jueves, 31 de marzo de 2022

Casa de citas / Shakespeare / El invierno de nuestro descontento

 



William Shakespeare
EL INVIERNO DE NUESTRO DESCONTENTO

Ya el invierno de nuestro descontento, el sol de York ha transformado en un glorioso estío, y las nubes, terror de nuestra casa, yacen sepultadas en las hondas entrañas del océano. Las guirnaldas de la victoria ciñen nuestras frentes y las melladas armas penden como trofeos. Las rudas alertas se han trocado en alegres reuniones y las siniestras marchas en regocijados bailes. Los guerreros, sin las arrugas en la frente, en vez de cabalgar caparazonados corceles para espantar el ánimo  de los feroces enemigos, practican ágiles cabriolas en las habitaciones de las damas al compás de un un lascivo laúd. 

Pero yo, que no nací para el retozo ni hago la corte al amoroso espejo. Yo, groseramente construido y sin la majestuosa gentileza para pavonearme ante las damas de libertina desenvoltura. Yo, desprovisto de todo encanto por la pérfida naturaleza, deforme, prematuro, terminado a medias, tan imperfecto y torpe que los perros ladran a mi paso. En estos tiempos de paz y regocijo, no hallo delicias para matar el tiempo, salvo espiar mi sombra al sol y discurrir sobre mi propia deformidad. 

Y así, como ser amado para entretener los agradables días no es posible, he decidido portarme como un villano y odiar los placeres de estos tempos. He urdido asechanzas y planes arteros, secundados por torpes profecías, libelos y sueños, para crear odio moral entre mi hermano Clarens y el monarca...


William Shakespeare
Ricardo III, Acto I, Escena Primera




miércoles, 30 de marzo de 2022

Triunfo Arciniegas / Diario / Cuernos, pelos y lenguas venenosas



Triunfo Arciniegas
CUERNOS, PELOS Y LENGUAS VENENOSAS
30 de marzo de 2022

Curiosa frase. "Quita el nombre de mi esposa de tu puta boca", grita Will Smith después de abofetear a Chris Rock por una broma estúpida en la ceremonia de los Oscar, cuando es sabido que comparte sexualmente a Jada Pinkett. Mantienen un matrimonio abierto. Disculpen la crudeza de la expresión, pero otros hombres han tenido en su boca algo más que el nombre de "su esposa". Se tenía que decir y se dijo.

Después de expresarle su amor, Chris dijo que esperaba ver a Jada Pinkett en una nueva película cuya primera versión fue protagonizada por una valiente, terca y rapada Demi Moore, que sobrevive en un mundo de hombres. De militares, para colmo de males. Sería otra manera de ver las cosas. En fin, se trata de alopecia y no de un cáncer, carajo. Ni el mal es tanto ni la broma es tan gruesa. De calvicie no se muere nadie, y este mundo está inundado de calvos. Qué daría uno por unos pelos menos a cambio de unos millones más. Will Smith, que construyó su fama como comediante, es decir, burlándose de los demás, en "El príncipe del rap", debió capear la situación con algo de sabiduría y no a lo bestia, sobre todo cuando se tiene semejante rabo de paja.

La reacción fue desproporcionada e innecesaria. Jada Pinkett, aguerrida como pocas, se defiende bien sin Will Smith. Sobre todo sin él, como dirían las malas lenguas. Como diríamos.

Aunque deslució la ceremonia, y otros diría que, al contrario, la hizo memorable, le deberían dar otro Oscar a Will Smith, en vez de quitarle el que acaba de ganar, como se rumora, pero no por la tremenda bofetada sino por los chorros de lágrimas con que acompañó el discurso de las disculpas. En cojeras de perro y lágrimas de actor, no creas, por favor. Eso se llama actuación. Y eso se llama cuidar el negocio, un difícil arte en que los Smith son diestros. No hay que perder el favor de la Academia. Hollywood es tan estable como una fábrica de pólvora cerca de una caja de fósforos.

La Academia, en su breve comunicado, sólo dijo que no aprueba la violencia de ninguna forma, pero la novela apenas comienza ¿Se acabará la buena suerte de Will Smith? A Mel Gibson le bastó una frase desafortunada sobre los judíos, aunque no hay que olvidar un detalle pendejo: los judíos son los dueños de Hollywood. ¿De verdad le quitarán a Smith un Oscar que se ha ganado porque domina el oficio? Cualquier cosa puede esperarse de una Academia que premia "Coda", una película del montón que será fácilmente olvidada, y desprecia "El poder del perro", una indiscutible obra maestra. No sobra advertir que si la amenaza del Oscar resulta cierta, la Academia puede ocasionar una catástrofe planetaria y moriremos ahogados en el mar de lágrimas de Will Smith.

