miércoles, 30 de noviembre de 2022

Poemas como heridas / Ada Limón / Lo que antes no sabía

 



Ada Limón
Lo que antes no sabía
Traducción de Daniela Morano

era cómo los caballos simplemente dan a luz
a otros caballos. No un bebé, no
una criatura de espacios liminales, sino
que a una bestia de cuatro patas empecinada en caminar
gateando en busca de su madre. Un caballo
deja espacio para otro caballo y de repente
hay dos caballos, así como si nada.
Así es como te amé. Tú,
bajando del lejano tren desde Red Bank con un café
del tamaño de tu brazo, una bolsa pesada
con dos computadores balanceándose
a tu lado. Recuerdo que nos reímos
cuando nos miramos. Lo que había entre
nosotros no era algo frágil que cuidar, adormecer.
Nació totalmente formado, listo para correr.



What I Didn’t Know Before
by Ada Limón

was how horses simply give birth to other
horses. Not a baby by any means, not
a creature of liminal spaces, but a four-legged
beast hellbent on walking, scrambling after
the mother. A horse gives way to another
horse and then suddenly there are two horses,
just like that. That’s how I loved you. You,
off the long train from Red Bank carrying
a coffee as big as your arm, a bag with two
computers swinging in it unwieldily at your
side. I remember we broke into laughter
when we saw each other. What was between
us wasn’t a fragile thing to be coddled, cooed
over. It came out fully formed, ready to run.


Poemas como heridas / Ada Limón / Tener

 


Ada Limón
TENER
Traducción de Daniela Morano

El cielo blanco punzante con el frío de noviembre,
el aire es ceniza y humo de madera quemada.
El rubor del árbol que muere
un tren de carga a toda velocidad, y ahí,
esa soy yo, parada en medio del pasto
escarchado, observando al perro sufrir
con la caída de las hojas frías. No me veo grande a la distancia,
solo un poste de alambre, un seto de acebo.
Todavía más amplio, más allá del estruendoso cruce
de yeguas buscando lo que queda de verde
en el pasto, unos recién nacidos son
expulsados, y el cielo es el mismo, blanco
como la calma ante una tensa bandera de rendición.
Unos ranchos más allá, ahí está nuestra yegua,
su panza un barril redondo con un potrillo o
la idea de un potrillo. Es Kentucky, otoño,
y cualquier yegua que lo valga acarrea
un potencial próximo triunfador. Nuestro, su pelaje,
grueso con el barro de la temporada se apoya contra
la reja negra y esta imagen me pesa.
Como mi propio cuerpo, vacío,
libre de secretos, sabe cómo cargarla,
sabe que todos estamos destinados a algo.




CARRYING
by Ada Limón

The sky’s white with November’s teeth,
and the air is ash and woodsmoke.
A flush of color from the dying tree,
a cargo train speeding through, and there,
that’s me, standing in the wintering
grass watching the dog suffer the cold
leaves. I’m not large from this distance,
just a fence post, a hedge of holly.
Wider still, beyond the rumble of overpass,
mares look for what’s left of green
in the pasture, a few weanlings kick
out, and theirs is the same sky, white
like a calm flag of surrender pulled taut.
A few farms over, there’s our mare,
her belly barrel-round with foal, or idea
of foal. It’s Kentucky, late fall, and any
mare worth her salt is carrying the next
potential stake’s winner. Ours, her coat
thicker with the season’s muck, leans against
the black fence and this image is heavy
within me. How my own body, empty,
clean of secrets, knows how to carry her,
knows we were all meant for something.



martes, 29 de noviembre de 2022

Poemas como heridas / Ada Limón / La mujer maravilla

 


