jueves, 28 de febrero de 2013

Triunfo Arciniegas / Filósofo de semáforo / Pesarse da pesar



Triunfo Arciniegas 
PESARSE DA PESAR

Es cierto: esta mañana  me pesé y me pesó. Los años traen su propio peso, en kilos y en pesares. Y, como bien se sabe, todo se hace más difícil. Ojalá uno, a estas alturas, necesitara apenas chasquear los dedos para quitarse de encima peso y pesares.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Diario / Tratado del olvido

Caveira
Rio de Janeiro, 2013
Foto de Triunfo Arciniegas

Triunfo Arciniegas
TRATADO DE OLVIDO
São Paulo, 27 de febrero de 2013


Olvidé escribir que ayer cumplí años. En realidad, lejos de casa, no sé si los cumplí. Hace un año era domingo y estaba en un hotel del centro de Ciudad de México, cerca de la plaza Garibaldi, y esa noche los marichis me festejaron gratis sin saberlo. Fue una fiesta apoteósica: todos tocaban y cantaban y bebían tequila. Acudieron todos los desconocidos. Venía entonces del carnaval de Veracruz y había pasado unas cinco horas arrastrando una maleta por las calles atestadas en busca de un bendito hotel. Hace dos años, también por razones de carnaval, sudaba como un caballo en un hotel de pobres de Barranquilla de cuyo nombre no consigo acordarme. Y ahora, "moro" en el hotel Dann de la rua Costelação, en São Paulo, Brasil. 

Salí temprano, después de leer tres cuentos de Rubem Fonseca en portugués y desayunar como un rey. Cantándome sin pudor el cumpleaños, ahora que hablo solo y me contesto, que río y lloro casi por las mismas razones, caminé por "a rua Consolação" hasta el "Cemitério da Consolação", donde ya había estado el domingo, y tomé otras fotografías, mientras buscaba en vano las tumbas de Monterio Lobato y Mário de Andrade. No sé si habían salido. Tal vez se les prolongó la parranda del fin de semana. O tal vez ni siquiera han vuelto del carnaval. Todo puede esperarse de estos señores.

Regresé al hotel y bajé las fotos. Renové la tarjeta de internet, que cuesta diez reales por día, subí cuatro blogs y me quedé trabajando en el quinto. Como aún no termino el bendito texto sobre la noche del sámbodromo que cierra el Carnaval, hice una entrada sobre el cementerio vecino que me tomó casi todo el día.

Salí al final del día a comprar Cetirizina para calmar esta alergia. Me mata el calor. Me baño tres veces al día. Sudo bajo la misma ducha. Aun no encuentro el remedio de Pedrillo, mi pobre perro viejo que se lanzó en su juventud dos veces de la azotea y que otra vez se enfermó en Pamplona: se le volvieron a enredar las patas. No se recuperó del todo de la segunda caída. Milú lo enamoró y se fue al monte con otros perros, maldita sea, y esa pena casi lo mata. Pasó la noche quejándose en la azotea. Me contó René, ahora que me llama al hotel todos los días, que Alejandra le diseñó otros zapatos para protegerle las uñas del roce del pavimento. Y a propósito de retorcimientos y de "bogotanas torcidas", ayer compré Torsilax, un remedio mágico que requiere con urgencia en Bogotá Irene Vasco de Peralta y Gato. Le tomé una foto a las "dois caxas" en la ventana, como si fueran palomas que descansan del vuelo, y se la envié para demostrarle que su encargo era un hecho. Compré un jabón de olor y un par de máquinas de afeitar. Encontré un coto de caza fabuloso, una pequeña librería de barrio, disimulada entre otras tiendas. Entré y compré diez libros (nueve en portugués y uno en español) y dos películas originales: Hamlet de Zeferelli y Lua de fel de Polanski. Es curioso, entre los diez libros viene una biografía de Polanski que me gustaría leer de inmediato pero que debe esperar su turno. Su vida y su obra me interesan. Es un pervertido y es uno de los grandes directores de nuestro tiempo, ambos asuntos me apasionan por igual. También compré agua y unos dulces. Quería una botella de vino o el licor de alguna fruta para festejar, pero no me decidí al final de cuentas. Así que pasé un día de perfecta soledad, sin amigos ni mujeres, sin vino ni cigarrillos, en otro país y en lengua ajena. Cualquiera diría que me preparo para suicidarme, que voy a meterme desnudo en la tina y me abriré las venas, y no es así. No hay tina.

Tengo planes maravillosos. Sé que voy con veinte años de atraso, pero siento que hasta ahora estoy empezando, que me quedan por escribir los mejores libros y que una deliciosa mujer me espera en algún recodo del camino para recorrer como locos las calles de París, que hasta ahora estoy haciendo los mejores viajes y que llevaré a feliz término este proyecto de carnavales: me veo en San Juan de Pasto y Rio Sucio, en Oruro y Nueva Orleáns, en Cádiz y Tenerife, en Venecia, para expresarlo de manera bella, y por lo tanto poética, como marrano estrenando lazo. "Tudo bem", como dicen por acá. Cien personas me escribieron en Facebook amorosos mensajes de cumpleaños. Me gustaría invitarlos a casa a todos y hacer una parranda, pero están regados por todo el mundo y no sé conocen entre sí. Les contesté a todos y les pedí perdón por la saudade. Aclaré que no voy  a cerrar por motivos de melancolía. A la mayoría nunca los he visto en carne y hueso. Uno de ellos dijo que no sólo tengo el privilegio de escribir sino la obligación de hacerlo, y eso me encantó. Asumo dichoso mi papel. Soy un ojo del mundo, soy una lengua, soy un testigo de mis días.

