miércoles, 30 de mayo de 2012

Casa de citas / Balthus / La pintura

Viajero con muchacha de Balthus
The Metropolitan Museum of Art, NY, 2012

Balthus
BIOGRAFÍA
LA PINTURA

Esta idea de amaestrar el tiempo, de aclimatarlo, la entiendo con la perspectiva de darle un sentido. Llegar, gracias a ese tiempo dado al lienzo, a la posible revelación. Tener esperanza de alcanzarla. Con esa actitud. Con esa disposición. Mi obra se hace, siempre se ha hecho bajo el signo de lo espiritual. Por eso espero mucho de la oración: pide que no nos desviemos del buen camino. Soy un ferviente católico. La pintura es un modo de acceder al misterio de Dios. De tomar algunos detalles de su Reino. No hay vanidad en ello. Más bien humildad. Estar en condiciones de atrapar un fragmento de luz... Un cuadro o una oración, lo mismo da: una inocencia por fin alcanzada, un tiempo sustraído del desastre del tiempo que pasa. Una inmortalidad capturada. 



Balthus
Memorias
Edición de Alain Vircondelet
Barcelona, Debolsillo, 2007, p 21


martes, 29 de mayo de 2012

Casa de citas / Balthus / Secreto


Balthus
Girl at the Window, 1957, Detail
The Metropolitan Museum of Art, New York, 2012
Photo by Triunfo Arciniegas

Balthus
BIOGRAFÍA
SECRETO

El cuadro me enseña a rechazar la rueda frenética del tiempo. El no corre en pos de ella. Lo que trato de alcazar es su secreto. La inmovilidad.


Balthus

Memorias
Edición de Alain Vircondelet
Barcelona, Debolsillo, 2007, p 33



lunes, 28 de mayo de 2012

Casa de citas / Balthus / Atisbar la luz


Thérése by Balthus
The Metropolitan Museum of Art, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas
Balthus
BIOGRAFÍA
ATISBAR LA LUZ

Hay que aprender a atisbar la luz. Sus inflexiones. Sus fugas y sus filtraciones. Por la mañana, después del desayuno, después de leer el correo, informarse sobre el estado de la luz. Saber si es posible pintar hoy, si el avance en el misterio del cuadro será profundo. Si la luz del estudio será buena para penetrar en él. 



Porque de eso se trata, de pintar. Casi podría decir, sin temor a exagerar, que solo de eso.



Comprobar el estado de la luz, pues. Este día que empieza hará avanzar el cuadro. Que lleva mucho tiempo en camino. Una sola pincelada de color quizá, y la prolongada meditación delante del lienzo. Solo eso. Y la esperanza de domar el misterio.


Balthus
Memorias
Edición de Alain Vircondelet
Barcelona, Debolsillo, 2007, ps. 17 -18









miércoles, 23 de mayo de 2012

Central Park / NY / Fotografias de Triunfo Arciniegas

Alicia
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas


Central Park
Nueva York
Fotografías de Triunfo Arciniegas


Piernas en Central Park
NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Pie
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Besos de agua
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas 

Sueños de sirena
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas 

El viejo pescador
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

El sueño americano
Central Park West, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Linda boquita, bellos tus ojos
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Pink
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Trasero
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Dos cigarrillos
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Joven pareja
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Amor tatuado
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Amigos
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Fotógrafo
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Marido y mujer
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

El bastón
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Duck in blue
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

El sol entre los árboles
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Atardecer en Central Park
NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Jirafa extraviada en Central Park
NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Ardilla
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Bella mujer
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Triunfo en Central Park West
NY, 2012

Viajero frente al edificio Dakota
Central Park West, NY, 2012

Gibbon
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

La gorda lee
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Muchacha de rojo
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Las delicias del verano
Central Park, NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Anticipos del verano en Central Park
NY, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas






domingo, 20 de mayo de 2012

Casa de citas / Gay Talese / Mis dos encuentros con García Márquez



Gabriel García Márquez
Foto de Pablo Corral Vega
Gay Talese
MIS DOS ENCUENTROS 
CON GARCíA MÁRQUEZ
Traducción de Javier Castaño


