domingo, 31 de marzo de 2013

Casa de citas / Francis Bacon / La muerte

Tres autorretratos de Francis Bacon

Francis Bacon
LA MUERTE

La muerte siempre está presente, cada vez que me miro al espejo veo su intenso trabajo.


sábado, 30 de marzo de 2013

Casa de citas / Francis Bacon / La pintura

Francis Bacon según Lucian Freud


Francis Bacon
LA PINTURA

1

No he dibujado nunca. Empiezo directamente sobre la tela. Ataco de inmediato la tela...Dibujo, quizás, con la pintura. Pero si dibujara, las imágenes no saldrían iguales para mí. Porque, sabe, el dibujo es muy cerebral. Para usar realmente el dibujo hay que tener una noción exacta de lo que se quiere hacer. Y yo me fijo más bien en si funciona, la cosa que me viene. Yo lo llamo accidente.

2

Cuando empiezo a pintar, y no hablo de retratos, tengo una cierta idea de lo que querré hacer. Pero pintando esta idea cambia continuamente y las imágenes van apareciendo. Me vienen sin saber qué son. Si me gustan las conservo y, si no, las rechazo.

3

Picasso era muy brillante. Hablaba de su modo de hacer pero no de su pintura. Hacía grandes juegos de palabras pero nunca habló de su pintura. Ni él mismo habló de su pintura. Muy brillante pero no habló de su pintura.


http://www.tijeretazos.net/Acrobat/Francis%20Bacon,%20pintor.pdf




viernes, 29 de marzo de 2013

Casa de citas / Francis Bacon / Painting


Francis Bacon
Painting
Francis Bacon
PAINTING

Llegó a mí como un accidente. Yo estaba pensando en hacer un pájaro ardiendo en un campo y esto debe haber estado vinculado en alguna manera con las formas que había representado antes. Pero de repente la línea que dibujé me sugirió algo completamente diferente y surgió esta pintura. No tuve ninguna intención de hacer este cuadro, nunca pensé en él en ninguna manera, fue como si un accidente se montara en otro y luego en otro.

jueves, 28 de marzo de 2013

Casa de citas / Cristina Peri Rossi / Entre la espada y la pared



Cristina Peri Rossi

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED


El espacio que queda entre la espada y la pared es exiguo. Si huyendo de la espada, retrocedo hasta la pared, el frío del muro me congela; si huyendo de la pared, trato de avanzar en sentido contrario, la espada se clava en mi garganta. Cualquier alternativa, pues, que pretenda establecerse entre ellas, es falsa, y como tal, la denuncio. Tanto el muro como la espada sólo pretenden mi aniquilación, mi muerte, por lo cual me resisto a elegir. Si la espada fuera más benigna que el muro, o la pared, menos lacerante que el filo de aquélla, cabría la posibilidad de decidirse, pero cualquiera que las observe –la espada, la pared. Comprenderá enseguida que sus diferencias son sólo superficiales. Sé que tampoco es posible dilatar mi muerte tratando de vivir en el corto espacio que media entre la pared y la espada. No sólo el aire se ha enrarecido, está lleno de gases y de partículas venenosas: además, la espada me produce pequeños cortes (que yo disimulo por pudor) y el frío de la pared congestiona mis pulmones, aunque o toso con discreción. Si consiguiera escurrirme (imposible salvación), la espada y el muro quedarían enfrentados, pero su poder, faltando yo entre ambos, habría disminuido tanto que posiblemente el muro se derrumbara y la espada enmoheciera. Pero no existe ningún resquicio por el cual pueda huir, y cuando consigo engañar a la espada, la pared se agiganta, y si me separo de la pared, la espada avanza.


He procurado distraer la atención de la espada proponiéndole juegos, pero es muy astuta, y cuando deja de apuntar a mi garganta, es porque dirige su filo hacia mi corazón. En cuanto al muro, es verdad que a veces olvido que se trata de una pared de hielo, y, cansado, busco apoyo en él: no bien lo hago, un escalofrío mortal me recuerda su naturaleza.

