Lily King
LA MUJER Y LA LUNA
Había una vez un hombre mumbanyo que quería matar a la luna. Había descubierto que su mujer sangraba cada mes y la acusó de tener otro marido. Ella se rio y le dijo que todas las mujeres están casadas con la luna. «Mataré a esa luna», decidió el hombre, y se subió en su canoa. Al cabo de muchos días llegó al árbol al que está atada la luna con una cuerda de rafia y desde el que salta cada noche al cielo. «Baja para que te pueda matar —le dijo el hombre a la luna—, que me has robado la esposa.» La luna se rio. «Todas las mujeres son primero esposas mías —dijo la luna—. Así que eres tú quien me ha robado la esposa.» Eso hizo enfurecer aún más al hombre, que trepó hasta la rama más alta del árbol y tiró de la cuerda de rafia. Ésta no se movió, así que se puso a trepar por ella hacia la luna. Muy pronto empezaron a pesarle los brazos y, aunque se había alejado del árbol, seguía sin estar cerca de la luna. «Suéltate», le dijo la luna. Y el hombre, que ya no tenía fuerzas, se soltó y cayó directamente en su canoa, y remó de vuelta a casa, para compartir a su mujer con la luna, como hacían todos los hombres.
Lily King
Euforia, capítulo 30
Ediciones Malpaso, 2016
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