domingo, 28 de febrero de 2021

Un libro / Daniel Mendelsohn / Una Odisea

Homero

UNA ODISEA

Herencias

'Una Odisea', de Daniel Mendelsohn, interesará tanto a los que ya sepan qué significa la palabra griega 'nostos' como a los que piensen que Homero es uno de los Simpson


JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS
26 FEB 2019 - 18:09 COT



Réplica del caballo de Troya en el sitio arqueológio de la ciudad, en la actual Turquía.
Réplica del caballo de Troya en el sitio arqueológio de la ciudad, en la actual Turquía. ELENA ODAREEVA

Uno de los pasajes más tristes de la historia de la literatura tiene lugar en el canto XI de la Odisea, cuando Ulises viaja al inframundo y se encuentra por sorpresa con Anticlea, su madre. No sabía que había muerto. Llevaba dos décadas sin noticias de su familia: diez años en la guerra de Troya y otros tantos tratando de volver a Ítaca. El comentario de ese episodio es, a su vez, uno de los grandes momentos de Una odisea: un padre, un hijo, una epopeya, el libro de Daniel Mendelsohn que Seix Barral acaba de publicar en traducción de Ramón Buenaventura. Filólogo clásico y crítico literario, Mendelsohn relata en 400 páginas fulgurantes la peripecia de leer a Homero en un seminario al que acude una docena de estudiantes de griego y un oyente particular: su propio padre, un matemático jubilado poco amigo de las efusiones sentimentales y al que Ulises no le cae especialmente bien.


Herencias


A la tirante historia familiar y al fascinante comentario de texto se les suma el crucero por el Mediterráneo que padre e hijo emprenden al terminar el curso. Una odisea es, claro, una odisea casera –proemio y anagnórisis incluidos- al tiempo que un canto a las humanidades en tiempos de pragmatismo rampante y al análisis riguroso en tiempos de subjetivismo ramplón. Cuando los alumnos le plantean una interpretación heterodoxa -¿y si Ulises se inventa su aventura con Circe?- el profesor recurre a una de sus maestras, Jenny Strauss Clay, que resuelve la duda con la herramienta más vieja de la filología: la lectura atenta.
Además de una introducción al poema homérico que interesará tanto a los que ya sepan qué significa nostos (regreso a casa) como a los que piensen que Homero es uno de los Simpson, el libro de Mendelsohn está lleno de historias que darían para un tomo entero. Así, de su mentora apenas apunta que ha tenido “una vida de viajes”, pero podría haber contado más. Jenny Strauss Clay nació en Egipto en 1942, adonde habían viajado sus padres huyendo de los nazis. Su madre murió en el parto, su padre se suicidó y ella fue adoptada por su tío, Leo Strauss, uno de los grandes de la filosofía política, exiliado en EEUU. Cuando en los años posteriores al 11-S su obra se convirtió en coartada para los neocon, su hija publicó un artículo en el New York Times tratando de desligar a su padre –que llevaba 30 años muerto- de la Administración Bush a la vez que reivindicaba su pasión por los clásicos, es decir, su herencia.

sábado, 27 de febrero de 2021

Un libro / Don DeLillo / Body Art



Body Art es una de las novelas más innovadoras de Don DeLillo

Definida por la crítica como uno de los trabajos más singulares del escritor americano, Body Art no deja indiferente a nadie por su naturaleza paradójica.

Ulises  Novo
8 de abril de 2018 (14:49 h.)

Lo inclasificable es una de las características de su narrativa y quizá sea en Body Art donde Don DeLillo nos enfrenta a ese duelo de la muerte a través de la construcción de continuas paradojas.

La muerte de un artista confina a su pareja a una serie de experiencias anómalas que comparte con el lector, sin saber exactamente si son resultado de alucinaciones patológicas o de la existencia de un mundo paralelo que se comunica con la realidad a través de voces, grabaciones y luces.

La constante intriga de un mundo personal que se desmorona para dar paso a otro completamente idealizado nos conduce a esa ambigua percepción de las acciones y los objetos, donde desconocemos el grado de engaño y de fraude de nuestros sentidos.

Lo mejor del relato es esa simbiosis entre arte, visión y la melancolía que provoca el duelo, recreando una y otra vez figuras, sensaciones, estímulos y recuerdos que la protagonista no dudará en llevar a su próxima exposición artística. Por lo tanto, parece que lo que se relata forma parte de ese entrenamiento personal, al que se está sometiendo Lauren Hartke con tal de ejecutar una performance, donde la experiencia traumática de la ausencia se manifiesta como un hecho auténtico, lejos del fingimiento o la interpretación.

