jueves, 30 de abril de 2020

Casa de citas / Per Olov Enquist / Algún día




Per Olov Enquist
ALGÚN DÍA

Algún día, solía pensar Gundberg, llegará la época del control, la época en que se conquiste el control. Y entonces no será menester adoptar sonrisas. Sobrevendrá el tiempo de cortar, de la pureza, y las ramas secas del árbol se podarán. La maldad será por fin castrada. Y llegará el momento de la pureza.
Y la época de las mujeres indecentes llegará a su fin. 
Sin embargo, no sabía qué hacer con las mujeres lascivas. Ellas no podían ser podadas. Las malas mujeres quizá se desplomarían y se descompondrían, convirtiéndose en podredumbre, como una seta en otoño. 
Le gustaba mucho esa imagen. Las mujeres lascivas desplomándose y pudriéndose como una seta en otoño.

Per Olov Enquist
La visita del médico de cámara
Círculo de Lectores, Barcelona, 2002, p. 26

Una película / Francis Ford Coppola / El Padrino


Francis Ford Coppola, Marlon Brando y Al Pacino


UNA PELÍCULA 

El padrino

de Francis Ford Coppola

Gregorio Belinchón
19 de abril de 2020

Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 36)


I believe in America. America has made my fortune”. La primera secuencia muestra un rostro compungido, rabioso. La cámara se aleja poco a poco de esa cara, la de alguien que viene a pedir ayuda, probablemente también consuelo, a un hombre con poder, y a quien le cuenta una desgracia ocurrida a su hija. Rodeados de oscuridad y silencio. Y por primera vez se oye a quien le recibe: “¿Por qué acudiste a la policía? ¿Por qué no viniste a verme primero?”. Y después, el acabóse. Hasta su secuencia final, en la que la cámara también se aleja de un rostro. Esta vez es el de un hombre satisfecho, apoyado en la mesa de su despacho. Su esposa mira desde el otro de la puerta. En la distancia, ve cómo otros felicitan a su marido. También hay silencio espeso. Y oscuridad. Alguien susurra “Don Corleone”... Un guardaespaldas cierra lentamente la puerta, y la mujer entiende que ha perdido a su marido, deglutido primero por un alud de villanía y convertido ahora en el motor del mal.
Entre medias, un rodaje infernal, una demostración de lo que es capaz de hacer el ser humano cuando se le pone entre la espada y la pared. Tanto en el rodaje, con Francis Ford Coppola cuestionado cada día, como en la pantalla, cuando Michael Corleone es empujado a tomar las riendas de su familia y no acaben devorados por los otros clanes de la Cosa Nostra (nunca se pronuncia la palabra mafia) que aprovechan la ausencia forzada de su padre, un hombre recto, genial estratega, que añora de forma a veces melancólica tiempos pasados en los que no existían tantos matices de grises. Pacino, Brando, las naranjas, la oferta que no se pudo rechazar… El padrino, ¿para qué más? 
El padrino. Francis Ford Coppola. 1974. La película está disponible en Netflix, Rakuten TV y Amazon Prime Video.

Una película / Michael Radford / El cartero






UNA PELÍCULA
EL CARTERO
de Michael Radford


Por Alma Baires & Miguel Pina

El cartero y Pablo Neruda dirigida por Michael Radford es una película italiana del año 1994 que destaca por la sutileza de sus lineas narrativas y por lo preciosista de sus evocadoras imágenes. “Il Postino”, que es su título original, se estrenó en Italia en el Festival de Venecia el 1° de septiembre de 1994 y fue distribuida en las salas italianas el 22 de ese mismo mes. Una película del, hasta ese momento no muy conocido, director inglés Michael Radford y de Massimo Troisi. Porque, aún si luego nunca fue acreditado, el actor italiano que saltó a la fama por este papel, fue el co-director de la película y se involucró también en la redacción del guion. 




El filme está basado en la novela titulada “Ardiente paciencia” (1986) del escritor chileno, Antonio Skármeta. La cual, cuando fue leída por Massimo Troisi, le causó un gran impacto emocional y no se detuvo hasta poder comprar los derechos para llevarla a la gran pantalla.

