lunes, 31 de octubre de 2022

Casa de citas / Hebe Uhart / La veta

 


Hebe Uhart
LA VETA

Eso es lo más difícil. Habiendo tantos centros de interés, saber qué le interesa a uno. Por dónde ir. Es importante saberlo porque así vas a entender cuáles son tus personajes, por ejemplo. No todos los personajes son para uno. Uno tiene determinadas personas que le son afines, que puede tratar. Ahora, ¿cómo reconocer lo que es para uno? Reconociéndose uno, primero. Sabiendo lo que soy, lo que me gusta, conociendo mis limitaciones. Yo sé que sobre muchos personajes no puedo escribir, por ejemplo. Me mareo. Tengo que manejar poquitos. Esa es una de mis limitaciones. Uno no puede saber ni escribir de todo. Hay que recortar los intereses y buscar los más profundos. En vez de responder a miles de estímulos, elegir los que me son útiles. Por ejemplo, dentro de unos días tengo que hacer la crónica de Bogotá Contada, después de esta visita. ¿En qué me voy a centrar? En el habla de ustedes. En los nombres de las calles de La Candelaria. En cosas que vi en el hotel. En lo que me atrae. Hay que entrenar el ojo en ese sentido.


Hebe Uhart / 'La vida siempre es ficción'





Casa de citas / Hebe Uhart / Los géneros

 


Hebe Uhart
LOS GÉNEROS

Los géneros se están uniendo. La vida siempre es ficción. Hay un peruano que me gusta mucho, Julio Ramón Ribeyro, que tiene un libro que se llama Prosas apátridas, y no son apátridas porque él lo sea, sino por el género. Cuento, crónica, reflexiones. Eso me gusta. Además, lo que tiene la crónica, y la crónica de viaje, sobre todo, es que vos recogés expresiones que no las podés inventar. Porque es el lenguaje de otra gente, o de otros sectores, o de otros países. Vos vas viajando y recogés lenguaje de otros lados. Por ejemplo, los serranos, de Perú para abajo, no hacen expresiones hacia fuera, expansivas, sino un respiro hondo hacia adentro. Esa es una forma distinta de expresar una emoción, pero tenés que mirar cómo lo hacen.


Hebe Uhart / 'La vida siempre es ficción'






domingo, 30 de octubre de 2022

Casa de citas / Hebe Uhart / Los indios

 

Hebe Uhart



Hebe Uhart
LOS INDIOS

Sarmiento escribió muy bien. Pero el que tuvo la visión más lúcida fue Mansilla cuando escribió “Digo yo, ¿cómo se sabe hasta dónde puede llegar una raza?”. Porque él vio a los indios concretamente, vio que eran distintos, con sus grandezas y flaquezas, en cambio Sarmiento sólo los imaginó. La película de Una excursión a los indios ranqueles no se hizo todavía. A alguien debería ocurrírsele, puede ser muy interesante. Mansilla tuvo una relación compleja con los indios, pero describe de una manera tan bien sus vidas que eso merece que lo conozca todo el mundo. Y sí, como dije antes, tuvo una relación compleja, pero fue una relación mucho más piadosa que la relación que tuvieron Alberdi o Sarmiento. Mansilla dice “nuestros antepasados trataban mejor a los indios que nosotros”. Y eso se debió a que entre 1830 y 1840 todavía existía la idea del “buen salvaje” de Rosseau, que luego se fue perdiendo. Ya no eran “buenos salvajes”, sino “salvajes de mierda”. Había tres teorías con respecto a qué hacer con los indios: una era hacer dos naciones separadas, otra era integrarlos y la última es la que sucedió lamentablemente, y que consistía en exterminarlos.


Hebe Uhart / “El escritor debe plantear bien un problema”





Casa de citas / Hebe Uhart / Buenos Aires

 

Hebe Uhart en su balcón



Hebe Uhart
BUENOS AIRES

De chica iba a visitar a una tía que vivía acá, y hacíamos compras, porque en Moreno no había un gran centro comercial. Después, mi relación con Buenos Aires estuvo muy ligada a mis compañeros de la Facultad, que, debo confesar, eran muy excéntricos. Recuerdo que en las fiestas casi siempre alguien tiraba las llaves por el balcón, de manera tal que nadie podía irse, y tampoco entrar, claro. Pero volviendo al tema de mi relación con Buenos Aires, yo creo que la gente que nació acá, se mueve con un ritmo diferente al de la gente que viene de afuera. Yo, por ejemplo, sigo teniendo el ritmo de provincia. Por otra parte, algo que me encanta de la ciudad es la vorágine de cosas que hay para hacer, aunque al final, la mayoría de las veces no haga nada. Pero la certeza de que están, de que puedo ir a esos lugares, es muy importante. Si quiero, voy.


