DE AMANECERES
He amanecido en tantos lugares y en tantas camas. Aquí, allá, a veces en ningún lado, otras veces ni siquiera amanecí. He amanecido tantas veces que se me hace difícil recordar cada vez. De tantos y de todos mis amaneceres sólo recuerdo uno.
Me recuerdo enredada entre sus sábanas, sintiendo la calidez de su cuerpo, recostada sobre su pecho escuchándole palpitar, absorta en sus ojos color marrón, acariciando esas manos que me han escrito tanto, besando su sonrisa retorcida, amándolo una eternidad.
Sí, como la vez que fui poesía en su cama. Como la vez que amanecí en Puebla.
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