ADA LIMÓN
LA MUJER MARAVILLA
Traducción de Jorge Vessel

De pie en la crecida del enlodado Mississippi,
después que el doctor de Urgencias apenas dijese, Bueno,
son cosas que pasan, volví a dejarme engañar
por New Orleans otra vez más. Pastillas para el dolor giraron
como remolino en mi cartera junto a un hechizo para más tarde.
Me ha tomado tiempo admitirlo, estoy en una intensa batalla contra
mi cuerpo, la columna vertebral inclinada treinta y cinco grados,
vértigo que va y viene como un villano de DC Comics
al que nadie puede matar. El dolor invisible es los dos
una suerte y una desgracia. Siempre te ves tan feliz,
me dijo un extraño una vez que me convertía a mi lado bueno
sonriendo. Pero ese día, sola a la orilla del río,
oía la charanga resonando desde el  Steamboat Natchez,
y por el rabillo de mi ojo, vi a una muchacha, de la mitad de mi edad,
vestida, sin una razón clara, de la Mujer Maravilla.
Se pavoneaba en toda su gloria y fortaleza, invencible,
eterna, y cuando me puse de pie para aplaudir (porque cómo no hacerlo),
hizo una reverencia y posó como si supiese que yo necesitaba un mito—
una mujer, en un río, indestructible.


I
llustration by Kayleigh McCallum

WONDER WOMAN
by Ada Limón

 

Standing at the swell of the muddy Mississippi
after the Urgent Care doctor had just said, Well,
sometimes shit happens, I fell fast and hard
for New Orleans all over again. Pain pills swirled
in the purse along with a spell for later. It’s taken
a while for me to admit, I am in a raging battle
with my body, a spinal column thirty-five degrees
bent, vertigo that comes and goes like a DC Comics
villain nobody can kill. Invisible pain is both
a blessing and a curse. You always look so happy,
said a stranger once as I shifted to my good side
grinning. But that day, alone on the riverbank,
brass blaring from the Steamboat Natchez,
out of the corner of my eye, I saw a girl, maybe half my age,
dressed, for no apparent reason, as Wonder Woman. 
She strutted by in all her strength and glory, invincible,
eternal, and when I stood to clap (because who wouldn’t have),
she bowed and posed like she knew I needed a myth—
a woman, by a river, indestructible.

Poemas como heridas / Ada Limón / Carga

 

Tren nocturno
Lionel Walden


Ada limón
CARGA
Traducción de Jorge Vessel

Desearía poder escribirte desde debajo del agua,
                
el baño tibio cubriendo mis orejas—
una de ellas tiene tres marcas en la forma
exacta de un triángulo, asterismo de mi propia atmósfera.

Anoche, las sirenas del camión cisterna eran tan estruendosas
que ahogaban hasta al bramido constante
                
de los trenes de carga que llegaban. ¿Te conté
que el ferrocarril R. J. Corman pasa a quinientos pies de nosotros?

Antes de que todo cambiase y yo envejeciera en este cuerpo,
     mis abuelos vivían encima del cañón de San Timoteo,
donde el ferrocarril Southern Pacific rugía cada día en el verano
sofocante de California. Yo estaba atenta a los trenes,
aullando a su llegada.

Hoy Manuel está en Chicago, y ambos admitimos
      que ahora viajamos con nuestros pasaportes
Reportes de redadas de ICE y las dos, nuestras sangres
necesitan nuevos medicamentos.

Desearía que pudiésemos volver al muelle con viento,
a tomar vino rosado y hablar tonterías.
Ahora es gris y sombrío.

Aquí el supermercado está lleno de semillas para grama, como si
                
la primavera fuese a llegar, pero no lo sé. ¿Y tú?
Me dijo una amiga que sigues esforzándote en rescatar a las
     palabras. Lo único a lo que me he dedicado es a tomar la siesta, y quizá
a ser más amable con los demás, conmigo misma.

Justo esta mañana, vi siete cardenales atrevidos y valientes
                como un pecado en un árbol sin hojas. Los dejé estar allí un buen rato
antes de agitar el aire y arruinarlo todo con sólo vivir también.

¿Soy más valiente que esos pájaros?

¿Te preguntas acaso qué traen los trenes? Lingotes de aluminio,
                plástico, ladrillos, sirope de maíz, caliza, furia, alcohol, alegría.