No tomé una sola foto ayer en la tarde, y luego me di cuenta que había olvidado la tarjeta de la cámara en el portátil. Las compras pesaban demasiado: agua (una botella grande y otra chiquita) y remedios, libros y películas, diez libros y dos películas, jabón y máquinas de afeitar, un jabón y dos máquinas. Se había desgastado por tanto uso la gozosa luz del día cuando decidí dejar para después la nueva estación del metro y regresé al hotel. Me sentí uno más del barrio mientras volvía al hogar dulce hogar viendo a la gente tomarse un café en una mesa de la calle y oliendo la marihuana de los muchachos en el bar de la esquina. Seguí trabajando en las fotos del cementerio. Quedan algunas buenas.

No duermo bien, trabajo mucho, la ciudad ha sido relegada ante tal ritmo de escritura. La falta de sueño me vuelve torpe. Quiebro vasos o derramo el café en los manteles, me golpeo contra las paredes o se me caen las cosas y no puedo controlar la emoción cuando converso con el portero o con el dueño de un kiosco o algún mesero. Pensarán que estoy loco o que soy un idiota. Esta mañana subí corriendo las escaleras del hotel y me caí. Me duele la mano izquierda, que asumió el impacto de la caída y protegió con asombroso arrojo los huesos de este pobre bebedor de relámpagos. Hace tres o cuatro días me hice una herida en la mano derecha: nada grave y hasta salió bonita en la foto. Pero no todo es carnaval, no todo es fiesta en la viña del Señor, puedo decir. No duermo bien pero estoy escribiendo de maravilla, como lo hacía en México en otros años. El año pasado no me funcionó la musa en los dominios del jaguar. Hice dos viajes, de mes y medio cada uno, y ambos fracasaron. Y ahora, después de un sueño intranquilo que bien pudo transformarme en un monstruoso insecto, escribo como un río a razón de un capítulo diario sobre un bar donde pasa de todo. La falta de sueño, la excitación de la escritura, el calor profundo, el mismo y melodioso idioma, me mantienen en otra dimensión, en otro cuarto que no es éste. No sé por qué el hotel me cobra una tarifa tan alta cuando ni siquiera estoy aquí.

Tampoco sé cuántos años acumulo entre pecho y espalda y, como casi todo mundo, a menos que una enfermedad haya dictado sentencia, tampoco sé cuántos me restan en esta tierra de nadie. Lo lamento: en Navidad y Año Nuevo y en estas fechas siniestras solo pienso en la muerte. No veo que sea un año más sino uno menos.




martes, 26 de febrero de 2013

Casa de citas / Pilar Eloísa Tobón / Estoy viva

Plumaje
La Bocana, Colombia, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Pilar Eloísa Tobón
ESTOY VIVA



Salí a tomar un taxi a las 9.45 pm, después de una larga jornada de trabajo. Estaba a punto de abordarlo cuando escuché el sonido inconfundible de las balas. Una mujer joven dejó su moto para refugiarse casi que a mi lado, nos cubría un poste de energía. Yo miraba, perpleja, el paisaje del miedo y la impotencia. No entendía lo que realmente estaba pasando. 

Subí al vehículo después de escuchar el grito de desespero del taxista. Me preguntó a grito herido: "¿Está usted bien?"


Sí, señor, estaba bien, un poco aturdida por el ruido, nada más.

Cuando llegamos a la casa, me dijo: "Ahora sí puede decir que tiene un ángel de la guarda, las balas pasaron a nuestro lado, estamos vivos, es un milagro".

No fue una película, tampoco un sueño. Anoche se enfrentaron dos bandas en una zona céntrica de la ciudad de Medellín, y yo fui testigo de la demencia en que vivimos. Estoy viva...



Medellín, 24 de febrero de 2013






lunes, 25 de febrero de 2013

Diario / El monstruo de las diez cabezas / Primera parte

Pies
Família Culunna
São Paulo / Cemitério da Consolação
24 de febrero de 2013
Foto de Triunfo Arcinies


Triunfo Arciniegas
El monstruo de las diez cabezas / Primera parte
São Paulo, 25 de febrero de 2013

Qué barbaridad, señoras y señores, he repetido casi sin proponérmelo la hazaña del pasado primero de febrero: de la medianoche a la madrugada subí las diez entradas de los diez blogs que mantengo en ejercicio en este momento.