He vivido así los últimos meses. No sé por cuánto tiempo aún podré evitar el muro, la espada. El espacio es cada vez más estrecho y mis fuerzas se agotan. Me es indiferente mi destino: si moriré de una congestión pulmonar o me desangraré a causa de una herida; esto no me preocupa. Pero denuncio definitivamente que entre la espada y la pared no existe lugar donde vivir.



miércoles, 27 de marzo de 2013

Un niño gato protagoniza el nuevo libro de Triunfo Arciniegas



Un niño gato 
protagoniza el nuevo libro 
de Triunfo Arciniegas

Por María del Rosario Laverde
Semana, 26 de marzo de 2013


El más reciente libro del escritor Triunfo Arciniegas 
es una metáfora 
de las duras realidades a las que se enfrentan
los niños de nuestro tiempo.

Un niño gato protagoniza el nuevo libro de Triunfo Arciniegas. .


Durante la temporada en que se empiezan a conocer algunos de los títulos que serán presentados en la próxima Feria Internacional del Libro de Bogotá, sale al mercado El niño gato, el más reciente libro del escritor colombiano Triunfo Arciniegas, quien con más de 50 títulos publicados conforma una terna de éxito con el joven ilustrador Dipacho y Ediciones SM, bajo la dirección de María Fernanda Paz Castillo y el diseño de Camila Cesarino Costa.

Después de El árbol triste y El último viaje de Lupita López, títulos de Arciniegas en la misma editorial, dedicados a los dolorosos temas del exilio y la muerte, Ediciones SM nos presenta un libro de alta factura, atractivo y sugerente.

Se destaca el diálogo entre los textos de Arciniegas y las imágenes de Dipacho: mientras el primero le imprime un tinte nostálgico y triste al relato, el otro, a través del color y la sencillez de las imágenes, abre la posibilidad de añadir elementos nuevos de información y da paso a otras lecturas.

El niño gato, más que un cuento infantil, es una metáfora de las duras realidades a las que se enfrenta un niño de este tiempo.

El protagonista se sabe distinto a los demás desde el principio, con esa certeza que solo tienen quienes crecen sin conocer a su padre o que lo pierden a muy temprana edad. Debe lidiar, además, con la tristeza de la madre y su decisión de dejar este mundo. “El niño gato creció solo, como un milagro, entre los árboles, en los potreros, en las orillas del río, como esas plantas que enfrentan al viento, aferradas a las rocas.” Con los libros y el amor como asideros y superando hasta cierto punto una dura infancia, se convertirá en un gato adulto.



sábado, 23 de marzo de 2013

Casa de citas / Mónica Gontovnik / La llamada millonaria



Monica Gontovnik
LA LLAMADA MILLONARIA

Hoy hicieron la llamada millonaria a mi casa. La empleada cayó totalmente.... pero un ángel que siempre me ampara, mi madre, apareció sin saberlo, para salvarnos. Encontró a la pobre empleada llorando que yo estaba presa y eso que no le quería decir porque dizque todo era un secreto y que mis abogados venían por cosas de valor a mi casa en una hora para poder sacarme de la cárcel. Es cierto, sigue pasando y la gente ingenua sigue cayendo ... Qué suerte tuve hoy.

jueves, 21 de marzo de 2013

Diario / El juguete



Triunfo Arciniegas
El juguete 
Bogotá, 18 de marzo de 2013 

Esta tarde acompañé a Irene Vasco a comprar ropa para su nieto, después de una delicioso almuerzo en un restaurante japonés. Entramos a una tienda de ensueño, solo para niños, casi para bebés, una tienda de juguetes, podría decirse. Hay juguetería en el segundo piso, a donde no fuimos, por suerte, qué cosas se me hubieran antojado. A la entrada de la tienda vi un juguete que me encantó, un perro amarillo de orejas negras, con pantaloneta verde, y que mueve las patas, un perro nadador, y lo compré para mí. Hablando con Irene y, mientras los tres empleados y otro comprador escuchaban, dije que no tenía necesidad de fingir que compraba el juguete para un hijo o para un sobrino. Que no haría como el tipo que pide en el restaurante una cajita para guardar las sobras de la comida explicando que son para el perro, cuando en realidad serán su cena. Se rieron. Al salir de la tienda, le expliqué a Irene que era un perro para echar a nadar en la bañera, que por eso uno le da cuerda y el animal mueve las patas, y entonces me preguntó si tenía bañera. Le respondí que ahora que tengo el perro necesito con urgencia una bañera. Ya tengo chimenea y balcón. Me queda por cumplir el sueño de la bañera. En todo caso, me sentí feliz de comprar un perro en la sección de descuentos de una tienda de ricos. 