Todo el mundo se desplaza, incluso la arena se transporta de una orilla
a otra. Yo vivo mi vida medio asustada, y medio gritándole
a los trenes cuando retumban. Esta carta para ti es ambas.




CARGO
BY ADA LIMÓN

I wish I could write to you from underwater, 
                the warm bath covering my ears—
one of which has three marks in the exact
shape of a triangle, my own atmosphere’s asterism.

Last night, the fire-engine sirens were so loud
they drowned out even the constant bluster
                of the inbound freight trains. Did I tell you,
the R. J. Corman Railroad runs five hundred feet from us?

Before everything shifted and I aged into this body,
       my grandparents lived above San Timoteo Canyon,
where the Southern Pacific Railroad roared each scorching
California summer day. I’d watch for the trains,
howling as they came.

Manuel is in Chicago today, and we’ve both admitted
     that we’re travelling with our passports now.
Reports of ICE raids and both of our bloods
are requiring new medication.

I wish we could go back to the windy dock,
drinking pink wine and talking smack.
Now it’s gray and pitchfork.

The supermarket here is full of grass seed, like spring
might actually come, but I don’t know. And you?
I heard from a friend that you’re still working on saving
      words. All I’ve been working on is napping, and maybe
being kinder to others, to myself.

Just this morning, I saw seven cardinals brash and bold
                as sin in a leafless tree. I let them be for a long while before
I shook the air and screwed it all up just by being alive, too.

Am I braver than those birds?

Do you ever wonder what the trains carry? Aluminum ingots,
                plastic, brick, corn syrup, limestone, fury, alcohol, joy.

All the world is moving, even sand from one shore to another
is being shuttled. I live my life half afraid, and half shouting
at the trains when they thunder by. This letter to you is both.


lunes, 28 de noviembre de 2022

Poemas como heridas / Ada Limón / La correa

 

Perro callejero
Daido Moriyama

ADA LIMÓN
LA CORREA
Traducción de Jorge Vessel

Después del parto de bombas de horcas y miedo,
las frenéticas armas automáticas desplegadas,
el rocío de balas en una multitud cogida de manos,
ese crudo cielo abriéndose en fauces pizarra metalizado
que sólo se tragan lo indecible en cada uno de nosotros,
¿qué queda? Hasta el río escondido en ningún lado es de un anaranjado
venenoso y ácido por una mina de carbón. ¿Cómo puedes
no temerle a la humanidad, querer lamer el fondo del arroyo
hasta dejarlo seco, succionar el agua mortífera con
tus propios pulmones, como veneno? Lector, quiero decir:
No mueras. Aun cuando uno tras otro pez plateado
emerja boca arriba, y el país caiga en picada
en un cráter crepitante de odio, ¿no queda acaso algo
que todavía canta? La verdad: no lo sé.
Pero a veces, te juro que lo oigo, la herida cerrándose
como una puerta de garaje oxidada, y aún puedo mover
mis extremidades vivas en el mundo sin mucho
sufrimiento, puedo asombrarme todavía de cómo corre
la perra hasta las camionetas como alma que
lleva el diablo, porque cree que los ama,
porque está segura, sin duda alguna, de que
eso que ruge fuerte la amará de vuelta, su mansa naturaleza
viva de deseo por compartir su maldito entusiasmo,
hasta que tiro de la correa para salvarla porque
quiero que sobreviva para siempre. No mueras, digo,
y decidimos caminar un rato más, los estorninos
febriles en lo alto sobre nosotras, el invierno viniendo a
acostar su frío cadáver en esta pequeña parcela.
Quizá nos la pasamos siempre lanzando nuestro cuerpo
hacia aquello que nos ha de destruir, mendigándole amor
al raudo paso del tiempo, y quizás, como la obediente
perra a mis talones, podemos caminar juntos
tranquilamente, al menos hasta que pase la próxima camioneta.