Empecé con el más reciente, Pessoa, una criatura que todavía no cumple el mes, señoras y señoras, pero que ya cuenta con 37 entradas. Nació a principios de febrero, apenas llegué a Rio de Janeiro. Decidí darle de comer todos los días, y de pronto me di cuenta que tenía hambre atrasada y fui llenando las fechas de enero. Así que este blog, como sucede con otros míos, crece hacia adelante y hacia atrás. No les extrañe que Pessoa se tome 2012 para las entradas que no tienen que ver con la actualidad. Le di a medianoche su ración en portugués a Pessoa, la última cabeza del monstruo: Yoani Sánchez, la bloguera cubana que al fin pudo salir de Cuba, porque el milenario regimen de los Castro confunde a los cubanos con niños chiquitos que no pueden salir a la calle sin permiso. Yoani Sánchez está "muito" feliz en Rio de Janeiro, señores y señoras. Ha venido a descansar, según dice, y a encontrarse con los amigos, y a escribir y a gozar de la playa. Le hice entrada doble: a su viaje y a sus largos cabellos, tan largos e independientes como ella misma. ¿Por qué empezó su gira internacional por este país? Así responde: "Escolhi o Brasil porque aqui vivem as pessoas que mais me deram força e pressionaram para eu continuar minha luta. Quando perdi a esperança e quando parecia que eu nunca sairia da ilha, foi aqui que encontrei a maior ajuda". (Escogí Brasil porque aquí viven las personas que me dieron fuerza y presionaron para que continuara mi lucha. Cuando perdí la esperanza y cuando parecía que nunca saldría de la isla, encontré aquí la mejor ayuda")

Y voy subiendo por la columna de mis blogs. En Secretos, "Una perra cara", otro cuentazo de Chejov, que en realidad no tiene pierde. Creo que Secretos mantendrá su deliciosa convivencia con Chejov por un largo tiempo.

En Biographies, blog en inglés, por supuesto, subí la vida y los milagros de Manuel Puig. En Dragon tengo una entrevista lista para subir. Estoy en deuda con este escritor, que hace años no leo pero cuyo aprecio no ha disminuido un centímetro. Quien no recuerda la luminosa belleza de sus titulos: Sangre de amor correspondido, Maldición eterna a quien lea estas páginas, El beso de la mujer araña, Boquitas pintadas...  

En Biografías el lector encontrará un trabajo que no se hace en un día: noticias sobre la vida y obra de Néstor Sánchez. Quién es ese man, preguntará más de uno, y eso que el olvido recién comienza. La vida de Néstor Sánchez, un hombre de letras festejado por los grandes, un innovador de la forma en esa época en que casi todos los escritores pretendían contar una historia de la manera más complicada posible, un hombre que terminó en las calles como un vagabundo cualquiera, resulta a todas luces asombrosa. Varios enlaces.

En Dragon la cosa está fácil: fotos de Larry Bell, bajo el título Portrait of an american artist. Esta semana, dedicado a entradas visuales de escritores, actores, pintores o sencillamente mujeres hermosas, casi es un descanso para Dragon. "Galleries" termina mañana con Sofía Vergara, quien lame un helado con infinito placer en las gloriosas calles de Nueva York. Y la bellísima Sofía, la sabia y currambera Sofía, es apenas un anticipo de lo que vendrá: la diosa, la más bella de todas, "la coisa mais linda", la legendaria Marilyn Monroe.

¿Qué tenemos en Kiss? Un poema de Michael Dickman, "White Migrane". No sé mucho de Miachael Dichman, aparte de que es el feliz autor de The End of the West (Copper Canyon Press, 2009) y Flies (Copper Canyon Press, 2011). Este blog es uno de los más duros de trabajar y no encuentra los lectores que se merece: apenas entre cincuenta y cien visitas diarias. Pocas para tanto, digo. Un día, si la situación no mejora, hará parte de Dragon. Ambos funcionan en inglés y sería una respuesta lógica.

Mester de brevería se mueve lento, pero es en español, señores,  y trata de un asunto que amo y practico: el cuento breve. Con el tiempo crecerá en el aprecio de los lectores. O terminaré cerrándolo con quinientas o mil entradas. Podría agregar un subtítulo: "Los quinientos mejores cuentos cortos del mundo" o algo así. O "Los mil mejores cuentos cortos del mundo". Un subtítulo exagerado pero de eso vive la publicidad. Y lo suspendo para siempre, dejándolo como una biblioteca virtual, a la mano para todo el mundo, a la mano para mí en todas las ciudades del mundo que visite el resto de vida.

Está de lujo Mester de brevería: nada más ni nada menos que Juan Carlos Onetti. Esta madrugada subí (en  realidad cambié de fecha) "La mano", doloroso e intenso relato breve, una pieza maestra indiscutible. Hace unos días subí "Los besos" (y aquí pueden repetirse los comentarios de "La mano") y en tres días remataré con "El cerdito". Y todo esto después de un ciclo de Luisa Valenzuela, la genial argentina, y antes de otro sobre un descubrimiento mío reciente, el maravilloso chileno que vive en un rinconcito de los Estados Unidos de cuyo nombre no consigo acordarme, Juan Armando Epple. Así que Mester de brevería debería beberse como agua fresca.

En De otros mundos, como aún no termino la crónica sobre "La noche de campeones" en el Sambódromo da Marquês de Sapucaí, inventé esta madrugada una entrada de textos ajenos con fotos mías: "Breves apuntes sobre el carnaval". Páginas valiosas, y siempre a la mano, para mis próximos carnavales. De otros mundos, con 117 seguidores y más de mil entradas publicadas, es mi blog más importante y más visitado. Pronto redondeará el medio millón de visitas. Ya quisiera esta misma suerte para los otros blogs. 

Fotos de Triunfo Arciniegas es otro blog reciente. Apenas va por su tercer ciclo, "Rio de Janeiro", después de las cien fotos de "México lindo  y querido", y las sesenta y dos de "Por donde asoma la luna". Este blog pretende mostrar una foto diaria, eso es todo, pero hace unas semanas se me ocurrió anexar un pie de foto, para volver la cosa más sabrosa, y en qué berenjenal me he metido. Luego decidí que escribiría el pie de foto cuando me venga la inspiración. No siempre se puede, señores, no siempre. 

