Mostrando entradas con la etiqueta Ada Limón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ada Limón. Mostrar todas las entradas

viernes, 2 de diciembre de 2022

Poemas como heridas / Ada Limón Nada que ver con lo que esperábamos

 


Ada Limón

Nada que ver con lo que esperábamos

Versión de Jeremy Paden

 

—Sobre Y entonces vimos la hija del minotauro por Leonora Carrington, 1953


Creíamos conocer el mito,
pavorosa bestia a salvo de
nosotros dentro del laberinto, creíamos
entender el terror atrapado
dentro de las recámaras secretas
que serpentean hacia más recámaras.
Lo peligroso siempre está
entre y dentro de la oscuridad.
Pero qué equivocados estábamos.
El encontrarnos con una habitación
con muros no bañados de sangre radiante,
sin huesos que ensucien los pisos de piedra,
sino en vez el Minotauro, diminuto,
ojos bordeados de gris, manos humanas,
mirándonos mientras nosotros observábamos
algo que no era miedo, sino resplandor.
¿Y qué aprendimos en cuanto al miedo?
En el corazón del laberinto,
donde todo lo escondido queda escondido,
hay una extrañeza poderosa,
una rara luz apabullante
que no se estremece
frente la continuidad del tiempo,
sino que espera a que alguien sirva de testigo
a este elegante y complicado conjuro.
Lo que pensábamos ser la causa de nuestro miedo,
nuestras fantasmas, nuestras fantasmas bailarinas,
nuestro futuro vaticinado en tantas bolas de cristal
que rondan sin nosotros, no es
de hecho aterrador. ¿Qué aprendimos
acerca del miedo? En el centro de la historia
hay algo casi femenino
y sin domar que hace brillar
hasta una jaula sin fin.   

Ada Limón / La luz que ven los vivos

 



Ada limón

La luz que ven los vivos

Versión de Jeremy Paden

Nos hemos parado en Subiaco
    para poner piedra sobre piedra
        en la tumba de otro polígrafo

donde cotorreamos, aturdidos
    y mareados del viaje, sobre entierros
        o incineraciones. “Yo no quiero

ocupar más espacio,”
    les digo a los chicos, padres los dos,
        quienes, como árboles, se inclinan

hacia la tierra. Me imagino
    sus hijas de viejas dejando 
        unas alfajores de bodega,

aguardiente, una bellota niquelada, damas
    haciendo picnic en la sombra de un pino
        tan inmóvil como la cascarilla del cuerpo.

Sustancias químicas y gusanos, sin duda,
    mas también un lugar donde hacer luto, un arroyo,
        una constelación de la muerte de la que se puede fiar.

Estos hombres saben algo
    que yo no. Que alguien les hará luto
        más allá de sus huesos, podrán fiarse de ello,

alguien estará allí en la sombra de los pinos
    que se parecen a las rigurosas rejas
        de una jaula generosa.

(¿Qué pasará si nadie viene al acantilado
    desde el que la ceniza de mi piel zarpare?
        Ningún familiar en luto, ningún mochilero perdido.)

Pero amigos, es hora de almorzar,
    y a ver, ¿acaso no funciona aún mí boca;
       mi apetito, mi lengua viperina?


The Carrying, 2018, Milkweed Editions.



Poemas como heridas / Ada Limón / Dadme esto

 








Ada Limón

DADME ESTO

Versión de Jeremy Paden

 

Pensé que era el gato negro del vecino
de vuelta para desplumar los polluelos del nido
de los zorzales escondido en el seto de la casa,
lo que vino fue mucho más raro, una liquidez
móvil, un bulto de cerdas nervudo. Una marmota
resbalosa con andares de pato a hurtar mis tomates
verdes en la sombra matinal. La observe
ronzar y pararse en sus ancas, cuánto deleite
se tomaba en cada bocado acuoso. ¿Por qué no
se me concede deleitarme? Un desconocido me escribe,
me pide comentarios sobre el sufrimiento. Alambre
de púa jalada por la boca, como si demandara
que me arrodillara frente la concertina de seguridad
usada en guerra o para cercas. En vez, miro
la marmota con más cuidado y un sonido se me escapa,
un pequeño espasmo de alegría que no me imaginaba
cuando me desperté. Es una criatura graciosa y sincera,
y hace todo lo que puede para poder sobrevivir.