Photo by Daido Moriyama


THE LEASH
BY ADA LIMÓN

After the birthing of bombs of forks and fear,
the frantic automatic weapons unleashed,
the spray of bullets into a crowd holding hands,
that brute sky opening in a slate-metal maw
that swallows only the unsayable in each of us, what’s
left? Even the hidden nowhere river is poisoned
orange and acidic by a coal mine. How can
you not fear humanity, want to lick the creek
bottom dry, to suck the deadly water up into
your own lungs, like venom? Reader, I want to
say: Don’t die. Even when silvery fish after fish
comes back belly up, and the country plummets
into a crepitating crater of hatred, isn’t there still
something singing? The truth is: I don’t know.
But sometimes, I swear I hear it, the wound closing
like a rusted-over garage door, and I can still move
my living limbs into the world without too much
pain, can still marvel at how the dog runs straight
toward the pickup trucks break-necking down
the road, because she thinks she loves them,
because she’s sure, without a doubt, that the loud
roaring things will love her back, her soft small self
alive with desire to share her goddamn enthusiasm,
until I yank the leash back to save her because
I want her to survive forever. Don’t die, I say,
and we decide to walk for a bit longer, starlings
high and fevered above us, winter coming to lay
her cold corpse down upon this little plot of earth.
Perhaps we are always hurtling our body towards
the thing that will obliterate us, begging for love
from the speeding passage of time, and so maybe,
like the dog obedient at my heels, we can walk together
peacefully, at least until the next truck comes.

Poemas como heridas / Ada Limón / Pasarela

 


Ada Limón

ADA LIMÓN
PASARELA
Traducción de Jorge Vessel

La carretera no era tan peligrosa antes,
cuando caminaba hasta la barandilla de acero,
agachaba mi cuerpo flexible de niña, y miraba
al agua fría del arroyo. En una primavera húmeda,
el agua solía correr limpia y alta, piscardos
mordisqueando arena y limo, un cangrejo de río
a la sombra de las largas cañas de la costa.
Me podía quedar mirando por horas, siempre algo
nuevo en cada cuña acuosa—
una tapa de botella, una bota negra, un sapo.
Una vez, el cadáver de un mapache, mitad debajo
del elevado, mitad fuera, se pudrió despacio
durante meses. Solía vigilarlo todos los días,
mirando hasta que los huesos blancos de su mano
estaban desprovistos de piel y parecían extenderse
hacia el sol cuando chocaba contra el agua,
mostrando sus cinco adorables dedos elásticos
aferrándose todavía. No creo que lo venerase,
su falta de vida, pero me gustaba la evidencia
de él, la forma en que se sentía como un trabajo diario
tomar notas de su transformación en arena.


Ada Limón

OVERPASS
BY ADA LIMÓN

The road wasn’t as hazardous then,
when I’d walk to the steel guardrail,
lean my bendy girl body over, and stare
at the cold creek water. In a wet spring,
the water’d run clear and high, minnows
mouthing the sand and silt, a crawdad
shadowed by the shore’s long reeds.
I could stare for hours, something
always new in each watery wedge—
a bottle top, a man’s black boot, a toad.
Once, a raccoon’s carcass half under
the overpass, half out, slowly decayed
over months. I’d check on him each day,
watching until the white bones of his hand
were totally skinless and seemed to reach
out toward the sun as it hit the water,
showing all five of his sweet tensile fingers
still clinging. I don’t think I worshipped
him, his deadness, but I liked the evidence
of him, how it felt like a job to daily
take note of his shifting into the sand.


Ada Limón (1976), poeta californiana, distinguida como Poeta Laureada de los Estados Unidos en julio de 2022. Ha publicado  The Hurting Kind (2022), The Carrying (2018), Bright Dead Things (2015), Sharks in the Rivers (2010), Lucky Wreck (2005) y This Big Fake World (2005). Mereció el National Book Critics Circle Award.



Poemas como heridas / Li Young-Lee / Hay días


Dos melocotones
Adriaen Coorte


Li-Young Lee

HAY DÍAS


From blossoms comes
this brown paper bag of peaches
we bought from the boy
at the bend in the road where we turned toward   
signs painted Peaches.


