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sábado, 1 de junio de 2024

Casa de citas / Auden / Breve defensa de la poesía

 

Ilustración de Fernando Vicente

W. H. Auden

BREVE DEFENSA DE LA POESÍA 

En una sociedad opulenta como Estados Unidos, las regalías dejan bien claro al poeta que la poesía no es popular entre los lectores. Para cualquiera que trabaje en este medio, creo que esto debía ser más un motivo de orgullo que de vergüenza. El público lector ha aprendido a consumir incluso la mejor narrativa como si fuera sopa. Ha aprendido a mal emplear incluso la mejor música, al usarla de fondo para el estudio o la conversación. Los ejecutivos empresariales pueden comprar buenos cuadros y colgarlos en sus paredes como trofeos de estatus. Los turistas pueden “hacer” la gran arquitectura en un tour guiado de una hora. Pero gracias a Dios la poesía aún es difícil de digerir para el público; todavía tiene que ser “leída”, esto es, hay que llegar a ella por un encuentro personal, o ignorarla. Por penoso que sea tener un puñado de lectores, por lo menos el poeta sabe algo sobre ellos: que tienen una relación personal con su obra. Y esto es más de lo que cualquier novelista de bestsellers podría reclamar para sí.


martes, 26 de diciembre de 2023

Triunfo Arciniegas / Diario / Un año difícil

 

Ilustración de Fernando Vicente



Triunfo Arciniegas
UN AÑO DIFÍCIL
26 de diciembre de 2023
 

No ha sido un año fácil para Vargas Llosa. El 2022 cerró con una bomba mediática: el final de la relación de ocho años con su amante Isabel Preysler. 

Era apenas el anuncio del terremoto 2023. Para empezar, Vargas Llosa pasó unos cuantos días en el hospital y sus lectores temimos lo peor. 87 años pesan, por supuesto. Luego el maestro regresó a la servidumbre de su antiguo matrimonio y, además, dejó la literatura y el periodismo: ya publicó su última novela, “Le dedicó mi silencio”, y la última columna de “Piedra de toque”, que mantuvo en El País durante 33 años. Una catástrofe tras otra. 

Lo vi, ya octogenario, en la Feria del Libro de Guadalajara, rodeado de guardaespaldas que no lo descuidaron ni cuando fue al baño, y me impresionaron la firmeza y la velocidad de sus pasos, y luego, en la charla convocada por el periódico español El País, la lucidez de sus respuestas y la elaboración gramatical. Lo había visto antes, en el lanzamiento de una de sus pobres novelas eróticas, en la Feria del Libro de Bogotá, pero el escritor colombiano que lo presentaba, dueño de un ego descomunal y una obra lastimosas, casi no lo dejó hablar. Al parecer, estos últimos años han pasado factura, afectando hasta su prodigiosa memoria.

A propósito de estas desgracias tan propias de la edad, he leído comentarios mezquinos de gente miserable. Uno se pregunta si han leído “La casa  verde” o  “Conversación en La Catedral”, monumentos de la literatura, o un libro tan sólido y admirable como “La orgía perpetua”. Uno se pregunta si alguna vez han leído. Porque escribir no saben. No son capaces con cuatro o cinco líneas. Aparte de los atropellos gramaticales y los patéticos razonamientos, sólo destilan veneno e ignorancia. Uno se pregunta si algo memorable han hecho estas personas. Uno se preguntan si alguna vez se lo preguntan.

Un humorista colombiano se burlaba de los olvidos de García Márquez en sus últimos años y otro ridiculizaba el comportamiento de Octavio Paz cuando, en su vejez, se le quemó la biblioteca. Me recuerdan a las hienas furiosas que atacan con fiereza a los leones viejos, heridos y moribundos. Si no morimos antes, señores, estamos destinados a la decrepitud. Y las hienas, como la peste, seguirán ahí, agazapadas en la oscuridad y los matorrales.

Ahora Vargas Llosa escribe el último libro, un ensayo sobre Sartre, uno de sus maestros, y relee una sus obras más amadas, “Madame Bovary”. Flaubert y Sartre, como al principio. 