Si bien en el libro la historia se ambienta en un pequeño pueblo de pescadores de la Isla Negra, cerca de las costas chilenas, en junio de 1969; para la película se decidió hacerlo en el año 1952, período en el que realmente Pablo Neruda se encontraba exiliado en Italia. Después de probar a rodar la película en la isla de Pantelería (Sicilia), se eligió hacerla en Procida y Salinas, en las cercanías de Nápoles. En este lugar nació Massimo Troisi y ahí es cuando comprobamos la máxima implicación del actor en el proyecto que cambiaría su vida. El cine, una vez más, es el reflejo de las emociones de sus creadores.

El mapa geográfico y sentimental de El cartero y Pablo Neruda siempre transcurre de manera paralela en la bellísima filmación. A Pantelería es donde el poeta Pablo Neruda llega pidiendo asilo político. Allí es donde entabla amistad con Mario (Massimo Troisi) que es contratado como cartero para hacerle llegar la correspondencia al famoso poeta. Pablo Neruda es interpretado por el famoso actor francés Philippe Noiret, con hasta ese momento una larga lista de éxitos internacionales (¿quién podría olvidar su personaje de Alfredo en Cinema Paradiso de Tornatore?). Y ese cartero, un hombre pobre y simple, hijo de un pescador analfabeto (como casi todos los habitantes de la isla), es el ya nombrado Massimo Troisi, conocido en Italia como “el cómico de los sentimientos”.



El filme italiano gira en torno a la relación maestro/discípulo que de alguna manera ya se apreciaba en la antes citada Cinema Paradiso. En aquella mítica cinta era la sala de cine la que servía como referencia cultural, social e informativa de un pequeño pueblo italiano. Este municipio abría sus ojos al mundo a través de la cinematografía. Sin embargo, en El cartero y Pablo Neruda el motor que mueve a los personajes representados es la poesía. La película es también una una interesante metáfora que refleja perfectamente la realidad social de la población italiana de la época. Una sociedad castigada por la posguerra y desconectada en cierta manera de la vida cultural de las grandes ciudades.

Pero el amor no entiende de fronteras sociales o culturales. Tampoco lo hace el deseo sexual. Y ahí es cuando entra en escena Beatricce. Ésta, es interpretada por una hermosa Maria Grazia Cucinotta que representa el poderío de la mujer italiana. En esta parte de la producción, narrada en forma de cuento rural costumbrista, es cuando se establece un triangulo social entre Neruda, el cartero y la joven Breatricce. Mario, que es un hombre tímido, encuentra el coraje y también los medios para intentar conquistar a la mujer que ama a través de los versos de su amigo el poeta.

La escenografía de la cinta es evocadora. La pureza del Mediterráneo siempre está presente en un segundo plano cuando no en un primero. En la parte final se alterna el preciosista color con algunas imágenes en blanco y negro. Con ello, el cineasta apuesta por el melodrama con el que encuentra un contrapunto emocional a la dulzura expresada en la primera parte de la historia. También apreciamos una música muy especial compuesta por el famoso pianista y compositor argentino Luis Bacalov que se llevó el Oscar a la mejor banda sonora original.



El cartero y Pablo Neruda es una cinta bella, sutil y cadenciosa. Nos parece que es mucho más que una película. Es todo un himno a la poesía y al poder de la palabra. Éstas, son capaces de elevar el alma de cualquier ser humano. Mario Ruoppolo, el cartero, se alimenta del aprendizaje del maestro y poeta que tenía a su lado. Hablamos, por tanto, de la historia de una amistad que nace de una admiración profunda y que al final de la película se muestra recíproca. Con ello, se pone en valor la humildad como principal vector moral de la dulce propuesta presentada.


Este texto ha sido escrito de manera conjunta junto a Alma Baires a la que agradezco de manera muy especial su colaboración y su amor por el cine. 

Alma es una escritora argentina afincada en Italia que dirige el blog: Las pasiones de Alma. En él, nos regala su pasión por los libros, las películas y la música. Además de ello, administra otras tres páginas web que podéis consultar en su perfil. Con Alma, comparto una manera muy parecida de ver la vida y con ello la manera de amar el cine. Porque el cine es solo el reflejo de la historias que conforman nuestras vidas, nuestro pasado y nuestro futuro. Gracias Alma y gracias a toda la comunidad que conforma este universo mágico al que aspira a ser Cine y críticas marcianas. 




