Mostrando entradas con la etiqueta Casa de citas / Rafael Chirbes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Casa de citas / Rafael Chirbes. Mostrar todas las entradas

jueves, 16 de diciembre de 2021

Casa de citas / Rafael Chirbes / Fantasía de ególatra

 

Rafael Chirbes

Rafael Chirbes
Fantasía de ególatra

Como me derrumbo y empiezo a pensar una vez más que esa idea de que puedo llegar a ser escritor es una fantasía de ególatra, vuelvo a la modestia de estos cuadernos, que no son para nadie, que no compiten con nadie. Ni están al albur del juicio de nadie. Ellos con ellos mismos, y yo a solas conmigo. Es de noche. Ordeno perezosamente ―sin prisa pero sin pausa― los libros en unas estanterías que me han hecho recientemente. Me aplasta el peso de todos los libros leídos o a medio leer. Con qué poco provecho, pienso. Desde hace algún tiempo, me encuentro cansado, enfermo (una vez más). Hay que ver qué agonía más larga nos muestra usted, joven: pasan decenios y todo sigue por el estilo, sin un clavo al que agarrarse, en su perpetua mala salud, y preparándose para unos novísimos que se acercan: silencio y osario. Y mucha dosis de oscuridad.

18 de enero de 1992 


Chirbes contra Chirbes (y contra todos)



Casa de citas / Rafael Chirbes / Arturo Pérez-Reverte



Rafael Chirbes
Arturo Pérez-Reverte

Cabo Trafalgar, de Pérez-Reverte. Otra forma de espíritu: revolución en el casticismo. Al parecer resulta excelente, no sé si correcta, no entiendo de eso, ni me he documentado, la reconstrucción de las batallas, el novelado de la terminología bélica y marinera. Eso dicen los críticos. Pero, y el pero es muy grave (y tiene que ver con lo que ayer escribía acerca del espíritu moderno y las diversas formas de entenderlo), el artefacto me produce repelús, un sentimiento de rechazo que, a medida que avanza el libro, roza la indignación. Me resultan insoportables los diálogos, que apenas ayudan a construir a los personajes; o, más bien, los destrozan. Pérez-Reverte está convencido de que como novelista puede hacer lo que le salga de los cojones (por usar el lenguaje que le gusta) y le brinda al lector un descabellado recital de lenguaje macarra, lenguaje de corte “vallekano”, pura movida madrileña en boca de estos pobres hombres que tomaron sopas en el siglo XVIII, y, sin salirse de ese arbitrario espacio ―por otra parte es lo suficientemente ancho―, ofrece un esperpento de rancio españolismo levantado en armas frente a lo gabacho, una forma de variante de Torrente, el brazo armado de la ley, en la que no faltan toques de lo que conocemos como prensa del corazón. Algunas frases que dicen los personajes: “una cosa discreta, sufrida, fashion” (pág. 36); “como los enanitos del bosque, aibó, aibó” (pág. 39), “el pifostio” (pág. 51), “les meto a los ingleses... un gol que se van a ir de vareta” (pág. 68), “¿Cómo se dice poca picha en gabacho?” “Poca piché” (pág. 71), “Toma candela yesverigüe fandango, pa ti y pa tu primo. Tipical spanish sangría. Joputa. Yu understán?” (pág. 89), “la cosa está más claire que la lune, mon ami Pierrot” (pág. 99), o “Que se me tombe par terre la chorra...” (pág. 100). Horacio Nelson, en el texto, se nos presenta como “un marino de pata negra”, un “Jabugo de los mares”. En la construcción del esperpento patriótico, da todo igual, pata negra o “Nati Mistrati” (pág. 168), el “zipizape” (pág. 215). Churruca se casa con un yogurcito de buena familia, y los hay que “cantan la traviata” en la página 140. Y a eso los críticos sesudos lo tratan como novela histórica. “Yes, verywell”. El autor es académico. El artefacto va dirigido a un público de ideología (llamémoslo así) tan confusa como la que mueve las hinchadas de los campos de fútbol, vagamente irritado por el injusto trato que le da la vida, y tocado en sus valores patrios por algo que ha roto con lo que se supone que hubiera sido su buena vida de siempre: hay xenofobia (antigabacherío) y vindicación de la España de siempre: populismo de la España de los de abajo, siempre traicionada. Y el texto se abre a una profusión de proclamas contra la modernidad, y —de nuevo― a favor del pueblo irredento al que castigan, roban y desprecian unos señoritos finos amariconados y afrancesados. Lo dicho: Reverte derrocha dosis de populismo y demagogia. Aunque (y aquí entra la tradición interclasista del franquismo: escribimos después de ese huracán) los conceptos de “Valor” y “España” pueden unir a los de arriba con los de abajo. […] Leyendo Cabo Trafalgar, cobra urgente actualidad La gallina ciega, de Max Aub. Ha ocurrido algo irreparable en la historia de España que no admite la espontaneidad, la inocencia; que exige cirugía al enfrentarse a ciertos temas, a ciertas formas. Digamos que parece que, después de Franco, ya no es posible un Arniches. La bonhomía popular que los franceses de mediados del siglo pasado encontraron en gente como Pagnol, o los italianos con el Don Camilo de Guareschi, aquí no cuajó. No podía cuajar. No hay arnichismo popular contemporáneo que no venga corrompido por el franquismo. Lo que me escandaliza de los personajes de Pérez-Reverte no es el lenguaje, ni los anacronismos que usa como chiste, sino lo que ese lenguaje traduce: los modales, el tipo moral a quien corresponde. No, no soy Virginia Woolf rasgándose las vestiduras por cómo hablan los personajes del Ulises de Joyce. Soy solo yo, que oigo el Viva España de los campos de fútbol, el Puto Valencia de los alicantinos, el moro hijoputa, o Catalán Polaco, o el rájalo, y tiemblo porque sé que ahí se incuba el huevo de la serpiente del fascismo que venga.