 

         The Hurting Kind (Lo doliente), 2022, Milkweed Editions.



jueves, 1 de diciembre de 2022

Poemas como heridas / Ada Limón / En un poste hace mucho tiempo

 


Ada Limón
En un poste hace mucho tiempo
Traducción de Daniela Morano

No sé en qué cosa de la lista
pensar primero.

De todas las cosas que están desapareciendo: peces, pájaros, árboles, flores, abejas,
e idiomas. Dicen que si promediamos los índices históricos, un idioma se extinguirá cada cuatro meses.

En el tiempo que tardas en decir te amo, o irte a vivir con alguien, o admitir que llevas un hijo dentro, todas las palabras intrincadas del lenguaje se habrán extinto.

Hay demasiadas cosas que sostener en la palma del cerebro.
Tu papá con Alzheimer usa la palabra algo para describir muchos sustantivos distintos y nosotros adivinamos la palabra. Cuando le acertamos asiente, como si fuese obvio.

Cuando nos equivocamos, su expresión es como un puño.

Caminando por el barrio, hay un ancho poste metálico
donde alguien rayó Brandy Earlywine ama a Jack Pickett y de ahí
unos corazones. El bombardeo de corazones rayados una y otra vez como si

por si acaso olvidamos la palabra amor, al menos reconoceremos el símbolo. Como si
la señorita Earlywine quisiera que supiéramos, incluso después de que ella y el señor Pickett

fallecieran, sus corazones reales detenidos —los que no se se parecen en nada
a esos pequeños símbolos—, los que frenéticamente, intensamente, una noche

bajo la luz de los postes mientras sus papás pensaban que dormían, inscribieron
en el cuerpo de algo permanente como un árbol, un corazón,

así incluso después de que sus cuerpos muertos,

sus bocas incapaces de formar palabras, ese símbolo universal nos dirá
cómo se sintió, una noche azul, hace mucho tiempo, cuando aún había 7 mil

idiomas con que nombrar y honrar plantas y animales cada uno
a su manera, cuando tu papá dijo algo y supimos qué quería decir,

y las abejas eran grandes y redondas y oíamos sus zumbidos.




On a Lampost Long Ago
by Ada Limón

I don’t know what to think of first
in the list

of all the things that are disappearing: Fishes, birds, trees, flowers, bees,
and languages too. They say that if historical rates are averaged, a language will die
every four months.

In the time it takes to say I love you, or move in with someone, or admit to the child
you’re carrying, all the intricate words of a language become extinct.

There’s too many things to hold in the palm of the brain.

Your father uses the word thing to describe many different nouns and we guess
the word he means. When we get it right, he nods as if it’s obvious.

When we get it wrong, his face closes like a fist.

Out walking in the neighborhood, there’s a wide metal lamp post
that has scratched into it, Brandy Earlywine loves Jack Pickett and then there
come the hearts. The barrage of hearts scratched over and over as if,

just in case we have forgotten the word love, we will know its symbol. As if,
Miss Earlywine wanted us to know that, even after she and Mr. Pickett

have passed on, their real hearts stopped—the ones that don’t look anything
like those little symbols—they frantically, furiously, late one night under

the streetlight while their parents thought they were asleep, inscribed
onto the body of the something like a permanent tree, a heart—

so that even after their bodies ceased to be bodies,

their mouths no longer capable of words, that universal shape will tell you
how she felt, one blue evening, long ago, when there were still 7,000

languages that named and honored the plants and animals each in their
own way, when your father said thing and we knew what it meant,

and the bees were big and round and buzzing.

