lunes, 31 de julio de 2017

Casa de citas / Scott Fitzgerald / Masoquista absoluto


Francis Scott Fitzgerald

Scott Fitzgerald
MASOQUISTA ABSOLUTO

Scott Fitzgerald, fascinado por el fracaso, amenaza con tirarse por la ventana como tributo a James Joyce

Por otra parte, Scott se sentía feliz cuando atraía a la gente humillándose en público. Ésa era su norma, en especial cuando se trataba de gente de mucho talento y éxito. En 1920, al enterarse de que Edith Wharton estaba en la editorial, irrumpió en el despacho de Charles Scribner y se puso de rodillas a los pies de la escritora, como homenaje literario. En 1928 amenazó con tirarse por la ventana de un apartamento parisiense como tributo al genio de James Joyce, con quien estaba cenando. Cuando Hemingway se encontraba cerca, Fitzgerald se degradaba de una manera especialmente embarazosa. Al menos dos veces –durante una fiesta de los Murphy en honor de Hemingway en Juan-les-Pins y en una cena con Wilson y Hemingway en Nueva York–, se dedicó a andar por el suelo a cuatro patas.
En 1931, Fitzgerald, que había bebido demasiado en una fiesta dominical organizada por Irving Thalberg y Norma Shearer en Hollywood, decidió divertir a los actores y directores presentes con su humorística canción titulada “Perro”. Sus esfuerzos le valieron un estrepitoso abucheo. Fitzgerald utilizó el incidente –un tanto transformado para mejorarlo en su réplica narrativa– en su excelente relato Domingo loco, al igual que utilizó otras humillaciones sufridas en su propias carnes en Suave es la noche. Debió de costarle escribir semejantes confesiones. Hasta resulta penoso leerlas.
Según Arnold Gingrich, Fitzgerald poseía “la tendencia celta, extraña y casi mística, a disfrutar de la mala suerte, como otras personas disfrutan de la mala salud”. En su opinión, Scott estaba tan fascinado por el fracaso como Ernest enamorado del éxito. “Si una cosa marchaba mal en su vida, y siempre parecía que algo no marchaba [...], entonces todo iba mal y daba la impresión de que le gustaba contarlo”. Max Perkins creía que esa característica fue la que le empujó a escribir los ensayos de El crack-up, y que de esa manera puso en peligro su carrera. Era, según la maravillosa palabra de Samuel Johnson, un “buscapenas” que sentía placer dramatizando sus derrotas.
A la vista de todo ello se puede definir a Fitzgerald como un masoquista absoluto: es decir, una persona que “disfruta”, “siente placer” o “se alegra” de sus fracasos y humillaciones. Pero a veces conviene revisar esos términos. Shirley Panken afirmó en The Joy of Suffering (La dicha de sufrir) que “lo que podría significar es una necesidad de drama, de crisis, de sensación, de estímulo, esto es, necesidad de alta tensión, que sirve para resaltar la identidad de cada cual o asumir un espúreo sentimiento de vitalidad”. La situación de Fitrzgerald parece vencerse por el lado de la necesidad de drama. En un momento de profunda intimidad, Rosemary Hoyt le dice a Dick Diver: “Oh, qué actores somos tú y yo”, y las interpretaciones a las que se dedica Diver a lo largo de la novela lo confirman.
SCOTT DONALDSON, Hemingway contra Fitzgerald, Siglo XXI de España Editores, Madrid, 2002, págs. 416 y 417. Traducción de Javier Alfaya Bula y Barbara McShane



domingo, 30 de julio de 2017

sábado, 29 de julio de 2017

Casa de citas / Hemingway / Gertrude Stein


Gertrude Stein, 1906
Pablo Picasso
Ernest Hemingway
GERTRUDE STEIN

Mi mujer y yo visitamos a Miss Stein, y tanto ella como la amiga con quien vivía estuvieron muy cordiales y amistosas, y nos gustó mucho aquel gran estudio con sus cuadros de primera. (...) Miss Stein era muy voluminosa, pero no alta, de arquitectura maciza como una labriega. Tenía unos ojos hermosos y unas facciones rudas, que eran de judía alemana, pero hubieran podido muy bien ser friulanas, y yo tenía la impresión de ver a una campesina del norte de Italia cuando la miraba con sus ropas y su cara expresiva y su fascinador, copioso y vivido cabello de inmigrante, peinado en un moño alto que seguramente no había cambiado desde que era una muchacha.


