“El infinito en un junco” es el mejor libro español del siglo XXI según los expertos en literatura
Una encuesta de WMagazín a los libreros independientes ha determinado cuál es el mejor libro español en lo que llevamos del siglo XXI. Y hemos de decir que estamos bastante de acuerdo.
Begoña Alonso
20 de diciembre de 2024
Cada diciembre, al final de año, suelen aparecer las esperadas listas de 'Los mejores': los mejores libros del año, las mejores películas, las mejores series, los mejores restaurantes, los destinos a los que viajaremos en el año siguiente... Son temas habituales y recurrentes para repasar y recordar los grandes éxitos de los 12 meses precedentes.
Qué extraña pasión nos posee, qué hambre de ser famosos durante unos instantes, a cualquier precio y por cualquier motivo. Algunas personas llevan al peor extremo su apetito de publicidad. Son capaces de cualquier barbaridad gratuita por afán de aparecer en televisión, acumular seguidores en redes o destacar entre los más vistos en YouTube. Este fenómeno, como tantos otros que radiografían el mundo contemporáneo, recibe tratamiento de síndrome y ha sido bautizado con el nombre remoto de un griego: complejo de Eróstrato.
Eróstrato vivió hace 25 siglos en la ciudad de Éfeso, hoy Turquía y desde siempre puerta entre Oriente y Occidente. Un día de julio, de noche, se deslizó entre las sombras y prendió fuego al Artemisio, un templo que deslumbraba, el mayor edificio de mármol del mundo griego, una de las siete maravillas y seña de identidad para esa civilización. Con él ardió una estatua de la diosa Ártemis que se creía caída del cielo junto con el manuscrito depositado allí por Heráclito, el gran filósofo de la realidad que fluye. Cuando capturaron a Eróstrato, declaró que lo había hecho por amor a su propio nombre y para catapultarlo a la fama. Creía que por la destrucción del más bello de los edificios, su nombre sería conocido en el mundo entero. Las autoridades prohibieron bajo pena de muerte perpetuar el nombre del incendiario pero no consiguieron borrarlo de la historia. En nuestro mundo, Eróstrato es el patrón de quienes aspiran a ser conocidos aunque sea por no tener conocimiento y de todos los que persiguen la fama por el camino de la infamia.
Para quienes afirman que el griego clásico no importa, quisiera aportar como prueba de lo contrario esta novela de Han Kang, la nueva premio Nobel de literatura, titulada “La clase de griego”.
Ocurre en una academia privada en Seúl que ofrece lecciones de griego clásico. La protagonista, una mujer joven y doliente porque ha perdido la custodia de su hijo de ocho años, busca esta lengua como bálsamo para escapar al maleficio del silencio. «Si estaba estudiando griego antiguo era porque quería recuperar el habla por su propia voluntad».
"Somos seres entretejidos de relatos, bordados con hilos de voces, de historia, de filosofía y de ciencia, de leyes y leyendas. Por eso, la lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella. No puede desaparecer lo que nos salva. Los libros nos recuerdan, serenos y siempre dispuestos a desplegarse ante nuestros ojos, que la salud de las palabras enraíza en las editoriales, en las librerías, en los círculos de lecturas compartidas, en las bibliotecas, en las escuelas. Es alli donde imaginamos el futuro que nos une".
Estaba leyendo la polémica de Sanín por el libro de "El infinito en un Junco" de Irene y solo podía pensar en la necesidad que tenemos de ser parte de lo exclusivo. Entre menos se entienda algo, entre menos personas lo lean, lo vean o lo escuchen mejor parece. Me recuerda la conversación que tuve con un amigo sobre la incomodidad que ocasiona que la gente hable de los temas que se creen propios de la academia. La burla que se hizo a las personas que hablaban/hablan de Palestina, del precio del dólar o de cualquier mondá. Pareciese como si nos diera miedo que los demás emitan una opinión sobre todo aquello que también les atraviesa. ¿De qué pueden hablar las personas entonces? ¿Qué pueden leer para no ser idiotas útiles? ¿A las cuántas reproducciones una canción deja de ser buena y empieza a ser vulgar? Como profesora/promotora de lectura solo puedo esperar que todos hablemos, que todos leamos; que podamos echar a andar un tema y lo caminemos, aunque parezca que no vaya para ningún lado. Qué delicia confrontarnos, cambiar de opinión, levantar la voz si es necesario, escribir burradas (como esta) pero decir y hacer desde las posibilidades de una y buscarse otras y decirlo de otro modo. Por qué tanto miedo a no ser referente. Gracias a Irene que nos ayudaba a bajar bandera en la librería y que además llevaba a los lectores a nuevos lugares.