Una película / Julio Medem / El árbol de la sangre




UNA PELÍCULA
El árbol de la sangre
de Julio Medem

"Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que muere de sed."
Ovidio.

La historia: Rebeca (Úrsula Corberó) y Marc (Álvaro Cervantes) son una pareja de enamorados que deciden pasar unos días en un caserío familiar del País Vasco buscando el aislamiento y la intimidad más absoluta para recomponer su pasado. Para ello, deciden poner en común los recuerdos de ambas familias trazando un árbol genealógico que los llevará al punto exacto en el cual se conocieron. Además, se proponen un reto de sinceridad extrema en el que tendrán que redactar juntos la historia de su romance. Otra parte del desafío consistirá en desvelarse el uno al otro todos los secretos que pudieran guardarse tanto en el ámbito de la pareja como en el oscuro pasado familiar.

Úrsula Corberó y Álvaro Cervantes

La crítica: La poderosa imagen superior en la que vemos a dos jóvenes uniendo sus manos a través de la corteza de un poderoso árbol es la poética metáfora con la que Julio Medem (Los amantes del círculo polar), abre esta complejísima historia de más de diez personajes entrelazados a través de un guión original que en sí mismo es ya una obra literaria de máximo alcance.

¿Qué trata de decirnos Julio Medem en esta hiperbólica historia de amores y desamores, encuentros y desencuentros, huidas y venidas? Pues en primer lugar que está de regreso y espero que esta vez sea ya para dirigir y escribir películas de manera continuada ya que desde 2010 solo había dirigido incomprensiblemente dos películas.

El árbol de la sangre es una película que se podría disfrutar más en un segundo visionado que en la primera proyección. Ello se debe a la complejidad del puzzle sentimental ofrecido por el cineasta. Pero en cualquier caso, la obra presenciada es mayúscula en emocione cuando poco a poco va penetrando en la memoria vital del espectador. Medem genera una fuerte empatía con la pareja protagonista que en definitiva representan la pasión y el dolor cuando el primer amor aparece en la vida de las personas.

Otra de la muchas preguntas que lanza al aire Medem es si la sinceridad absoluta fortalece o por el contrario destruye las relaciones humanas ya sean en el lado amoroso o en el ámbito familiar. ¿Realmente somos responsables de los aciertos o de los errores de nuestros antepasados? ¿Son los impulsos sexuales de alguna manera controlables en el comportamiento humano vistos desde el punto de vista puramente biológico? ¿Son los celos una muestra de amor o solo un tormento para aquellos que los sufren o los padecen? Estas son algunos de los interrogantes que nos ofrece el cineasta y que responde de manera muy personal a través de los personajes representados en la historia.


Úrsula Corberó (La casa de papel) es una actriz en plena evolución y que consigue a través de Julio Medem dar el salto de calidad que le hacía falta en la gran pantalla sin el sometimiento mediático o las prisas que conllevan las interpretaciones en las series televisivas. Aquí luce perfecta en el personaje de Rebeca que fue una niña sometida a un trasplante de órganos cuando era un bebé. Este hecho se convertirá en el verdadero árbol de la sangre por la que transcurre toda su experiencia vital y la de su familia. Rebeca conoce poco después de cumplir los 18 años a Marc e inician una relación compleja hasta que siete años después deciden hacer una apuesta de sinceridad en unos días que cambiarán sus vidas para siempre.

Marc es interpretado correctamente por Álvaro Cervantes en una historia con un parecido razonable a la que le otorgó cierta popularidad y llamada El sexo de los ángeles en la que también se hablaba sobre las relaciones de pareja en sus comienzos. En este caso, su personaje no es llevado a la fuerza por Rebeca al caserío vasco, sino que es más bien él y en una idea de su madre (¡ay las suegras!) el que decide e impulsa esta manera un tanto tóxica pero liberadora de conocer a fondo a su pareja que al parecer guarda extraños y misteriosos secretos ocultos.

