miércoles, 30 de octubre de 2013

Diario / Meditación sobre el tiempo



Triunfo Arciniegas
Meditación sobre el tiempo_ a toda prisa
Taxqueña, Ciudad de México, 30 de octubre de 2013



Todo se acelera cuando uno viaja. El tiempo corre con uno, corre más que uno. Los tiempos felices vuelan, el dolor va despacio. Todo es provisional, fugaz e irrepetible mientras uno viaja. Las decisiones se toman al vuelo y uno toca madera para que sean las acertadas.

El alma se retrasa: va despacio. Por eso siempre llega después del cuerpo.

Se cayó el internet desde ayer en Jardines de Acapantzingo y ahora estoy en la estación Taxqueña, cerca de la Central Camionera del Sur, subiendo las entradas de los blogs y contestando correos como un loco. No hay tiempo. Tengo un compromiso en unos minutos.

Escribo estas notas que debo revisar mañana o pasado, rogando que no se haya colado una burrada. El teclado es raro, no encuentro los signos de interrogación, menos mal que no he tenido que plantearme ninguna pregunta en estos últimos diez minutos.

Hace calor.

Ya debo salir corriendo.



lunes, 28 de octubre de 2013

Diario / El oso y el lobo


Triunfo Arciniegas
El oso y el lobo
Bogotá, 28 de octubre de 2013

The Bear Came Over the Mountain”, que hoy se publica en DRAGON, es sin duda uno de los mejores cuentos de Alice Munro. Cierra su libro Hateship, Friendship, Courtship, Loveship, Marriage (2001) y también es una película, “Away From Her” (Lejos de ella), con Julie Christie, Gordon Pinsent y Olivia Dukakis. El cuento se ha traducido como “Ver las orejas al lobo”, una frase que significa advertir un peligro. Su título en inglés, que alude a un oso que merodea o da vueltas o recorre la montaña, seguramente tiene un significado muy específico. Imagino que el traductor busca ese sentido en las orejas del lobo. Uno ve las orejas pero no el lobo completo. Es decir, puede escapar: el lobo no lo ha visto a uno. En los primeros días de diciembre DRAGON lo publicará en español. Hace parte de Odio, Amistad, Noviazgo, Amor, Matrimonio, un título espantoso para un libro extraordinario. Viene de un juego infantil, que consiste en repetir estas palabras y relacionar al azar, mecánicamente, a una persona con alguna de estas palabras. Si alguien no entiende esta explicación, por favor acuda, al primer cuento del libro. Y si no tiene el libro y quiere leer uno de sus preciosos cuentos, pulse este enlace de DRAGON:

Alice Munro / Lo que se recuerda





sábado, 26 de octubre de 2013

Alice Munro / Casa de citas / Me gusta contemplar la vida de la gente

Alice Munro según Triunfo Arciniegas
Foto ajena
Alice Munro
ME GUSTA CONTEMPLAR 
LA VIDA DE LA GENTE

Me gusta contemplar la vida de la gente a lo largo de una serie de años sin continuidad. Como si los captara en instantáneas. Y me gusta la forma en que la gente guarda relación o no con quien era anteriormente..... Creo que esa es la razón por la que no me atrae escribir novelas. Porque no veo a la gente en un desarrollo que llega hasta algún lugar. Sólo veo a la gente viviendo a fogonazos. Entre un momento y otro. 

I like looking at people’s lives over a number of years without continuity. Like catching them in snapshots. And I like the way people relate, or don’t relate, to the people they were earlier.... I think this is why I’m not drawn to writing novels. Because I don’ see that people develop and arrive somewhere. I just see people living in flashes. From time to time.

Hancock, Geoff, “An Interview with Alice Munro”, Canadian Fiction Magazine, 43 (1982): 74-114. Cita en inglés tomada de Hernández Lerena, Mª Jesús, Exploración de un género literario: Los relatos breves de Alice Munro, Logroño, Universidad de la Rioja, 1998, p. 7.

viernes, 25 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Literatura latinoamericana

Borges según Triunfo Arciniegas
Fotografía ajena

Alice Munro
LITERATURA LATINOAMERICANA

¿Qué conoce de la literatura latinoamericana o en castellano?