De las flores viene

esta bolsa de papel marrón de melocotones

que compramos al chico

en la curva de la carretera donde giramos hacia   

los carteles pintados de Melocotones.

***

From laden boughs, from hands,
from sweet fellowship in the bins,
comes nectar at the roadside, succulent
peaches we devour, dusty skin and all,
comes the familiar dust of summer, dust we eat.

De las ramas cargadas, de las manos,

de la dulce comunión en los contenedores,

llega el néctar al borde del camino, suculentos

melocotones que devoramos, con piel polvorienta y todo,

viene el polvo familiar del verano, polvo que comemos.

***

O, to take what we love inside,
to carry within us an orchard, to eat
not only the skin, but the shade,
not only the sugar, but the days, to hold
the fruit in our hands, adore it, then bite into   
the round jubilance of peach.


Oh, llevar dentro lo que amamos

llevar dentro de nosotros un huerto, comer

no sólo la piel sino la sombra,

no sólo el azúcar sino los días, para sostener

la fruta en nuestras manos, adorarla, luego morder   

el redondo júbilo del melocotón.

***

There are days we live
as if death were nowhere
in the background; from joy
to joy to joy, from wing to wing,
from blossom to blossom...


Hay días que vivimos

como si la muerte no estuviera

en el fondo; de alegría,

de alegría en alegría, de ala en ala,

de flor en flor ...


From Blossoms by Li-Young Lee



domingo, 27 de noviembre de 2022

Casa de citas / Paul Bowles / Tanger

 


Paul Bowles
MARRUECOS

No sabía nada sobre Marruecos. Estaba en la casa de Gertrude Stein y le pregunté: "¿adónde vas?". Ella me dijo: "vamos a Tánger". Yo no tenía ninguna idea. Sus argumentos eran de lo más graciosos, ella había elegido Tánger porque no llovía. Aquí uno puede pasarse cuatro meses sin una gota. Y sobre todo hay mucho sol. En 1931, cuando llegué aquí por primera vez, Tánger era una bonita ciudad para descansar, la vida era barata y había mucha libertad. Los franceses tenían su parte y los españoles su ciudad. La parte española era pobre. Los soldados carecían de botas, había miles de soldados sin calzado, en cambio la parte francesa era más rica. En Estados Unidos nosotros éramos pobres. En Tánger teníamos tres sirvientes, se hacían fiestas a lo grande. En fin, éramos ricos con sólo cruzar el mar.

Paul Bowles / La soledad es un estado perfecto




Casa de citas / Paul Bowles / La vida

 

Paul Bowles

Paul Bowles
LA VIDA
La vida puede ser muy cruel, las personas que quieren estar juntas tienen que estar preparadas para la separación que vendrá inevitable. Ahí está la muerte, es muy difícil morir los dos juntos. La vida me ha parecido a mí muchas veces cruel, pero no puedo decir en general que la vida lo sea. La vida es algo peor, es nada, es lo que es. No se le pueden atribuir cualidades.


sábado, 26 de noviembre de 2022

Casa de citas / Paul Bowles / La contemplación de la muerte


Paul Bowles



Paul Bowles
LA CONTEMPLACIÓN DE LA MUERTE

Los marroquíes afirman que la plena participación en la vida exige la contemplación de la muerte. Estoy totalmente de acuerdo. Por desgracia, me es imposible concebir mi propia muerte sin situarla en la plena mise en scène más espantosa de la vejez. Me veo desdentado, no puedo moverme, dependo por completo de alguien a quien pago para que me cuide y que en cualquier momento puede salir de la habitación y no regresar nunca. Por supuesto, esto no es en absoluto lo que los marroquíes entienden por la contemplación de la muerte; considerarían mis fantasías una forma especialmente contemplativa de temor. La terapia de una cultura es el tormento de otra.