Toda mi vida (y solamente soy cinco años menor que Gabriel García Márquez) él ha representado para mí y para millones de estadounidenses y de lectores de todo el mundo los niveles más altos de la literatura y nos ha deslumbrado con su inventiva y sabiduría universal. García Márquez es de esos raros ganadores del Premio Nobel cuya elección fue recibida en todas partes con aclamación, sin dejar duda alguna de que posee la grandeza para haber merecido la distinción más apetecida.
Gay Talese

          He tenido el honor de que nuestros caminos se hayan cruzado de manera inesperada en mis viajes por el mundo. La primera vez que nos cruzamos fue durante mi visi- ta a La Habana en enero de 1981, y luego lo vi en Roma mientras caminaba por la piazza. Conversamos por breves instantes. Y aprovechando la oportunidad le pregunté si podía firmar su nombre en una libreta que yo llevaba en ese momento. Luego, de regreso a Nueva York, donde vivo, pegué su dedicatoria en mi edición de Cien años de soledad. Considero a este documento una de mis posesiones más preciadas.






sábado, 19 de mayo de 2012

Casa de citas / Paul Auster / Un recuerdo



Paul Auster
UN RECUERDO
Traducción de Javier Castaño


Era la primavera de 1970. Yo llevaba veintitrés años escribiendo y traduciendo poemas, escribiendo ensayos y reseñas y también soñando que algún día fuera capaz de escribir novelas. Para ese entonces ya había leído a casi todos los maestros del siglo veinte Joyce y Proust, Kafka y Beckett, Faulkner y Nabokov, Fitzgerald y Céline y me estaba sintiendo un poco presionado. ¿Cómo es posible que una persona se pueda escapar de la sombra de esos gigantes?
Un día cualquiera leí una reseña muy entusiasta de una novela de un escritor de América del Sur cuyo nombre me era desconocido. En ese momento, hace treinta y siete años, comprar libros de pasta dura era una extravagancia que difícilmente podía pretender, pero mi curiosidad fue despertada de una manera tan fuerte que me lancé a la calle a comprar el libro. Comencé a leer Cien años de soledad en las primeras horas de la tarde y no pude dejarlo hasta que lo terminé de leer en ese mismo día por la noche. Tenía en mi poder algo nuevo y fresco y al mismo tiempo hipnotizador: una creación poética, una voz, una sensibilidad que no se parecía a nada de lo que había descubierto hasta entonces. Y esa novela de Gabriel García Márquez, traducida de manera magistral por Gregory Rabassa, contenía todas las virtudes de la escuela tradicional, las cuales pueden resumirse en una sola frase: el amor por el cuento. 
Ese amor es el que genera placer en el lector, el sentido de asombro y alegría que nos cobija cada vez que tropezamos con uno de esos libros raros que cambian la manera como observamos el mundo, que nos exponen a las infinitas posibilidades de lo que un libro puede llegar a ser.
Todo lector apasionado ha tenido esa experiencia, y cada vez que sucede entendemos que los libros son un mundo aparte y que ese mundo es mejor y más rico que cualquiera otro que hayamos visitado con anterioridad. Ésta es la primera razón por la cual nos convertimos en lectores. Por eso es por lo que nos apartamos de las vanidades del mundo material y empezamos a amar los libros por encima de todas las cosas.




lunes, 14 de mayo de 2012

Jaime Fernández / Sobre Triunfo Arciniegas





El 10 de mayo de 2012 se realizó en Villavicencio, Colombia, el lanzamiento de Mujeres, libro de poemas de Triunfo Arciniegas, con las generosas y bellas palabras de Juan Manuel Roca (leídas por Henry Benjumea) ya publicadas en este blog y el texto de Jaime Fernández que se presenta a continuación.

Jaime Fernández Molano

EL OTRO TRIUNFO
QUE ES EL MISMO PERO DE OTRA FORMA

No sé si alguien se pueda atrever a leer un texto de crítica poética si tiene que hacerlo con Juan Manuel Roca al lado –o en este caso con su voz desde su otra voz–. Al menos yo no seré. Por eso sé que sobre la poesía de Triunfo se leerá aquí y enseguida una pieza de esas a las que nos tiene acostumbrados el mejor: Juan Manuel Roca.