La escritura ha sido la pasión fundamental de Vargas Llosa. ¿Qué sigue luego? ¿Qué hace un hombre sin la pasión de su vida? ¿Se consuela con la admiración de millones de lectores? ¿Se dedica al disfrute de su merecida fortuna? ¿Basta con eso? ¿Eso es todo?


martes, 31 de octubre de 2023

Casa de citas / Julio César Londoño / Gabo y Mario, otra historia de amor que terminó mal

Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez
Iustración de Fernando Vicente


Julio César Londoño
GABO Y MARIO, OTRA HISTORIA DE AMOR QUE TERMINÓ MAL

El puñetazo que le zampó Vargas Llosa en 1976 en México le dolió a Gabo hasta su muerte. Y a Mario, sin duda. Eran más que hermanos. Uno de los dos hijos varones de Mario se llama Gabriel Rodrigo Gonzalo (los nombres de Gabo y sus hijos. La hija se llama Morgana, prueba clínica de la invencible sordera del peruano). Los padrinos del muchacho fueron los Gabos. 

jueves, 20 de julio de 2023

Casa de citas / Vargas Llosa / El limite

Mario Vargas Llosa
Fernando Vicente



Mario Vargas Llosa
EL LÍMITE

Sí, yo rehago mucho, corrijo mucho, y hay que ser implacable. Es Flaubert puro. cortar, corregir, cortar; no ser complaciente con uno mismo respecto a las palabras. Hay que meter el hacha. Aunque también el exceso de autocrítica puede ser muy destructor. Si insistes en corregir y en rehacer, puedes estropear lo que estaba bien. Hay que saber cuál es el límite.


Vargas Llosa, Marías y Pérez-Reverte / Somos los últimos pistoleros



viernes, 3 de diciembre de 2021

Casa de citas / Cortázar y Aurora Bernárdez

 

Aurora Bernárdez y Julio Cortázar
Ilustración de Fernando Vicente



Miguel Herráez
CORTÁZAR Y AURORA BERNÁRDEZ

En este período, noviembre o diciembre de 1948, se fragua en Cortázar con bastante fuerza la posibilidad de realizar un primer viaje a Europa, con una escala de dos meses en Italia y de un mes en París. El viaje, que finalmente se realizará (en él encontró a la Maga), será su pica en Flandes, pues a partir de este y su vuelta a la Argentina sus deseos orbitarán sobre la idea nostálgica de regresar a París y vivir en la capital francesa. Pero no como turista accidental sino como un habitante permanente. También en este año aparecerá en su vida Aurora Bernárdez, joven licenciada por la Universidad de Buenos Aires y futura y brillante traductora (Italo Calvino, Jean Paul Sartre, Lawrence Durrell), de ascendencia gallega, con quien el escritor compartirá sus primeras vivencias europeas.
    Bernárdez, seis años más joven que él y de «nariz respingadísima», según palabras del escritor, supondrá una buena porción de coexistencia en la vida de Cortázar. Se convirtió en su primera esposa, tras su boda parisina en 1954, y fue un alma gemela. La connivencia casi mágica entre ambos llegaba hasta extremos de auténtico pasmo, de gran asombro. Vargas Llosa, que los trató a ambos en el París de los años sesenta y setenta, comenta el impacto que la presencia de ellos producía allá donde iban:
    "Los había conocido a ambos un cuarto de siglo atrás, en casa de un amigo común, en París, y desde entonces, hasta la última vez que los vi juntos, en 1967, en Grecia —donde oficiábamos los tres de traductores, en una conferencia internacional sobre algodón— nunca dejó de maravillarme el espectáculo que significaba ver y oír conversar a Aurora y Julio, en tándem. Todos los demás parecíamos sobrar. Todo lo que decían era inteligente, culto, divertido, vital. Muchas veces pensé: «No pueden ser siempre así. Esas conversaciones las ensayan, en su casa, para deslumbrar luego a los interlocutores con las anécdotas inusitadas, las citas brillantísimas y esas bromas que, en el momento oportuno, descargan el clima intelectual». Se pasaban los temas el uno al otro como dos consumados malabaristas y con ellos uno no se aburría nunca. La perfecta complicidad, la secreta inteligencia que parecía unirlos era algo que yo admiraba y envidiaba en la pareja tanto como su simpatía, su compromiso con la literatura —que daba la impresión de ser excluyente y total— y su generosidad para con todo el mundo, y, sobre todo, los aprendices como yo. Era difícil determinar quién había leído más y mejor, y cuál de los dos decía cosas más agudas e inesperadas sobre libros y autores."
    Julio y Aurora formarán desde el principio esa «pareja amorosa que sabía como nadie enriquecer constantemente su complicidad», dirá Saúl Yurkievich.
    Aurora era (es) una mujer de ojos y gesto dulces, voz firme, una cara con ángel. De trato agradable y fácil, pero no facilón, por entonces quizá algo más gregaria que Julio (se movía en el círculo del poeta y traductor Alberto Girri y de otros escritores porteños, como el propio hermano de Aurora, Francisco Luis, quien a su vez sintonizaba con Mario Pinto, Ricardo Molinari, Jorge Lasco o Ernesto Arancibia), celoso siempre de su tiempo e intimidad. No obstante se integraron. Bernárdez, por encontrar una asimilación, representa la etapa del escritor menos politizado. Mejor: menos explícitamente politizado. O sea, el escritor cuyo compromiso se encuentra en la obra literaria y en su acepción perfeccionista (un perfeccionismo ya cortazariano, no formalista).
    En algunos fragmentos de cartas del escritor remitidas a Francisco Porrúa, Cortázar traza emocionalmente lo que podríamos llamar un retrato de Aurora y de él mismo en esos primeros años de vino y rosas, en ese tiempo de los años parisinos ya de creciente éxito profesional del escritor:
    "Del libro en sí no te digo nada. Dejémoslo hablar a él, y si salió mudo, paciencia. Pero necesito tu crítica, y sé que será como sos vos. El libro tiene un solo lector: Aurora. Por consejo suyo, traduje al español largos pasajes que en un principio había decidido dejar en inglés y francés. Su opinión del libro puedo quizá resumírtela si te digo que se echó a llorar cuando llegó al final.
    Aurora y yo, encastillados en nuestro granero, nos dedicamos al trabajo, a la lectura y a la audición de los cuartetos de Alban Berg y Schoenberg, aprovechando de la ventaja de que aquí no hay nadie que nos golpee el cielo raso."
    De otro lado, Luis Harss, tras sus primeros encuentros, dirá de «Cortázar y su mujer, Aurora Bernárdez, que valoran la libertad sobre todas las cosas, les gusta callejear juntos al acecho de lo insólito. Frecuentan los museos de provincia, las literaturas marginales y los callejones perdidos. Detestan toda intrusión en su vida privada, evitan los círculos literarios y rara vez conceden entrevistas:preferirían no verse con nadie».