No vi en directo la ceremonia, a menudo tediosa, porque tenía mejores cosas que hacer, pero me enteré en la madrugada, como el resto del mundo, y la pelea me pareció un plato demasiado sabroso como para dejarlo pasar.

Por otra parte, se trata de una pelea de millonarios que viven en un paraíso que no saboreamos nunca con ninguna puta boca.

Por lo demás, no hay que perder la fe: ya mañana habrá otro escándalo para escupir veneno. Más veneno.

Desde ahora, bienvenido sea.



martes, 29 de marzo de 2022

Triunfo Arciniegas / Diario / Jada

Jada Pinkett



Triunfo Arciniegas
JADA
29 de marzo de 2022


Creo que ni Jada Pinkett, una mujer independiente y aguerrida, debió sentirse bien con la bofetada de Will Smith a Chris Rock en la ceremonia de los Oscar. No lo criticará en público, pero le cantará la tabla en la intimidad.

"Querido, ¿a estas alturas de la vida todavía crees que no soy capaz de defenderme sola?"

"¿Y ese discurso?"

"¿Las locuras que haces por amor?"

"Si le hubieras dado tres tiros a Chris, ¿tu amor por mí sería práctimente sublime? Qué bestia eres. Todo mundo sabe que Chris se portó como un idiota, pero tú no te quedaste atrás. No soy tu propiedad."

"¿Y esas lágrimas? Te mereces otro Oscar. Qué actor eres, querido. Ojalá las lágrimas remedien lo que hiciste con las patas. O con la mano, para el caso es lo mismo."

"Hiciste bien en pedir perdón. Ojalá nos vuelvan a invitar. Porque nuestro negocio depende de la imagen. Si el público nos rechaza, nos jodemos, querido. Vamos a ver cómo salimos de esta, macho."



lunes, 28 de marzo de 2022

Poemas como heridas / Charles Simic / Miedo

 


Charles Simic 
MIEDO



El miedo pasa de hombre a hombre
sin saberlo,
como una hoja pasa su estremecimiento
a otra.

De repente todo el árbol está temblando
y no hay señales del viento.




FEAR 
by Charles Simic


Fear passes from man to man
Unknowing,
As one leaf passes its shudder
To another.

All at once the whole tree is trembling,
And there is no sign of the wind.







domingo, 27 de marzo de 2022

Como como heridas / Charles Simic / Club de medianoche

 



 Charles Simic

Club de medianoche

Club Midnight by Charles Simic

 

¿Eres el dueño único de un club nocturno de mala muerte?

 

¿Eres su único cliente, único cantinero,

El único mesero merodeando las mesas vacías?

 

¿Pones shows de chicas a altas horas de la noche

Con estrellas muertas de filmes blanco y negro?

 

¿Está tu oficina sobre las luces de neón,

O al fondo en un húmedo sótano de ratas?

 

¿Son barbados pensadores rusos tus socios silenciosos?

¿Tienes un portero con el nombre de Dostoievski?

 

¿Viene Fu Manchú esta noche?

¿Viene la señorita Emily Dickinson?

 

¿Tienes un alma inmortal?

¿La sospecha furtiva de que no tienes ninguna?

 

¿Es por eso que arrojaste un par de dados blancos,

En la oscuridad, mucho después de terminada la juerga?




Club Midnight

by Charles Simic

 

Are you the sole owner of a seedy nightclub?

Are you its sole customer, sole bartender,
Sole waiter prowling around the empty tables?

Do you put on wee-hour girlie shows
With dead stars of black-and-white films?

Is your office upstairs over the neon lights,
Or down deep in the dank rat cellar?

Are bearded Russian thinkers your silent partners?
Do you have a doorman by the name of Dostoyevsky?

Is Fu Manchu coming tonight?
Is Miss Emily Dickinson?

Do you happen to have an immortal soul?
Do you have a sneaky suspicion that you have none?

Is that why you throw a white pair of dice,
In the dark, long after the joint closes?