Hebe Uhart / “El escritor debe plantear bien un problema”





 

Casa de citas/ Hebe Uhart / Bogotá

 

Hebe Uhart


Hebe Uhart
BOGOTÁ

Complicado. Pienso que la gente es muy precavida para hablar. Da vueltas. En cuanto a las personas, ¿no? Como que no dicen el nombre de las cosas, lo rodean. Veo aspectos muy buenos. Las escuelas intermedias que conocí esta vez, como la del barrio Kennedy, están bien. No me parece bien, en cambio, que esté todo tan custodiado. Si voy a dar una charla, me revisan el bolso. ¡Pero si vengo a dar una charla, no a robar! Es un poco absurdo. Y después, a la salida, también me revisan. Si vine a un colegio, ¿qué voy a robarme? Es raro. Es mucho.


sábado, 29 de octubre de 2022

Casa de citas / Hebe Uhart / Sobre la escritura

 



Hebe Uhart
SOBRE LA ESCRITURA

I
El terreno del escritor es un terreno anegadizo. Si uno va a escribir, debe tener confianza de que le va a salir bien, pero no debe ser demasiado creído, porque eso anula el producto. Katherine Mansfield decía en su diario: cuando escribo algo bien, enseguida me pongo vanidosa y el siguiente párrafo me sale mal.

Hebe Uhart y las postales íntimas del mundo


II
Yo tiro a la basura. Lo que no va, no va. Porque creo que si algo está mal, está mal todo. Mal estructurado, mal diseñado, como se llame. Yo tiro. De lo contrario sería armar retazos. Pero tampoco tiro tanto. Porque pienso mucho antes. No soy experimental para nada. Voy a lo seguro.





viernes, 28 de octubre de 2022

Un libro / Hebe Uhart / Crónicas completas

 




Hebe Uhart

BIOGRAFÍA


CRÓNICAS COMPLETAS

En sus crónicas, mucho más que el paisaje o la historia, lo que se registra es el habla. Estos viajes, en general cercanos, son una búsqueda de formas de decir. El trabajo de Hebe Uhart como recolectora de giros y de formas es feliz e importante, porque no es una coleccionista de curiosidades la que escucha, sino una escritora. Su fascinación por el lenguaje no se limita al hablado: recorre las ciudades y los pueblos tomando nota de los nombres de los comercios, los anuncios y los grafitis, una rutina que se repite en casi todos los textos. También se preocupa por las formas de la oralidad cercanas a la literatura, como los refranes. Como viajera y como cronista, Hebe Uhart tiene sus rutinas. Al hotel lo considera su refugio. El café es el otro sitio infaltable, que busca con desesperación. Si no lo encuentra fácilmente se conforma con un parador de ruta, siempre que pueda encender un cigarrillo, hojear el diario, observar a los parroquianos y a los que pasan caminando, del otro lado del vidrio o cerca de su mesa. Es furtiva, además: se queda poco tiempo, necesita absorber mucho, aprovechar al máximo. Sin embargo, no hay urgencia en sus crónicas. La relación con el lugar que visita y su gente es leve: sabe que su presencia es una curiosidad, pero se cuida bien de no ser una intrusa. Siempre que puede visita una casa particular, una escuela, la biblioteca; habla con artistas e historiadores locales y busca libros que la ayuden a comprender el lugar. La lista de autores citados y mencionados sería interminable; es, también, extremadamente ecléctica. Su modelo como entrevistadora puede resumirse en una pregunta que hace en Conchillas, Uruguay: “Señora, ¿dónde puedo encontrar a un vecino de mucha edad, pero que esté bien de la cabeza para que me cuente un poco la historia del lugar?”. Hebe Uhart es voraz pero ofrece toda esta información con gran amabilidad, porque no quiere abrumar a los lectores sino compartir con ellos aquello que, de tan cercano, quizá nunca les haya llamado la atención. En los últimos años de su vida, Hebe Uhart leía tanta ficción como no ficción pero, solía decir, prefería escribir crónica porque sentía que lo que estaba en el mundo era mucho más interesante que su experiencia o su imaginación. Es un gesto político: el de ir hacia afuera, al encuentro de los otros. La posición política de estas crónicas es clara: el anclaje latinoamericano, el rescate de los relatos ignorados o despreciados –la historia local, los saberes cotidianos, las formas de decir– y, principalmente, uno de sus sujetos predilectos: los pueblos originarios del continente. Las crónicas de `Animales´ son las últimas publicadas por Hebe Uhart en un libro. Además, en esta edición de sus Crónicas completas se incluyen varias inéditas.