miércoles, 20 de marzo de 2013

´Triunfo Arciniegas / Filósofo de semáforo / Cordones


Triunfo Arciniegas
Filósofo de semáforo
CORDONES

"Me cuenta cuando se encuentre algo", me dijo una muchacha en una calle de La Soledad, el precioso barrio bogotano, señalando los cordones sueltos de mis botas. La frase es una advertencia envenenada. Por una parte, señala que sería mejor que uno atara sus cordones antes de que suceda una catástrofe. Por otra parte, se recrea precisamente en la posibilidad de que uno mismo pise alguno de los cordones y ruede al piso. Alguien diría entonces que uno se arrojó al suelo a recoger algo mucho antes que cualquier otro. La muchacha, en este caso, estaría reclamando parte de ese botín.

martes, 19 de marzo de 2013

Triunfo Arciniegas / Filósofo de semáforo / Pachito, el Ché



Triunfo Arciniegas
Filósofo de semáforo
PACHITO, EL CHÉ

"Sigan rezando por mí", dice el papa Francisco. ¿No se supone que es al contrario? El es el representante de Dios en la Tierra y, por lo tanto, el supremo intermediario. El es el santo, y nosotros, los pecadores. Si tiene línea directa con el Patrón, algo puede hacer.

Filósofo de semáforo



lunes, 18 de marzo de 2013

Triunfo Arciniegas / Filósofo de semáforo / Tetas



Triunfo Arciniegas
Filósofo de semáforo
TETAS

La frase dice: "Las tetas son la prueba fehaciente de que el hombre puede prestar atención a dos cosas al mismo tiempo". Sé que la frase en su origen no tiene una intención de alabanza. Se refiere a la incapacidad del hombre para concentrarse en más de un asunto al mismo tiempo, una desventajada declarada frente al sexo femenino. Pero la tomo por el lado festivo y digo que con esta frase me siento inteligente. Es decir, me siento capaz de enfrentar la belleza y la complejidad del universo. Un razonamiento que, de carambola, entusiasma y enaltece a ambos bandos.

sábado, 9 de marzo de 2013

Roberto Quesada / El tartamudo

Fernando Botero
Roberto Quesada
EL TARTAMUDO
 
“El caca ca caca cardenal Roro Ro Rodríguez papa pa papa pa para el papa pa papa paredón…”





jueves, 7 de marzo de 2013

Diario / Chávez ha muerto


Triunfo Arciniegas
CHÁVEZ HA MUERTO
Caracas, 6 de marzo de 2013


Por calles revueltas, sucias, que huelen a mierda, entre paredes mugrientas de propaganda política, bajo un calor de treinta y cinco grados, avanza el féretro, y serán siete horas de recorrido, desde San Martín hasta la Academia Militar. Los vendedores de agua hacen su agosto este seis de marzo de 2013: diez bolívares por botella. El vendedor de gafas corre como loco. Los otros han subido el precio de las famosas gorras chavistas. Ya no quedan camisetas con los ojos del comandante. Otro, sin gorra ni agua, prefiere treparse a un árbol para hacerse a un mejor panorama.

Me reviso los zapatos para saber si pisé excremento, pero no. El olor está en todas partes. Embelesados por un futuro que no llega, estas pobres gentes no ven lo que pasa o, al menos, no ven por donde pasan. Lo toleran todo por sus propios sueños. Aceptan las mentiras de Nicolás Maduro y sus secuaces. De hecho, ya designan a Maduro como sucesor.