Nuevamente, las obsesiones del escritor americano vuelven a surgir de su imaginario como síntomas casi depresivos de una sociedad, la nuestra, que vive bajo la sedación de las imágenes virtuales, bajo el lastre de una pérdida prolongada de la realidad como fisicidad, un síntoma decadente de los logros neoliberales.

Body Art reivindica la necesidad vital de relacionarnos, pero que la tecnología nos niega por medio de los entornos virtuales y de unas normas que han hecho saltar por los aires cualquier estabilidad emocional en la convivencia, ya sea en pareja o dentro de un grupo.

El uso frecuente de la elipsis así como la expresión de recovecos sutiles en una prosa detallista, como nunca se ha visto en obras anteriores, nos aporta una imagen de Don DeLillo mucho más lírica, menos rotunda, pues la introspección y la limitación de espacios nos conduce a un relato más íntimo y menos coral que en Fin de Campo o El hombre del salto.





viernes, 26 de febrero de 2021

Triunfo Arciniegas / Diario / Petro y las putas


 

Triunfo Arciniegas
PETRO Y LAS PUTAS
26 de febrero de 2021

El sueño empieza con una fiesta de poetas y marihuaneros. Me siento perdido. No conozco a nadie. En una mesa discuten la autoría de una frase. Cuando no sabe de quién es, la gente le atribuye la cita a García Márquez. O a Neruda. Frases cursis, versos espantosos, reflexiones mal escritas. Es imposible que la vida les alcanzara para decir tantas pendejadas. Una mujer duerme en un sofá. Salgo a la calle y leo en la pared: "Petro y las putas están de moda". Sacudiendo la libreta como un abanico, un policía se acerca a imponerme un parte. Le digo que no escribí la frase. Y me explica que el parte es por leer. No tiene lapicero. Se va a buscar uno y aprovecho para esfumarme. Vuelvo al humo de la fiesta. Qué manera de esfumarme. Veo a Roca y charlamos. Veo un titiritero y un poeta cuyo nombre no recuerdo. Todos fuman. Algunos mastican y todos ensalivan el tabaco. Roca abre una caja de zapatos y me ofrece un Partagás. Fumamos. Hablamos a gritos porque la música suena muy fuerte. Grito: "Rulfo guardaba las fotos en una caja de zapatos". La música se detiene y todo el mundo oye mi frase. Voltean a mirarme pero nadie dice nada. Suena la música de nuevo y la fiesta recupera su ritmo. Veo al policía del parte y lo evito. Se ríe con un par de amigos. El negocio va bien. Me acuerdo de un verso de Borges: " Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo". Despierto repitiendo el verso. Y entonces me acuerdo de otra línea del mismo poema: "Me duele una mujer en todo el cuerpo".


jueves, 25 de febrero de 2021

Casa de citas / Pablo Neruda / El amor junto al trigo

Mujer en el trigal
Sebastian Denia


Pablo Neruda
El amor junto al trigo    

Llegué al campamento de los Hernández antes del mediodía, fresco y alegre. Mi cabalgata solitaria por los caminos desiertos, el descanso del sueño, todo eso refulgía en mi taciturna juventud.
    La trilla del trigo, de la avena, de la cebada, se hacía aún a yegua. No hay nada más alegre en el mundo que ver girar las yeguas, trotando alrededor de la parva del grano, bajo el grito acucioso de los jinetes. Había un sol espléndido, y el aire era un diamante silvestre que hacía brillar las montañas. La trilla es una fiesta de oro. La paja amarilla se acumula en montañas doradas; todo es actividad y bullicio; sacos que corren y se llenan; mujeres que cocinan; caballos que se desbocan; perros que ladran; niños que a cada instante hay que librar, como si fueran frutos de la paja, de las patas de los caballos.

miércoles, 24 de febrero de 2021

Casa de citas / Pablo Neruda / La casa de las tres viudas

 



Pablo Neruda
La casa de las tres viudas

    Una vez me convidaron a una trilla de yeguas. Era un sitio alto, por las montañas, y quedaba bastante lejos del pueblo. Me gustó la aventura de irme solo, adivinando los caminos en aquellas serranías. Pensé que, si me perdía, alguien me daría auxilio. Con mi cabalgadura nos distanciamos de Bajo Imperial y pasamos estrechamente la barra del río. El Pacífico allí se desencadena y ataca con intermitencia las rocas y los matorrales del cerro Maule, última colina, muy alta ella. Luego me desvié por las márgenes del lago Budi. El oleaje asaltaba con tremendos golpes los pedestales del cerro. Había que aprovechar aquellos minutos en que una ola se desbarataba y se recogía para recobrar su fuerza. Entonces atravesábamos apresuradamente el trecho entre el cerro y el agua, antes de que una nueva ola nos aplastara a mí y a mi cabalgadura contra el áspero cerro.