Conozco y he leído bien a Borges porque todo el mundo lo ha hecho. También al español Javier Marías, porque armó en una isla una orden de escritores y a mí me nombró la duquesa de Ontario, qué gracia. He mantenido correspondencia con él y me gusta su forma de escribir fría. Conozco mucho a Alberto Manguel y he leído a Vargas Llosa, García Márquez. Pero de todos los países latinos el que más me fascina es Brasil. Amo a Elizabeth Bishop, una escritora estadounidense, que vivió durante su infancia en Canadá y escribió sobre Brasil. Cuenta historias en las que a los personajes se les rompe el auto o tienen problemas matrimoniales. A mí, que Brasil me parecía el colmo de lo exótico, me encantaba pensar que podía haber allí gente corriente con vidas y problemas corrientes.

Alice Munro / Ya no sirvo para una vida normal



jueves, 24 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Placeres

Alice Munro
según Triunfo Arciniegas
Alice Munro
PLACERES

¿Tiene algún placer secreto?
No sé si es porque a mi edad me sigo rebelando contra la educación puritana, pero amo la ropa, amo salir de shopping y tener un almuerzo como éste que sea una excusa para arreglarme en medio del campo. Piense que durante treinta años yo cociné para mi familia. Cuando nadie mira, devoro ‘Vogue’, pero me molesta ver los precios, me parecen indecentes. Antes, cuando podía, me escapaba a Toronto a ver escaparates. ¡Ay, qué vergüenza! No sé si Eudora Welty se la pasaría pensando en este tipo de cosas. Al menos estoy segura de que Katherine Mansfield sí lo hacía.






miércoles, 23 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Chejov y yo

Alice Munro
según Triunfo Arciniegas
Alice Munro
CHÉJOV Y YO

¿Qué cree que hubiese pensado Chéjov de conocerla?
¡Qué bonita idea! Mientras hacía la investigación sobre esta mujer matemática (Sonia Kovalevski, protagonista de "Demasiada felicidad") no podía dejar de pensar si Chéjov, de conocerme, se hubiese enamorado de mí. Creo que no. A los hombres no les gustan las mujeres como yo. La matemática esta, por ejemplo, tenía una hermana de una gran belleza que quería ser escritora y pronto vendió un cuento a una revista editada por Dostoievski. Dostoievski inmediatamente quiso conocerla y le propuso matrimonio, a lo cual ella se negó. Si bien su vida fue trágica y triste, yo creo que ella entonces ya sabía que, de aceptar a Dostoievski, siempre sería la mujer de Dostoievski y nada más. Dos semanas después del rechazo, Dostoievski se casó con su estenógrafa, es decir, con una mujer que siempre encontraría la palabra perfecta para él. Pero Chéjov, claro, se casó con una actriz que llevaba su propia fama a cuestas, así que quizá yo hubiese sido la indicada para él.

Alice Munro / Ya no sirvo para una vida normal





martes, 22 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Virginidad



Alice Munro

VIRGINIDAD

No quiso que dijera nada. Me llevó a la cama. ¿Era algo que estaba en las cartas desde el principio, o le sorprendió casi tanto como a mí? Mi virginidad cuando menos no pareció sorprenderlo, porque trajo una toalla, además del condón, y le puso empeño, toda la delicadeza que pudo. Mi pasión quizá sí fuera una sorpresa para ambos. La imaginación resultó ser, a fin de cuentas, una escuela tan buena como la experiencia.
     —Tengo intención de casarme contigo —me dijo.