Nawja Nimri de la que hablábamos la semana pasada a raíz de su mágica interpretación en Quién te cantará vuelve a demostrar que está en su mejor momento profesional interpretando a "La Maca" que es el personaje que hace de la madre de Rebeca. Y es que nos encontramos ante una madre que afronta el reto más difícil de su vida, tras sufrir una enfermedad mental después de haber dado a luz a su bebé. Incluso por momentos tiene que ser ingresada en centros psiquiátricos y con ello dejar en manos de su nueva pareja el cuidado de su niña.

Este padre, que sin ser biológico, es un ejemplo en cuidado de madre y niña es interpretado por Daniel Grao (Julieta) y simboliza la maternidad/paternidad por encima de sexos hasta que la presión le puede y comienza a coquetear con el mundo de las drogas como forma de evasión ante la combinación de conflictos personales.

En el caso del personaje del joven enamorado (Marc), su relación paterno/materna se establece principalmente con su madre que es la ideóloga de que la joven pareja pongan por escrito sus puntos en acuerdo y en desacuerdo pasa así avanzar o no en la relación. Este papel es interpretado por Maria Molins (Cien años de perdón).

Por último, y quizás el personaje y el actor más interesante de toda la película junto a Nawja Nimri, es el otorgado por Medem para el actor argentino Joaquín Furriel (El faro de las orcas), que da vida a Olmo que es un hombre con un oscuro pasado, pero que aparece como constante en la vida de de los demás personajes con idilios, conflictos o pasajes tortuosos y que tendrá la llave para desvelar si el futuro amoroso de Rebeca y Marc tiene futuro o debe darse por concluido.

Me dejo algunos actores secundarios pero de relevancia, ante un reparto coral que nos lleva a los 14 personajes que deben ser ya descubiertos y disfrutados en la sala de cine. Pero en una primera conclusión, cabe decir que todo este entrelazado de historias nos lleva a la idea general de que sin conocer quien somos, ni de donde venimos, difícilmente sabremos hacia donde encaminar nuestros pasos.


El árbol de la sangre es un cuento moderno envuelto de forma muy poética en las potentes imágenes que nos regala Julio Medem. En conclusión, es una película muy profunda y algo confusa que va creciendo poco a poco de manera inversa a como lo hacen las raíces de un árbol. El cineasta vasco fija siempre el foco de atención en los conflictos pasionales, sentimentales o éticos que han acompañado su filmografía. Nos encontramos también ante una filmación muy dolorosa con frases desgarradoras, que si bien sacadas de contexto pueden parecer excesivas en lo melodramáticas, en el colocón emocional en el que nos envuelve el director causan el efecto narrativo deseado. Quizás las más llamativas de las que recuerde sean las tres siguientes:

_Me mata pensar hasta donde pudiste ser capaz de engañarme.

_He sabido tu verdad y he dejado de quererte.

_¿Recuerdas mi verdad más grande?


En definitiva, la filmación no deja de ser una historia de amor trágico que enlaza de alguna manera y con muy buen gusto narrativo con el Romeo y Julieta de William Shakespeare, pero con la diferencia de que Julio Medem ofrece a sus amantes una salida para que reconstruyendo el pasado puedan conquistar el futuro.
Nota: 8/10.

Nacionalidad: España.

Dirección y guión: Julio Medem.

Reparto: Úrsula Corberó, Álvaro Cervantes,
Najwa Nimri, Daniel Grao, Joaquín Furriel.

Música: Lucas Vidal.

Fotografía: Kiko de la Rica.

Duración: 130 minutos.

Estreno España: 31/10/2018.



miércoles, 29 de abril de 2020

Casa de citas / Per Olov Enquist / Margrethe



Per Olov Enquist
MARGRETHE

De todos los gobernantes de Dinamarca, pintados tan a menudo a caballo, Johan Friedrich Struensee fue seguramente el jinete más diestro y el que más amaba a estos animales. Cuando era conducido hacia el patíbulo en Ostre Faelled, el general Eichstedt, quizá como expresión de desprecio o de una sutil crueldad hacia el condenado, llegó a lomos de Margrethe, el caballo ruano de Struensee, al que él mismo había dado ese nombre tan poco común para un caballo. Pero si su intención era causarle más dolor aún al condenado, falló; a Struensee se le iluminó la cara, se detuvo, levantó la mano como queriendo acariciarle el hocico y una débil, casi feliz sonrisa, se le dibujó en el rostro, como si creyera que el caballo había venido a despedirse de él. 