martes, 23 de febrero de 2021

Pablo Neruda / Mi primer poema

 



Pablo Neruda
MI PRIMER POEMA

    Ahora voy a contarles alguna historia de pájaros. En el lago Budi perseguían a los cisnes con ferocidad. Se acercaban a ellos sigilosamente en los botes y luego rápido, rápido remaban… Los cisnes, como los albatros, emprenden difícilmente el vuelo, deben correr patinando sobre el agua. Levantan con dificultad sus grandes alas. Los alcanzaban y a garrotazos terminaban con ellos.

lunes, 22 de febrero de 2021

Casa de citas / Pablo Neruda / El arte de la lluvia

 


Pablo Neruda
El arte de la lluvia


    Así como se desataban el frío, la lluvia y el barro de las calles, es decir, el cínico y desmantelado invierno del sur de América, el verano también llegaba a esas regiones, amarillo y abrasador. Estábamos rodeados de montañas vírgenes, pero yo quería conocer el mar. Por suerte mi voluntarioso padre consiguió una casa prestada de uno de sus numerosos compadres ferroviarios. Mi padre, el conductor, en plenas tinieblas, a las cuatro de la noche (nunca he sabido por qué se dice las cuatro de la mañana) despertaba a toda la casa con su pito de conductor. Desde ese minuto no había paz, ni tampoco había luz, y entre velas cuyas llamitas se doblegaban por causa de las rachas que se colaban por todas partes, mi madre, mis hermanos Laura y Rodolfo y la cocinera corrían de un lado a otro enrollando grandes colchones que se transformaban en pelotas inmensas envueltas en telas de yute que eran apresuradamente corridas por las mujeres. Había que embarcar las camas en el tren. Estaban calientes todavía los colchones cuando partían a la estación cercana. Enclenque y febe por naturaleza, sobresaltado en mitad del sueño, yo sentía náuseas y escalofríos. Mientras tanto los trajines seguían, sin terminar nunca, en la casa. No había cosa que no se llevaran para ese mes de vacaciones de pobres. Hasta los secadores de mimbre, que se ponían sobre los braseros encendidos para secar las sábanas y la ropa perpetuamente humedecida por el clima, eran etiquetados y metidos en la carreta que esperaba los bultos.

domingo, 21 de febrero de 2021

Casa de citas / Pablo Neruda / Infancia y poesía

 

Otto Mueller
Mother and Child under Rain

Pablo Neruda
Infancia y poesía

    Comenzaré por decir, sobre los días y años de mi infancia, que mi único personaje inolvidable fue la lluvia. La gran lluvia austral que cae como una catarata del Polo, desde los cielos del Cabo de Hornos hasta la frontera. En esta frontera, o Far West de mi patria, nací a la vida, a la tierra, a la poesía y a la lluvia.
    Por mucho que he caminado me parece que se ha perdido ese arte de llover que se ejercía como un poder terrible y sutil en mi Araucanía natal. Llovía meses enteros, años enteros. La lluvia caía en hilos como largas agujas de vidrio que se rompían en los techos, o llegaban en olas transparentes contra las ventanas, y cada casa era una nave que difícilmente llegaba a puerto en aquel océano de invierno.

sábado, 20 de febrero de 2021

Casa de citas / Mary Karr / Mi madre

 


Mary Karr
MI MADRE

Poco antes de que muriera mi madre, el tipo que le estaba reformando la cocina sacó de la pared un azulejo con un agujerito redondo bastante sospechoso. Se sentó de rodillas y levantó el azulejo de manera que el sol filtrado por las cortinas amarillas y añosas pareció perforar el agujero igual que un láser. Nos guiñó un ojo a Lecia y a mí y a continuación se volvió hacia mí canosa madre, concentrada en su volumen de Marco Aurelio y en un cuenco de chiles picantísimos.

—Señora Karr, ¡esto parece un agujero de bala!

Lecia, que no dejaba pasar una, intervino:

—¿Eso no es de cuando le disparaste a papá?

Y mamá entornó los ojos, bajó un poco las gafas por su nariz patricia y dijo con displicencia:

—No, eso es de cuando Larry. —Se giró y señaló otra pared—. A tu padre le disparé allí.