Alice Munro




lunes, 21 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Dos fotos



Alice Munro
DOS FOTOS


Así que allí me fui, y mamá había preparado pollo. Olía bien cuando entré en casa. Después me llega el olor de Madelaine, el mismo olor asqueroso de siempre que no sé qué es pero que ahí está aunque mamá la lave todos los días. Pero actué muy bien. Es una ocasión especial, les dije, así que voy a hacer una foto. Les conté que tenía una cámara nueva, estupenda, que revelaba al momento y podrían ver la foto. Te ves en un pispás, ¿qué les parece? De modo que los senté a todos en el salón como le he enseñado a usted. Mamá dice: venga, deprisa, que tengo que volver a la cocina. Si no tardo nada, le digo. Hago la foto, y ella: venga, vamos a ver cómo hemos salido, y yo: un momento, un poco de paciencia, solo tardará un minuto. Y mientras esperan a ver cómo han salido, yo saco mi pistolita y pim, pam, pum, me los cargo. Después hice otra foto, fui a la cocina, comí un poco de pollo y no volví a mirarlos. Pensaba que la tía Rennie estaría allí también, pero mamá dijo que tenía no sé qué en la iglesia. Me la habría cargado igual. Así que mire. Antes y después.



Alice Munro
"Radicales libres"
Demasiada Felicidad
Lumen, Barcelona, 2013

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domingo, 20 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Mi hermana

Fotografía de Katerina Bodrunova
Alice Munro
Mi hermana

Sin embargo ahora ha pasado algo. Ahora que mis hijos son adultos, que mi esposo se ha jubilado y los dos viajamos mucho, tengo la sensación de que a veces veo a Queenie. No es que la vea por la fuerza de un deseo o un empeño particular; tampoco que me convenza de que realmente es ella.
Una vez fue en un aeropuerto atestado y ella llevaba un sarong y un sombrero de paja con guirnalda de flores. Bronceada y entusiasta, con aspecto de rica, rodeada de amigos. Otra vez estaba entre unas mujeres, a la puerta de una iglesia, espiando una boda. Llevaba una manchada chaqueta de ante y no parecía próspera ni contenta. Una vez más, en una bocacalle, esperaba la luz verde para cruzar una fila de parvulario camino del parque o la piscina.
La última ocasión y la más rara fue en un supermercado de Twin Falls (Idaho). Al doblar una esquina, llevando las pocas coas que había comprado para un picnic, me topé con una anciana apoyada en su carrito como si me estuviera esperando. Una viejecita llena de arrugas, de boca torcida y piel amarronada e insalubre. El pelo hirsuto y amarillento, los pantalones violeta subidos hasta el bulto de la panza: una de esas mujeres que de todos modos, con la edad, han perdido la cintura. Los pantalones bien podían ser de una tienda de segunda mano, y lo mismo el jersey de colores alegres, pero apelmazado y encogido, abotonado sobre un pecho de niña de diez años.
El carrito estaba vacío. La mujer ni llevaba bolso.
Y al contrario que las anteriores, ésta parecía saber que era Queenie. Me sonrió con tal alegría de reconocer, y tal ansia de ser reconocida, que se habría dicho que era un acontecimiento, el momento que le concedían un día entre mil, cuando la dejaban salir de las sombras.
Lo único que hice yo fue estirar la boca con una cordialidad impersonal, como ante una solitaria desconocida, y seguir mi camino a la caja.
Luego, en el aparcamiento, le dije a mi marido que había olvidado algo y volví corriendo. Busqué en todos los pasillos. Pero en ese lapso ínfimo la viejecita se había desvanecido. Tal vez hubiera salido justo después de mi; tal vez ya andaba por las calles de Twin Falls, a pie, o en un coche conducido por un pariente o un vecino. Podía incluso conducir ella misma. Existía la posibilidad, sin embargo, de que siguiera en el supermercado y entre pasillo y pasillo nos desencontráramos. Me encontré yendo de un lado a otro, temblando en la atmósfera glacial del aire refrigerado, escrutando las caras, asustando quizás a la gente con el ruego silencioso de que me dijeran dónde estaba Queenie.
Hasta que entré en razón y me convencí de que no era posible, de que, fuera quien fuese, Queenie me había dejado atrás.

