y el mercado inmobiliario actualmente ajustado te permite ponerlo allí. Acumularás más conocimientos y más libros a medida que creces, y el creciente número de libros no leídos en los estantes te mirará de forma menudente. De hecho, cuanto más sabes, más grandes filas de libros no leídos. Llamemos a esta colección de libros no leídos un antilibrary.

 

jueves, 12 de noviembre de 2020

Casa de citas / Thomas Bernhard / Un horrible vacío

Thomas Bernhard


THOMAS BERNHARD

UN HORRIBLE VACÍO

No puedo explicarle ahora mi vida, ni lo que soy. No, eso no se puede hacer. Necesitaría tres mil páginas y posiblemente se me olvidarían aún las cosas importantes, que se me ocurrirían luego. Para eso haría falta otro volumen complementario. Lo esencial se me olvidaría en esas tres mil páginas, y en mi lecho de muerte diría: ¡Santo Cielo!, ahora veo lo más importante de todo, ahora, al mirar desde un lecho de muerte, eso lo explicaría todo de otra manera, no tiene ningún sentido.

Hay que llegar a todo por sí mismo. Uno no tiene ninguna tarea ni nada parecido. Tareas sólo tienen los colegiales y los que obedecen a sus maestros.

Y entonces pierdo de algún modo las ganas, porque no tengo ya nada que hacer, eso es lo idiota. Por eso he tenido que tener siempre una compensación y hacer algo, aunque fuera absurdo. Pero da igual. Como las mujeres, que tienen que sacudir incansablemente alfombras para tranquilizarse y poder freír sus tortillas. Todo ser humano se busca algo parecido. De algún modo siento un -¿cómo se llama ese famoso vacío?-, un horrible vacío, desde hace un año. ¿Qué puedo hacer ahora? No me interesa ya nada. Pero bueno, siempre ocurre algo, aunque sea una desesperación pura, algo llega siempre. Y entonces lo explotaré otra vez. Porque la vida es una explotación. Y uno se precipita sobre lo que sea, otra persona o uno mismo, no sé. Todo eso no conduce a nada.

Eso me recuerda dónde estuve ayer, en casa de un campesino, que me contó que un tabernero, al que yo también conocía, había muerto de pronto, aunque podía preverse desde hacía un año, pero sin embargo, de pronto, tenía un pie totalmente podrido, y desde luego hubo mucha gente en su entierro, y uno de ellos, ex carnicero y posadero, que había sido anteriormente oficial de carnicero pero tenía ya más de sesenta años, tuvo que llevar una cruz, de dos metros, enormemente pesada… siempre tienen, cuando llevan algo así, una especie de soporte de cuero, donde va metida la cruz. Y sólo hace falta sujetarla, pero no cargarla. Sin embargo, no encontraron el soporte y el hombre tuvo que llevar la cruz durante dos horas, y le pusieron encima además una corona, y entonces él se derrumbó y ahora estaba en cama, también listo. Ahora me acuerdo.