Poemas como heridas / Ada Limón / Olvidando

 






Ada Limón
Olvidando

Después de la tercera vez que tu papá se pierde,
………………………………….te enojas porque no contesta su celular.

Parte de mí quiere que siga perdido. Dios, ¿qué me quitó mi generosidad?

Se sirve un bol de cereal con leche y deja la puerta del refrigerador abierta.
………………………………….Te llama jefe y a mí mamá. Sí, mamá, dice y pone

sus ojos en blanco cuando le digo que coma algo, que limpie después.

¿Sería más paciente con un niño? ¿Amaría la pequeñez
………………………………….de una vida más que el abandono de la mente? Sí.

No sé qué hacer con él, así que con minuciosidad cocino
………………………………….ensalada de arvejas con cebollas rojas blanqueadas, rábanos y espárragos,
papas gratinadas, todas cosas buenas que salen de la tierra.

Se come los huevitos que dejé para los invitados hasta que no quedan;
………………………………….dice ¿qué piensas del aborto?

Le explico que las violetas, los dientes de león y los cebollines son comestibles,
así que casi tenemos un patio comestible. Dice que odia a los pájaros.

Me río y le pregunto ¿cómo puedes odiar a los pájaros?

Dice que los odia porque están en todos lados, en todas partes,
donde sea que mires, y observamos juntos el cielo.

Resulta que está en lo correcto, esos malditos están en todos lados.






Losing
by Ada Limón

After your father gets lost for the third time,
………………………………….you get angry because he won’t answer his phone.

Part of me wants him to stay lost. God, what has stolen my generosity?

He pours a bowl of cereal and milk and leaves the refrigerator door open.
………………………………….He calls you boss and me mother. Yes, Mother, he says and rolls

his eyes when I tell him to eat something, to clean up after himself.

Would I be more patient with a child? Would I love the smallness
………………………………….of a life more than the gone-ness of the mind? Yes.

I don’t know what to do with him, so I cook elaborately —
………………………………….pea salad with blanched red onions, radishes and asparagus,
scalloped potatoes, all good things that come from the ground.

He eats the mini eggs I’ve left for guests until they’re gone;
he says, How do you feel about abortion?

I explain how you can eat violets, and dandelions, and wild chives,
so that we almost have an edible lawn. He says he hates birds.

I laugh and ask him, How can you hate birds?

He says he hates them because they’re everywhere, they are all over,
everywhere you look, and we look up at the sky together.

Turns out he’s right, those damn things are everywhere.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Poemas como heridas / Ada Limón / Lo que antes no sabía

 



Ada Limón
Lo que antes no sabía
Traducción de Daniela Morano

era cómo los caballos simplemente dan a luz
a otros caballos. No un bebé, no
una criatura de espacios liminales, sino
que a una bestia de cuatro patas empecinada en caminar
gateando en busca de su madre. Un caballo
deja espacio para otro caballo y de repente
hay dos caballos, así como si nada.
Así es como te amé. Tú,
bajando del lejano tren desde Red Bank con un café
del tamaño de tu brazo, una bolsa pesada
con dos computadores balanceándose
a tu lado. Recuerdo que nos reímos
cuando nos miramos. Lo que había entre
nosotros no era algo frágil que cuidar, adormecer.
Nació totalmente formado, listo para correr.



What I Didn’t Know Before
by Ada Limón

was how horses simply give birth to other
horses. Not a baby by any means, not
a creature of liminal spaces, but a four-legged
beast hellbent on walking, scrambling after
the mother. A horse gives way to another
horse and then suddenly there are two horses,
just like that. That’s how I loved you. You,
off the long train from Red Bank carrying
a coffee as big as your arm, a bag with two
computers swinging in it unwieldily at your
side. I remember we broke into laughter
when we saw each other. What was between
us wasn’t a fragile thing to be coddled, cooed
over. It came out fully formed, ready to run.