21 de noviembre de 2004 


Chirbes contra Chirbes (y contra todos)



Casa de citas / Rafael Chirbes / Sefarad, de Antonio Muñoz Molina

 



Rafael Chirbes
Sefarad, de Antonio Muñoz Molina

Sefarad es, con El jinete polaco, el libro más ambicioso de Muñoz Molina, pero tiene algo resbaladizo, además de ese afán suyo por exhibir un cosmopolitismo de pie forzado. Sus mujeres son más de papel (del papel de los carteles de cine de los años cincuenta) que de carne y hueso. Por otra parte, el libro no se priva de algunas dosis bastante cuantiosas de impudor. Yo no sé cómo Antonio, que tiene un oído tan atento, no se da cuenta de que, en demasiadas ocasiones, al leer el libro se tiene la impresión de que el autor es el único que ha entendido tal o cual problema, el único sensible en un mundo de corcho. Su falta de sentido de la proporción, del decoro, le lleva a decir cosas del estilo de allí estábamos los dos, Mari Puri (o como se llame la novia) y yo, como Kafka y Milena estaban en Praga. Esas cosas abochornan, no debe decirlas un escritor. Si a uno han de compararlo con quien sea, han de hacerlo los otros, los lectores, los críticos, los maestros; sobre todo cuando metemos en la harina de nuestro costal grandes nombres de la literatura, fetiches que calzan público coturno.


