A los dieciséis dejó Guadalupe, su tierra natal, para estudiar en Francia. A los 19 años tuvo su primer hijo: «Me quedé sola en París, incapaz de hacerme a la idea de que el padre de mi bebé me había abandonado». Luego se casó con Mamadou Condé, un actor guineano, con el único objetivo de «reconquistar, gracias al matrimonio, un cierto estatus en la sociedad». Con él tuvo tres hijas, antes de decidir que le extirparan las trompas de falopio: «¡Se acabó! –pensó cuando despertó de la operación– ¡Se acabaron el miedo y la angustia en cada relación sexual!». Este periodo de su vida es el que Condé destripa en « La vida sin maquillaje» (Impedimenta, 2019).
Jaime G. Mora, ABC Cultural