"La rubia platinada", recién subida a este blog, es la foto de un hombre con peluca que recorría con otros dos la avenida Rio Branco en los días del Carnaval de Rio 2013. Hablé con él y me impresionaron por igual su voz y su amabilidad. De eso se trata, de ver el animal por dentro, de explorar sus entrañas. No se trata de criticar o juzgar a un hombre disfrazado de mujer y nada más, se trata de ver a una persona que se divierte con los demás, que explora el frenesí colectivo, que vive la música, que baila, que se zarandea por las calles revueltas de Rio de Janeiro y que por unos días se burla de la muerte. Se trata de entender. Pero, sobre todas las cosas, se trata de vivir.

Y por fin, señoras y señores, termino en Ficciones con este texto, con las líneas que ahora escribo, en una mañana calurosa, en un hotel de Sao Paulo, sobre "a rua Consolação" y muy cerca del cementerio del mismo nombre.

Triunfo Arciniegas
São Paulo, 25 de febrero de 2013



domingo, 24 de febrero de 2013

Diario / Dicen

Cabra triste
Escultura de Getúlio Damado
Rio de Janeiro, 2013
Fotografía de TriunfoArciniega

Triunfo Arciniegas
Dicen
São Paulo, 24 de febrero de 2013

Eso han dicho y me resisto a creerlo: cumplo años en un par de días. Ya no quiero saber cuántos. Ni mucho menos que me pregunten. Son demasiados y el cuerpo acusa recibo. Los últimos diez años han sido un desastre. Digamos que hasta hace diez todo andaba bien. El amor, como diría la canción, dejó de alumbrar o al menos ya no alumbra como ayer. Todo estaba bien cuando el amor se mostraba generoso pero, la verdad sea dicha, se vuelve patético a estas alturas, patético y escaso, y uno como que se va acostumbrando a andar solo por estas tierras de nadie. "No es que no duela -me dijo la jarocha. Es que me acostumbré a su dolor." 

Leí en alguna parte y estoy de acuerdo: "La vida sólo es soportable en estado de embriaguez, ya sea amorosa, etílica o religiosa". De niño viví la embriaguez religiosa a plenitud, y en seguida llegó la embriaguez amorosa, esa que se vuelve esquiva con los años. Les queda a todos, a los viejos, a los pobres y feos que todo se les fue en deseo, a quienes extraviaron los sueños por el camino, nos queda a todos, diría, la embriaguez alcohólica. Pero nunca he sido un borracho y hay días en que de verdad lo lamento. "Tiene que quitarse ese defecto", me decían en Bogotá. Pero no, no he podido.

Había preparado unos apuntes ácidos para esta entrada, pero no los encuentro, ni en los borradores del blog ni en los discos duros ni en los cuadernos de viaje. Tal vez solo rondaron en mi cabeza. Me quedaré hasta el 27 o 28 en São Paulo, que apenas empiezo a explorar, y volveré a Rio de Janeiro a rematar este viaje antes de volar a Caracas: me quedan unos tres o cuatro días de playa todavía. Nadie puede decir que sufro, pero tampoco nadie puede decir que soy feliz. No viene al caso pero acabo de acordarme de una frase demoledora de María Luisa Bombal: "A veces me parece que estoy muerta, pero si estoy muerta por qué sufro tanto". No estoy muerto porque me le escondo a la muerte, porque aprendí a entretener a la muerte para que espere detrás de puerta. Sufro a veces, como todo el mundo, pero no de la manera intensa y continua de María Luisa Bombal. Lloro a veces por las calles como lo hacía de niño, pero duermo y se  me olvida. Como dicen en Facebook: "Es complicado".