Ernest Hemingway
París era una fiesta



miércoles, 26 de julio de 2017

Triunfo Arciniegas / Diario / Consideraciones

La casa de la esquina
Xalapa, Veracruz, México
26 de junio de 2017
Foto de Triunfo Arciniegas


Triunfo Arciniegas
Consideraciones
Xalapa, 26 de junio de 2017


Mientras desayunamos en el hotel Xalapa, Marco Tulio Aguilera Garramuño me pregunta la edad y luego comenta: "Eres un chamaco". Bellísimas palabras, ojalá fuesen ciertas.

En la firma de libros de ayer, un niño no creía que fuese el autor. Le expliqué que mi foto de la solapa era antigua, de cuando se publicó el libro por primera vez, y que alguna vez fui así. Le expliqué que el editor no cambiaba la foto porque debía hacer nuevos negativos y le costaba dinero. "Uno se acaba pero la foto no", algo así le dije. No sé si pude convencerlo. En todo caso, precisó, mientras le dedicaba el libro: "Mi mamá dijo que me hiciera un dibujito".

El conductor que me asigna la Feria del Libro de Xalapa es un señor mayor, un pozo de amabilidad, como tantos mexicanos. Enviudó hace siete meses. Vivió 27 años con su mujer. "Unos dirán que mucho, otros dirán que poco", dice, y remata: "A mí me sigue pareciendo muy poco".


martes, 25 de julio de 2017

Triunfo Arciniegas / Diario / Lectores

Ventanas
Xalapa, Veracruz, México
Foto de Triunfo Arciniegas

Triunfo Arciniegas
Lectores
Xalapa, 25 de junio de 2017

El cariño de la gente no tiene precio. Me han invitado a la Feria del Libro de Xalapa y podría decir que me pagan por recibir abrazos. Después de la charla de hora y pico, "El placer de las historias", firmo libros durante más de un hora. Una muchacha que se enteró a última hora de mi visita corrió a su casa como loca y alcanzó a llegar a la firma con su montón de libros. Otra me dice que me lee desde hace diez años. Le pregunto si empezó en preescolar, y precisa: "Desde los ocho".

lunes, 24 de julio de 2017

Casa de citas / García Márquez / Un buen curso de literatura



Gabriel García Márquez
UN BUEN CURSO DE LITERATURA

Siempre he creído que un buen curso de literatura no debe ser más que una guía de los buenos libros que se deben leer.

García Márquez / Literatura sin dolor

Casa de citas / García Márquez / La relectura



Gabriel García Márquez
LA RELECTURA

El gran peligro de la relectura es la desilusión. Autores que nos deslumbraron en su momento podrían -y casi siempre pueden- resultar insoportables. Es algo como lo que sucede con la novia de colegio, siempre que uno no haya tenido la precaución de casarse con ella y envejecer con ella, intercambiando arrugas y virtudes. Como lector, en mi caso, hay pasiones juveniles que han sobrevivido a todo, y los tres más importantes son Herman Melville, Robert Luis Stevenson y Alejandro Dumas. En cambio, el maestro William Faulkner, sin cuyas lecciones escritas tal vez no hubiera aprendido los mejores recursos del oficio, no me parece fácil de leer en estos tiempos. En cierto modo, lo había previsto. Hacia 1949, le solté a don Ramón Vinyes mi temor de que Faulkner no fuera sino un retórico que años después resultara insoportable, y el viejo sabio contestó con una frase que hoy me parece mucho más enigmática que entonces: "No te preocupes, que si Faulkner estuviera aquí, estaría sentado en esta mesa".