Mariana Enriquez

ADRIANA HIDALGO




Casa de citas / Hebe Uhart / Brujas

 

Hebe Uhart


Hebe Uhart
BRUJAS

Pienso ahora que el motivo de la quema de brujas no fue ni andar por el aire con la escoba, ni las asambleas que hacían; era más bien el que picaran huesos, picaran sesos hasta dejarlos bien molidos. También dejaban orejas de cerdo en remojo y usaban el caldo para dar brillo a los pisos; de paso, podía ser que alguien patinara y se cayera, esto como un beneficio muy ulterior; ellas no le atribuían demasiada importancia. Las brujas mataban así tres pájaros de un tiro y ése era su poder. Rumiando reconstituían los pensamientos, los cocinaban y también cocinaban el tiempo para obtener el mismo producto bajo diferentes formas. Por ejemplo, el gato; la bruja no tiene antepasados, ni marido, ni hijos; el gato representa todo eso para ella, con el gato anula la muerte. La bruja trabaja como los jíbaros, para reconstituir un orden de lo semivivo; por eso remoja, hierve y mezcla perfumes con sustancias asquerosas: es para rescatar del olvido a las sustancias asquerosas; se las recuerda a los que quieren olvidarlas en nombre del encanto, de la estética y de la vida viva. No, no es por franquear las distancias por lo que fueron castigadas; fue por la trama secreta de la experimentación que podía alterar la inmediatez de los sentimientos, de las decisiones, de los seres, que la vida sostiene con las reglas que le son propias. Y no retrocede ante la cruz, como se dice, porque es un objeto inanimado; retrocede ante el cordero pascual.


Hebe Uhart / Guiando la hiedra




Casa de citas / Leila Guerriero / Hebe Uhart

 

Hebe Uhart en su balcón


Hebe Uhart

Una vez me regaló el gajo de un árbol de su balcón. Lo planté y se secó


Leila Guerriero
16 de octubre de 2018

El jueves me llegó un correo. El asunto decía Adiós a Hebe Uhart. Lo abrí sabiendo lo que iba a encontrar. Fogwill y Ricardo Piglia decían que era la mejor escritora argentina. Ella, en su departamento chico con balcón lleno de plantas, rechazaba la aseveración: “No quiero ser la mejor. Es un lugar en el que te quedás sola y yo no me quiero quedar sola”. Escribió más de 20 libros: cuentos, novelas, y unas crónicas viajeras de abordaje extraño: tomaba un bus, se iba a un pueblo y hablaba con la gente que pasaba por ahí. El resultado era de una maestría violenta. Esa mirada a ras del piso le valió el mote de naif. Pero ella era una navaja: “Naif, dicen, como si una fuera medio tarada. Yo no soy inocente. Lo que sí tengo es esa veta medio optimista”. Fue una adolescente mística emperrada en lavarse con jabón para la ropa en un ejercicio de ascetismo que se inventó después de escuchar que “a los tibios los vomita el Espíritu Santo”. Fue maestra rural, profesora de filosofía, novia de novios complejos. A uno, alcohólico, lo llamaba “el borracho de la mañanita”. Mientras hablaba y fumaba, miraba hacia todas partes como un animal acorralado, pero tenía una inteligencia travestida de un fraseo coloquial y sin filtro: “Me empezaron a interesar los monos. Fui cinco veces a la jaula de los chimpancés en el zoológico. No fui más porque el elefante está al lado, y se bañaba en barro y me enchastraba la cabeza”. En 2017 ganó el Premio Manuel Rojas, en Chile. Se lo entregó la presidenta Bachelet y le escribí para preguntarle cómo le había ido. “Me fue bien”, respondió, “fueron tres amigos y cinco alumnos. Antes tenía miedo de todo, pero salió sencillo y agradable”. Una vez me regaló el gajo de un árbol de su balcón. Lo planté y se secó. Tiempo después me preguntó cómo estaba el arbolito. Le dije que muy bien, muy lindo. La quería, y no quería que sufriera.

