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miércoles, 20 de marzo de 2024

Una foto / Paz, Bioy Casares, Elena Garro

 

Elena Garro y su hija, Helena Paz Garro. Al fondo, Adolfo Bioy Casares y Octavio Paz.



Elena Garro y Adolfo Bioy Casares iniciaron una intensa correspondencia que terminó en un romance trepidante y violento como respuesta a un Octavio Paz enemigo y opresor, según la escritora mexicana.

Elena Garro y Adolfo Bioy Casares solo se vieron dos veces más: en 1951 en París, de nuevo, y en 1956, en Nueva York. Helena Paz Garro supo por las palabras de su madre las claves de la historia de amor y en cierto modo también la vivió. En sus ‘Memorias’ (Océano, 2003) revela que su madre se quedó embarazada de Bioy y que la situación provocó el enojo de su padre, Octavio Paz, que habría obligado a abortar a su esposa. Según Helena, Paz le dijo a su madre: "Ese niño legalmente es mío. Cuando nazca se lo voy a mandar a mi madre. Y si tú te vas con Bioy, no vuelves a ver a Helena, pues el diplomático y el que tiene el poder soy yo. La embajada me apoyará, ¡pobre estúpida!". A pesar de este contratiempo, los amantes siguieron escribiéndose. Algunas de las cartas de Bioy son impresionantes. Esta se ha convertido en una de las más famosas: «Tú sabes que hay muchas cosas que no hicimos y que nos gustaría hacer juntos. Además, recuerda lo bien que nos entendemos cuando estamos juntos... recuerda cómo nos hemos divertido, cómo nos queremos. (...) Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte cartas maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a repetir por milésima vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti, que te admiro, que te respeto, que me gustas, que me diviertes, que me emocionas, que te adoro. Que el mundo sin ti, que ahora me toca, me deprime y que sería muy desdichado de no encontrarnos en el futuro. Te beso, mi amor, te pido perdón por mis necedades». Bioy alternaba las cartas literarias con las del amante angustiado y halagador; le dice: "Tengo tanta necesidad de ti que si no toleras estos monólogos voy a morir de angustia". En 1952 le escribió a Japón en estos términos: "Recaigo en la monotonía y en mi amor y te cuento que eres mágica, o que eres la única diosa que he conocido".

Dejaron de escribirse tras la matanza de Tlateloco de 1968 y por una cuestión de felinos. Durante un viaje, Garro le pidió a Bioy que le cuidase los gatos porque tenía que irse de México. Se los mandó por avión a Buenos Aires en una caja. Bioy los tuvo algunos días en su casa y luego los llevó a una quinta. Ella se lo reprochó y experimentó una reacción inesperada: "Se me secó el amor", confesaría. También diría: "Fue un gran amor y creo que fui el amor de su vida". Agregó: "Adolfo fue la más feliz aventura de la creación». ¿Por qué no se irían nunca a vivir juntos?"

Superior izquierda: Adolfo Bioy Casares
Inferior Izquierda: Elena Garro
Superior derecha: Octavio Paz
Interior derecha: Helena Paz Garro (hija de Elena y Octavio).
Texto: Litefilos
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jueves, 20 de enero de 2022

Casa de citas / Borges / Adiós, pelota

 


Casa de citas
Borges / Bioy Casares
ADIÓS, PELOTA

Sábado, 2 de noviembre de 1957

Vamos a tomar el té a casa. Un chico que juega al fútbol en la calle, al ver que su pelota corre debajo de mi automóvil, grita: "Adiós, pelota'. Borges comenta: "Adiós, pelota. Toda la ternura y la poesía que hay en esa frase". BIOY: "Así es fácil hacer poesía. La palabra pelota es irrefutable".

Adolfo Bioy Casares
Borges
Ediciones Destino, Barcelona, 2006, p. 386



lunes, 17 de enero de 2022

Triunfo Arciniegas / Diario / Escritores

 

Jorge Luis Borges

Triunfo Arciniegas
ESCRITORES
17 de enero de 2022

¿Qué tipo de escritor le gustaría ser? ¿Un Borges o un Bioy Casares? Borges era pobre, genial y absolutamente torpe y tímido con las mujeres. Vivía con su madre. En medio de una cita, en un café o donde fuera, ya cuarentón y muchos años después, se levantaba a llamar por teléfono a casa porque tenía la obligación de reportarse. Bioy Casares, talentoso, rico y apuesto, era un consumado mujeriego. Borges se enamoraba perdidamente de una sola mujer, con quien nunca le iba bien. Bioy Casares las enamoraba. Solía dedicar las tardes a estos asuntos. Porque las mañanas eran para el deporte. Y en las noches, en casa, religiosamente, con su mujer, Silvina Ocampo. Borges los visitaba a la hora de la cena y luego trabajaban en algún proyecto pendiente. Fueron grandísimos amigos, sin envidia alguna, y disfrutaron del humor negro y perverso que Bioy Casares registró en sus diarios. No dejaban escritor con cabeza. La obra de uno es muy diferente de la obra del otro. La vida, mucho mas.



¿Qué escritor le hubiera gustado ser? ¿Un escritor genial sin amores felices o un escritor afortunado en el amor pero con una obra de menos peso? ¿Qué importa más, la obra o la vida misma? ¿Una vida plena o perdurar en la memoria de la gente? ¿Los tibios lechos o los empolvados anaqueles? ¿Qué le pediría a los dioses? Talento o placeres?