Triunfo Arciniegas
São Paulo, 24 de febrero de 2013

sábado, 23 de febrero de 2013

Diario / La eterna parranda




Triunfo Arciniegas
LA ETERNA PARRANDA
Rio de Janeiro, 22 de febrero de 2013



¿Qué es lo que hace que este libro me mantenga tan entretenido, tan agarrado? Compré La eterna parranda en el aeropuerto de Caracas a principios de mes, de paso a Rio de Janeiro, donde solo pensaba leer en la lengua de Rubem Fonseca, y a Fonseca justamente.  Vi el libro en la única librería del aeropuerto, una tienda chiquita, y me acerqué a preguntar por su precio en bolívares. Hice la conversión a pesos y me decidí. Pero, entonces, en la registradora, su precio aumentó. Según la costumbre y la lógica, el  precio va a favor del comprador,  pero en esta patria socialista no fue así. La niña esperó con cierta pena a que me decidiera y acepté el sobreprecio, un gesto que ella agradeció porque otro cliente ya estaría peleando.
Me hurgue leer, ando contento y no quiero pelear con nadie. Conozco a Alberto Salcedo Ramos  desde un título que me impresionó, un libro que despaché de un tirón, “De un hombre obligado a levantarse con el pie derecho”. No, hombre desde mucho antes. Tengo en casa, leído y subrayado, "Diez juglares en su patio". Leí su libro sobre Pambelé, por supuesto.  He fotografiado a Pambelé porque, como el mismo Alberto Salcedo  dice, Pambelé está en todas partes, y así quién no: en la avenida diecinueve de Bogotá, en el mercado de las pulgas y hasta en Corferias, el recinto de las ferias en Bogotá.
Así que me fui feliz con el hombre, porque lo conozco, porque no tiene pierde, y con más de tres horas libres para el vuelo a Rio. Empecé La eterna parranda de atrás hacia adelante, con tres crónicas muy personales que curiosamente ya conocía, una especie de coda, de “bonustrack”: una muy cómica sobre una niña caprichosa que el cronista conoció en la infancia, otra conmovedora hasta los huesos sobre la madre, que en cierta forma es la madre que todos hemos tenido, y otra feroz y cínica y muy dolorosa sobre el famoso paseo millonario, el secuestro con robo instantáneo de la cuenta en el cajero electrónico que sufren algunos colombianos que toman el taxi equivocado en Bogotá.
Con estos textos, tan diversos e intensos, resueltos con un lenguaje en apariencia simple pero en el  fondo muy eficaz, con las palabras de todos los días, con frases precisas y párrafos tallados y enlazados con paciencia de relojero, cualquier lector se engancha.
Así que me fui al principio del libro pero hice trampa. Quise decir que iba para el principio pero me saltaron a la cara las 64 páginas dedicas a la vida y obra de un personaje detestable, el cantante colombiano Diomedes Diaz. Había leído la crónica en Soho, en el 2010, y el asombro por la técnica, por la mirada desde la sombra de Alberto Salcedo y por la armazón del texto, prevaleció intacto y tal vez más sólido e invencible. El cronista no habló una sola vez con Diomedes, que siempre le negó la entrevista, pero aun así hizo un retrato poderoso del héroe criollo y asesino reconocido, un retrato profundo, conmovedor y despiadado,  de la misma manera que Gay Talese despachó a Frank Sinata cuando estaba resfriado.
Ambos textos merecen la cátedra y el minucioso estudio de los aprendices porque ambos textos son hondos pozos de secretos, ambos textos merecen una y otra lectura. En dos o tres años, cuando haya olvidado detalles, volveré a estas 64 páginas, como vuelvo siempre a Talese.
Ya íbamos para el avión  y me dejaron pasaron sin rechistar con “mi eterna parranda”. Entonces de verdad entré a la parranda bonita, la cosa festiva y feliz, la vida larga y jocosa de un gran hombre, Emiliano Zapata Baquero, responsable de “La gota fría”, la indiscutible pieza maestra de Alberto Salcedo Ramos, “El testamento del viejo Mile”. Que el lector mismo vaya por las flores. Todo es ganancia en estas líneas, que, como Kokorico, no tienen presa mala.
Y por fin, en pleno vuelo y a unos novecientos kilómetros por hora, con la lucecita de mi asiento encendida, llegué a la primera crónica, la historia de Rocky Valdés, un boxeador que vive feliz en Cartagena de Indias,  feliz y lleno de plata porque no fue bruto como Pambelé y supo aprovechar los buenos tiempos, un hombre feliz y sobre todo un caballero. Porque estamos en la sección del libro, si excluimos a Diomedes, dedicada a grandes hombres. Ante el palabrero Juan Sierra y el enfermero de los secuestrados William Pérez Medina me quito el sombrero. Mis respetos, mi agradecimiento.
El árbitro que expulsó a Pelé es otro cuento. Ya juzgará el lector al Chato Guillermo Velázquez, que recorrió las canchas repartiendo los coñazos que ahora niega, y que se atrevió a sacar del juego al mismísimo rey Pelé el miércoles 17 de julio de 1968, de una cancha colombiana precisamente, y que fue agredido por todo el equipo Santos de Brasil, el Santos nada más y nada menos, el más grande del mundo en su tiempo, agredido por todos menos por el médico, un periodista y Pelé, y que de inmediato fueron demandados por el Chato, desde luego, y que después ofrecieron sus disculpas por escrito y tuvieron que pagar dieciocho mil pesos para largarse a las tierras del Brasil que ya casi tengo a la mano.
Y de esta parte, con su mirada sabia, limpia y a menudo con el necesario humor, Alberto Salcedo nos lleva de la mano a la galería de los fracasados, de los bufones, de los que no fueron nada y se quedaron sin la tajada de gloria en esta tierra de nadie. 182 – 228: 46 páginas.
Un boxeador viejo y fracasado se arriesga a una noche de trompadas por un dinero que necesita para sobrevivir con su fábrica de traperos, un equipo de fútbol de travestis entretiene con su lengua y con las demás partes de su anatomía a un público que no los soporta en otros ambientes, “un sobrado de tigre, es decir, un vomito de animal, pasea sus desgracias por las arenas sin gloria de las ciudades de provincia, y Caraballo, un antiguo boxeador que no necesitó corona para ser campeón de boxeo, se prueba  el traje que alguna vez fue de esplendor y escándalos, que alguna vez fue magnífico y ahora es un trapo ya casi deshilachado, una cosa para esconder en el armario. “Chivolito”, bufón de velorios, una crónica regia. Un futbolista sin gloria y sin dinero trapea un piso con su orgullo, unos enanos hacen del toreo un circo, y la galería se cierra con la vida triste y algo patética de un circo en tierras ajenas.
Porque viene entonces la parte dura, densa, peliaguda del País del Sagrado Corazón de Jesús: “Colombia, carajo, entre el esplendor y la miseria”. Amanece en São Paulo y cambio de avión para seguir a Rio de Janeiro, a cuyo aeropuerto  no llegan a esperarme a tiempo, donde filman una telenovela, donde tres días después protestarán unas mujeres con los senos al aire, y entonces me siento a esperar, por supuesto, con Alberto Salcedo Ramos, por supuesto, y sé que el hombre seguirá conmigo por las calles calientes del carnaval de Rio, donde brindaremos  locos y felices, porque la vida sigue, hermano.