EL PAÍS

jueves, 27 de octubre de 2022

Casa de citas / Dacia Marini / Pasolini y Maria Callas

Maria Callas y Pier Paolo Pasolini
Napoles, septiembre de 1970
Fotografía de Mario Tursi


Dacia Marini
PASOLINI Y MARIA CALLAS

Pier Paolo se había enamorado de María, pero de forma platónica. Era homosexual. Ella era un poco ingenua, porque pensaba que lo curaría, por decirlo de alguna manera [risas]. Pero se creó una relación muy hermosa. Ella era una persona deliciosa, simple, muy disponible, muy infantil. En aquel viaje al principio tuve miedo, pensaba que viajar con una diva así sería un problema, pero no, dormimos en lugares muy simples, improvisábamos, y ella se adaptaba a todo.

Dacia Maraini / “Antes las mujeres se callaban, no hacía falta matarlas”

Casa de citas / Maria Callas / Destino

 

Maria Callas


Maria Callas
DESTINO

Mi destino es tan grande que me aterra.

miércoles, 26 de octubre de 2022

Lecciones de semántica / Proverbios japoneses con perros y gatos

Dichos de animales: proverbios japoneses con perros y gatos

 

Richard Medhurst 

Azorados por la riqueza o con un palo en la boca, los gatos y los perros aparecen en una gran variedad de proverbios japoneses.


Los gatos son mascotas populares en Japón, pero como señalan los siguientes proverbios, no se ven asociados necesariamente con contribuciones prácticas.

猫に小判 — Neko ni koban. El koban era una moneda de oro en el periodo Edo (1603-1868); “darle un koban a un gato” significa proporcionarle algo a alguien que no puede comprenderlo o apreciar su valor, y por lo tanto no puede beneficiarse de ello.

猫に鰹節 — Neko ni katsuobushi. El katsuobushi son virutas de bonito seco. Esta frase, que significa “poner el katsuobushi junto a un gato”, nos hace imaginar que colocamos un tentador bocado al lado del animal, y representa una situación peligrosa, o una en la que se requiere un alto nivel de vigilancia.

猫の手も借りたい — Neko no te mo karitai. Decir que “queremos que nos presten las patas de un gato”, pese a saber que este compañero felino no va a ser de mucha ayuda, es una forma de describir lo terriblemente ocupados que estamos.

En la siguiente mezcla de dichos se encuentran aquellos que enfatizan el lado diminuto y adorable de los gatos.

猫の額 — Neko no hitai. La “frente del gato” se usa para referirse a algo que es extremadamente pequeño, y se usa comúnmente para hablar de, por ejemplo, un jardín o terreno.

猫をかぶる — Neko o kaburu. “Ponerse un gato” metafóricamente, o actuar como él, indica que pretendemos ser tranquilos e inofensivos, escondiendo nuestra verdadera naturaleza. También se usa para describir a alguien que se hace el inocente.

猫も杓子も — Neko mo shakushi mo. Cuando se habla de que a un evento acudieron todo tipo de personas, en español se usan expresiones como “cualquier hijo de vecino”. El equivalente japonés es decir que en el lugar había “incluso gatos y cucharones”.

Pasando al lado canino de las cosas, vemos que los perros están conectados con varios tipos de conflictos en algunos proverbios japoneses, tanto en calidad de participantes como de espectadores.

犬猿の仲 — Ken’en no naka. Tener una relación “como perros y monos” significa ser hostiles uno con otro, o llevarse muy mal.

犬の遠吠え — Inu no tōboe. Cuando alguien critica a otra persona a sus espaldas, su murmuración se puede comparar a los “lejanos aullidos de un perro”, que no quiere acercarse lo suficiente como para enzarzarse en una pelea de verdad.