Triunfo Arciniegas / Diario / Desgraciados

Piedad Córdoba

 

Triunfo Arciniegas
DESGRACIADOS
27 de marzo de 2022

No es por ofender pero hay gente que practica con saña el oficio de pensar con el culo. 

"Cobarde desagradecida", le dice Piedad Córdoba, cómplice de los secuestradores, a la víctima de secuestro Ingrid Betancur.

No son palabras justas con la francesita. Será de todo, menos cobarde. Sobrevivió a las infamias del secuestro, entre otras cosas. 

Y la otra, elegida senadora por el Pacto Histórico, se benefició del secuestro de la primera. Y digamos, para no ofender, que no piensa con el culo sino con su respingada naricita de quirófano.

Cuando se conoció la terrible foto de Ingrid secuestrada, enferma y en los meros huesos, Piedad Córdoba le restó importante diciendo que Ingrid siempre había sido flaca.

Frases que no tienen perdón. Como no tiene perdón el hecho de que sea de nuevo senadora. El Pacto Histórico ya es guarida.

Y este otro tampoco tiene perdón. "Ingrid le aportaba más al país amarrada a un árbol", dice la bestia amparada por un seudónimo, y alguien más responde que se rio bastante. Reconoce la crueldad de la frase, pero le divierte.

¿En qué parte se ríe uno? El secuestro es una de las experiencias más terribles del ser humano, no solo para el secuestrado sino para la familia y los seres queridos del secuestrado. 

Vivian Aguirre: "Mis respetos a la guerrilla (por) aguantarse tantos años a la Ingrisss…"

Este es el triste nivel de las redes. Ingrid Betancur nos presenta a un Gustavo Petro depresivo y la gente se horroriza por la indiscreción pero no se pregunta por la salud mental del otro.

Sabemos del ego de Petro, de su altanería y de su soberbia, pero no de sus crisis depresivas. Que uno se deprima, vaya y venga, se encierra hasta que le pasa, pero que se deprima quien pretende el máximo cargo de un país es otro cuento. ¿Cómo serán de espantosas las depresiones con semejante ego?



sábado, 26 de marzo de 2022

Casa de citas / Anna Starobinets / Una edad difícil


Anna Starobinets


Anna Starobinets

«Una edad difícil»



“No fue hasta al cabo de unos años que Marina se dio cuenta de que aquel día, un tórrido domingo de agosto en el que brillaba un sol implacable, fue el único día bueno de sus vidas. No feliz, sino simplemente bueno”.



“Ayer tuve mis primeros hijos. Me comí a tres. Necesitaba fuerzas”.


Anna Starobinets


“Como si la víspera hubiera devorado unos veinte caracoles y en aquel momento estuvieran muriéndose poco a poco en su estómago, retorciéndose en su última agonía”.


Anna Starobinets

“Y fuera lo que fuera lo que hubiera pasado al comienzo, eran muchas las cosas que los habían ido uniendo después, los años que habían vivido juntos, las cosas que habían comprado juntos, las peleas en las que se habían exprimido y chupado hasta la última gota, día y noche, como vampiros desquiciados, el tedio mutuo, la rabia mutua y muchas otras cosas”.

Anna Starobinets
Una edad difícil
Traducción de Raquel Marqués García
Prólogo de Ismael Martínez Biurrun
Nevsky Prospects (Madrid, 2012)








Casa de citas / Anna Starobinets / El escarabajo

 


Anna Starobinets
EL ESCARABAJO


Absorta, la niña hurga algo que está en la mesa con un trozo de cristal verde. A su derecha hay un tarro sucio de mayonesa, por cuyo fondo se arrastran lombrices de tierra, escarabajos de color naranja y negro, y un enorme sanjuanero.

Saca un escarabajo del tarro y lo pone panza arriba encima de la mesa. Tiene las manos sucias y regordetas, y mugre por debajo de las uñas. Sacando la lengua fruto de la tensión, corta el insecto en dos a lo largo de la panza con el cristal.

—Pero ¿no ves qué has hecho? —le digo—. Has matado al escarabajo. Su mamá va a ponerse muy triste.

Me quito las gafas oscuras y la miro a los ojos. Con tristeza y un poco de reproche. Por fin, su rostro se arruga en un puchero. Las lágrimas gotean en la mesa. Frunce los ojos.

—¿Sabes qué puedes hacer para que su mamá te perdone? —le digo.

—¿Qué?

—Tragarte el cristal.