Sirva esta anécdota para explicar por qué me decidí a escribir El club de los mentirosos como unas memorias y no como novela: cuando el destino te pone en bandeja unos personajes así, ¿para qué inventar nada?

Mary Karr
El club de los mentirosos






viernes, 19 de febrero de 2021

Casa de citas / Mary Karr / Violaciones

 

Mary Karr


Mary Karr
VIOLACIONES
Cuando les dije a mi hermana y a mi madre: “Me violaron dos veces, primero el vecino, luego tu segundo marido”. Ella dijo: “Qué hijos de puta”. Y mi hermana: “Vamos a pedir comida mexicana”. Eso fue todo.

Mary Karr / “Mientras eres amable, los hombres te protegen”


jueves, 18 de febrero de 2021

Casa de citas / Mary Karr / Poeta

Mary Karr

Mary Karr
POETA

Empecé a escribir poemas a los cinco años, lo cual es inexplicable. Nunca había conocido a ningún poeta. Si alguien me hubiera dicho: ‘Mary, ven, en el cuarto de al lado hay un poeta’, es como si me hubieran dicho que me iban a enseñar un unicornio o un caballero andante. La anécdota más extraña es algo que me ocurrió cuando tenía 12 o 13 años. La maestra, molesta con mi insistencia en decir que quería ser poeta, me mandó al despacho del director del colegio, que me dijo: ‘Como persistas en la idea de dedicarte a la poesía, acabarás siendo prostituta’. ¿Se imagina decirle algo así a una niña? Claro que fue en Texas.


Mary Karr / “La vida es un chiste malo”



miércoles, 17 de febrero de 2021

Casa de citas / Walter Tevis / Ese juego

Foto de Triunfo Arciniegas


Walter Tevis
ESE JUEGO


Todos los martes, la señorita Graham, después de aritmética, enviaba a Beth abajo con los borradores. Se consideraba un privilegio, y Beth, la más pequeña de la clase, era la mejor estudiante. No le gustaba el sótano. Olía rancio, y el señor Shaibel le daba miedo. Pero quería saber más sobre aquel juego que jugaba solo en aquel tablero. Un día se acercó y se detuvo a su lado, esperando que moviera una pieza. La que estaba tocando era la de la cabeza de caballo en un pedestal. Un segundo después él la miró con gesto irritado.
-¿Qué quieres, niña? -dijo.
Normalmente ella huía de cualquier encuentro humano, sobre todo con los adultos, pero esta vez no retrocedió.
-¿Cómo se llama ese juego? -preguntó.
Él la miró.
-Deberías estar arriba con las demás.
Ella lo miró a la cara. Había algo en este hombre y en la firmeza con la que jugaba a este misterioso juego que la ayudó a aferrarse a lo que quería.
-No quiero estar con las demás -respondió-. Quiero saber a qué está jugando.
Él la miró con más atención. Luego se encogió de hombros.
-Se llama ajedrez.
***
Una bombilla pelada colgaba de un cable negro entre el señor Shaibel y la caldera. Beth tenía cuidado de no permitir que la sombra de su cabeza cayera sobre el tablero. Era domingo por la mañana. Tenían clase de catequesis arriba en la biblioteca, y ella había levantado la mano para ir al cuarto de baño y luego bajó aquí. Llevaba de pie mirando al bedel jugar al ajedrez diez minutos. Ninguno de los dos había hablado, pero él parecía aceptar su presencia.
El bedel observaba las piezas durante minutos seguidos, inmóvil, como si las odiara, y luego extendía la mano, tomaba una por la parte superior con las yemas de los dedos, la sostenía un instante como si fuera un ratón muerto por la cola y la colocaba en otra casilla. No miró a Beth en ningún momento.
Beth seguía de pie con la sombra negra de su cabeza sobre el suelo de hormigón a sus pies y miraba el tablero, sin apartar los ojos, pendiente de cada movimiento.