Yo, entre tanto, me limitaré a decir que conozco a Triunfo, el hijo Isaías, herrero de profesión y de la paciente María Herminia Cáceres, desde cuando lanzaba esos dardos venenosos que él llamaba textos breves, allá en las lejanas montañas erizadas y felices de su segunda juventud: Pamplona.

Lo recuerdo desde la memoria de Evelio Rosero –ese otro amigo eterno–, cuando arribaba asustado a Bogotá con libros y bocadillos debajo del brazo, que traía a sus escasos amigos, en la búsqueda de destinos imposibles para un provinciano como él, pero que alcanzó –en contra de todos los pronósticos– más rápido de lo esperado. Claro, con la terquedad, osadía, disciplina y perseverancia de quien tuvo que responder, con seriedad y fundamento, a su nombre de pila.

Lo conocí a través de sus primeras publicaciones de principiante prometedor: El Cadáver del sol y En concierto; en la época en que Germán Arciniegas, Isaías Peña y otros tantos escritores nacionales empezaron a contarnos que allá entre las montañas del norte existía un joven de enorme talento que se había propuesto devorar relámpagos, beber mucha coca–cola, escuchar todo Pink Floyd y amar a Marilyn Monroe sin restricciones, encerrado escribiendo en su casa de Pamplona: una isla rodeada de frío por todas partes.

Luego llegaron La silla que perdió una pata y otras historias, El león que escribía cartas de amor, La lagartija y el sol, y Las batallas de Rosalino, libros con los que encontró su primer salto certero hacia la inmortalidad como escritor, no solo de textos infantiles.

Decenas de premios nacionales e internacionales, sinnúmero de reconocimientos, publicaciones a montón (hoy presentamos su libro número 53), y profusas ediciones aquí en Colombia, en México y en otros países; traducciones, inclusión en múltiples antologías de América y Europa, en fin, ese ya es el Triunfo del que todos hablan y que todos conocemos.

Pequeños instantes: las primeras veces

Pero no todos conocen el otro lado de este escritor. Lo que llamaré las primeras veces de Triunfo.

Sigue lejano (al tiempo y a la luz pública) el día en que el niño Triunfo, con el corazón roto por primera vez, comenzara a escribir sus primeras líneas sin presentir el futuro que este oficio le traería: las cartas de amor a su abuela Emperatriz, que por circunstancias familiares de fuerza mayor había tenido que abandonar en Málaga, para partir al lado de sus padres rumbo a Pamplona.

O su primer libro, que cargaba como acompañante de viaje en sus años de adolescencia: un libro de oraciones que le regaló Candelaria, su otra abuela, cuando aún no sabía leer y mucho menos escribir. Y que un día decidió guardar en el baúl de sus tesoros escondidos.

O saber que llegó a la literatura infantil gracias a ese nombramiento con destino a la  escuela perdida de la vereda Chíchira, en Pamplona, Norte de Santander, donde se desempeñó como maestro rural, y fundó el grupo de teatro de niñas La manzana Azul y tantos talleres literarios como veredas recorrió por esas rocosas montañas del norte de la cordillera oriental.

Y en la colección de primeras veces está su profesor Gabriel Suárez, de la Escuela Normal, quien fue el encargado de presentarle a los señores Hemingway, Kafka, Moravia, Neruda, Camus, Flaubert, y con ellos el vicio más grande que ha tenido: el de la lectura –que no tiene antecedentes en su familia, de abuelos analfabetas y padres que no llegaron a terminar la educación básica–. Como él mismo lo reconoce: en casa de herrero, escritor de palo.

O la primera vez que pudo calzar zapatos propios, pues la pobreza extrema y la niñez desgraciada fueron los principales acompañantes de su primera infancia.

Y cómo, gracias a los trucos del padre Marino Troncoso (q.e.p.d.) –uno de los mejores amigos de su vida y por quien aún los ojos le llueven desde el fondo del alma en sus recuerdos–, pudo ingresar, con una beca inventada por éste, a la Pontificia Universidad Javeriana, para realizar sus estudios de maestría en Literatura.