Anna Starobinets
Una edad difícil







viernes, 25 de marzo de 2022

Casa de citas / Marley Cruz / Rusofobia II

Dostoievski

Marley Cruz
RUSOFOBIA II


Prohibieron la ópera Boris Godunov en Varsovia, prohibieron un curso de Dostoievski en Italia, echaron de la filarmónica de Munich al maestro de maestros, cancelaron los conciertos de la Netrevko, Plácido Domingo no puede llegar a Moscú para el concierto del 8 de marzo. ¿Qué sigue? ¿Qué se prohiba el uso de la tabla periódica de Mendeleiev en los colegios occidentales? ¿Chaikovsky tiene que ser declarado músico no grato en los teatros del mundo? ¿El ballet el cascanueces será declarado antidemocrático y antioccidental? ¿No se vuelve a enseñar el cálculo de Demidovich en las universidades? ¿Las pinturas de Chagall, Repin, Surikov, Kandinsky y Filonov tienen que ser sacadas por la puerta trasera de los museos? ¿Quemamos los libros de Tolstói por zarista, los de Dostoievski por epiléptico, los de Ajmatova por libertaria, los de Doblatov por solo tener una maleta? 

Han condenado a todo un pueblo por decisiones políticas. Han satanizando una cultura de siglos y que hace parte fundamental del pensamiento universal por un conflicto con el que la gran mayoría no está de acuerdo.

A la xenofobia del mundo se le dio un motivo. A todos se les cayó la careta.

Empezó la cacería de brujas.

Pobre de nosotros, latinos, indios, negros, pobres, diferentes, todos nosotros también llevaremos la peor parte en todo esto. También vendrán por nosotros.


Casa de citas / Carlos Gustavo Álvarez / Rusofobia I




Carlos Gustavo Álvarez

RUSOFOBIA I

Casa de citas / Marley Cruz / Rusofobia II


Este oficio de escribir –durante tantos años, tantas cosas--, me suele poner en contacto, casi siempre para fortuna mía, con personas que tienen algo que comunicarme. Nada extraño. Dónde consiguen un libro mío, el comentario a una columna, la sugerencia de un tema, te sigo leyendo en Portafolio…

--¿Carlos Gustavo?

--Sí –contesté.

--¿Álvarez?

--Sí –contesté también.

--No me vaya a colgar, por favor.

La voz que abordaba mi celular se reflejaba nerviosa, alterada.

--¿Con quién hablo? –pregunté.

--Eso no importa. Necesito su ayuda.

Quise decirle, entonces, que no doy dinero a causas extrañas, que no compro ni acepto ofertas vía celular, que estoy contento y me basta con mi combo TV, celular, internet, telefonía.

--Tengo miedo –me dijo.

--¿Por qué?

Luego de un silencio desconfiado, cauteloso, la voz me dijo en un tono apenas audible…

--(Estudié en la Unión Soviética…)

--¿En Rusia?

--¡No! En la URSS. CCCP. ¿Me entiende?

--Ay, mi amigo, yo también leía Sputnik y escuchaba Radio Moscú en mi radio Grundig multibandas… Y no tengo miedo…

--¿Cómo? –me dijo aterrado--. No le cuente eso a nadie. ¡Puede ser víctima de la rusofobia!

Algo había escuchado sobre diversas reacciones en el mundo contra Rusia por su ruin ataque a Ucrania. Que al director de orquesta ruso Valery Gergier lo habían despedido de La Scala de Milán. Que un ciclo de películas del director Tarkovsky había sido suspendido. Que a la selección rusa de fútbol la excluyeron del Mundial Catar 2022. Que habían cancelado el Gran Premio de Moscú de la Fórmula 1. Ah, y que una universidad de Italia rescindió un curso sobre Dostoievsky. 

--Entonces, usted no sabe nada –me dijo la azarada voz.

Pasó a contarme que a la ensalada rusa le estaban buscando nombre, que en algunos casinos a la ruleta rusa la denominaban ahora y simplemente “la ruleta esa”, y que en los parques de Disney mucha gente se negaba a subirse a las montañas… rusas.

Mientras el hombre hablaba, un temor imprevisto, inusual se fue apoderando de mí.

--No puede ser –le dije--. Estamos regresando a las épocas de Hoover…

--¿Hoover? ¿La lavadora? ¿También es rusa?

--No, hombre. John Edgar Hoover. El primer director del FBI. Los tiempos del macartismo, las persecuciones, el acoso…

--Dicen que muchas constructoras van a prohibir que a sus obreros les digan “los rusos”. Imagínese.