Walter Tevis
Gambito de dama
Alfaguara, 2021, pp. 16-17
Traducción de Rafael Marín

martes, 16 de febrero de 2021

lunes, 15 de febrero de 2021

Triunfo Arciniegas / Diario / Los enamorados

 


Triunfo Arciniegas
LOS ENAMORADOS
14 de febrero de 2021

Fui a comprar ollas al mercado de la Sexta. Qué manera de celebrar el día de los enamorados. Y casi que ni eso. Un agudo dolor me hizo sudar desde las cuatro de la mañana, cuando subía las entradas de los blogs. Suspendí el trabajo. No pude más. Tomé Metocarbamol mientras amanecía. Me tendí en el piso y Cata vino a mi lado. El dolor volvió. Tomé otra dosis y más tarde llamé a René. Me llevó a la farmacia y me aplicaron una inyección. El farmaceuta, un señor muy amable, me formuló Tiamina y complejo B. Ni siquiera tuve alientos para recordar el gastado chiste de que complejos ya tengo suficientes. Ni siquiera me acordé. El dolor disminuyó casi de inmediato y entonces le pedí a René que me llevara a la Sexta. Tenía ganas de un caldero y lo conseguí, el mismo que compré hace tres semanas en Pamplona, y por el mismo precio. Compré una vajilla para la casa del Carmelitano, donde no tengo sino dos platos. El jueves pasado tuve tres invitados: dos comimos en cacerolas.  Compré un portacubiertos: no un libro. Y el alimento de mi dulce Cata. Eso fue todo. El asunto de las ollas y los platos de la casa de Cuatrovientos quedó resuelto el pasado diciembre. Incluso pinté la cocina. Solo faltan las visitas.

Vi una pareja en la Sexta. Ella, muy mal vestida y embarazada, uno o dos metros atrás. Y él, vendiendo dulces y cositas así. Muy jóvenes. ¿Cómo podrá sostenerse esa familia? Están juntos, es cierto, pero muy jodidos. La ciudad rebosa de parejas así. O de mujeres solas con dos o tres niños.

He visto numerosos videos de una famosa pareja de actores. Llevan más de veinte años juntos. Siguen enamorados y descaradamente ricos. Son muy trabajadores, entre otras cosas: se merecen la dicha que rebosan. No los envidio: los festejo. No sólo son afortunados sino inteligentes. ¿Será la inteligencia parte de la suerte? Tuvieron la suerte de encontrarse y la inteligencia suficiente para permanecer juntos. Ella sigue absolutamente hermosa. Aún no quieren hijos. No creo que los tengan nunca. Se nota a leguas que en la cama les va de maravilla.

Pensaba cocinar pasta para todos, pero René propuso que Adriana preparara mute y dejáramos la pasta para mañana. Ya todo queda listo. Tengo la carne adobada desde el jueves. De regreso, compramos agua, pan y cerveza. 

El resto del día me dediqué a explorar el celular nuevo, a tomarme fotos con Cata y a ver videos de inglés. ¿Cuándo terminaré de aprender? ¿Cuándo podré sostener una conversación normal? ¿Cuándo leeré con fluidez? A veces me canso y quiero tirar la toalla. Son tantos años tratando de aprender.

No es un gran día, desde luego, aunque tampoco miserable. Jaime Echeverri me dice que lo raro ahora es pasarla bien. Subí a Facebook una caricatura de Pablo Escobar. "Cambio de planes: búsquenme a Cupido", dice el narco. "Y me le dan plomo, repito: plomo." Estoy de acuerdo.

sábado, 13 de febrero de 2021

Diario / Triunfo Arciniegas / Los cadáveres exquisitos

 





Triunfo Arciniegas
LOS CADÁVERES EXQUISITOS


Doce historias provenientes de cinco libros de Patricia Highsmith (La casa negra, A merced del viento, Once, Sirenas en el campo de golf y Crímenes bestiales) conforman Los cadáveres exquisitos. Además de la circunstancia de que hayan sido seleccionados para adaptaciones televisivas, comparten la atmósfera siniestra, el sello de origen, un mundo donde  el asesinato y el engaño son prácticas habituales.

Dice Patricia Highsmith en el prólogo: "Los cuentos son un poco como sueños: proféticos, útiles para profundizar en un problema que ya está ahí o que va a surgir, y a veces un alivio para la ansiedad". El texto de la contratapa de la edición de Anagrama, como si fuese escrito por el típico intelectual que comenta libros que nunca ha leído, menciona dos títulos que no se incluyen en el libro: "En El espantapájaros, el lector descubre lo peligroso que pueden resultar los vecinos, tan peligrosos como el ladrón de El amante de los escalofríos". Aparte de mala, la frase es falsa.

"A merced del viento", el cuento favorito de Patricia Highsmith y el más reciente a la fecha de la publicación del libro, 1989, nace de una frase de un asesor de Richard Nixon que expresó su deseo de ver colgados a sus enemigos, balanceándose despacio, a merced del viento. 

En "Los pájaros a punto de volar", mi favorito, y "Bajo la mirada de un ángel sombrío", el más desolado, no hay asesinatos pero sí engaños. No se parecen en nada estos dos cuentos, pero ambos demuestran la capacidad del ser humano para falsear la realidad y aprovecharse del otro.