Alice Munro
“Queenie”
Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio
RBA, Barcelona, 2003, pp.218-219.


sábado, 19 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / El vestido

El vestido negro
Ilustración de Triunfo Arciniegas
Alice Munro
EL VESTIDO

Recordaba otra vez, en Vancouver. Fue cuando Nichola iba al jardín de infancia y Judith era un bebé. Nichola había ido al médico por un resfriado, o quizá para un examen de rutina, y el análisis de sangre mostraba algo en sus glóbulos blancos, o que había demasiados o que se habían hecho grandes. El médico pidió más análisis y yo llevé a Nichola al hospital para que se los hicieran. Nadie mencionó la leucemia, pero yo sabía, desde luego, lo que estaban buscando. Y cuando llevé a Nichola a casa le pedí a la canguro que había estado con Judith que se quedase por la tarde, y me fui de compras. Me compré el vestido más atrevido que haya tenido nunca, una especie de funda de seda negra con algún adorno de encaje en el delantero. Recuerdo aquella radiante tarde de primavera, los zapatos altos en los grandes almacenes, la ropa interior con estampado de leopardo.


Alice Munro

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viernes, 18 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / El membrillo



Alice Munro
EL MEMBRILLO

El recuerdo de la infancia de mi padre, que yo siempre me había imaginado como sombría y peligrosa –la modesta granja, las hermanas atemorizadas, el padre severo–, me hicieron menos resignada ante su muerte. Pensé en él huyendo para irse a trabajar en los barcos del lago, corriendo por las vías del ferrocarril hasta Gorderich, a la luz del anochecer. Acostumbraba a contar aquel viaje. En algún lugar de la vía encontró un membrillo. Los membrillos son raros en nuestra zona del país; de hecho, no he visto nunca ninguno. Ni siquiera el que encontró mi padre, aunque una vez nos llevó de excursión para ir a buscarlo. Pensó que conocía el cruce cerca del que estaba, pero no pudimos encontrarlo. No pudo encontrar el fruto, desde luego, pero quedó impresionado por su existencia. Le hizo pensar que había llegado a una nueva parte del mundo.



Alice Munro



jueves, 17 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Mi padre y la crítica literaria

Fotografía de Gerd Bonfert
Alice Munro
MI PADRE Y LA CRÍTICA LITERARIA

Yo estaba cansada de haber conducido todo el camino hasta Dalgleish, preocupada por devolver el coche de alquiler a tiempo, e irritada por un artículo que había estado leyendo en una revista en la sala de espera. Era sobre otra escritora, una mujer más joven, más guapa y probablemente con más talento que yo. Yo había estado en Inglaterra durante dos meses, de modo que no había visto antes aquel artículo, pero me pasó por la cabeza mientras lo estaba leyendo que mi padre lo habría leído. Podía oírle decir: “Bueno, no he visto nada sobre ti en Maclean´s”. Y si hubiese leído algo sobre mí diría: “Bueno, no tengo una gran opinión de ese reportaje”. Su tono sería festivo e indulgente, pero produciría en mí una familiar tristeza de espíritu. El mensaje que recibí de él era sencillo: Hay que luchar por conseguir la fama y luego pedir perdón por ella. Tanto si la consigues como si no, tú tendrás la culpa.


Alice Munro
Las lunas de Júpiter


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Biografía de Alice Munro


miércoles, 16 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Sobre la inteligencia


Alice Munro
SOBRE LA INTELIGENCIA


Es curioso. La primera vez que vi a Richard me recordó lo que mi padre acostumbraba a decirme. Decía: “Si aquel tipo fuese la mitad de inteligente de lo que cree que es, sería el doble de inteligente de lo que es en realidad”.


Alice Munro
Lunas de Júpiter

martes, 15 de octubre de 2013

Alice Munro / El asunto de la mirada


Alice Munro
EL ASUNTO DE LA MIRADA



La vida de la gente es suficientemente interesante si tú consigues captarla tal cual es, monótona, sencilla, increíble, insondable.



lunes, 14 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / La habitación


Alice Munro
LA HABITACIÓN


Cuando un hombre sale de una habitación deja todo detrás, cuando una mujer lo hace lleva todo lo ocurrido en esa habitación con ella.