Para ese momento, lo mío no era miedo, ni pavor. Estaba espeluznado.

--Le voy a contar un secreto –le dije a quien me escuchaba, bajando la voz al mínimo--. Pero eso sí, queda entre los dos. No me vaya a grabar, que yo le he dado mi confianza.

--Cuente a ver…

--(Mis primeras lecturas fueron los libros de Dostoievski, Tolstoi, Chejov y Gógol, que es ruso de origen ucraniano).

--¡No!

--¡Sí! (Y me gusta la música de Chaicovsky, Músorgsky, Rimsky-Kórsakov, Stravinsky…)

--¡Calle! Calle esa boca, por el amor de Dios.

--Iba a ver el Ballet Ruso, bailaba Kalinka, me hubiera gustado tocar la balalaika y sabe qué…

--¿Qué? –inquirió el hombre--. Usted está mal amigo Álvarez…

--“La Plaza Roja muy blanca” –canté--. “Delante de mí, Nathalie…”

--“Tenía un lindo nombre mi guía” –entonó el hombre--. “Nathalie”.

--Por favor –le dije--. No vaya a decir que hablaba en francés muy sobrio sobre la Revolución de Octubre…

--No, no, no –gritaba desesperado mi interlocutor--. Olvídese de esta llamada. Nunca ocurrió.

--Está bien –le dije--. Nunca ocurrió. Pero por lo menos, dígame su nombre.

--Si promete no contárselo a nadie…

--Se lo pro…

--Me llamo Vladimir Ilich Turmequé Rodríguez.

Y colgó.




jueves, 24 de marzo de 2022

Triunfo Arciniegas / Diario / Caballos




Triunfo Arciniegas
CABALLOS
23 de marzo de 2022

"I run before my horse to market", se decía en los tiempos de Shakespeare (King Richard The Third, Act I, Scene I), pero el proverbio ha desaparecido. Ya casi nadie va a caballo al mercado. Y ahora pocos entenderían qué significa ganarle la carrera a su propio caballo. "Montar antes de ensillar" decimos en español, y ambas expresiones significan lo mismo: ansiedad, precipitación, dar por seguro algo que aun no se tiene.

Así es el lenguaje, un cuerpo vivo, palpitante, maravilloso, complejo. Así son todas las lenguas. No hay una sola simple o facil. Una lengua es una manera de ver el mundo.

"Mi reino por un caballo" ("My Kingdom for a horse") es tal vez la línea más famosa de Ricardo III (Acto V, Escena IV). La dice el más sanguinario de los reyes cuando ya tiene perdida la última de sus batallas. Cuentan que el público contemporáneo de Shakespeare enloquecía con esta frase.

De Shakespeare se ha dicho de todo. Desde que es el más grande y genial de los escritores que han pasado por esta tierra de nadie hasta que el tal Shakespeare no existió. Uno elige qué creer.

En 1587 y apenas a sus veintitrés años, recién llegado a Londres, para sobrevivir, y tal vez enviar algo a la mujer y los tres hijos que había dejado en Stratford, Shakespeare se encargaba de cuidar los caballos de la gente que iba al teatro, como los muchachos que ahora en las calles vigilan los carros a cambio de unas monedas mientras los dueños hacen mercado precisamente o cualquier otra diligencia. Sea o no sea cierta la leyenda, me gusta imaginar a Shakespare con los caballos, escuchando y memorizando los parlamentos de los actores. Luego fue uno de esos actores. Luego fue él quien escribió los parlamentos que otros memorizarían, convirténdose en el mejor escritor de su tiempo y de todos los tiempos.





miércoles, 23 de marzo de 2022

Triunfo Arciniegas / Diario / Imbécil

 


Triunfo Arciniegas
IMBÉCIL
22 de marzo de 2022

Cómo es la vida. Un tal Jorge Campo Figueroa, que me llamaba "maestro" y me pedía mis libros, ahora me dice "imbécil" porque no soy petrista. 

Así, como cuando un mendigo al que le negamos su pedido nos transforma de "señor" en "hijueputa" en cuestión de segundos.

Tan lúcido, tan inteligente el señor Campo Figueroa. 

Si soy imbécil, ¿qué puede decirse de él, que lee mis libros?

Pues con Petro ni por el putas.