Triunfo Arciniegas
São Paulo, 23 de febrero de 2013




viernes, 22 de febrero de 2013

Diario / Intimidad

Besos bajo el sombrero
Santa Teresa, Rio de Janeiro, 2013
Foto de Triunfo Arciniegas

Triunfo Arciniegas
INTIMIDAD
Rio de Janeiro, 22 de febrero de 2013


Puedo exponer mi intimidad hasta donde se me antoje o hasta los límites de mis propios pudores, pero no puedo exponer la intimidad ajena. Soy cuidadoso al registrar experiencias que involucran a otras personas, personas de carne y hueso, con nombre propio: no tengo ningún derecho a exponerlas al ojo público. A veces prefiero pasar sin mencionarlas. Si visito o vivo en la casa de alguien no puedo precisar ni sus rasgos del dueño ni la geografía del barrio. Exagerando la nota nunca diría que tal casa se queda sola los fines de semana y que los ladrones no serán molestados durante el noble ejercicio de su profesión o que tal mujer vive desnuda y con las ventanas abiertas. O que mantiene amores con hombres ajenos. O que dio muerte a un marido que todo mundo supone en tierras ajenas y que lo riega en el jardín con el agua de sus propios remordimientos como si fuese a resucitar al final de los tiempos.

Ha sido difícil precisar los límites. ¿Hasta dónde debo contar? ¿Interesan mis miserias o solamente mis experiencias por este mundo de nadie? El diario crece cuando viajo porque pasan infinidad de cosas: contar un día con todos sus detalles requeriría una extensión de mil páginas, y se transformaría en un texto tedioso, por supuesto. No creo que alguien tuviese la la paciencia de acudir al día siguiente por otro paquete de mil páginas. Y tampoco existe una persona en este mundo que sea capaz de contar así un día de su propia vida durante el mismo día. Joyce lo hizo bajo la metáfora de Leopold Bloom y se gastó muchos años en una obra maestra que hasta el momento nadie ha desentrañado del todo.  Sándor Márai lo hizo en cada una de sus novelas y se gastó la vida entera: un día fue suficiente para desplegar la compleja y rica materia de cada una de sus historias. Y ambos genios lo hicieron acudiendo a la magia de la ficción, redondeando todo, atando los cabos. La realidad, en cambio, es una cosa caótica donde sucede de todo a cualquier hora. El ojo le da cierto orden, cierta precisión, pero nadie sabe qué seguirá, y a veces ni siquiera sabe de dónde viene tanta cosa. 

¿Qué tan interesante es mi propia filosofía de semáforo? Como filósofo me considero con méritos suficientes para ingresar a la antigua escuela cuyo principio básico expresa Oscar Wilde en una sola frase: "A veces soy tan lúcido que no entiendo una sola palabra de lo que estoy diciendo". Y cuya tesis de grado es la más breve del mundo: "Sólo sé que nada sé". Observo el mundo y me divierto. Con este hilo de mi propia mirada ensarto las cuentas o ,mejor dicho, encadeno los cuentos. Tengo mi propia música por dentro. Pero no soy un pensador, no soy un ensayista, no soy un teórico, nunca fui a una escuela de periodismo. "Y se nota", dirán las malas lenguas. Pero me he dedicado toda la vida a contar historias. Soy un imaginador, un bebedor de relámpagos, un animal atrapado en las rendijas del asombro. Las historias navegan en la sopa del día. Las veo o me suceden, y las atrapo con las antiguas palabras que mi madre me enseñó y otras que encontré por el camino.


Triunfo Arciniegas
Rio de Janeiro, 22 de febrero de 2013


jueves, 21 de febrero de 2013

Carnaval de Rio 2013 / Verano de amor / Fotografías de Triunfo Arciniegas



CARNAVAL DE RIO 2013
VERANO DE AMOR
Rio de Janeiro, 13 de febrero de 2013
Catorce fotografías de Triunfo Arciniegas



Así recordaba la frase: “Porque estoy dentro del monstruo puedo hablar de sus entrañas”. Google la atribuye a Martí y así la matiza: "Viví en el monstruo y le conozco sus entrañas”. Pero no voy a hablar de política sino de la parranda. “Quien lo vive es quien lo goza” es la traducción currambera de la frase. Así se identifica el carnaval de Barranquilla. Y la verdad sea dicha, sólo así se entiende el carnaval: desde dentro.

Lo sé: este primer párrafo parece de un borracho. O al menos de un ebrio bebedor de relámpagos. Pero quién puede exigir coherencia y sintaxis y todas esas cosas en pleno carnaval, que sucede en todas las cosas, en toda la ciudad. Le di vueltas, le saqué las tripas de dragón y así se queda, con sus tuercas calientes.