Paul Bowles
Memorias de un nómada



viernes, 25 de noviembre de 2022

Casa de citas /Juan Cruz / El gesto de Paul Bowles

 

Paul Bowles


El gesto de Paul Bowles



Juan Cruz
18 de noviembre de 1999

Allí estaba, indolente y echado; a la entrada de su casa había unas maletas enormes, depositadas en el suelo como si ya nunca más fueran a viajar. Él te recibía desde el fondo de la casa; la puerta estaba entreabierta y al entrar veías la cocina, atestada de cacharros que parecían compartir la biografía de un hombre cansado, y después venía el minúsculo cuarto de baño y, al fin, el salón oscurecido y grande en el que cantaba un pájaro. Allí había cojines por todas partes, todos ellos oscuros y cómodos, sobre los que se sentaban las visitas para verle en silencio.Él era el silencio; le cansaba hablar de su biografía, pues al fin y al cabo de lo primero que se cansó fue de ser norteamericano; tampoco tenían importancia para él los libros, ni siquiera los que él mismo escribió, y es falso que se enfureciera porque El cielo protector no fuera en cine como en literatura: no le importaba nada. Tenía los ojos azules y gélidos, pero te acariciaba la mano como si se estuviera despidiendo un niño antes del desamparo.


Cuando su salud flaqueaba y él adivinaba el porvenir fatal de cualquier vida se enfundaba en su abrigo de felpa y se situaba al fondo de la casa, junto a una ventana minúscula por la que se veían los montes airosos de Tánger que le trajeron aquí. Entonces se reclinaba otra vez, y en esta ocasión, en una cama espartana, desde la que a veces le obligaban a ver los partidos del Barça. El cuarto, como la casa entera, estaba lleno de música; eso es lo que verdaderamente le importaba, su música, la que escribió él y la que recogió en los remotos montes africanos, un antropólogo minucioso del producto sutil de la memoria silenciosa de esta gente.



Por la música hizo un viaje, él, que no quería moverse de su aposento humilde en la calle de Campoamor de Tánger. Fue a Madrid, donde sus editores le prometieron un concierto que incluyera la música de su creación; vino con su gran amigo Abdelouahid Boulaich, y lo hizo también con un propósito: curarse. Tenía problemas óseos, y asimismo el tiempo le había dañado los ojos; le acompañamos al Doce de Octubre, y en ese hospital vio sucesivamente a los doctores José Toledo y Alberto Portera; los enfermeros le llevaron en volandas de un sitio a otro de la clínica.


Él preguntaba, desde la edad ya octogenaria y desganada desde la que ya parece que nunca más van a hacerse preguntas: "¿Me curarán aquí?". El doctor Portera le animó, con esa campechanía con que los médicos son capaces de revivir la esperanza del que ya dice adiós.


Había algunas memorias madrileñas, como la de su gran amigo Emilio Sanz de Soto, que le ataban al optimismo de seguir existiendo y, aunque se manifestaba descreído y ausente, siempre tenía ganas de seguir, porque en el fondo de su recuerdo estaban la música y los amigos. En Tánger tenía, decía él, la residencia, pero la verdadera residencia era el cuerpo, y éste ya estaba absolutamente astillado.


Esto ocurrió hace cinco años; los que acompañaban a Bowles creían estar acompañando a un anciano, y su pesimismo era tal que parecía que en cualquier momento se iba a deshacer aquel hombre que parecía un pájaro y además caminaba y comía como un pájaro débil. Pero cuando nos dimos cuenta de que Paul Bowles no era un anciano, sino un niño, fue cuando el doctor Portera le dejó, al fin, solo en el ascensor que debía conducirle, absolutamente solo, a la planta de las pruebas. Entonces, Paul Bowles, el melancólico bohemio, el hombre que encontró en el sur del mundo la venda para las heridas del hastío del norte, nos miró a todos con la mirada desamparada e implorante del niño que no sabe de qué se despide, y ese gesto de Bowles es el que nos hizo abrazarle para siempre.