Chávez ha muerto. Tal vez murió a las 4:25 de la tarde de ayer. Tal vez murió antier. Tal vez en Caracas, tal vez en La Habana. Y aún no se sabe la naturaleza de su cáncer. Tal como lo fue su enfermedad, su misma muerte es secreto de Estado. De mentira en mentira hemos llegado al funeral de un hombre que cada día se recuperaba para retomar las riendas del poder. Hasta dijeron que estaba haciendo ejercicio, qué descaro, y Maduro precisó con cara de palo hace tres o cuatro días que habló cinco horas con el comandante. Luego se supo a qué horas llegó y a qué horas se fue del hospital. ¿Cómo va a hablar cinco horas un tipo que está agonizando? ¿Y cómo va a hablar un tipo que se quedó sin habla? O peor aún, con un tipo que tal vez ya no era de este mundo. Uno que en vida hacía discursos de siete horas y hablaba hasta por las orejas de cuanto se le cruzaba por la cabeza, uno que le decía a su mujer en directo “esta noche te doy lo tuyo” o algo así. Cuando tenía mujer, “pues”. Luego tuvo las que se le antojó y luego nada porque ya no funcionó más. Uno que el mismo rey de España, exasperado luego de un maratónico discurso del comandante, mandó a callar.

Hace unas dos semanas, después de dos meses de silencio, publicaron una foto de Chávez con sus hijas, y se les fue la mano en maquillaje. El comandante parecía una geisha y con esa sonrisa forzada se veía patético. Y de pronto, para sorpresa de todos, el hombre adicto a la adoración de las multitudes, regresó de La Habana a las tres de la madrugada, de una manera a todas luces clandestina. ¿Quiénes lo vieron? Imagino que cerraron el aeropuerto de Maiquetía, aunque no sé si Caracas tenga otro, para que no hubiese testigos. Imagino que cerraron las calles por donde la caravana se acercaría a su destino final: son expertos en hacerlo. Imagino que el comandante llegó postrado en una cama o, por lo menos, en una silla de ruedas, aunque unas fotos lo muestran de pie y muy saludable. Y unos días después estaba muerto. Se dice que llegó muerto de La Habana.

¿No es patético? Hace dos meses que este país navega sin presidente, pero imaginarse a este país gobernado por un presidente muerto ya suena macabro.

Así ha sido.

Hugo Chávez Frías no se posesionó. No tuvo alientos para hacerlo. Su período terminó el diez de enero y ni siquiera estaba en Venezuela. ¿Entonces quién gobernaba legalmente? Maduro era el vicepresidente del período pasado. Nadie lo nombró vicepresidente de este período.

Y si en verdad lo fuera, le corresponde entonces asumir la presidencia. Otros consideran que el honor le corresponde a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea y rival de Maduro. Lo haría por treinta días, antes de convocar a elecciones. Pero en Venezuela, como dicen, “uno hace lo que se le da la gana”.

¿Y ahora qué?

Al parecer, Maduro hará campaña, y al parecer se enfrentará a Capriles. Los chavistas no quieren perder el poder ni que se empiecen a destapar las ollas podridas del país más corrupto de América Latina, por encima de México y de Colombia, lo que es mucho decir. Los chavistas ya están en campaña: “El sueño debe continuar”, “el legado de Chávez no puede perderse”, “hacia el socialismo del siglo XXI”. Hablan de los enemigos de la revolución y de la infame derecha. Otro militar, un ministro vestido de militar, habla frente a las cámaras con arrogancia de “darle en la madre a toda esa gente fascista”. No me lo cuenta nadie, lo veo con mis propios ojos. El chavismo, siguiendo el ejemplo del comandante, es mal hablado. Aquí se insultan con pavorosa facilidad.