Chirbes contra Chirbes (y contra todos)





lunes, 17 de agosto de 2015

Casa de citas / Rafael Chirbes / Libros como latigazos

Rafael Chirbes
Poster de T.A.
Rafael Chirbes
LIBROS COMO LATIGAZOS
Por Manuel Rodríguez Rivero

Uno no puede terminar En la orilla (Anagrama), la última novela de Rafael Chirbes, y continuar como si nada, doblar la página 437 y pensar, “bueno, ahora a otra cosa”, y prepararse la merienda o salir a un recado por el barrio. Hay libros que se leen como purgas, como latigazos que le conmueven a uno hasta lo más hondo y este es uno de ellos, desde esa trepidante apertura al epílogo restaurador. Ya lo era, desde luego, Crematorio (2007), con el que el nuevo comparte tantas cosas, incluyendo un paisaje (geográfico, social) muy próximo. Pero entonces la crisis todavía estaba en sus primeras fases y nuestros políticos se mostraban empecinados en negarla. Claro que Chirbes, como tantos grandes novelistas desde Balzac a Faulkner, viene escribiendo el mismo libro —o la misma “comedia humana”— desde hace muchos libros, y en En la orilla volvemos a encontrarnos con todos sus temas: desde las ilusiones (colectivas) perdidas a los engaños (individuales) aceptados, desde los meteóricos ascensos a las más fulminantes derrotas y abandonos, desde los mecanismos nada sutiles de la explotación a la angustia universal de la irreversibilidad del tiempo. Como en el mefítico pantano que funciona como telón de fondo (simbólico y real) de su deterioro y decadencia, un conjunto de personajes vive la última fase de una peripecia anunciada a la que han acelerado el estallido de todas las burbujas, el pinchazo de todas las ilusiones. Chirbes se mantiene en la tradición del realismo crítico, pero mantiene el suficiente dominio de sus materiales como para contrapuntear constantemente el punto de vista de su protagonista principal, sabiendo que solo el artificio de un relato absolutamente controlado puede transmitir la verdad e, incluso, el testimonio de lo visto/vivido. Para mi gusto, la mejor novela española acerca de la crisis y, en todo caso, una de las cuatro o cinco más importantes del último lustro.




domingo, 16 de agosto de 2015

Casa de citas / Antonio Muñoz Molina / Rafael Chirbes

Rafael Chirbes
Poster de T.A.
Antonio Muñoz Molina
RAFAEL CHIRBES


En su trato había una ternura sobria que se parecía a la que se respira entre algunos personajes de sus novelas. De vez en cuando nos intercambiábamos cartas a la antigua, con sobre y sellos, manteniendo la costumbre de nuestros primeros años de lecturas mutuas y atentas. Llevaba tiempo sin verlo, y nos encontramos brevemente en la Feria del Libro de Madrid, el año pasado. Nos dimos un abrazo entre el barullo y el polvo. Nos despedimos quedando vagamente en vernos y ya no pudo ser. Quién imagina que un abrazo normal puede ser una despedida para siempre.




domingo, 24 de mayo de 2015

Casa de citas / Rafael Chirbes / Afinidades



Rafael Chirbes
AFINIDADES

Con frecuencia las afinidades nacen como intuiciones. Hay gentes, libros 0 ciudades que no entendemos, pero que nos atrapan y nos obligan a visitarlos una y otra vez, seguramente porque advertimos en ellos indicios de que esconden algo que nosotros buscamos. En la media distancia, uno distingue la presencia de un pez bajo las aguas, no por su preciso dibujo, sino por el deslumbramiento de un fugitivo relámpago. Esos libros, ciudades y gentes inquietantes acaban formando necesarias piezas de nuestra identidad.

Rafael Chirbes
Mediterráneos
Barcelona, Anagrama, 2008, p. 12

Rafael Chirbes en DE OTROS MUNDOS


sábado, 23 de mayo de 2015

Casa de citas / Rafael Chirbes / Los libros



Rafael Chirbes
LOS LIBROS

Los libros, como los mares, están cruzados por caminos que hay que aprender. Si no, uno puede encallar o extraviarse en ellos.

Rafael Chirbes
Mediterráneos
Barcelona, Anagrama, 2008, p. 12

Rafael Chirbes en DE OTROS MUNDOS