Casa de citas / García Márquez / Libreros


Gabriel García Márquez
LIBREROS

Hay, sin duda, un factor contra el hábito de la lectura, y es que los últimos libreros bien orientados y buenos orientadores se murieron hace tiempo, y las librerías son cada vez menos lugares de tertulias vespertinas. Uno tenía su librero personal, como tenía su médico de familia y su cepillo de dientes. Ese librero profesional, que atendía en persona su negocio como el dentista atendía su gabinete, sabía con sólo leer los catálogos qué libros le interesaban a cada uno de sus clientes, y muy pocas veces se equivocaba. De modo que uno llegaba a la tertulia de las seis y encontraba ya reservado un paquete de novedades que alcanzaban para un mes de trasnochos placenteros. Hoy, las librerías son grandes y vistosos mercados de libros de actualidad, fabricados a propósito para vender de un solo golpe y leerlos para pasar el tiempo y tirarlos después en el cajón de la basura. Hasta el placer de la relectura es difícil, porque uno va a la librería a comprar un libro que se conoció hace dos años, y nadie le da razón de él. Así es: si hay un lugar donde se aprecia cuánto ha cambiado el mundo no es una base de lanzamiento de satélites espaciales, sino en la librería de la esquina. Si es que todavía existe. Con razón, un excelente escritor contemporáneo y activo, a quien le preguntaron por teléfono, la semana pasada, qué libro estaba leyendo, contestó sin pensarlo dos veces: "Ya no leo sino la revista Time"



domingo, 23 de julio de 2017

Casa de citas / García Márquez / La máquina de escribir


Gabriel García Márquez
LA MÁQUINA DE ESCRIBIR

No es frecuente que los escritores que escriben a máquina lo hagan con todas las reglas de la mecanografía, que es algo tan difícil. como tocar bien el piano. El único que yo he conocido capaz de escribir con todos los dedos y sin mirar el teclado, era el inolvidable Eduardo Zalamea Borda, en la redacción de El Espectador, en Bogotá, quien, además, podía contestar preguntas sin alterar el ritmo de su digitación virtuosa. El extremo contrario es el de Carlos Fuentes, que escribe sólo con el índice de la mano derecha. Cuando fumaba, escribía con una mano y sostenía el cigarrillo con la otra, pero ahora que no fuma no se sabe a ciencia cierta qué hace con la mano sobrante. Uno se pregunta asombrado cómo su dedo índice pudo sobrevivir indemne a las casi 2.000 páginas de su novela Terra nostra.


García Márquez / El amargo encanto de la máquina de escribir



sábado, 22 de julio de 2017

Casa de citas / Hemingway / París ll


Ernest Hemingway
PARÍS

París no se acaba nunca, y el recuerdo de cada persona que ha vivido allí es distinto del recuerdo de cualquier otra. Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde estuviéramos, y sin importarnos lo trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París siempre valía la pena, y uno recibía siempre algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices.


Ernest Hemingway
París era una fiesta




Casa de citas / Hemingway / París l



Ernest Hemingway
PARÍS I
Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando eres joven , luego París te acompañará vayas donde vayas, todo el resto de tu vida, ya que en París hay una fiesta que nos sigue”.

Ernest Hemingway. Epígrafe de “París era una Fiesta.



viernes, 21 de julio de 2017

Casa de citas / Hemingway / Una chica



Ernest Hemingway
UNA CHICA

   Una chica entró en el café y se sentó sola en una mesa junto a la ventana. Era muy linda, de cara fresca como una moneda recién acuñada si vamos a suponer que se acuñan monedas en carne suave de cutis fresco de lluvia, y el pelo era negro como ala de cuervo y le daba en la mejilla un limpio corte en diagonal.
   La miré y me turbó y me puso muy caliente. Ojalá pudiera meterla en mi cuento, o meterla en alguna parte, pero se había situado como para vigilar la calle y la puerta, o sea que esperaba a alguien. De modo que seguí escribiendo.
  El cuento se estaba escribiendo solo y trabajo me daba seguirle el paso. Pedí otro ron Saint James y sólo por la muchacha levantaba los ojos, o aprovechaba para mirarla cada vez que afilaba el lápiz con un sacapuntas y las virutas caían rizándose en el platillo de mi copa.
   Te he visto, nena, y ya eres mía, por más que esperes a quien quieras y aunque nunca vuelva a verte, pensé. Eres mía y todo París es mío y yo soy de este cuaderno y de este lápiz.