夫婦喧嘩は犬も食わない — Fūfu genka wa inu mo kuwanai. Las peleas entre esposos se ven iniciadas a menudo por causas ínfimas, difíciles de entender para los de fuera, y se resuelven con rapidez. En Japón existe el dicho de que “ni los perros se comen una pelea conyugal”. Los perros son famosos por no quejarse de lo que tragan, pero ni siquiera ellos “tragan” los altercados de los matrimonios. El dicho aconseja a la gente que mantengan ellos también la distancia.

Hay dos partes en toda historia, como demuestra este grupo final de proverbios.

飼い犬に手を噛まれる — Kaiinu ni te o kamareru. Los perros suelen ser mascotas leales, de modo que el hecho de que “tu propio perro te muerda la mano” es un símbolo de traición por parte de un subordinado de confianza.

犬が西向きゃ尾は東 — Inu ga nishimukya o wa higashi. “Si un perro mira al oeste, su cola apunta al este”. Este dicho significa que alguien está declarando algo evidente.

犬も歩けば棒に当たる — Inu mo arukeba bō ni ataru. “Incluso un perro se encuentra un palo, si da un paseo”. Este viejo proverbio se puede entender de dos maneras. Según una de ellas, el perro se ve golpeado por el palo, de modo que el dicho advierte que avanzar hacia delante implica el riesgo de algún desastre. Otra lectura contradictoria, sin embargo, presenta el palo como ese juguete que a los perros les encanta llevar de un lado a otro. Según esta interpretación, es mejor actuar que no hacer nada, ya que ello nos puede conducir a una recompensa.

(Artículo traducido al español del original en inglés.)

NIPPON


martes, 25 de octubre de 2022

Casa de citas / Richard Dawkins / Hitler y el estornudo

 

Richard Dawkins
Foto de Frederic Aranda



Richard Dawkins
HITLER Y EL ESTORNUDO

La realidad depende de detalles muy pequeños. Sabemos que todos los mamíferos vienen de un individuo que existía en la época de los dinosaurios. Si ese pequeño mamífero hubiera muerto antes de reproducirse, quizás también estarían aquí los mamíferos pero serían completamente distintos. Quizás ese mamífero sobrevivió por un estornudo del dinosaurio. Respecto al ejemplo de Hitler, cada uno de nosotros cobramos existencia porque uno entre muchos millones de espermatozoides fertilizó el óvulo. El movimiento más ligero mientras sus abuelos estaban copulando, que un perro ladrara y perdieran la concentración o se movieran, haría que el resultado hubiera sido otro. De ahí que diga que con un estornudo años antes no habría habido guerra. Y ninguno de nosotros existiría ahora si no hubiera existido Adolf Hitler.


Richard Dawkins: “No eduquen a los niños en dioses ni hadas”

lunes, 24 de octubre de 2022

domingo, 23 de octubre de 2022

Cartas / De Saul Bellow a Martin Amis

 

Isabel Fonseca, Martin Amis, Janis, Rosie y Saul Bellow, en East Hampton, Nueva York, en el verano de 2001


A Martin Amis 
Brookline, 7 de febrero, 2000


Querido Martin:


Era un correspondiente dispuesto pero, por alguna razón, a lo largo de los años, perdí la costumbre de escribir cartas. Quizá en el fondo de eso estuviera la muerte de tantos amigos, una primera generación y luego una segunda y después incluso una tercera. Sospecho que he perdido la cuenta. Quizá hasta las confidencias que hago a mis amigos sean ahora ofrecidas a mis lectores. Eso, si es cierto, no es una tendencia positiva, pero no estoy preparado para ir más lejos en esa dirección. Basta decir que tengo ganas de hablar contigo y que muchas veces veo que vuelvo hacia ti en busca de alivio. Es un juego de niños tener conversaciones imaginarias, por alguna razón convencidos —como los niños— de que lo imaginario es fielmente traducido a las mentes de nuestros amigos.

Pero todo el tiempo pienso en Ravelstein. Nunca he escrito algo como Ravelstein, y la mezcla de hechos y ficción se me ha ido de las manos. Hay además otros elementos, porque los hechos son muy impuros. Existen los hechos, y después existen los hechos periodísticos con sus acentos habituales. Puedes incluso ver a los periodistas transformando los hechos en escándalo y, hacia la cima, escándalos que se convierten en mitos, trasladándose al territorio medieval reservado para la peste. No estoy preparado para oír la campanilla de un leproso en los cruces del afecto y el encanto excéntrico.