EL PAÍS


Casa de citas/ Paul Bowles / La soledad es preferible a todo

 

Paul Bowles



Paul Bowles

"La soledad es preferible a todo"


Juan Cruz
18 de noviembre de 1999

En la casa de Paul Bowles, en Tánger, siempre había una luz de penumbra. Él fumaba quif y miraba al horizonte imposible de sus ventanas; tenía los ojos afectados por el tiempo y parecía que lloraba; a veces sonreía, muy débilmente, y recordaba sin pasión la vida anterior. La música era su principal compañía, y cierta nostalgia de la juventud que ya estaba en los retratos. En esa atmósfera transcurrieron algunas conversaciones, de las que la presente entrevista, realizada en 1995, es sólo un extracto.


Pregunta. ¿Cómo encontró usted esta parte del mundo cuando vino por primera vez hace 63 años?


Respuesta. Hace de eso tanto tiempo. En cierto sentido fue como pasar a otro siglo. Tuve la impresión de retroceder. Era como si hubiera llegado a la Edad Media. Lo encontré maravilloso, me gustaban la naturaleza, los pájaros, la nieve. Todo parecía ser diez veces más chico que ahora, con la explosión demográfica. Incluso resultaba difícil encontrar un taxi. Había carruajes tirados a caballo. Era hermoso, y también era hermoso el sonido de los cascos sobre el pavimento . Por supuesto que todo era muy diferente a Nueva York. Se podía comprar prácticamente cualquier cosa, porque llegaba de todo y de todo el mundo. Se andaba mucho en bicicleta. Los hombres usaban trajes estrechos, de colores. Si un americano tenía problemas con la policía tenía que ser juzgado solamente por sus pares, por otro americano. Eso nos daba mucha libertad, por cierto. Una vez vi a un americano que conducía muy rápido, lo paró un policía, lo amonestó y el americano le dio una cachetada. Pasó la noche en la cárcel, pero no fue más allá la policía, porque sabía que no podía hacer nada. No creo que fuera una situación agradable, pero era típica de la época colonial. Aunque no era una verdadera colonia, nadie se atrevía a decir nada. Estaban totalmente dominados por la ley francesa, especialmente en Tánger. Ahora, las calles ya no son privadas y se puede andar por ellas prácticamente seguro. Pero antes la gente no podía cometer un crimen y escapar, porque las calles se cerraban completamente. La policía las controlaba, discriminaba las costumbres. La ley era terrible. Y no se podía pasar a España para escapar... Ahora, Tánger es una gran ciudad, lo que siempre es mejor que un pueblito, al menos para mí. Antes, aquí, las mujeres sólo salían tres veces de la casa: al nacer, al casarse y al morirse. Sólo tres veces. Siempre podían ir a la azotea, y si lo hacían podían causar escándalo... Y hoy las costumbres son similares, aunque nunca resultó escandaloso ver a una europea en la calle... Algo han cambiado las costumbres: al fin y al cabo, desde que yo vine, ya ha pasado casi un siglo.


P. ¿Cuál es su percepción de los cambios sociales que ha habido en esta parte del mundo? En España se tiene la percepción de que cada vez hay más fundamentalismo. ¿Usted qué opina?


R. Bueno, no es mi cruzada y no me toca en nada. Pero me preocupa. Y la vuelta al fanatismo, al integrismo, es algo político, y no religioso. Es la gente menos religiosa que yo haya conocido nunca. Los fundamentalistas insisten en que no son europeos, que no son cristianos y que no quieren serlo. Y que no quieren ni pensarlo. En aquella época, me producían curiosidad y quería conocerlos mejor. Y ellos me curioseaban porque yo era norteamericano. Pero ahora es todo lo contrario. Ya han visto tantos, demasiados. Ya no les interesamos. Se consideran otra parte del mundo, porque no sabían cómo era el mundo, que para ellos era lo meramente local. Ni se les ocurría estar contra los cristianos. No tenían ni idea de cómo era el mundo.