Quiso acariciar al caballo, pero no pudo alcanzarlo. 



Per Olov Enquist
La visita del médico de cámara
Círculo de Lectores, Barcelona, 2002, p. 14

Casa de citas / Per Olov Enquist / La marca



Per Olov Enquist
LA MARCA

Estuve siempre convencida de que eras tú. Desde la primera vez que te vi y te tuve miedo, pensé en ti como un enemigo al que había que destrozar. Pero se trataba de una señal. Una señal en tu cuerpo. Que me quemó con fuego, como se marca un animal con el hierro. Lo sabía.


Per Olov Enquist
La visita del médico de cámara
Círculo de Lectores, Barcelona, 2002, p. 203


Casa de citas / Per Olov Enquist / El cuerpo de la reina


Per Olov Enquist
EL CUERPO DE LA REINA



Per Olov Enquist
La visita del médico de cámara
Círculo de Lectores, Barcelona, 2002, p. 139


Casa de citas / Per Olov Enquist / Vaca de cría


“Busto de una dama, según Lucas Cranach el Joven II”
Cannes, 4 de julio de 1958
Pablo Picasso

Per Olov Enquist
LA MARCA

Al ser informada sobre sus esponsales, Caroline Mathilde se sintió atemorizada.
El hecho de que fuera hermana del rey de Inglaterra le pareció su única razón de ser, por eso adoptó el lema: O, Keep me innocent, make others great.
Así que pasaba la mayor parte del tiempo llorando. Era algo, o sea, hermana, aparte de eso, nada más. No existió hasta la edad de quince años. Después, no permitiría que nadie recibiera ningún tipo de información sobre aquellos momentos, a excepción de que el anuncio oficial de su compromiso matrimonial con el joven rey danés le había supuesto un enorme golpe. Se había criado en un monasterio. Era necesario, había decidido su madre, pues la vida licenciosa de la Corte no resultaba apropiada para ella, la elegida. Ella no supo, sin embargo, si había sido elegida para algo más grande o más pequeño.
Solo le había quedado claro que debía hacer de vaca de cría. Ella proveería a aquel pequeño y extraño país, Dinamarca, de un rey. Por eso tenía que se apareada. En la Corte inglesa averiguaron la identidad del toro danés y luego se lo comunicaron. Supo que el toro que la iba a cubrir era un chico menudo y delgado; había visto un retrato suyo. Parecía agradable. No como un toro. El problema residía, le dijeron, en que él, con toda seguridad, estaba loco.
Si no fuera el soberano absoluto elegido por Dios, estaría encerrado.
Todo el mundo sabía que los príncipes daneses estaban locos; ella había visto a David Garrick en el papel de Hamlet, en el teatro Drury Lane. Pero el que tuviera que ser precisamente ella la afectada, la hizo caer en la desesperación.

Per Olov Enquist
La visita del médico de cámara
Círculo de Lectores, Barcelona, 2002, p. 57

Casa de citas / Jesus Ferrero / Per Olov Enquist

Jesús Ferrero
PER OLOV ENQUIST
No sería aventurado decir que Enquist es uno de los mejores escritores europeos de nuestro tiempo.