Parece que mucha gente conocía la verdad sobre Allan. Si no la pura verdad, la clase flexible y versátil con la que está familiarizada la política universitaria. Así que me vi retado por gente fanática. Descubrí muy pronto que Allan tenía enemigos que se preparaban para revelar que había muerto de SIDA. En ese momento perdí la cabeza; cuando el New York Times me llamó para resolver el asunto me desmoroné: no supe ser más astuto que los periodistas. Así que aquí estoy, el autor de un homenaje que se ha transformado en uno de esos civilizados desastres para los que nadie puede estar preparado.

Como bien sabes, la atención del público y de la prensa es pocas veces agradable, y con raras excepciones (el Papa, por ejemplo) no le concede un respiro a nadie. Le digo a la gente que Ravelstein me pidió que escribiera una memoria y que habría sido falso y perverso omitir del relato que hacía de su vida la enfermedad que lo mató. Con una sabiduría omnisciente como la suya habría sido imposible no predecir qué saldría de esto. Pero yo estaba preparado, o eso pensaba, para manejar todos los bochornos que iban a abalanzarse sobre mí. No podría haberme mirado al espejo si me hubiera apartado de un personaje de la estatura de Ravelstein. Hace mucho entendí que lo que llamamos el arte de la ficción se marchitaba porque… bueno, porque las democracias modernas no son heroicas.

Pero descubro que debo explicar la democracia no heroica a los periodistas y el público, y eso me deprime más allá de todos los límites de las depresiones previas. Obtengo todo el consuelo que puedo reflexionando que en todo caso a mi edad la tienda está a punto de cerrar las puertas. La semana pasada vi a mi anciana hermana en Cincinnati. Tiene nueve anos más que yo, y cuando me enteré de la noticia del accidente de un avión de Air Alaska en la costa del Pacífico pensé: «¿Por qué no también Delta Airlines, en el Río Ohio?». Pero no. Aterricé sin peligro y me llevaron al manicomio de lujo donde vive mi hermana. Se alegró de que hubiera ido a verla y quería ver fotografías del nuevo bebé. De lo que no hablamos es de que no queda ni una sola tumba libre en el terreno familiar.

Janis cree que esta es una carta opresiva, pero me ha levantado el ánimo.


sábado, 22 de octubre de 2022

Un libro / Saul Bellow / Cartas

 





Bellow, una obra maestra por correo


Alfabia publica por primera vez en español las cartas del Nobel norteamericano a autores como Philip Roth, Martin Amis, Vargas Llosa...
3 de enero de 2012 

Alfabia publica las Cartas de Saul Bellow por primera vez en español. El libro, lejos de ser una mera compilación de anécdotas, puede leerse como la autobiografía que Bellow nunca escribió. Sus cartas desvelan, además, la altura, la intensidad, la inteligencia, la profunda dimensión moral y el humor de sus novelas. Una correspondencia mantenida con autores del calibre de William Faulkner, Bernard Malamud, Philip Roth, Martin Amis, John Cheever, Ralph Ellison, James Salter, Cynthia Ozick..., también con críticos, periodistas, amantes, amigos y familiares, conformando en su conjunto un esclarecedor autorretrato (literario, político, filosófico pero también emotivo y muy personal) de uno de los grandes escritores norteamericanos del siglo pasado. A continuación reproducimos dos cartas recogidas en el volumen, la primera de ellas, de gran hondura, va dirigida a su amante, Yetta Barshevsky. La segunda es una de las muchas misivas dirigidas Philip Roth, quien dijo de este libro: "No es ninguna sorpresa que el gran novelista sea también un gran escritor de cartas. Lo he leído con voracidad en tres noches, como si acabara de tropezar con una obra maestra perdida de Saul Bellow recientemente descubierta".