Alice Munro

Demasiada felicidad



domingo, 13 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Harén


Alice Munro
HARÉN

En nuestro apartamento había dos habitaciones y media. Lo alquilamos amueblado y, como era de suponer en estos casos, eso significaba que estaba medio amueblado con enseres que en otras circunstancias se habrían tirado. Recuerdo el suelo del cuarto de estar, cubierto con cuadrados y rectángulos sobrantes de linóleo: todos los diferentes colores y formas unidos unos con otros y bordados como un absurdo edredón de franjas metálicas. Y había un horno de gas de la cocina que se alimentaba de monedas de veinticinco centavos. Nuestra cama estaba metida en un recodo de la cocina y cabía allí tan justa que había que encaramarse a ella desde el pie. Chess había leído que ésta era la forma en que las chicas de un harén tenían que entrar en la cama del sultán, venerando primero sus pies y luego arrastrándose hacia arriba, rindiendo homenaje a las otras partes de su cuerpo. A veces jugábamos a ese juego.



Alice Munro


sábado, 12 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Lecturas



Alice Munro
LECTURAS

Otra cosa que hacía tras la cortina era leer. Leía libros que cogía de la biblioteca de Kitsilano, que se encontraba a unas manzanas de casa. Y cuando estaba allí tendida boca arriba en aquel estado de asombro que me podía producir un libro, un vértigo generado por las riquezas de lo que digería, lo que veía era aquellas franjas. Y no sólo los personajes y la trama, sino también el clima creado por el libro impregnaba las flores artificiales y fluía a lo largo del arroyo del vino tinto o del verde lóbrego. Leía libros pesados cuyos títulos ya me eran familiares y que tenían un cierto halo místico —incluso llegué a tratar de leer Los novios—, y entre aquellos platos fuertes leía también las novelas de Aldous Huxley y de Henry Green, y Al faroEl fin de Chéri o Ha muerto un corazón. Devoraba uno tras otro sin establecer un criterio de preferencias, rindiéndome ante ellos de la misma forma que lo había hecho con los libros leídos en la infancia. Todavía me encontraba en una etapa de convulso apetito, mi voracidad era casi angustiosa. 
        Pero se había añadido una nueva complicación respecto a las lecturas de infancia, y es que yo tenía que ser escritora además de lectora. Compré un cuadernillo escolar e intenté escribir; y sí que escribí: páginas que comenzaban con autoridad y que luego se marchitaban, de modo que acababa arrancándolas y las retorcía en severo castigo y las tiraba al cubo de la basura. Lo hice una y otra vez hasta que sólo me quedó la cubierta del cuadernillo. Luego compré otro y comencé el proceso una vez más. Siempre el mismo ciclo: emoción y desesperanza, emoción y desesperanza. Era como tener un embarazo secreto y un aborto no provocado cada semana. 



Alice Munro
"La isla de Cortés"

Si desea leer el cuento completo:

"La isla de Cortes"




viernes, 11 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Fantasma


Alice Munro
FANTASMA

En la larga casa blanca, con sus esquinas de azulejo, vivía ahora gente nueva. Los Shantz se habían marchado a vivir a Florida. Enviaban naranjas a mis tías; Ailsa decía que aquellas naranjas conseguían que las que comprabas en Canadá te repugnaran. Los nuevos vecinos habían construido una piscina, que sobre todo utilizaban sus hijas -dos preciosas jovencitas que ni siquiera me miraban cuando nos cruzábamos por la calle- y los novios de éstas. Los arbustos habían crecido considerablemente entre el patio de mis tías y el de ellos, pero aun así podía verlos correr y empujarse alrededor de la piscina, sus alaridos, los chapuzones. Despreciaba sus payasadas porque me tomaba la vida en serio y tenía una idea mucho más elevada y noble del amor. Pero, de todas formas, me hubiera gustado atraer su atención. Me hubiera gustado que alguno de ellos viera mi pijama pálido moviéndose en la oscuridad y hubiera gritado de verdad, pensando que yo era un fantasma.


Alice Munro
"El amor de una mujer generosa"


Lea, además
Biografía de Alice Munro


jueves, 10 de octubre de 2013

Casa de citas / Alice Munro / Tabletas


Alice Munro
TABLETAS

Pero mientras ella jugaba al tenis, Lewis había muerto. De hecho se había matado. En la mesilla de noche había cuatro pequeñas tabletas de plástico con el dorso metalizado. Cada una había contenido dos poderosos calmantes. Al lado, en dos tabletas más, las gruesas cápsulas blancas seguían bajo las invioladas cubiertas de plástico. Cuando más tarde Nina las recogiera, descubriría que en el plástico metalizado de una de ellas había una marca, como si Lewis hubiera empezado a clavar la uña antes de decidir si ya era suficiente, o en el mismo instante hubiera perdido la conciencia.