 Escritores escandinavos que conquista el Mediterráneo


martes, 28 de abril de 2020

Un libro / Max Frisch / Mountauk / Un fin de semana de primavera

Max Frisch
Otto Dix


Max Frisch
MONTAUK
Un fin de semana de primavera

Sra. Castro
25 de julio de 2008


«Montauk» nació como consecuencia de un fin de semana de la primavera del 1974 que Max Frisch pasó en un paraje con ese nombre, situado en el extremo este de Long Island; y siendo la historia de ese fin de semana, es también la historia de la vida de Frisch, un recorrido por sus principales capítulos, escrita a los 63 años, cuando ya comenzaba a imaginarse su muerte.
[…] la pequeña localidad donde ayer decidí relatar este fin de semana: de manera autobiográfica, sí, autobiográfica. Sin inventar personajes; sin inventar acontecimientos que fueran más ejemplares que su realidad; sin desviarse con invenciones. Sin justificar su escritura en virtud del compromiso frente a la sociedad; sin mensaje. No tiene ninguno y, sin embargo, vive. Él sólo quiere contar (con todo respeto hacia las personas que cita por su nombre: su vida.)
Al narrar lo que acontece ese fin de semana que comparte con Lynn, una mujer a la que conoce durante un viaje de promoción en Norteamérica y con la que más tarde viviría, Frisch pretende dejar constancia de cómo se siente en ese momento presente, precisamente gracias a Lynn; a la vez que dejar constancia de cómo se siente con respecto a su pasado, ejercicio que sólo puede emprender gracias al regalo que de su presente le hace su compañera. En sus propias palabras, Frisch alberga una «necesidad demencial de tiempo presente por medio de una mujer».
El repaso de su pasado es concienzudo, pero no cronológico. Por eso sin duda ayuda la brevísima sinopsis biográfica de la vida de Max Frisch que acompaña esta edición de Laetoli, y que permite situar las diferentes vivencias narradas en el período en que acontecieron.
Frisch dedica rememora la relación con el amigo adinerado que le pagó sus estudios de arquitectura, por el que sentía una gran admiración y un profundo respeto, aunque con el tiempo la relación se fue enfriando. También analiza las relaciones con los hijos habidos en su primer matrimonio: unas relaciones extrañas, e incluso incómodas, con unos hijos adultos con los que apenas tiene nada en común.
Hay también lugar en «Montauk» para una reflexión sobre la fama, el éxito y el dinero que el reconocimiento de su obra acarrearon a Max Frisch. El éxito le llevó a pensar que hay quien juzga los triunfos ajenos como ofensas personales. Por el contrario, la fama no vuelve a los demás envidiosos, sino que procura un reconocimiento que resulta reconfortante y no exige tomar una actitud de falsa modestia. En cuanto al dinero, Frisch narra la anécdota de como se compró una bicicleta, en lugar de la moto que deseaba, para descubrir más tarde que tenía miles de marcos en su cuenta corriente.
Pero, sobre todo, Frisch hace un recorrido por sus relaciones sentimentales, del que se desprende la idea de su -casi podría llamarse- obsesión por la mujer. Frisch reflexiona sobre el impulso, o la necesidad, que le ha conducido a tratar de entender a las mujeres, en lugar de simplemente amarlas. Por delante del ser humano, el autor antepone la idea de lo femenino, tratando desesperadamente de descifrar algo que no sabe a ciencia cierta que es, y granjeándose de esa manera únicamente dolor e insatisfacción.
La escritura franca, consecuencia de la decisión de su autor de mirar hacia atrás sin cólera y sin autocompasión, hacen de «Montauk» un libro cuya escritura debió suponer una experiencia en cierta medida catártica y gratificante; y esa sensación de gratificación todavía se filtra hasta el lector.