Poemas como heridas / Ada Limón / Tener

 


Ada Limón
TENER
Traducción de Daniela Morano

El cielo blanco punzante con el frío de noviembre,
el aire es ceniza y humo de madera quemada.
El rubor del árbol que muere
un tren de carga a toda velocidad, y ahí,
esa soy yo, parada en medio del pasto
escarchado, observando al perro sufrir
con la caída de las hojas frías. No me veo grande a la distancia,
solo un poste de alambre, un seto de acebo.
Todavía más amplio, más allá del estruendoso cruce
de yeguas buscando lo que queda de verde
en el pasto, unos recién nacidos son
expulsados, y el cielo es el mismo, blanco
como la calma ante una tensa bandera de rendición.
Unos ranchos más allá, ahí está nuestra yegua,
su panza un barril redondo con un potrillo o
la idea de un potrillo. Es Kentucky, otoño,
y cualquier yegua que lo valga acarrea
un potencial próximo triunfador. Nuestro, su pelaje,
grueso con el barro de la temporada se apoya contra
la reja negra y esta imagen me pesa.
Como mi propio cuerpo, vacío,
libre de secretos, sabe cómo cargarla,
sabe que todos estamos destinados a algo.




CARRYING
by Ada Limón

The sky’s white with November’s teeth,
and the air is ash and woodsmoke.
A flush of color from the dying tree,
a cargo train speeding through, and there,
that’s me, standing in the wintering
grass watching the dog suffer the cold
leaves. I’m not large from this distance,
just a fence post, a hedge of holly.
Wider still, beyond the rumble of overpass,
mares look for what’s left of green
in the pasture, a few weanlings kick
out, and theirs is the same sky, white
like a calm flag of surrender pulled taut.
A few farms over, there’s our mare,
her belly barrel-round with foal, or idea
of foal. It’s Kentucky, late fall, and any
mare worth her salt is carrying the next
potential stake’s winner. Ours, her coat
thicker with the season’s muck, leans against
the black fence and this image is heavy
within me. How my own body, empty,
clean of secrets, knows how to carry her,
knows we were all meant for something.



martes, 29 de noviembre de 2022

Poemas como heridas / Ada Limón / La mujer maravilla

 


ADA LIMÓN
LA MUJER MARAVILLA
Traducción de Jorge Vessel

De pie en la crecida del enlodado Mississippi,
después que el doctor de Urgencias apenas dijese, Bueno,
son cosas que pasan, volví a dejarme engañar
por New Orleans otra vez más. Pastillas para el dolor giraron
como remolino en mi cartera junto a un hechizo para más tarde.
Me ha tomado tiempo admitirlo, estoy en una intensa batalla contra
mi cuerpo, la columna vertebral inclinada treinta y cinco grados,
vértigo que va y viene como un villano de DC Comics
al que nadie puede matar. El dolor invisible es los dos
una suerte y una desgracia. Siempre te ves tan feliz,
me dijo un extraño una vez que me convertía a mi lado bueno
sonriendo. Pero ese día, sola a la orilla del río,
oía la charanga resonando desde el  Steamboat Natchez,
y por el rabillo de mi ojo, vi a una muchacha, de la mitad de mi edad,
vestida, sin una razón clara, de la Mujer Maravilla.
Se pavoneaba en toda su gloria y fortaleza, invencible,
eterna, y cuando me puse de pie para aplaudir (porque cómo no hacerlo),
hizo una reverencia y posó como si supiese que yo necesitaba un mito—
una mujer, en un río, indestructible.