El venezolano, de hecho, es hosco y agresivo, vulgar y belicoso. Como el mismo Hugo Chávez. Un tipo, cuya novia está parada encima de su motocicleta, me empuja porque rozo una farola, y se desgrana en improperios. A otro cuyo hijo le pedí compustura en el autobús que me llevaba al aeropuerto el pasado primero de noviembre, sólo le faltó mentarme la madre. En este miércoles caliente y sudoroso Chávez parece el rey de los mototaxistas. Han salido de todos los agujeros y se lanzan en contravía y sobre las calzadas, entre pitos y ronroneos, con banderas de la patria y camisetas chavistas, con trapos rojos para ocultar el rostro. Ven pasar el féretro y se lanzan a toda velocidad para verlo pasar de nuevo.

Algo huele mal en Dinamarca y no está debajo de mis zapatos.

Me apena esta gente que llora, respeto su dolor y me duele el sufrimiento de los pobres. “Este pueblo ha sido muy golpeado”, me dice el vendedor de libros y le compro Dostoievski en Manhattan sin regatear. “Pero el dolor fortalece el alma”, sentencia. Le explico que está bien la devoción por los pobres, pero que no se puede espantar a los ricos: tienen el dinero. Y los negocios y las inversiones no se hacen sin dinero. Chávez espantó la inversión extranjera y aisló al país. ¿Qué hubiera sido de Chávez sin el petróleo? ¿Le rendirían los Castro la misma pleitesía? ¿Qué hubiera repartido Chávez entonces? ¿Y sin las multimillonarias regalías del petróleo, qué hubiera sido de todos sus propósitos, en un país que no es autosuficiente, en un país cuyos habitantes viven y respiran subsidiados?

El venezolano, como el cubano, se acostumbró a que le den las cosas. Aquí los pobres esperan que el gobierno les dé una casa y menudo lo dicen en sus elogios al comandante, pero en Colombia, por ejemplo, la gente se desloma por conseguirlo y no espera nada del maldito gobierno. Y hablando de maldiciones, el mismo Chávez consideró que el petróleo era una de ellas. La riqueza moldeó de mala manera al venezolano. En otros tiempos se decía que se bebían el whisky con agua importada. En otros tiempos, cuando era infeliz e indocumentado en San Cristóbal, revisaba las canecas de la basura porque siempre había alguna cosita de valor, alguna cosita necesaria.

Esta revolución bolivariana no existiría sin la lección cubana. De hecho, Chávez asimiló con astucia las estrategias de los Castro para mantenerse en el poder. Ya planeaba quedarse en el sillón de la Casa Rosada hasta el 2030, y en el 2030 no se hubiera ido porque la tarea del socialismo del siglo XXI apenas estaría comenzado, y hubiera llegado a los ochenta ejerciendo el poder a su manera, hasta que se fuera de bruces en público como el mismo Fidel. Chávez ha dividido profundamente la sociedad venezolana, como los Castro: los afortunados se fueron a Miami y otros se lanzaron a las aguas como suicidas para juntarse con “la gusanera”. Aquí se considera que uno está con Chávez o contra Chávez. Aquí se considera que Chávez es el pueblo, y que si uno está contra Chávez está contra el pueblo. Basura. Hugo Chávez no es más que un individuo. Y no es inmortal. “Chávez no se va”, cantan mientras van con el muerto. Ya se fue, señores. Como dijo un muchacho de la manera más elemental y precisa: “Ya se murió, ya no manda más”.

No hay chavismo sin Chávez. Maduro no tiene el carisma. En estos catorce años nadie, absolutamente nadie, opacó el protagonismo del comandante.

El vendedor de libros acepta que se han cometido errores, y es casi la misma visión del vendedor de papelón, una bebida casera muy popular en Venezuela, un guarapo suave y dulce. Me pregunta de dónde vengo, cuándo llegué y a qué periódico represento. Siempre menciono un periódico distinto porque no vengo por cuenta de nadie. Dice: “Aparte de que no le guste Chávez, usted qué opina…” ¿Es tan obvio que no me gusta Chávez? Me hizo falta una gorra chavista para hacer parte del carnaval y para evitar ciertas preguntas. Trato de mantenerme invisible, de moverme con rapidez, de tomar las fotos a toda velocidad y esconder la cámara en el bolso, pero los ojos vigilantes se cuentan por millares.