    Pero todo eso será algo más tarde. En el proyectado viaje de 1949, lo único que cabía era alcanzar una meta, que era París.


Miguel Herráez
Julio Cortázar / Una biografía revisada


miércoles, 6 de mayo de 2020

Un libro / Wislawa Szymborska / Poesía no completa

Ilustración de Fernando Vicente


UN LIBRO

Poesía no completa

de Wislawa Szymborska

Javier Rodríguez Marcos
27 de abril de 2020



Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 44)


Wislawa Szymborska solía contar que cuando escribía tenía siempre la sensación de que detrás de ella había alguien haciendo muecas. “Por eso huyo, todo lo que puedo, de las grandes palabras”, explicaba. Grandes o pequeñas, sus favoritas eran “no sé”. Esto último lo dijo en Estocolmo en 1996 al pronunciar una de las conferencias más breves en la historia del premio Nobel de literatura. Hoy sería muy útil imaginársela a ella haciendo muecas detrás de todos los que anuncian momentos históricos y cambios de ciclo. Haciendo muecas o leyendo su poema Fin y principio, que empieza: “Después de cada guerra / alguien tiene que limpiar. / No se van a ordenar solas las cosas, / digo yo”. Y sigue más adelante: “Alguien debe meterse / entre el barro, las cenizas, / los muelles de los sofás, / las astillas de cristal / y los trapos sangrientos /… / Eso de fotogénico tiene poco, / y requiere años. / Todas las cámaras se han ido ya / a otra guerra. /…/ Alguien con la escoba en las manos / recordará todavía cómo fue. / Alguien escuchará / asintiendo con la cabeza en su sitio. / Pero a su alrededor / empezará a haber algunos / a quienes les aburra. /… / Aquellos que sabían / de qué iba la cosa / tendrán que dejar su lugar / a los que saben poco /. Y menos que poco. / E incluso prácticamente nada”.
Szymborska fue esa “polaca que no conoce nadie” hasta que los lectores se quitaron el sombrero ante el olfato de la vilipendiada Academia Sueca. Como en su antológico Retrato de mujer, en su poesía caben la ingenuidad y la sabiduría, el vodka y el dinero, Jaspers y las revistas “de mujeres”. Coloquial y profunda, si no temiéramos sus burlas, diríamos que su obra es una bendición.

Poesía no completa. Wislawa Szymborska. Traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia. Fondo de Cultura Económica.

EL PAÍS

sábado, 11 de abril de 2020

Casa de citas / Diane Vreeland / El cuello

Ilustración de Fernando Vicente

Diane Vreeland

El cuello 


Para mí, el cuello es el principio y el final del aspecto de cualquiera.


The neck
by Diane Vreeland

To me, the neck is the beginning and the end of looking like anybody.

Diane Vreeland
Bon Mots