¿Y por qué a los que no apoyan a Petro les dicen "uribestias"? El apoyo a Petro no hace a nadie inteligente. Estas generalizaciones son tan espantosas. No me creo una lumbrera, no soy un filósofo iluminado, pero al menos pienso. Me he defendido en la vida. No ando mendigando. Ni libros ni comida o algo parecido. He publicado más de sesenta títulos y me he ganado unos cuantos premios. No me ha ido mal. Mantengo diez blogs en cinco idiomas, con un promedio de diez mil visitas diarias. Quiero decir, mantengo una vida intelectual. No tengo ninguna condena, ninguna investigación judicial, no le debo a nadie. Todo lo que tengo me lo he ganado trabajando. De ninguna manera soy una bestia. 

Tengo muchas dudas y pocos certezas. Pero una de esas pocas certezas es que con Petro ni por el putas.


martes, 22 de marzo de 2022

Casa de citas / Liudmila Ulítskaya / Entre el individuo y el Estado

Liudmila Ulítskaya



Liudmila Ulítskaya
ENTRE EL INDIVIDUO Y EL ESTADO

En la oposición entre el individuo y el Estado, que en menor o mayor grado está presente en cualquier sistema social, defiendo al individuo, al ser humano. Sólo la familia es capaz de defender a la persona del Estado. La idea de Stalin consistía en convertir al hombre en el "tornillo de la máquina estatal". El Estado invierte todos los esfuerzos en hacer de la persona este "tornillo" y sólo la familia representa el mecanismo que mantiene la individualidad y protege del igualitarismo. Por supuesto, me refiero a una familia de verdad. Las bases éticas se fomentan en familia, es un proceso que sucede a edad muy temprana.

 

Liudmila Ulítskaya / "Sólo la familia es capaz de defender a la persona del Estado"


Casa de citas / Liudmila Ulítskaya / Sobre el feminismo

 

Liudmila Ulítskaya



Liudmila Ulítskaya
SOBRE EL FEMINISMO
No me considero una feminista en el sentido que se suele asociar este concepto. Puesto que por mi formación soy bióloga genética, soy perfectamente consciente de la existencia de varios parámetros naturales que en el sentido biológico excluyen la igualdad entre el hombre y la mujer. La igualdad de los derechos políticos o jurídicos no es capaz de cambiarlo. Creo que la raíz de la cuestión no está en la lucha de la mujer por los mismos derechos, sino en establecer la colaboración y cooperación entre ambos sexos, siempre teniendo en cuenta la diferencia entre ellos. A menudo, la lucha no hace otra cosa que provocar el enfurecimiento y alejamiento entre los hombres y mujeres, mientras que hemos de velar por los objetivos comunes, criar a los niños y sobrevivir. Tengo la sensación de que muchos hombres y mujeres comparten mis ideas. Los otros territorios literarios.

Liudmila Ulítskaya / "Sólo la familia es capaz de defender a la persona del Estado"


Casa de citas / Liudmila Ulískaya / El escritor y el Estado

Liudmila Ulískaya



Liudmila Ulískaya
EL ESCRITOR Y EL ESTADO

He empezado a escribir bastante temprano: de joven componía poesías. Lo cierto es que solía tomar esta vocación como un asunto privado; pasaron muchos años antes de que me atreviera a publicar. Casualmente, el inicio de mi carrera literaria coincidió con el final de la época soviética. Sin embargo, tampoco creo que hubiera podido publicar en los tiempos de la Unión Soviética. Y no es porque mi postura fuera antisoviética, lo que pasa es que a mí no me interesaba en absoluto aquello que era importante para las autoridades. ¡Y al revés!


Liudmila Ulítskaya / "Sólo la familia es capaz de defender a la persona del Estado"



lunes, 21 de marzo de 2022

Triunfo Arciniegas / Diario / Crónica de un zarpazo anunciado

 

Ilustración de Triunfo Arciniegas


Triunfo Arciniegas
CRÓNICA DE UN ZARPAZO ANUNCIADO
21 de marzo de 2022

Si como candidato y según sus propios cálculos, Petro planea el zarpazo de dieciocho billones de pesos anuales de dineros que no le pertenecen (las pensiones no son dinero público), ¿qué se podría esperar si fuera presidente? A usted se lo come y hasta le roba los calzones. Perdón, se los "democratiza". Perverso e infame personaje.