Recuerda Triunfo que con esa cara de pobre que le acompaña, era el único estudiante al que los celadores siempre requisaban.

En fin, son muchas vidas en esta vida del Triunfo que pocos conocen y que llevarían muchas páginas y muchos minutos más, pero que por hoy dejamos aquí. No sin antes recordar otras de sus profesiones a las que le ha dedicado buena parte de su tiempo: la fotografía y la ilustración. Ha ilustrado varios libros de su autoría y ha realizado muchas más por hobby; pero a la fotografía si se ha dedicado muy en serio. Ha realizado varias exposiciones, le han encargado diversos trabajos fotográficos para publicaciones y editoriales. Y vive haciendo fotografía. Sus blogs están llenos de muestras de todo el mundo, porque esos sí, además, es un trotamundos empedernido, ayer en Caracas, mañana y pasado en México, luego por todo Suramérica, ahora en Nueva York y la otra semana para Perú.

Porque ahora recorre más países que mujeres, y tal vez por eso ha querido conquistar, de una vez y para siempre, a estas dos mil que hoy lanza al vacío de su público: hechas de papel y de carne y de hueso y de piernas solapadas y de lomos grises que atrapan sus nostalgias.

Ese es el Triunfo que conozco desde siempre y desde antes, desde mucho antes del primer abrazo.

Y desde entonces, he percibido que lo más importante de este escritor no es su medio centenar de publicaciones ni sus éxitos hechos a pulso y contra la corriente de tantas figuritas de pasarela literaria, ni su mismo talento de escritor: su encanto radica en esa alma de niño feliz, ávido e hiperkinético que le acompaña y que pretende ocultar bajo la piel de lobo para blindarse de la gente, que solo entreabre para una que otra mujer, unos muy, pero muy pocos amigos y –eso sí– para todos los niños del mundo (que son sus verdaderos colegas).

Ese es el Triunfo que conozco. De su poesía, de su primer libro de poesía, no me atrevo a hablar. Tuve solo dos atrevimientos con este texto: leerlo y disfrutarlo al extremo, y editarlo con plena convicción y mucho, mucho amor.

Gracias.

Bogotá, 1 de mayo de 2012
Villavicencio, 10 de mayo de 2012 

jueves, 10 de mayo de 2012

Casa de citas / Oscar Wilde y otros / Asuntos varios




Oscar Wilde y otros
ASUNTOS VARIOS

La mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella.
Oscar Wilde
&&&
Toda mi vida quise ser alguien. Ahora veo que tenía que haber sido más específico.
Jane Wagner
&&&
No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
Oscar Wilde
&&&
Cuando no sopla el viento, incluso la veleta tiene carácter.
Stanislaw Jerzy
&&&
El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.
William George Ward
&&&
Lo malo de ser puntual es que uno llega y no hay nadie allí para apreciarlo.
Franklin P. Jones
&&&
La televisión es el único somnífero que se toma por los ojos.
Vittorio de Sica
&&&
Las estadísticas son como los bikinis: muestran mucho pero ocultan lo esencial.
Aaron Levenstein
&&&

Quien ríe el último piensa más lento.
Will Broer
&&&
Para quien navega sin rumbo ningún viento es favorable.
Séneca
&&&
Una buena novela nos dice la verdad sobre su protagonista; una mala nos dice la verdad sobre su autor.
Gilbert K. Chesterton
&&&
Reza, pero no dejes de remar hacia la orilla.
Proverbio ruso
&&&
Tal vez este mundo sea el infierno de otro planeta…
Aldoux Huxley
&&&
Egoísta es aquel que piensa más en sí mismo que en mí.
Anónimo
&&&
Las mujeres viven más que los hombres. Especialmente las viudas.
Groucho Marx
&&&
Más de uno le debe su éxito a su primera mujer… y su segunda mujer a su éxito.
Bernard Shaw
&&&
Si el vino perjudica tus negocios, deja tus negocios.
Gilbert K. Chesterton






miércoles, 9 de mayo de 2012

Casa de citas / Nabokov / La literatura


Nabokov, Ithaca, 1958
Vladimir Nabokov
LA LITERATURA

Divido la literatura  en dos categorías, los libros que desearía haber escrito y los libros que he escrito.