Ernest Hemingway
París era una fiesta



jueves, 20 de julio de 2017

Casa de citas / Pilar Reyes / Todo verdadero lector

J.D. Salinger

Pilar Reyes
TODO VERDADERO LECTOR

Todo verdadero lector tiene un escritor de culto. Aquel que se sigue libro a libro, al margen del resultado. Sus lectores fieles celebran sus aciertos pero lo acompañan en sus fracasos, deciden compartir su mundo, tan imperfecto y dispar como la vida misma.



miércoles, 19 de julio de 2017

Casa de citas / García Márquez / Cinco libros



Gabriel García Márquez
CINCO LIBROS

Por fortuna, los libros de la vida no son tantos. Hace poco, la revista Pluma, de Bogotá, le preguntó a un grupo de escritores cuáles habían sido los libros más significativos para ellos. Sólo decían citarse cinco, sin incluir a los de lectura obvia, como La Biblia, La Odisea o El Quijote. Mi lista final fue ésta: Las mil y una noches; Edipo rey, de Sófocles; Moby Dick, de Melville; Floresta de la lírica española, que es una antología de don José María Blecua que se lee como una novela policíaca, y un Diccionario de la lengua castellana que no sea, desde luego, el de la Real Academia. La lista es discutible, por supuesto, como todas las listas, y ofrece tema para hablar muchas horas, pero mis razones son simples y sinceras: si sólo hubiera leído esos cinco libros -además de los obvios, desde luego-, con ellos me habría bastado para escribir lo que he escrito. Es decir, es una lista de carácter profesional. Sin embargo, no llegué a Moby Dick por un camino fácil. Al principio había puesto en su lugar a El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, que, a mi juicio, es una novela perfecta, pero sólo por razones estructurales, y este aspecto ya estaba más satisfecho por Edipo rey. Más tarde pensé en La guerra y la paz, de Tolstoi, que, en mi opinión, es la mejor novela que se ha escrito en la historia del género, pero en realidad lo es tanto que me pareció justo omitirla como uno de los libros obvios. Moby Dick, en cambio, cuya estructura anárquica es uno de los más bellos desastres de la literatura, me infundió un aliento mítico que sin duda me habría hecho falta para escribir.




martes, 18 de julio de 2017

Casa de citas / García Márquez / ¿Por qué la gente me quiere tanto?

Gabriel García Márquez con Mercedes Barcha

García Márquez
¿Por qué la gente me quiere tanto?

Cuando venía de México aquí a pasar temporadas, la vida de García Márquez era una vida de amigos y celosa de su privacidad, dice el escritor Óscar Collazos, amigo suyo y vecino de esta ciudad. Según explica, Cartagena era “el pie a tierra con Colombia” de este artista desarraigado que nació en un pueblo costeño y pasó por Bogotá y estuvo unos años en Barcelona y en París y residió décadas en la ciudad de México y viajó por aquí y por allá y que, en medio de todo esto, dónde realmente arraigó fue en el territorio imaginario de sus novelas. Por lo general él y su esposa pasaban el tiempo en su casa o en casa de sus amigos. Gabriel García Márquez era demasiado famoso y demasiado adorado como para salir a menudo a pasear por Cartagena, la bella. Aunque alguna vez lo hacía. Ya en los últimos años, cuenta Collazos delante de una taza de café, él y su esposa intentaron un día dar una vuelta por la ciudad. La gente los empezó a seguir para decirle hola, para tocarlo, para verlo, para pedirle un autógrafo o para hacerle todas esas cosas a la vez. El novelista miró a Mercedes y le hizo una pregunta desde una página difusa de su memoria.



lunes, 17 de julio de 2017

Triunfo Arciniegas / Diario / Un domingo de equivocaciones




Triunfo Arciniegas
UN DOMINGO DE EQUIVOCACIONES
Ciudad de México, 16 de julio de 2017



Fuimos en el metro hasta la estación Hidalgo, donde comienza el parque de La Alameda, y caminamos hasta el Museo Franz Mayer, pero no encontramos a Tim Burton. La exposición ni siquiera estaba anunciada. De todas maneras, entramos a ver los numerosos objetos que Mayer coleccionó a través de su vida: cuadros, relojes, sillas, baúles, platos, jarrones. Y nos encontramos con una maravillosa exposición japonesa: katanas, trajes de samurais y geishas, pinturas. Dos horas después estábamos absolutamente rendidos y, como no teníamos tiempos para el Museo de la Estampa, segunda parada del recorrido dominical, fuimos directamente a Bellas Artes, al otro lado de la avenida Hidalgo. La fila para ver a Picasso y Diego Rivera ya salía del edificio. Decidimos buscar al señor de los libros de diseño en la calle Condesa, pero no estaba. Nos dijeron que sólo abría los fines de semana. ¿Qué entenderá por fines de semana? Lo hemos buscado tres o cuatro veces en este viaje. 