En Cuba, que lleva más de sesenta años aguantado hambre, el Estado es dueño hasta de los peces. Fidel Castro se regodeaba contando la manera de preparar la langosta. Y los pobres cubanos ni siquiera pueden pescar los peces que los rodean por todas partes. Si a la casa de un cubano se le entra un pez por la ventana, tiene que espantarlo a sombrerazos para evitarse problemas.

Así que, en Colombia, tarde o temprano usted ya no dispondría de la pensión según su conveniencia, porque un miserable político ya lo habría hecho, para su propio beneficio, para hacerse pasar como Salvador. 

Qué vida tan malparida. Vendría la devaluación como consecuencia de este despropósito y otros que habitan la delirante cabeza del populista: suspender la explotación del petróleo, joder a los ricos, desbaratar la economía, imprimir billetes de la manera más irresponsable, llenar el país de aguacates como si se tratara del mana de las Escrituras. El salto al vacío sería inevitable.

Y algo más, como si fuera como, la represión contra los opositores de Petro, diestro discípulo de Castro y Chávez, sería espantosa. No más imagine la Primera Línea en el poder. Ahí sí, qué democracia ni qué ocho cuartos.


domingo, 20 de marzo de 2022

Casa de citas / Liudmila Ulítskaya / Una lectora




Liudmila Ulitskaya
UNA LECTORA

Desde pequeña, salida apenas de la primera infancia, Sóniechka se zambulló en la lectura. Su hermano mayor, Yefrem, el bromista de la familia, le repetía incansablemente la misma chanza, que ya sonaba pasada de moda en el momento de su invención: «¡A Sóniechka, de tanto leer, se le ha puesto el trasero en forma de silla y la nariz de pera!»
    Por desgracia, aquella burla no pecaba de exageración: su nariz tenía verdaderamente la forma difusa de una pera y Sóniechka, larguirucha y ancha de espaldas, con unas piernas flacas y un trasero plano poco memorable, la única forma bien definida que poseía era la de un busto opulento de mujer, desarrollado precozmente y añadido, como sin venir a cuento, a una figura esmirriada. Sóniechka encogía los hombros, se encorvaba y se ponía vestidos talares, avergonzada de la abundancia inútil por delante y la planicie desoladora por detrás.

Llena de compasión, su hermana mayor, casada desde hacía tiempo, realzaba con generosidad la belleza de sus ojos. Pero eran unos ojos de lo más corrientes, pequeños y marrones. Bien es verdad que tenía unas pestañas de una exuberancia insólita, que le crecían en tres filas y le estiraban hacia arriba el borde abultado de los párpados, pero esto, más que ser un rasgo atractivo, representaba incluso un estorbo, puesto que Sóniechka, miope, llevaba gafas desde la más tierna infancia…

Durante veinte años, de los siete a los veintisiete, Sóniechka había leído casi sin tregua. Cuando se sumía en la lectura era como si entrara en trance y sólo volvía en sí al pasar la última página del libro.
    Atesoraba un talento excepcional, tal vez una suerte de genialidad, para la lectura. Su empatía con la letra impresa era tan grande que confería a los personajes de ficción la misma categoría que a las personas de carne y hueso, parientes y amigos, y el sufrimiento sublime de Natasha Rostova junto al lecho del moribundo príncipe Andréi [1] era para ella tan auténtico como el dolor desgarrador experimentado por su hermana cuando perdió a su hija de cuatro años como consecuencia de una estúpida distracción. Mientras hablaba por los codos con la vecina, no se dio cuenta de que la niña, regordeta, torpe y de ojos lentos, se había caído dentro de un pozo…
    ¿Qué era aquello? ¿Una incapacidad total para comprender el elemento lúdico inherente a todas las artes, la confianza pasmosa de una niña que no ha crecido, la falta de imaginación que llegaba a borrar la frontera entre ficción y realidad, o bien, por el contrario, una huida obstinada al reino de la fantasía donde todo lo que quedaba fuera de sus confines perdía el sentido y la sustancia?