     El vaso casi vacío. No había agua derramada.



Alice Munro
"Consuelo"
Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio
RBA, Barcelona, 2003, p. 100

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Biografía de Alice Munro


miércoles, 9 de octubre de 2013

Casa de citas / James Salter / La cuestión de los elogios

James Salter
James Salter
LA CUESTIÓN DE LOS ELOGIOS

Recuerdo su último comentario (el de Joe Fox, editor de la novela) cuando se acabó la labor de corrección. “Un libro absolutamente maravilloso en todos los sentidos -dijo, y añadió-: Probablemente”. Creyéndomelo, me llené de júbilo. Quería elogios, por supuesto, elogios generalizados, y parecía que de algún modo Fox podía procurármelos: había sido editor de muchos escritores admirados, Paul Bowles, Capote, Ralph Ellison, Roth. Yo quería la gloria. En el Met había visto a Nureyev y Fonteyn en su actuación de despedida, una de muchas, de El lago de los cisnes: magnífica, inspirada, todo el público de pie y aplaudiendo clamorosamente durante tres cuartos de hora después de caer el telón mientras aparecían las deidades juntas, luego una y después la otra, luego otra vez las dos, y así sucesivamente, reverencia tras reverencia con agotada satisfacción mientras les llevaban al escenario grandes ramos de rosas.

James Salter
Quemar los días
Título original: Burning the Days (1997)
Traducción: Isabel Ferrer Marrades
Ediciones Salamandra, Barcelona, 2010



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"La última noche", cuento de James Salter




martes, 8 de octubre de 2013

Casa de citas / James Salter / Escribir sobre alguien


James Salter
ESCRIBIR SOBRE ALGUIEN


Escribir sobre alguien a fondo es destruirlo, consumirlo. Supongo que eso también es aplicable a la experiencia: al describir un mundo, lo extingues, y en un libro de memorias gran parte queda reducida a escombros. Las cosas se capturan y al mismo tiempo se despojan de vida, para nunca volver a estremecerse o emitir luz.


James Salter
Quemar los días
Título original: Burning the Days (1997)
Traducción: Isabel Ferrer Marrades
Ediciones Salamandra, Barcelona, 2010


Lea, además
"La última noche", cuento de James Salter



lunes, 7 de octubre de 2013

Casa de citas / James Salter / Guionista en Hollywood

Bailarina
Consuelo Restrepo
James Salter
GUIONISTA EN HOLLYWOOD

Un guionista es como las chicas de las fiestas: mientras luces apetecible, tus posibilidades son infinitas. Pero el atractivo es efímero, y en seguida eres descartada.


Lea, además
"La última noche", cuento de James Salter



domingo, 6 de octubre de 2013

Casa de citas / James Salter / Noches de matrimonio



James Salter
NOCHES DE MATRIMONIO

Noches de matrimonio, conyugales, la casa en silencio por fin, los cojines hundidos donde los invitados se habían sentado, las cenizas calientes. (…) Yacían en la oscuridad como dos víctimas. No tenían nada que darse el uno al otro, estaban atados por un amor puro, inexplicable.


James Salter
Años luz








sábado, 5 de octubre de 2013

Casa de citas / García Márquez / La buena pierna

Lorena Elizabet Hernández y Gabriel García Márquez

Lorena Elizabeth Hernández
LA BUENA PIERNA

Un hombre llamado Gabriel García Márquez, quien me enseñó a saber del amor y otros demonios, me acaba de decir el mejor halago de mi vida: "qué buena pierna".





viernes, 4 de octubre de 2013

Casa de citas / Alvaro Mutis / La gratitud


Álvaro Mutis
LA GRATITUD

La gratitud, cuando es tan absoluta, no se expresa con palabras.


Álvaro Mutis
Ilona llega con la lluvia
La Oveja Negra, Bogotá, 1987, p. 97


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Biografía de Álvaro Mutis