Nos quedaba una última parada del recorrido: la exposición de fotografías de Yasmina del Real en el Claustro de Sor Juana. Tenía anotada la dirección en mi libreta, Izazaga 92, y había leído un texto de la fotógrafa en La Jornada. "No hay nada de lo humano que no esté atravesado por el cuerpo. Y no hay nada en el cuerpo que no sea límite. Intervención. La nostalgia del ser. El anhelo de lo perdido. El cuerpo no es la metáfora de la humanidad, es la metáfora del tiempo. Donde la contradicción hace nido. No hay ficción más profunda que el cuerpo." Son las palabras de Yasmina, bastante enredadas, aunque la foto que acompaña al texto de La Jornada me encantó: una mujer tendida sobre un colchón cubierto con una sábana. Se ven las piernas y los brazos de la mujer pero no su rostro. Su cabeza, envuelta en la misma tela blanca que cubre el cuerpo, reposa sobre la almohada. Dos ventanas dan al interior de la casa. En la pared, una cuerda colgada de un clavo, y nada más. La luz envuelve a la mujer. El resto del cuarto permanece en la penumbra. La austeridad del cuarto acentúa la soledad de la mujer.

Guiados por Google, nos pusimos en camino. Caminamos dos meses, como dijo Alejandra: de 5 de mayo a 5 de febrero. En el mismo Centro Histórico, pero lejos, lejos, lejos. El Claustro de Sor Juana estaba cerrado.


Triunfo según Alejandra
Ciudad de México, 16 de julio de 2017


Para aliviar un poco este domingo de equivocaciones, entramos a una nevería de la calle Isabel la Católica y me entretuve tomando fotos de un árbol. Del árbol y la gente que pasaba por su lado. Creo que así salvé la jornada.

Estábamos muertos del cansancio. Por suerte, encontramos a la vuelta de la esquina una estación del metro y volvimos a casa.




domingo, 16 de julio de 2017

Casa de citas / Vargas Llosa / La ficción


Ilustración de Triunfo Arciniegas

Mario Vargas Llosa
Biografía

LA FICCIÓN


El contador de historias es el primer oficiante de una inconmensurable superchería vital, de la que derivan el teatro, el cine, las novelas, las artes plásticas, el circo, la ópera, la religión, el psicoanálisis y mil otras instituciones, disciplinas, prácticas, ciencias o seudociencias y sin la cual, por lo visto, ningún hombre podría vivir: la ficción. Ella es indispensable a todos y a todas y ella infecta o contagia las más diversas actividades humanas, a veces de manera deliberada y otras espontánea y casual, y en ciertos casos de un modo tan recóndito que es poco menos que imposible detectar su presencia. Su manifestación primera es la del cuento, pequeña historia que es también gesto, música y representación cuando nos llega a través de un contador. Hay en éste, siempre, algo que nos inquieta y conmueve; tal vez, que su presencia de alguna manera nos hace intuir la de sus antecesores, ese antiquísimo linaje, y nos vincula con esos remotos hombres del garrote y la incisión mágica que, como nosotros ahora, en el alba de la historia, con una mezcla indefinible de fruición, expectativa, impaciencia y a veces miedo, también creían, soñaban y vivían emocionalmente esa vida ficticia de los cuentos que escuchaban.