La devoción de Sóniechka por la lectura, que se había transformado en una forma leve de locura, no cesaba de avivarse mientras dormía. Parecía incluso que leyera sus sueños, imaginando novelas históricas trepidantes. Según la naturaleza de la acción, visualizaba el estilo de la tipografía y, por un extraño instinto, sentía aflorar los párrafos y puntos suspensivos. La sensación de desplazamiento espiritual que le provocaba su pasión enfermiza se redoblaba incluso durante el sueño, porque era entonces cuando desempeñaba de pleno derecho el papel de heroína o héroe, morando en la delgada frontera entre la voluntad tangible del autor, de la cual era consciente, y su ambición personal de movimiento, aventura, acción…
    La NEP [2] estaba dando sus últimos coletazos. El padre de Sóniechka, descendiente de una familia de herreros de una aldea de Bielorrusia, un mecánico vocacional no desprovisto de sentido práctico, liquidó su taller de relojería y, sobreponiéndose a la aversión innata que le causaba cualquier tipo de producción en cadena, encontró empleo en una fábrica de relojes, desahogando su espíritu inquieto por las tardes con la reparación de mecanismos únicos, creados por las manos ingeniosas de predecesores de diferentes razas.
    Su madre, que hasta el día de su muerte había llevado una peluca ridícula bajo un pañuelo de lunares impecable, trabajaba a hurtadillas con su máquina de coser Singer, confeccionando para las vecinas vestidos de percal sin pretensiones, en armonía con aquella época grandilocuente y de penurias, en la que todos sus temores se personificaban para ella en la aterradora figura del inspector fiscal.

Sóniechka, por su parte, después de enfrentarse a sus clases al desgaire, se las ingeniaba cada día y a cada instante con la imposición de vivir en los patéticos y estridentes años treinta llevando a pastar su alma por los vastos territorios de la gran literatura rusa, lanzándose a los abismos angustiosos del sospechoso Dostoievski para emerger en las alamedas umbrosas de Turguéniev, o en las casas solariegas de provincia recalentadas por el amor generoso y sin principios de Leskov, que, por alguna razón, era tenido por escritor de segunda.

Obtuvo el título de bibliotecaria y comenzó a trabajar en el depósito subterráneo de una vieja biblioteca, y era uno de esos pocos seres afortunados que, tras finalizar la jornada laboral, sentía una punzada por el placer interrumpido, abandonaba el sótano sofocante y polvoriento sin llegar a hartarse de las fichas de catálogo ni de los formularios blanquecinos con los pedidos que le llegaban desde la sala de lectura, en el piso de arriba, ni del peso vivo de los tomos que cargaba en sus delgados brazos.

Durante muchos años pensó que la escritura en sí era una actividad sagrada. Consideraba que Pávlov, un autor menor, Gregorio Palamas y Pausanias eran escritores de igual valía sólo porque figuraban en la misma página de la enciclopedia. Con el paso de los años aprendió a distinguir por sí misma, en el vasto océano de libros, las olas grandes de las pequeñas, y las pequeñas de la espuma costera, que inundaba casi por entero los estantes ascéticos de la sección de literatura contemporánea.

Después de pasar varios años de enclaustramiento monacal en el depósito de libros, Sóniechka se dejó convencer por su jefa, una lectora no menos obsesiva que ella, y decidió matricularse en la universidad, en la Facultad de Filología Rusa. Comenzó a preparar el temario, tan extenso como absurdo, y cuando estaba a punto de presentarse a los exámenes de acceso, de repente, todo se desmoronó. Todo cambió de un día para otro con el estallido de la guerra.

    Éste fue posiblemente el primer acontecimiento de toda su joven vida que la arrancó del nebuloso mundo de lectura permanente en el que habitaba. Junto a su padre, que entonces trabajaba en una fábrica de herramientas, fue evacuada a Sverdlovsk, [3] donde pronto fue a parar al único lugar seguro de la ciudad: el sótano de la biblioteca…
    No está claro si esa coincidencia obedecía a la tradición, arraigada en Rusia desde tiempos inmemoriales, de conservar escrupulosamente en un sótano frío los frutos valiosos del espíritu, al igual que se hace con los de la tierra, o bien se trataba de una vacuna administrada a Sóniechka en previsión de los diez años siguientes que pasaría en compañía de un «hombre del subsuelo», destinado a ser su marido y que se le apareció en aquel primer año de evacuación, desesperadamente difícil…

Liudmila Ulítskaya
Sóniechka

[1] Natasha Rostova y el príncipe Andréi Bolkonski son personajes principales de Guerra y paz de Lev Tolstói. (N. de la T.)
    [2] Nueva Política Económica (1921-1927), permitía cierta propiedad privada en determinadas condiciones con el objetivo de paliar el daño causado por la guerra civil. (N. de la T.)
    [3] La ciudad más importante de los Urales (actualmente vuelve a llamarse como antes de la Revolución: Ekaterinburgo). (N. de la T.)