P. ¿El ensimismamiento que tienen es religioso, sociológico o económico?


R. Por supuesto que no es religioso, aunque hablen en términos religiosos, ni tampoco económico. Es meramente político. Quieren poder. Pero no sólo aquí, lo quieren para el mundo entero. Sienten que les han quitado el poder y quieren recuperarlo por cualquier medio.


P. ¿Cree que el peligro fundamentalista puede salir de Argelia y llegar a Marruecos, a los países del Magreb?


R. Esa posibilidad existe. Pero el Gobierno considera que Argelia es enemiga. Ellos creen que eso de Dios es un invento judío. Ni siquiera creen que EE UU enviara un hombre a la Luna. Sólo creen en el Corán, que toca todos los temas sin exclusión. No les gusta preguntarse cómo y por qué, como nos pasa a nosotros. Pero no creo que se vuelvan cada vez más introvertidos. Ni segregacionistas. Al menos, no los que tienen cierto nivel de educación. Porque una vez iniciada la educación es imposible frenarla. Hoy en día, Marruecos está completamente occidentalizado e infiltrado y es cada vez más europeo. Y quieren ser europeos.


P. Bowles: su vida está signada por la amistad, ha hecho amigos por todo el mundo...


R. ¿Qué es la amistad? La posibilidad de estar con gente que no me desagrada, pero no hay que preguntarme ni sobre la amistad ni sobre el amor. Porque no sé exactamente lo que significan. Tengo una idea aproximada de lo que quiere decir para la gente, pero es difícil. Es una cuestión que no puedo, no puedo contestar. ¿Qué representa la amistad para mí? Es una clase de pregunta que no tiene respuesta.


P. Usted dice en su libro Palabras ingratas que a veces es preferible la soledad al abatimiento que produce el contacto con la gente que está demasiado próxima. Dice también que es preferible vivir a 20 millas de las personas que conoce uno, por si acaso su presencia produce abatimiento, y que es preferible a veces la soledad a sentir ese abatimiento.


R. Sí, en general, yo creo que la soledad es preferible a todo. Porque es pura. La amistad (evito la palabra amor), el conocimiento de la gente, no es puro. Forma parte de la vida humana. Es necesario conocer a la gente, pero si usted me pregunta qué quiere decir la amistad, eso no tiene contestación.


P. En sus libros se advierte preocupación por los amigos, por su salud y por su lejanía, por el porvenir de los viajes ajenos, por los padres...


R. Todo es ficción. Las personas de que hablo son inventadas, las situaciones son completamente inventadas.


P. ¿Y la invención no está en la realidad? ¿No es la verdadera realidad?


R. Yo creo que hay una frontera entre las dos cosas. Ahora, yo sé, los novelistas están tratando de mezclar ficción y realidad. Yo estoy contra eso. ¿Dónde está la realidad? La realidad del lector no es la realidad del escritor. Son dos mundos muy aparte.


P. Es como lo que usted dice del sueño. Que es imposible contar el sueño de verdad, que la gente siempre inventa sobre el sueño.


R. Sí, yo creo que eso es verdad. Es muy difícil contar un sueño. Porque el sueño es una serie de imágenes estáticas. Y el hombre dice: "Entonces me encontré en un corredor y vi el mar...". No es así. Estaba en el corredor y después había el mar. Es el sueño. Pero contándolo hay que contarlo como si fuera una narración. El sueño es la cosa más personal e interior que existe.


P. ¿Como el amor?


R. El amor, ¿qué es el amor? Ya le dije que no sé.


P. Ya sé, pero yo quería pincharle por ahí.


R. Si quiere emplear la palabra "amor" y la palabra "alma", y ahora "sueño", digamos que el alma no existe; el amor, sí, tal vez; el sueño, seguramente.


P. Usted dijo ayer, en un momento determinado de la conversación: "Yo fui músico". ¿Por qué lo dice en pasado?


R. Porque me ganaba la vida escribiendo música. Ahora puedo decir: "Soy autor, soy escritor". Pero todavía soy músico. Sí, hice una gran partitura la primavera pasada. Sí. Bueno, a veces digo también "cuando estuve vivo".


EL PAÍS