I
llustration by Kayleigh McCallum

WONDER WOMAN
by Ada Limón

 

Standing at the swell of the muddy Mississippi
after the Urgent Care doctor had just said, Well,
sometimes shit happens, I fell fast and hard
for New Orleans all over again. Pain pills swirled
in the purse along with a spell for later. It’s taken
a while for me to admit, I am in a raging battle
with my body, a spinal column thirty-five degrees
bent, vertigo that comes and goes like a DC Comics
villain nobody can kill. Invisible pain is both
a blessing and a curse. You always look so happy,
said a stranger once as I shifted to my good side
grinning. But that day, alone on the riverbank,
brass blaring from the Steamboat Natchez,
out of the corner of my eye, I saw a girl, maybe half my age,
dressed, for no apparent reason, as Wonder Woman. 
She strutted by in all her strength and glory, invincible,
eternal, and when I stood to clap (because who wouldn’t have),
she bowed and posed like she knew I needed a myth—
a woman, by a river, indestructible.

Poemas como heridas / Ada Limón / Carga

 

Tren nocturno
Lionel Walden


Ada limón
CARGA
Traducción de Jorge Vessel

Desearía poder escribirte desde debajo del agua,
                
el baño tibio cubriendo mis orejas—
una de ellas tiene tres marcas en la forma
exacta de un triángulo, asterismo de mi propia atmósfera.

Anoche, las sirenas del camión cisterna eran tan estruendosas
que ahogaban hasta al bramido constante
                
de los trenes de carga que llegaban. ¿Te conté
que el ferrocarril R. J. Corman pasa a quinientos pies de nosotros?

Antes de que todo cambiase y yo envejeciera en este cuerpo,
     mis abuelos vivían encima del cañón de San Timoteo,
donde el ferrocarril Southern Pacific rugía cada día en el verano
sofocante de California. Yo estaba atenta a los trenes,
aullando a su llegada.

Hoy Manuel está en Chicago, y ambos admitimos
      que ahora viajamos con nuestros pasaportes
Reportes de redadas de ICE y las dos, nuestras sangres
necesitan nuevos medicamentos.

Desearía que pudiésemos volver al muelle con viento,
a tomar vino rosado y hablar tonterías.
Ahora es gris y sombrío.

Aquí el supermercado está lleno de semillas para grama, como si
                
la primavera fuese a llegar, pero no lo sé. ¿Y tú?
Me dijo una amiga que sigues esforzándote en rescatar a las
     palabras. Lo único a lo que me he dedicado es a tomar la siesta, y quizá
a ser más amable con los demás, conmigo misma.

Justo esta mañana, vi siete cardenales atrevidos y valientes
                como un pecado en un árbol sin hojas. Los dejé estar allí un buen rato
antes de agitar el aire y arruinarlo todo con sólo vivir también.

¿Soy más valiente que esos pájaros?

¿Te preguntas acaso qué traen los trenes? Lingotes de aluminio,
                plástico, ladrillos, sirope de maíz, caliza, furia, alcohol, alegría.

Todo el mundo se desplaza, incluso la arena se transporta de una orilla
a otra. Yo vivo mi vida medio asustada, y medio gritándole
a los trenes cuando retumban. Esta carta para ti es ambas.




CARGO
BY ADA LIMÓN

I wish I could write to you from underwater, 
                the warm bath covering my ears—
one of which has three marks in the exact
shape of a triangle, my own atmosphere’s asterism.

Last night, the fire-engine sirens were so loud
they drowned out even the constant bluster
                of the inbound freight trains. Did I tell you,
the R. J. Corman Railroad runs five hundred feet from us?

Before everything shifted and I aged into this body,
       my grandparents lived above San Timoteo Canyon,
where the Southern Pacific Railroad roared each scorching
California summer day. I’d watch for the trains,
howling as they came.

Manuel is in Chicago today, and we’ve both admitted
     that we’re travelling with our passports now.
Reports of ICE raids and both of our bloods
are requiring new medication.

I wish we could go back to the windy dock,
drinking pink wine and talking smack.
Now it’s gray and pitchfork.

The supermarket here is full of grass seed, like spring
might actually come, but I don’t know. And you?
I heard from a friend that you’re still working on saving
      words. All I’ve been working on is napping, and maybe
being kinder to others, to myself.

Just this morning, I saw seven cardinals brash and bold
                as sin in a leafless tree. I let them be for a long while before
I shook the air and screwed it all up just by being alive, too.