Señores, el Carnaval de Rio no solo sucede en el sambódromo da Marquês de Sapucaí, cuyas entradas cuestan un ojo de la cara (mil quinientos dólares por persona en los privilegiados camarotes, por ejemplo) y se venden como pan caliente, con frecuencia de manera anticipada como parte de los paquetes turísticos. Allí mismo vieron a Megan Fox y Will Smith, embelesados con los lujosos y extravagantes carros alegóricos y las escuelas de samba de cuatro mil miembros: el espectáculo más grande de la tierra,  televisado para el asombro del mundo. Pero el carnaval no solo sucede en el sambódromo, a donde uno va como espectador nada más. Aunque se retuerza sudoroso y ebrio, aunque grite y cante no será parte de una escuela de samba ni lamerá el sudor de una garota ni le arrancará una sola de sus plumas de fantasía. Tal vez atrapará en el aire el "beijo" de una raihna de bateria y  eso será todo.

Entro en sustancia, señores, perdonen la embriaguez: existen los blocos que desfilan por las calles, cada vez más numerosos y cada vez más nutridos. "Podemos ver en las ruas a preciosa origem do carnaval profundo", escribe Arnaldo Jabor en O Globo. Este año se han visto en las orillas de Rio de Janeiro blocos que congregan a más de cuatrocientas mil personas, cuatro cientos mil locos que cantan y danzan en un solo y exaltado cuerpo, en una sola nota de felicidad. Y si uno va con un bloco, hace parte del mismo, va por las mismas calles y con la misma música, y otros son los que miran desde las ventanas o desde algún balcón protegido del delirio.

Ayer entendí ese animal vivo en la muchacha casi desnuda que bailaba a cuarenta grados en mitad de la calle. Le tomé ciento veinte fotografías y no me vio, no me miró una sola vez. Bailaba para su hombre, alguien mayor y algo cansado, sentado muy cerca de mí, acabado. Lo supe porque en un momento la mujer vino a sentarse en sus piernas y besó su boca. Qué maldito hombre tan afortunado, pensé para mis adentros, y registré el beso. La mujer volvió a lanzarse al bullicio, con sus jeans recortados con un cuchillo de cocina hasta la ingle, con la bragueta abierta casi hasta el pubis, con una blusa que jugueteaba en sus senos. Nadie más la miraba, solo yo. Todos los demás seguían embelesados en su propio frenesí, y su hombre solo quería recuperar el aliento para sobrevivir al resto del día. Se retorcía la muchacha y sus brazos la seguían a todas partes, brincaba sin extraviar las sandalias, sudorosa y perdida. El calor del verano nos junta a todos en una sola sopa, nos da ese uniforme básico: sandalias, un pantalón recortado y una camiseta. Eso es todo. Lo demás queda al aire. Algunas ya se despojaron de la camiseta, quedándose con un trapo para ajustar los senos, y eso es todo. Imagino que pronto estas calles se llenarán de pezones al aire.

Es el amor. El amor del verano o el verano del amor, como reza la camiseta donde juguetea el sol de esta muchacha inagotable. Los cuerpos vienen de todas partes del mundo a buscar el amor: se tocan, se recorren, se besan, y en las noches se penetran en solo frenesí inacabable. Tantas parejas empiezan su historia en estas fechas o la dan por terminada. El año entrante vendrán preñadas o con un crío o tal vez ni se acuerden del cuerpo que las hizo tan felices.

La publicidad de una cerveza este año levantó ampollas en Brasil: “E você, tá esperando o que para ter sua primera vez?” Se ve como una invitación para perder el virgo como sea y con quien sea. Los dueños de la cerveza alegan que con la frase solo hay un vaso rebosante y una botella, pero la intención sexual es obvia. Tanto en la botella como en el vaso rebosante, por otra parte, hay una mujer en traje de baño, sentada como en una playa y con las manos juntas en la nuca. Blanco es y gallina lo pone. La publicidad inunda las calles desde enero: la he fotografiado una diez o doce veces, pero no se me da la gana reproducirla y aumentar en unos centavos las astronómicas ganancias de la “cerveja”. En todo caso, bebamos y tiremos porque mañana moriremos.

Ayer entendí ese animal vivo.  Ayer vi ese animal caliente y sudoroso deslizándose por las calles laberínticas de Santa Teresa, en Rio de Janeiro, y me hice parte de su piel y sus huesos. Uno se disfraza y entra en otro personaje, deja atrás al hombre cotidiano, ese que debe ganarse el pan de cada día y debe resolver miles de problemas, ese que se enferma y se endeuda y tarde o temprano se muere, uno deja de ser uno y se integra a los otros: el carnaval es un animal de miles o millones de cabezas y un solo cuerpo. La música y el licor hacen su parte. Las canciones de los blocos de Rio de Janeiro son breves y elementales pero muy pegajosas, manifiestan alegría pero se alimentan de cierta tristeza, de cierta melancolía que revuelca las entrañas. Son canciones eternas: pueden cantarse durante horas. No entiendo mucho de música pero advierto que estas canciones se arman con dos melodías, y pasan de una a otra de manera automática, sin principio ni fin, como una cadena. Todo el mundo las canta, todo el mundo se las sabe. Cantan y bailan a cuarenta grados, no dejan de mover los pies, los brazos, el cuerpo. El secreto está en los pies. El cuerpo puede moverse como se le antoje pero la electricidad viene de los pies, así como la belleza comienza y se sostiene en la misteriosa manera de caminar de las mujeres. Mujeres sudorosas y hombres vestidos de mujer, mujeres disfrazadas de monjas o novias, hombres dentro de muñecos gigantes y mujeres en el aire. Cantan y se mueven sin descanso mientras haya música. Los músicos vienen encaramados en los carros, mucho más cerca del sol inclemente,  asegurados con tuercas a la melodía. La gente toda se arroja papel picado y agua, se toma fotografías, grita, se abraza, hace bromas, se exhibe sin pudor, se besa con descaro. Viejos y muchachos, más muchachos que viejos, más mujeres que hombres, cantan, bailan. Cantan, bailan. Esta monotonía termina en exaltación, como puede apreciarse en los rituales de antiguas culturas. El carnaval es cuerpo, es sudor, es ruido, pero uno sale de su propio cuerpo y entra a otra dimensión. Se le dice delirio, se le dice fiesta, se le dice carnaval.