En "Acabar con todo" un hombre no puede decidirse por una sola mujer y en "A lo hecho, pecho" una mujer resuelve a su manera el asalto de un ladrón.

No basta con exponer el asesinato si no hay una clara posición sobre la culpa y la impunidad. ¿Por qué unos personajes pagan sus culpas o otros se libran? Los personajes de Patricia Highsmith pertenecen en su mayoría al segundo grupo.  Ripley es el más famoso ejemplo. Los protagonistas de "Un suicidio curioso" y "Lo que trajo el gato" se libran del castigo. ¿Merecían sus víctimas el trágico final?

La poderosa fuerza del odio desplaza al amor conyugal en "Sustancia de locura y "Donde las dan..." En la primera historia una mujer adorna el jardín con animales disecados y en la segunda la casa se convierte en una trampa mortal. En ambas, víctima y victimario confunden sus papeles.

Nada extraño. Los límites entre el bien y el mal se borran en las páginas de Patricia Highsmith. Un matrimonio con buenas intenciones adopta una pareja de ancianos, y nada, absolutamente nada saldrá bien.

Pero no se trata sólo de la trama sino ante todo de la armazón. No se puede dejar de lado una historia de Patricia Highsmith recién comenzada. Una frase lleva a la otra, un párrafo a otro. La escritura de Highsmith carece de adornos superfluos y desvíos agotadores: seca, precisa, eficaz, descarnada y adictiva.  Pareciera que no hay hechizo, pero la mayor astucia del demonio, según se dice, es hacernos creer que no existe.

Con razón dicen que leer a Patricia Highmith es como tomar el té con una vieja bruja. La decisión, por supuesto, corresponde al lector. La bruja sonríe, enigmática, mientras sirve el té y las galletas.

11 de febrero de 2021


viernes, 12 de febrero de 2021

Poemas como heridas / Triunfo Arciniegas / Visiones



Triunfo Arciniegas
VISIONES

Vienen en sueños, dulces,
bellas, sin la amargura de otros años,
se desvanecen en puñados de niebla.
¿Será pecado registrar su paso?

No avisan ni preguntan.
Todo parece tan recién inventado.
El agua duerme en las tinajas.
De pronto todas
se desvanecen por diversas
e invisibles rendijas.

No hay puertas ni ventanas.
No hay senderos.
Como hojas secas,
el viento barre las palabras.


11 de febrero de 2021



miércoles, 10 de febrero de 2021

Casa de citas / Patricia Highsmith / Las emociones

 

Patricia Highsmith


Patricia Highsmith
LAS EMOCIONES
Las buenas narraciones se hacen solo con las emociones del escritor. Aunque un libro de suspense esté totalmente calculado, habrá escenas, descripciones —un perro atropellado, la sensación de que alguien te sigue por una calle oscura— que probablemente el escritor habrá experimentado en persona. El libro es siempre mejor si contiene experiencias como estas, de primera mano, realmente sentidas.

Casa de citas / Patricia Highsmith / En la piel de Ripley

 



Patricia Highsmith
EN LA PIEL DE RIPLEY
No hay nada de espectacular en el argumento de A pleno sol, pero se hizo popular por su prosa frenética y la insolencia y audacia del propio Ripley. Me imaginé a mí misma en su piel. Ningún libro me ha resultado tan fácil y a menudo sentí que Ripley lo estaba escribiendo y que lo único que hacía yo era pasarlo a máquina.



 

Casa de citas / Patricia Highsmith / Sobre la escritura II

 

Patricia Highsmith


Patricia Highsmith
SOBRE LA ESCRITURA II
Escribir es una forma de organizar la vida. Y la necesidad de hacerlo sigue presente aunque no se tenga público.