EL CULTURAL
Saul Bellow

Querido Saul Bellow


Amelia Castilla
21 de noviembre de 2011

 Las cartas de Bellow pueden leerse casi como una biografía del autor de Las aventuras de Augie March y un recorrido por la época que le tocó vivir. La crítica en Estados Unidos ha comparado su aparición con el descubrimiento de una nueva obra del maestro. Todo lo que tocaba lo convertía en literatura y escribió casi hasta el final de su vida. Íntimo, distante, amargo, en esta correspondencia se muestran sus complejas relaciones con las mujeres, sus opiniones sobre temas candentes, sus gustos literarios, su opinión sobre algunos  periodistas -"Le dije a esa putilla retorcida, que eres uno de nuestros mejores y más interesantes escritores", le cuenta a Philip Roth, quejándose de cómo ha manipulado el texto la redactora-, su relación con otros narradores como Vargas Llosa o  Martin Amis, a quien quería como un padre. Pero entre las cientos de páginas se encuentran también algunas a Marcello Mastroianni, en la que le informa sobre los derechos de El legado de Humboldt o de sus grandes preocupaciones como el asunto judío. Como hijo de emigrantes judíos que era, el tema fue recurrente y, durante gran parte de su vida, expresó abiertamente sus opiniones pero en lo que respecta al holocausto se hacía muchos reproches. Un ejemplo, en una misiva a la escritora norteamericana Cynthia Ozick, en julio de 1987, se expresa así: "Es totalmente cierto que "Los Escritores Judíos de Estados Unidos" (¡una categoria repulsiva!) se perdieron lo que para ellos debería haber sido el asunto central de su tiempo, la destrucción de los judíos europeos. No soy capaz de decir cómo puede evaluarse nuestra responsabilidad. Nosostros (ahora hablo de los judíos y no solo de los escritores) deberíamos haberlo afrontado de manera más completa y profunda". Tras hacerse una sincera autocrítica -"estaba demasiado ocupado en convertirme en novelista como para tomar nota de lo que ocurría en los años cuarenta"- se reprocha qué debía hacer y cómo abordarlo: "No puedo ni empezar a decir qué responsabilidad pueda tener cualquiera de nosotros en un asunto así, en un crimen tan enorme".

Un año antes de morir, en la última carta que escribió en su vida, Bellow se acordaba de unas sandalias que le compró su madre cuando era un niño y que él untaba con mantequilla para mantener fresco el cuero. Un recuerdo de infancia para terminar.

EL PAÍS

Saul Bellow



A Yetta Barshevsky 

South Harvey, Michigan, 28 de mayo, 1932

Querida Yetta:

Sé que esta carta será inesperada, menos inesperada por supuesto que mi marcha improvisada, pero inesperada. Ni siquiera yo la había previsto. Solo tuve tiempo de coger mi traje de baño y unas hojas de papel. los acontecimientos del día me han dejado la mente agitada, pero aprovecho la oportunidad para escribirte, Yetta, para decirte algo que durante semanas se ha estado congregando y fermentando en mi pecho, algo que ha estado hirviendo y bullendo en mi interior, sin encontrar una expresión espontánea. es algo, Yetta, que, más a causa de la incertidumbre y la cobardía que de cualquier otra cosa, no he conseguido mencionar delante de ti. Cierto, soy un cobarde confeso. Todos somos cobardes intrínsecamente, pero la justificación de la cobardía reside en la confesión.

Ahora está oscuro y el viento solitario hace que los árboles susurren y silben suavemente. en algún lugar de la noche un pájaro grita al viento. En la habitación de al lado, mi hermano ronca suave, insistentemente. El campo duerme. Las olas se alzan iracundas ante la casa, no pueden alcanzarla, gruñen y se retiran. Por encima de mí, la luz se mueve hacia delante y detrás, delante y detrás. Produce sombras en el papel, en mi cara. Estoy pensando, pensando, Yetta, vagando en la noche, en el infinito, y todos mis pensamientos tratan de ti. Pero mis pensamientos sobre ti no son totalmente amables, pican, atacan. ¿O debemos ir al grano?

Pensarás, quizá: "Vendedor de palabras". Porque la tuya es una mente de la liga de la Juventud Comunista. O: "¿Qué le ha dado al sólido y bovino Bellow?".

Pero todo el tiempo tendrás un presentimiento, y todo el tiempo rezarás. (Porque eres devota, Yetta.)

"¿Por qué escribe, por qué el muy idiota no espera hasta volver para que pueda intimidarle?".