Briam Boyd
Vladimir Nabokov. Los años americanos
Barcelona, Anagrama. 2006, p. 167





jueves, 3 de mayo de 2012

Juan Manuel Roca / Mujeres y otros ensalmos


Jaime Fernández Molano, Juan Manuel Roca y Triunfo Arciniegas
Feria Internacional del Libro de Bogotà
1 de mayo de 2012
Juan Manuel Roca
MUJERES Y OTROS ENSALMOS

No me sorprendió para nada que Triunfo Arciniegas, tras trajinar con el cuento con un auténtico virtuosismo de todos conocido, y con la fotografía a través de un ojo que sabe poner la bala de su mirada al mismo tiempo que devela un momento de la vida, nos entregara un libro de poemas. ¡Y qué libro!
Tanto en el cuento como en sus fotografías, Triunfo tiene un punto de vista, un ángulo muy suyo en el que encuentra una materia poética, el coletazo del milagro que se esconde aún en los más anodinos asuntos.
Y bien, no otra cosa hace con sus poemas recogidos en “Mujeres”, su primer libro de poemas conocido y hoy presentado con entusiasmo. En él se pone de relieve que Arciniegas tiene una manera particular de ver el mundo y de atraparlo esta vez en palabras sencillas e inquietantes, más por su disposición que por su rareza, más por sus artes de domador del lenguaje que de exhibidor de vocablos exuberantes.
Por sus versos pasa la madre como ayudándole a limpiar en pequeñas ceremonias las altas noches del desvelo. O ve cómo huye en el lomo del tiempo la infancia, que deja milagros giratorios como un trompo. No hay truculencias, artes de embalsamador o tiranías de la realidad a las que no oponga su mirada serena. De tal manera puede unir lo más aéreo con lo más aterrizado, cielo y suelo, mito y cotidianidad. “El muchacho remienda/ su par de alas/ en el rincón de la cocina”, escribe en su poema “Muchacho con alas”, y es como si la aguja perdida de su madre fuera encontrada para remendar mañanas.
Me gusta de mi buen amigo Triunfo su manera de entender la poesía como una suerte de fisura abierta en la oscuridad del mundo, la forma como la convierte en una prótesis para andar por el país sin alardear de ser un hombre que no se quiere mudar del vecindario de la poesía. Que no cambia por nada la alegría de ser hombre entre los hombres.
A veces acude al expediente, como buen observador de la pintura, de realizar un óleo sobre tela en el que entrelaza el lenguaje entre luces y sombras. Entonces deja en el lector la sensación de que la palabra pinta, de que el verbo dibuja más allá de abstracciones y figuraciones un mundo digno de ser recordado. 
Y lo hace de la mismísima manera como “con el lápiz del trompo/el niño escribe sobre el polvo/ la historia de su vida”, esto es sabiendo tomar como lo hacen los niños terribles los juegos de la manera más seria y más transformadora posible.
Bello, conmovedor es su poema “Primer amor”, en el que entreabre la ventana de la niñez para transmitir, aún a quienes se hayan envilecido al punto de ser generales o banqueros, la vivacidad de los sentidos que se agolpan, como en una sinestesia, al contacto con la evocación de la primera persona amada.
Es esta una poesía de resonancias y de certezas en los usos del lenguaje: no hay trucos de embalsamador de palabras, de buhonero de voces y de giros gratuitos, lejos de ese artilugio tan en boga de insertar la imagen por la imagen.
Una muestra de lo anterior puede ser su bello poema “Muchacha”:
La reciente mujer descubre
su cuerpo
en la ilusión de los espejos.

Se desvanece
como piedra en el agua
su rostro de niña.

De sus dotes minimalistas, por algo es uno de los más certeros hacedores de cuentos breves, y de ello queda rastro en algunos de sus intensos poemas argumentales que a a cada tanto aparecen en “Mujeres”, Triunfo Arciniegas nos entrega notables muestras que nos recuerdan que el poema tiene tratos secretos con el milagro.
Solo me resta desear más por los lectores que por el propio Triunfo, que este libro tenga la divulgación que se merece.
Bogotá, 1 de mayo de 2012