martes, 9 de febrero de 2021

Triunfo Arciniegas / Petro Robagallinas

Ilustración de Triunfo Arciniegas

Triunfo Arciniegas
PETRO ROBAGALLINAS
Una fábula

Había una vez un bobo que robaba gallinas. O al menos pretendía hacerlo. Porque era tan torpe que alborotaba a los perros y despertaba a todo el mundo.
–Petro, no se robe las gallinas –le gritaban.
De nada le servía el sombrero que aplastaba sus pelos de erizo y el pañuelo que cubría su cara de sapo, porque todos conocían su cojera. Y su tamaño. Con centímetro menos pasaría por enano. Las manos grandes y los brazos largos le daban una apariencia de pajarraco.
–Vete a hacer las tareas y deja dormir.
El bobo arañaba las paredes, rompía algunas tejas y volvía a casa con las manos vacías, apedreado y mordido por los perros. Su pobre madre lloraba al verlo.
–Te va a tocar cambiar de profesión –le decía–. La gente no te entiende.
–Estoy para grandes cosas.
–Ay, hijo, ni tu madre se cree ese cuento.
Todo el mundo sabía las intenciones de Petro. No podía disimular el hambre. Al principio, cuando pensó apoderarse del gallinero a sangre y fuego, apareció con una escopeta, pero se la decomisó la policía. Lo obligaron a lavar los baños de la estación y lo dejaron libre. Al negro Faustino, dueño del gallinero más grande, no le pareció buena idea.
De todos modos, y aunque juraba que lo suyo eran los mangos que caían de los árboles y las zanahorias que cultivaba detrás de su casa, el bobo no se pudo quitar de encima la fama de robagallinas. En el parque, los niños brincaban y picoteaban a su alrededor. Todos cacareaban a su paso. O le arrojaban una pluma.
–Lo que Petro está buscando es la gallina de los huevos de oro –se burlaba la gente.
–No me digan así –reclamaba el bobo–. Soy Petronio.
Y se alejaba muerto de hambre. Y muerto de rabia. Y la rabia terminaba en remordimiento.
–Acúseme, padre, que me da mucha rabia que me llamen Petro –le decía al cura todos los sábados en el confesionario.
–Pero sí eres el ladrón de gallinas.
–¿Cómo lo sabe, padre?
–Vienes todos los sábados.
–¿Y cómo sabe que soy el ladrón?
–Acá me cuentan todo, Petro.
–Padre, ya me dio rabia otra vez.
–Te perdono –dijo el cura–. Ya sé que la otra vez me lo dijiste, ¿pero cómo es tu nombre?
–Petronio Antonio Malasangre.
–Con razón me reí tanto el otro día.
–Padre.
–¿De dónde salió ese Malasangre?
–Pregúntele a mi mamá.
–Lo haré.
–Soy un desliz. Mi mamá fue al mercado y pisó una cáscara de plátano y de ahí salí yo. 
–¿Y el señor Malasagre?
–El dueño del plátano, supongo. Nunca lo conocí. A veces pienso que mamá se lo inventó.
–Nunca fuiste a la escuela.
–Tres días.
–El título de bachiller es falso.
–Lo compré en el mercado de las pulgas.
–¿En Bogotá?
¿Cómo lo sabe, padre?
–En Bogotá se puede comprar cualquier cosa –dijo el cura–. ¿Te va bien en algo?
–No.
–Chiquito, cojo, tuerto y mentiroso.
–Padre, por favor. No soy tuerto. Tengo un ojo más chiquito que el otro. Por el uno veo y por el otro medio veo.
–¿No dijiste que te habías dedicado a comer zanahorias?
–No soy un conejo.
–No digas mentiras –dijo el cura–. ¿Y los mangos?
–Se acabó la cosecha.
–No digas que andas enfermo. No ilusiones.
–La gente me trajo cosas.
–Pero luego supieron que no tenías nada. No se ve bien que digas que estás que te mueres y luego no salgas con nada. La próxima vez nadie va a creerte.
–Soñé era un zorro, padre.
–Te creo –dijo el cura–. Eres un zorro, Petro.
–¿Verdad que sí?
–Tienes pinta.
–Gracias, padre. Pero no de conejo.
–No de conejo –aceptó el cura–. Dentro de ti palpita el corazón del zorro.
–No entiendo, padre. Me crecen garras, se me agrandan las orejas, se me estira el hocico. Ay, padre Agapito.
–No me recuerdes ese nombre, hijo mío, y no se te ocurra decirme Pito.
–¿Le da coraje, padre?
–Voy a pensar qué hacer contigo –dijo el cura–. Vete y no peques más.
–¿Y la penitencia?
–Queda pendiente –dijo el cura, seguro de que una avemaría y un padrenuestro no arreglarían nada.
Y se quedó pensando en Petronio hasta la noche. No pudo dormir, pero al otro día tenía la solución, y fue a visitar al dueño del gallinero más grande, don Faustino Trespalacios. 
Era un domingo soleado y feliz.
–Don Faustino.
–Padre Agapito.
Con la sotana, el cura parecía tan negro como el otro. Además, se veían igual de gordos y barrigones. El cura propuso la idea mientras despresaba una gallina con tajadas de plátano maduro, papas chorreadas y una montaña de arroz, y atajaba a lengüetazos la grasa que escurría de sus manos. Le costó trabajo convencer al negro. Se tomaron un par de cervezas. Y luego otras dos. Y otras, hasta que abreviaron sus nombres.
–Adiós, Tino.
–Adiós, Pito.
Cuando el bobo regresó a confesarse, echando espuma de la rabia, el cura casi no lo dejó hablar.
–No te preocupes, hombre, eres dueño del gallinero de Faustino, qué afortunado –le dijo, entregándole la llave–. Ve a cuidarlo con alma, vida y sombrero.
El bobo se limpió la espuma y sacudió la cola. 
–¿No me van a echar los perros?
–Ya hablé con Faustino.
Al bobo se le escurrió la baba.
–¿Me puedo comer todas las gallinas? –preguntó–. Soy un zorro, padre.
–No te apresures –dijo el cura–. ¿No ves que ahora eres el dueño? Tu misión es multiplicar las gallinas para alimentar a los pobres del mundo.
–Qué ideas, padre. Yo sólo pienso en mí.
–Detrás del gallinero hay un potrero inmenso –dijo el cura–. Podrías sembrar unos aguacates.
–Y a veces en mi mamá –dijo el bobo–. Pero sobre todo en mí.
–Eres el feliz propietario, Petronio Antonio Malasangre, saborea la propiedad privada.
–No entiendo, padre, pero me siento en el paraíso.
–Porque Dios está contigo –dijo el cura, asaltado por la duda–. No olvides venir el sábado para saber cómo van las cosas.
–¿Y si no me da rabia?
–Ven de todos modos –dijo el cura–.Vete y no peques más.
El bobo se fue feliz, pero el cura se quedó pensando: “De bobo no tiene un pelo”. Y ya no le pareció tan buena la idea de meter el zorro al gallinero. 