Detesto el melodrama. Lo único que odio más intensamente que el melodrama y la espinaca soy yo mismo. ¿Piensas, quizá, que estoy loco? lo estoy. Pero tengo mi pluma; estoy en mi elemento y te desafío. (Aquí hay una pausa prolongada, un suspiro ventoso, y el indomable Bellow irrumpe con toda su plenitud y fuerza.)

Últimamente ha habido una perceptible desavenencia entre nosotros. Parece que el incorregible [Nathan] Goldstein está inquieto. Parece que en presencia de otros eres demasiado pródiga en tu afecto hacia él. La situación es crítica. (Por cierto, Yetta, debes enseñarle esta carta a Goldstein.) Tenlo en cuenta: no hago un sacrificio ni un secreto de entregarte. Aborrezco el sacrificio y el martirio: son la hipocresía dentro de la hipocresía; una expresión de dogmas y fanatismos bárbaros; su motivo, su motivo enmascarado, es repugnante: la mera ocultación del egoísmo y el individualismo.

Así que nos separamos de mutuo acuerdo. Tú a escuchar las arengas marxistas de Goldstein con un interés semifingido; yo a recostarme en los senos de los voluptuosos tiempo y espacio y a sofocar el deseo y la esperanza. El oriental, como sabes, es un fatalista. Quizá sea el atavismo lo que me impulsa a decir: "lo que ha de ser será". Y así estoy satisfecho. No me arrepiento de nada. Durante un tiempo me cubriré con una reserva herida. Quizá encuentre consuelo en la calma filosófica del asceta. El hombre siempre intenta justificar sus actos. Ser un recluso es una justificación de lo errado de un acierto. Durante varias semanas, con una cínica inclinación del labio y una mirada cansada sobre un mundo sórdido, yo, el joven idealista, rendiré mis congojas y mi corazón a los pies de Pearl. Si los desdeña, me iré a casa, escribiré poesía desgarradora y tocaré el violín. Si no, caeré en una letárgica satisfacción que solo durará mientras el amor dure. Porque el amor idiotiza. Así que corto las relaciones contigo.

Podemos tener una amistad superficial. Pero algún día, cuando yo esté chocho y tú tengas varias papadas y estés obesa podremos reconciliarnos. En el ínterin sé feliz: si mi infame escepticismo lo permite, yo también intentaré encontrar la satisfacción con Pearl.


Así que, Yetta, adiós. Puedes hacer lo que quieras con esta carta.

***

Claramente de vacaciones con uno de sus hermanos, Bellow acaba de cumplir diecisiete años cuando escribe esta misiva, la más temprana de sus cartas supervivientes. Nathan Goldstein no tardó en casarse con Yetta. Tras su divorcio en la década de 1940, Yetta se casaría con Max Shachtman. La identidad de Pearl es desconocida.

Philip Roth


A Philip Roth

W. Brattleboro, 24 de Junio, 1990

Querido Philip:

En ti tuve un testigo de mi propia clase y un punto de equilibrio. Sin tu apoyo las olas iracundas me habrían arrastrado por la severa y rocosa costa judía. Le tengo mucho cariño al primo Volya, que era una especie de héroe en el Viejo País, donde sirvió en la caballería de Rusia desde leningrado a Berlín. es fácil confundirlo con otra persona. Cuando explicó la diferencia entre letonia y lituania a [Saul] Steinberg, Steinberg dijo que era un fragmento de diálogo sacado de una película de los hermanos Marx. Sin embargo, había un regimiento con ametralladoras. Pero entiendo el punto de vista de Steinberg. Con la paz, el regreso de los Hermanos Marx.

De todos modos, fuiste una gran ayuda para mí: representabas lo que era esencial representar. Y pensé que debías disfrutar de las canciones. La mezcla de mil ingredientes. En principio, soy contrario a esa clase de fiestas, pero cuando una sorpresa desconecta el principio parece que las disfruto mucho. Siempre tuyo, Tu nota ha hecho feliz a Janis.

***

Roth y Claire Bloom habían estado presentes en Vermont, junto al primo de Riga de Bellow -Volya-, Saul Steinberg, Eleanor Clark, Rosanna Warren, Maggie Staats Simmons, John Auerbach -de Israel-, Albert Glotzer, Bette Howland, Jonathan Kleinbard, Adam y Daniel Bellow y muchos otros, en una celebración sorpresa por el setenta y cinco cumpleaños de Bellow.