El vendedor me pregunta si reconozco que Chávez los hizo sentir orgullosos de ser venezolanos, y, mientras me sirve el último vaso de papelón, con más hielo que papelón pero por los mismos diez bolívares, le digo que sí, por supuesto. “La gente de afuera no entiende”, dice. Y pienso que la gente de adentro no entiende ni ve otras cosas. Chávez deja el país destrozado económicamente. El año pasado, en menos de un año, el bolívar se devaluó el cincuenta por ciento. ¿O fue el ciento por ciento? En todo caso, cada vez que uno va a San Antonio, el cambio es otro. El año pasado, a principio de año olvidé diez mil bolívares en una maleta en Cuernavaca, México, y cuando regresé, a finales de año, ya valían la mitad. Los gasté en diciembre como si me quemaran los dedos.

La muerte de Chávez me ha enseñado lo que es una manifestación chavista, toda una engrasada maquinaria. Se arman las tarimas no de un día para otro sino en cuestión de horas, con equipo de sonido y todos los fierros. Se cierran las calles, se despliega la policía. Se trae la gente de todas partes. En este caso, obviamente, vinieron por su cuenta: la ocasión lo amerita. Pero antes, si un chavista faltaba a una manifestación, lo llamaban a su casa: “Camarada, no lo vimos”. La vigilancia chavista es rigurosa: miles de ojos observan. Aunque el voto es secreto, aquí se sabe por quién vota cada ciudadano, y aquí lo grave es no ser chavista. El ojo no es ojo porque lo ves, el ojo es ojo porque te ve, dice el poeta. Chávez fue militar y supo defender como nadie su permanencia en el poder. Empezó su carrera al poder con un intento de golpe de Estado que le significó dos años de cárcel. Chávez reprimió hasta el más mínimo intento de rebeldía. Chávez combatió a sus enemigos, los acosó, los insultó, los mandó a la mierda. “Es una victoria de mierda”, dijo por televisión para minimizar el esfuerzo de sus contendores. Lo escuché, nadie me lo contó. Chávez señalaba un edificio y decía: “Exprópiese”. Chávez señalaba una finca y lo mismo. Chávez ordenó el envío de tropas a la frontera con Colombia, como si nada, como si ordenara que le prepararan un café. Lo vi, nadie me lo contó. En directo, le dijo a uno de sus sirvientes, perdón, a uno de sus ministros: “Envíeme allá quince tanques…” ¿O fueron veinte? Chávez le dio asilo a la guerrilla colombiana sin sonrojarse. Chávez, en su delirio, bien pudo provocar una guerra con Colombia.




Ahora que ha muerto no siento alegría ni tristeza. Siento alivio. Iluso, pienso que a medida que el chavismo se extinga y se cierren las heridas, el pueblo volverá a ser uno solo. Iluso que es uno porque se avecina una campaña agresiva por la presidencia y depende de la inteligencia de sus líderes que el rencor no se desborde en una guerra civil. Gane quien gane, lo más importante es que la gente no se mate. Pero esta tarde, cuando ya desarman las tarimas como toldos de vendedores ambulantes, a medida que regreso al hotel por estas calles revueltas, repletas de basura y hombres viejos dormidos en las aceras, hombres cabizbajos recostados contra un muro o empujando destartaladas sillas de ruedas, siento un alivio, y con ese mismo alivio mañana mismo levanto vuelo.



Triunfo Arciniegas

6 de marzo de 2013


martes, 5 de marzo de 2013

Casa de citas / Claudia Isaza / Murciélago



Claudia Isaza
MURCIÉLAGO

Anoche soñé que eramos marido y mujer y que una hechicera te había convertido en murcielago y estabas atrapado en una bolsa de tela. Yo recogía lápices de colores en el suelo. Era de noche.




lunes, 4 de marzo de 2013

Triunfo Arciniegas / Filósofo de semáforo / Perro mojado

Kenwood
Escultura de Getúlio Damado
Rio de Janeiro, 2013
Foto de Triunfo Arciniegas
Triunfo Arciniegas
Filósofo de Semáforo
PERRO MOJADO

Perro mojado, siempre se sacude.

Filósofo de semáforo