Casa de citas / Vargas Llosa / Borges

Jorge Luis Borges
Poster de T.A.
Mario Vargas Llosa
Biografía

BORGES

Borges, por cierto, sigue vigente. Tal vez más que cuando murió, hace 30 años. Hoy nadie discute su magisterio ni el protagonismo que tiene en la literatura contemporánea, no solo latinoamericana. Es la gran figura de los últimos 50 o 60 años en la lengua española, sin ninguna duda. Me parece tan indiscutible como Cervantes, Joyce o Faulkner. Todos hemos aprendido de él. Y eso, es cierto, sin escribir novelas. De hecho, sentía cierto desprecio por la novela. Todos los perfeccionistas han visto siempre la novela con reticencias porque es un género imperfecto. La perfección no es novelesca. La novela es el retrato de un mundo en el que la imperfección es la norma. Por eso refleja tan bien una sociedad en permanente movimiento.



Casa de citas / Vargas Llosa / Nicolás Maduro




Mario Vargas Llosa
NICOLÁS MADURO


Me pregunto cómo terminará sus días Nicolás Maduro: ¿igual que Fidel Castro, bien arropado por su guardia pretoriana en el cuartel misérrimo en que habrá convertido Venezuela, o entre rejas como el general Videla, en Argentina, o como Fujimori en el Perú? La verdad es que probablemente ninguno de la larga fila de sátrapas que ha padecido América Latina haya llevado a cabo peores hazañas que el antiguo chofer de autobuses al que el comandante Chávez dejó como heredero (para que no le hiciera sombra). Ha sumido en la ruina más absoluta a uno de los países más ricos del continente, que ahora se muere literalmente de hambre, de falta de medicinas, de trabajo, de salud, tiene la más alta inflación y criminalidad en el mundo, está quebrado y es objeto de la repulsa y condena de todas las democracias del planeta. Antes sólo perseguía y encarcelaba a quienes se atrevían a criticarlo. Ahora también mata, y a mansalva. Sus colectivos chavistas, bandas de malhechores en motos y armados, han perpetrado ya más de sesenta asesinatos en las últimas semanas, ante la respuesta valerosa del pueblo venezolano que se ha volcado a las calles frente a la amenaza gubernamental de reemplazar el Congreso por una asamblea de sirvientes no electos sino nombrados a dedo, como lo hacían Mussolini y la URSS. Cada día que pasa con Maduro en el poder la agonía de Venezuela se agrava; pero todo parece indicar que el final de ese vía crucis está cerca. Y ojalá que los responsables de la hecatombe económica y social que ha producido el chavismo, empezando por Nicolás Maduro, reciban el castigo que merecen.

El País, 3 de junio de 2017



sábado, 15 de julio de 2017

Triunfo Arciniegas / Diario / Pesadilla II



Triunfo Arciniegas
Pesadilla II
Ciudad de México, 15 de julio de 2017

Me deslizo por laberintos de espanto. Padezco las secuelas de un secuestro de tres décadas. La otra noche soñé que había vuelto al magisterio y, que los dioses me perdonen, había caído tan bajo que era amigo y cómplice del rector. Pero la pesadilla de anoche no tiene perdón ni excusa: era el rector.

Triunfo Arciniegas / Diario / Pesadilla




viernes, 14 de julio de 2017

Casa de citas / Clarice Lispector / Caballo

Fotografía de Wojtek Kwiatkowsk


Clarice Lispector
CABALLO

La forma del caballo representa lo mejor del ser humano. Tengo un caballo dentro de mí que raramente se expresa. Pero cuando veo a otro caballo entonces el mío se expresa. Su forma habla.




Casa de citas / Clarice Lispector / Como a un perro




Clarice Lispector

COMO A UN PERRO
Alguien que me recoja como a un perro humilde, que me abra la puerta, me regañe, me alimente, me quiera severamente como a un perro, eso es lo que quiero, como a un perro, como a un hijo.






Casa de citas / Clarice Lispector / Hambre y presencia





Clarice Lispector

HAMBRE Y PRESENCIA




Echar de menos es un poco como el hambre. Sólo se pasa cuando se come la presencia. Pero, a veces, el echar de menos es tan profundo que la presencia es poco: se quiere absorber a la otra persona entera. Esa gana de ser el otro para una unificación entera es uno de los sentimientos más urgentes que se tiene en vida.


MESTER DE BREVERÍA
Clarice Lispector / Autorretrato
Clarice Lispector / De noche

DE OTROS MUNDOS
Clarice Lispector / Devaneo y embriaguez de una muchacha
Clarice Lispector / Amor
Clarice Lispector / Una gallina