Am I braver than those birds?

Do you ever wonder what the trains carry? Aluminum ingots,
                plastic, brick, corn syrup, limestone, fury, alcohol, joy.

All the world is moving, even sand from one shore to another
is being shuttled. I live my life half afraid, and half shouting
at the trains when they thunder by. This letter to you is both.


lunes, 28 de noviembre de 2022

Poemas como heridas / Ada Limón / La correa

 

Perro callejero
Daido Moriyama

ADA LIMÓN
LA CORREA
Traducción de Jorge Vessel

Después del parto de bombas de horcas y miedo,
las frenéticas armas automáticas desplegadas,
el rocío de balas en una multitud cogida de manos,
ese crudo cielo abriéndose en fauces pizarra metalizado
que sólo se tragan lo indecible en cada uno de nosotros,
¿qué queda? Hasta el río escondido en ningún lado es de un anaranjado
venenoso y ácido por una mina de carbón. ¿Cómo puedes
no temerle a la humanidad, querer lamer el fondo del arroyo
hasta dejarlo seco, succionar el agua mortífera con
tus propios pulmones, como veneno? Lector, quiero decir:
No mueras. Aun cuando uno tras otro pez plateado
emerja boca arriba, y el país caiga en picada
en un cráter crepitante de odio, ¿no queda acaso algo
que todavía canta? La verdad: no lo sé.
Pero a veces, te juro que lo oigo, la herida cerrándose
como una puerta de garaje oxidada, y aún puedo mover
mis extremidades vivas en el mundo sin mucho
sufrimiento, puedo asombrarme todavía de cómo corre
la perra hasta las camionetas como alma que
lleva el diablo, porque cree que los ama,
porque está segura, sin duda alguna, de que
eso que ruge fuerte la amará de vuelta, su mansa naturaleza
viva de deseo por compartir su maldito entusiasmo,
hasta que tiro de la correa para salvarla porque
quiero que sobreviva para siempre. No mueras, digo,
y decidimos caminar un rato más, los estorninos
febriles en lo alto sobre nosotras, el invierno viniendo a
acostar su frío cadáver en esta pequeña parcela.
Quizá nos la pasamos siempre lanzando nuestro cuerpo
hacia aquello que nos ha de destruir, mendigándole amor
al raudo paso del tiempo, y quizás, como la obediente
perra a mis talones, podemos caminar juntos
tranquilamente, al menos hasta que pase la próxima camioneta.

Photo by Daido Moriyama


THE LEASH
BY ADA LIMÓN

After the birthing of bombs of forks and fear,
the frantic automatic weapons unleashed,
the spray of bullets into a crowd holding hands,
that brute sky opening in a slate-metal maw
that swallows only the unsayable in each of us, what’s
left? Even the hidden nowhere river is poisoned
orange and acidic by a coal mine. How can
you not fear humanity, want to lick the creek
bottom dry, to suck the deadly water up into
your own lungs, like venom? Reader, I want to
say: Don’t die. Even when silvery fish after fish
comes back belly up, and the country plummets
into a crepitating crater of hatred, isn’t there still
something singing? The truth is: I don’t know.
But sometimes, I swear I hear it, the wound closing
like a rusted-over garage door, and I can still move
my living limbs into the world without too much
pain, can still marvel at how the dog runs straight
toward the pickup trucks break-necking down
the road, because she thinks she loves them,
because she’s sure, without a doubt, that the loud
roaring things will love her back, her soft small self
alive with desire to share her goddamn enthusiasm,
until I yank the leash back to save her because
I want her to survive forever. Don’t die, I say,
and we decide to walk for a bit longer, starlings
high and fevered above us, winter coming to lay
her cold corpse down upon this little plot of earth.
Perhaps we are always hurtling our body towards
the thing that will obliterate us, begging for love
from the speeding passage of time, and so maybe,
like the dog obedient at my heels, we can walk together
peacefully, at least until the next truck comes.