Casa de citas / Max Frisch / My life as man



Max Frisch
MY LIFE AS MAN
Traducción de Fernando Aramburu

A veces creo entenderlas, a las mujeres, y al comienzo les gusta mi invento, mi bosquejo de su naturaleza. Por lo menos les asombra que yo vea en ellas lo que mis predecesores no vieron. De este modo consigo ganármelas. NUNCA PUDE HABLAR CON UN HOMBRE COMO CONTIGO, eso lo he escuchado más de una vez en el momento de la despedida. Cualquiera puede halagar, a mí eso no me hace falta. A ellas les halaga verme en el apremio de descifrarlas. Durante un tiempo las convence lo que se me ocurre acerca de ellas. No las veo simples, sino llenas de contradicciones. ESO NO ME LO HABÍA DICHO NUNCA NADIE, dicen, PERO TAL VEZ TENGAS RAZÓN. Mi bosquejo tiene algo de imperioso. Como todos los oráculos. Yo mismo me asombro de comprobar que su reacción confirma mis presentimientos. Por supuesto que no tengo el mismo bosquejo para cada mujer. No me quedo tranquilo, tengo que saber a quién amo. Me cuido mucho de trasladar las experiencias habidas con una compañera a la compañera siguiente. Si, a pesar de todo, lo hago involuntariamente, estoy soy consciente de haber cometido una injusticia. Tiene que ser por mi culpa que se repitan modos de conducta similares, idénticos incluso muchas veces. El caso es que, a mi juicio, no me falta imaginación. Para cada compañera invento una complicación distinta conmigo. Por ejemplo, que ella es la más fuerte o que yo soy el más fuerte. Ellas mismas reaccionan según eso, al menos en mi presencia. Si percibo que sufren, entonces digo de qué sufren, o no lo digo; pero, así y todo, creo saberlo. La fuerza de mi obcecación, que no me abandona. Todo lo que entra en mi bosquejo se presenta como objeto de contemplación. Lo veo, vaya que sí, lo oigo, y, si no estoy delante, me lo puedo figurar más o menos. Tengo que figurármelo; no más o menos, sino con exactitud. Dudo, claro está, de lo que me imagino se corresponda con la realidad. ES TU INTERPRETACIÓN, dicen las mujeres. Lo que es por ellas, no necesitan ninguna. Es indiferente si cuanto inventó en torno a la mujer querida me mortifica o me llena de felicidad. Basta con que me persuada. No son las mujeres las que me engañan. Lo hago yo mismo.

Max Frisch
Montauk
Editorial Laetoli, Pamplona, 2006, pp. 87-89.




lunes, 27 de abril de 2020

Casa de citas / Max Frisch / Volker Schlöndorff / Ella




El regreso a Montauk / Tráiler en español

Max Frisch / Volker Schlöndorff
ELLA

Ella fue mi gran oportunidad, la que importaba.





Cuando estoy en esta ciudad, las esquinas de todas las calles me recuerdan a ella.


Casa de citas / Max Frisch / Central Park

Pareja
Central Park, Nueva York, 2012
Fotografía de Triunfo Arciniegas

Max Frisch
CENTRAL PARK

Traducción de Fernando Aramburu


Hoy hace una semana: … no están tendidos en la hierba, abrazados como las otras parejas, sino sentados. Si no fuera porque Lynn tiene que trabajar podrían ir al mar. Lynn sabe dónde sería bonito: Montauk. Su leve esperanza de que sería hermoso estar al lado del mar le anima a hacer la propuesta para el próximo fin de semana, el último de los suyos aquí. No se prometen nada, es sólo un propósito. Permanece sentado mientras Lynn se tumba a su lado, sobre la hierba. Ella maldice a su empresa, pues tiene que trabajar aunque es domingo. Un domingo de sol. El parque repleto de gente abigarrada. Ya no hay hippies. Cuando se levantan y se van, pues para Lynn ya es hora de irse, es ella quien cuelga su brazo del brazo de él. Contemplan juntos, cogidos del brazo, una foca negra, ese animal sin brazos que se revuelca y brilla sobre una soleada roca artificial. Olor a los roscos quemados que se venden aquí. Siguen caminando y ven: jóvenes jugadores de béisbol, entre ellos muchos negros, aquí y allá un padre que echa a volar para hijos una cometa de colores, las barcas metálicas en el pequeño lago entre las rocas negras de Manhattan… Dos años atrás (justo por esta estación; con las ramas, eso sí, más verdes), posé aquí para la televisión alemana. El equipo de filmación, que buscaba mi faceta desenfadada, se alegró gracias a Jakov Lind, que me hizo reír. Marianne no quería apareceré en las imágenes. Yo me opuse cada vez que el cámara intentaba filmarla a hurtadillas. Entendí que Marianne no quisiera aparecer. Se trataba (como siempre) de la relación del escritor con la sociedad.

Max Frisch
Montauk
Editorial Laetoli, Pamplona, 2006, p. 9.



