PROFESOR DE LENGUA
He encontrado un profesor de lengua: Karu. Sabe algo de pidgin porque pasó la infancia cerca del puesto de patrulla de Ambunti. Gracias a él mi vocabulario ha superado las mil palabras y me pongo a prueba cada mañana y cada noche, aunque en el fondo desearía pasar más tiempo sin saber el idioma. Sin él, hay mucho más espacio para la observación prudente en ambos sentidos. Hoy mi nueva amiga Malun me ha llevado a una casa de mujeres donde estaban tejiendo y reparando redes de pesca y nos hemos sentado con su hija Sali, que está embarazada, la tía paterna de Sali y las cuatro hijas adultas de la tía. Estoy aprendiendo el ritmo entrecortado de su habla, el sonido de su risa, su modo de inclinar la cabeza. Percibo las relaciones, las afinidades y antipatías entre las presentes de un modo que no sería posible si supiera el idioma. Hasta que no dispones del lenguaje no te das cuenta de cuánto interfiere con la comunicación, de cómo se mete por medio, como un sentido dominante. Cuando no entiendes las palabras tienes que prestar mucha más atención a todo lo demás. Cuando llega la comprensión, se pierden muchas otras cosas. Confías en las palabras, y las palabras no siempre son lo más fiable.
Lily King
Euforia, capítulo 7
Ediciones Malpaso, 2016
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