Triunfo Arciniegas 
Rio de Janeiro, 13 de febrero de 2013























miércoles, 20 de febrero de 2013

Casa de citas / Harold Bloom / Juan Rulfo


Harold Bloom
JUAN RULFO

Al novelista mexicano Juan Rulfo lo encuentro mucho más interesante que el tardío García Márquez o Cortázar. Rulfo era muy interesante. Pero el realismo mágico es un disparate.






martes, 19 de febrero de 2013

Casa de citas / Harold Bloom / El canon occidental


Harold Bloom
EL CANON OCCIDENTAL

 Fue arbitrario. Yo quería escoger a dos autores latinoamericanos escribiendo en español, profundamente influenciados por Walt Whitman. Si tuviera que hacerlo de nuevo ahora, probablemente incluiría a César Vallejo, que pienso que es un mejor poeta que Neruda. Neruda, en sus mejores momentos, es remarcable. Y Borges es un caso muy especial. Sus mejores trabajos no fueron poemas. Esos extraños cuentos, que, a pesar de eso, los encuentro un poco repetitivos. Siguen un cierto modelo. Él fue un escritor derivativo. Y tuvo la brillantez de ocultar eso enfatizándolo. En su mejor momento, Neruda realmente evoca a Whitman. Pero es infrecuente. Es infrecuente...Vallejo es un poeta más interesante.

http://triunfo-arciniegas.blogspot.com.br/2013/02/harold-bloom-el-realismo-magico-es-un.html


lunes, 18 de febrero de 2013

domingo, 17 de febrero de 2013

Carnaval de Rio 2013 / Besos robados / Fotografías de Triunfo Arciniegas

La rodilla
Ipanema, Rio de Janeiro, 2013
Foto de Triunfo Arciniegas

CARNAVAL DE RIO 2013
BESOS ROBADOS
Rio de Janeiro, 12 y 13 de febrero de 2013
Fotografías de Triunfo Arciniegas

El carnaval permite que un hombre respetable, casado, con hijos, con profesión definida y cuenta en el banco, se disfrace de mujer. Nunca falta este delirio en un carnaval. La gente se ríe feliz y el disfrazado va por el mundo sabiendo que no es cosa de risa, que el carnaval lo hace mujer por un instante, con todos sus atributos y sin censura de nadie. Otro es el payaso que lleva en su corazón. Y aquella señora es una monja descarriada o una bailarina de cabaret. "El carnaval me despierta la puta que llevo dormida todo el año", me dijo una jarocha feliz en Veracruz. ¿Y qué dirán por estas calles en la dulce lengua portuguesa?

Y a propósito de confesiones al oído, el carnaval me hace ladrón sin exponerme a la cárcel. Tengo un atado de besos ajenos en mi morral. En días comunes y corrientes no puedo acercarme con una cámara a una pareja que se besa con frenesí a registrar la producción de miel. Ni puedo entrar sin permiso a las alcobas para retratar a los amantes que se beben sus ansias. Pero en estos días de gracia al menos puedo robar besos.

Una de las fotos se llama así, Ladrón de besos. Pero el muchacho no se está robando los besos, señores y señoras: la garota se los entrega con evidente placer, y son tantos como para que se lleve unos cuantos a casa. El ladrón es el fotógrafo. No exploré este tema ni en Barranquilla ni en  Veracruz, mis carnavales anteriores. Tengo registro de parejas, por supuesto, y uno que otro beso, pero pasa y sucede que en Rio los besos se dan en abundancia, se derraman por las calles como agua de lluvia y uno antes tiene que orillarse para evitar que lo arrastren a los abismos. Y pasa y sucede que tengo un lente de más alcance que casi me permite registrar los latidos del encabritado corazón de los amantes.

La cosecha no es mala, señores. No es abundante, como quisiera, pero tampoco es mala. No renieguen. Tal vez en la próxima oportunidad que los dioses me concedan tenga más suerte, más habilidad, es decir, me haga aún más invisible.

Triunfo Arciniegas  
Rio de Janeiro, 17 de febrero de 2013


Besos gordos
Ipanema, Rio de Janeiro, 2013

Antartida
Santa Teresa, Rio de Janeiro, 2013
Beijo e chapéu
Santa Teresa, Rio de Janeiro, 2013

Beijo
Santa Teresa, Rio de Janeiro, 2013


Besos a cuarenta grados
Santa Teresa, Rio de Janeiro, 2013
Besos bajo el sombrero
Santa Teresa, Rio de Janeiro, 2013

Besos de carnaval
Santa Teresa, Rio de Janeiro, 2013

Mordisco
Santa Teresa, Rio de Janeiro, 2013

Ladrón de besos
Santa Teresa, Rio de Janeiro, 2013