2 de febrero de 2021



lunes, 8 de febrero de 2021

Vargas Llosa / Cortázar



Julio Cortazar según Hermenegildo Sábat

Mario Vargas Llosa
CORTÁZAR
Con ese Julio Cortázar era posible ser amigo pero imposible intimar. La distancia que él sabía imponer, gracias a un sistema de cortesías y de reglas a las que había que someterse para conservar su amistad era uno de los encantos del personaje: lo nimbaba de cierto misterio, daba a su vida una dimensión secreta que parecía ser la fuente de ese fondo inquietante, irracional y violento, que transparecía a veces en sus textos, aún los más mataperros y risueños. Era un hombre eminentemente privado, con un mundo interior construido y preservado como una obra de arte al que probablemente sólo Aurora tenía acceso, y para el que nada, fuera de literatura, parecía importar, acaso existir.


domingo, 7 de febrero de 2021

Casa de cita / Vargas Llosa / Sobre la creación



La ciudad y los perros
Mario Vargas Llosa

 

Mario Vargas Llosa
SOBRE LA CREACIÓN

Lo mío es un proceso mucho más lento. Al principio es algo muy nebuloso, un estado de alerta, una cautela, una curiosidad. Algo que percibo de forma imprecisa y vaga despierta mi interés, mi curiosidad y mi entusiasmo, y entonces se plasma en el trabajo, las anotaciones, el resumen del argumento. A continuación, cuando ya tengo el esbozo y empiezo a poner las cosas en orden, aún persiste algo muy difuso y nebuloso. La «iluminación» únicamente se produce mientras trabajo. A base de esfuerzo puede llegar a desatarse en un momento dado esa… percepción más aguda, esa excitación que puede conducir a la revelación, a la solución, a la luz. Cuando llego al corazón de una historia en la que llevo trabajando cierto tiempo, entonces sí, ocurre algo. La historia deja de resultarme fría, ajena a mí. Al contrario, se vuelve tan viva e importante que todo lo que experimento existe sólo en relación con lo que estoy escribiendo. Todo lo que oigo, veo y leo parece ayudarme de una manera u otra en mi trabajo. Me convierto en una especie de caníbal de la realidad. Pero para alcanzar ese estado tengo que pasar por la catarsis del trabajo. Vivo una especie de doble vida permanente. Hago mil cosas diferentes, pero siempre estoy pensando en mi trabajo. Evidentemente, a veces llega a ser algo obsesivo, neurótico. En esos momentos, me relaja ver una película. Al final de un día de trabajo intenso, cuando me encuentro en un estado de gran agitación interna, ver una película me hace mucho bien.
Mario Vargas Llosa
The Paris Review, 1990