Casa de citas / Max Frisch / Montauk





Max Frisch

MONTAUK


El escritor recela de los sentimientos que no se prestan a ser publicados. Él espera entonces su ironía. Supedita sus percepciones a la cuestión de si son dignas de ser escritas y vive de mal grado lo que no puede en absoluto poner en palabras. Esta enfermedad profesional del escritor convierte a algunos en bebedores.
La literatura conserva el momento, para eso existe.
Amagannsett se llama, pues, la pequeña localidad donde ayer decidió relatar este fin de semana: de manera autobiográfica, sí autobiográfica. Sin inventar personajes; sin inventar acontecimientos que fueran más ejemplares que su realidad; sin desviarse con invenciones. Sin justificar su escritura en virtud del compromiso frente a la sociedad; sin mensaje. No tiene ninguno y, sin embargo, vive. Él solo quiere contar (con todo respeto hacia las personas que cita por su nombre): su vida. 
No vivo con mi propia historia, sólo con las partes que pude transformar en literatura.
Un nobel francés solicita papel y pluma por el trayecto hacia la guillotina a fin de anotar algo, y le son proporcionados. La nota podría, claro está, ser destruida en caso de que estuviera dirigida a alguien. No es así. La nota es pura y simplemente para él mismo: pro memoria.


Triunfo Arciniegas / Diario / Peter Olov Enquist

Per Olov Enquist


Triunfo Arciniegas

Peter Olov Enquist (1934 - 2020)
26 de abril de 2020

Es difícil seguirle el ritmo a la muerte en estos meses. Ayer falleció de cáncer en Estocolmo el escritor y dramaturgo Per Olov Enquist, autor de una novela deslumbrante, La visita del médico de cámara, y del guión de Pelle, el Conquistador, la famosa película de Billie August, con Max von Sydow, otro muerto reciente. 


Per Olov Enquist, eterno candidato al Nobel y traducido a treinta idiomas, se le consideraba el novelista sueco vivo más importante y fue el dramaturgo sueco más representado del siglo XX. En sus años de alcohólico se fugó de dos de las tres centros de rehabilitación donde estuvo internado. Fueron diez años de martirio. Una noche viajó al estreno de una obra en Wurzburgo y terminó a quinientos kilómetros de allí, en Hamburgo, tirado en un vagón de tren en una estación de carga. Se recuperó al fin y, como él mismo diría, vivió treinta años "de propina".

Así comienza La visita del médico de cámara: "El 5 de abril de 1768 Johann Friedrich Struensee fue contratado como médico de cámara del rey danés Cristián VII; cuatro años después era ejecutado".




domingo, 26 de abril de 2020

Una película / Julio Medem / Los amantes del Círculo Polar




UNA PELÍCULA

Los amantes del Círculo Polar

de Julio Medem

Gregorio Belinchón
24 de abril de 2020







Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 42)


Julio Medem es un cineasta que nunca ha tenido miedo en enfangarse, tanto en la forma y fondo de sus películas como en sus aproximaciones al documental. A veces sale malparado –es lo que tiene el riesgo­–, otras sale limpio tras el triple salto mortal. Y cuando cae de pie, cuando su pirueta cinematográfica deja boquiabierto al público, en esos momentos de poesía pura, sin adornos melifluos y con un ambicioso uso de lo visual, es cuando Medem es inigualable. Una de sus mejores películas es Los amantes del Círculo Polar (1998), una película que desde su mismo título ya alerta sobre su forma: será circular, simétrica, capicúa palíndroma (si eso se puede aplicar al cine). Con personajes con nombres obligados por el juego del director: Otto y Ana.
Medem escribió el guion después de su divorcio, y pensó en el amor como una poderosa fuerza motriz, tocada por la melancolía que deviene de los sentimientos que descubrimos cuando ya han pasado por nuestras vidas. Sus protagonistas se conocen desde niños, y poco después se convierten en hermanastros cuando el padre de Otto se casa con la madre de Ana. A pesar de esa relación familiar, se enamoran y más tarde se separan. Pero el cine de Medem está lleno de giros enigmáticos y curiosos que el espectador debe de aprender a respetar. “La casualidad que estábamos esperando”, le escribe Ana a Otto. Llega el reencuentro en Laponia y la sumisión de Medem al amour fou. Con su lluvia de mensajes en aviones de papel, con su extraño cruce en la madrileña Plaza Mayor, con su esquiar hacia arriba subido en un gigante finés… Los amantes del Círculo Polar emociona. Y eso no es poco en los tiempos que corren.


Los amantes del Círculo Polar. Julio Medem. 1998. La película está disponible en FlixOlé.
EL PAÍS