lunes, 21 de diciembre de 2020

Maggie O'Farrell / La extraña desaparición de Esme Lennox IV

 


Maggie O'Farrell

La extraña desaparición de Esme Lennox 

IV

Fran entra en el bar a toda prisa. Llega tarde. Ha ido a la peluquería. Cada seis semanas va a que le hagan mechas rubias en el pelo castaño. Es doloroso. Le ponen un gorro muy apretado, le sacan a tirones los mechones de pelo y los untan con productos irritantes. Le duele tanto la cabeza como si todavía llevara puesto el gorro.
    Echa un vistazo al local. Lleva la blusa de seda, la que le gusta a Alex. Una vez le dijo que con ella sus pechos parecían melocotones. Y la falda de lino ajustada. Se oye el frufrú de la ropa y el pelo le cae en una limpia cortina en torno a la cara.
    Los ve, medio ocultos por una columna. Están inclinados, muy juntos, bajo las luces. Beben lo mismo, algo rojo y transparente con hielo, y sus cabezas casi se tocan. Iris lleva unos pantalones de cintura baja. Sigue delgada, el hueso de las caderas se insinúa por encima de la cinturilla del pantalón. Lleva un top al que parece que le ha cortado cuello y mangas con tijeras.
    —¡Hola! —Fran saluda, pero no la ven. Están cogidos de la mano. O tal vez no. La mano de Alex descansa sobre la muñeca de Iris.
    Fran se abre paso entre las mesas, agarrada al bolso que lleva colgado al hombro. Cuando llega hasta ellos, los dos hermanos estallan en carcajadas y Alex se sacude la camisa como si tuviera algo por dentro.
    —¿De qué os reís tanto? —pregunta Fran sonriendo—. Contadme el chiste.
    —De nada —contesta él, todavía riéndose.
    —¡Ay, vamos! —exclama ella—. Por favor.
    —No es nada. Ya te lo cuento luego. ¿Quieres tomar algo?



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