miércoles, 25 de noviembre de 2020

Lecciones de semántica / Ajedrez

 

Anya Taylor-Joy
Gambito de dama


LECCIONES DE SEMÁNTICA
Ajedrez

    El nombre del antiquísimo juego del ajedrez es un buen ejemplo, entre tantos otros, de una palabra que ha evolucionado junto con la humanidad a lo largo de milenios, durante los cuales recorrió las más variadas tierras, eras y culturas, modificándose por influjo de incontables lenguas hasta llegar a los idiomas modernos.
    La invención del juego-ciencia ha sido atribuida en diversas épocas a griegos, romanos, persas, escitas, egipcios y árabes, y es cierto que todos esos pueblos lo conocieron. Sin embargo, en la actualidad hay razonable consenso en afirmar que el ajedrez surgió en el Indostán, en época no determinada con certeza, pero muy remota. Inicialmente, se lo llamó chaturanga, en referencia a las cuatro alas (angas ) del ejército indio: elefantes, carros, caballos e infantería.

    Desde la India, el juego se difundió hacia China, Corea y Japón, y en el Occidente, hacia Rusia, de donde saltó a Escandinavia, Alemania y Escocia; pero esta vertiente del ajedrez se perdió en la bruma de los siglos, y la forma actual deriva de otro itinerario. Si aceptamos la versión del poeta y cronista persa Firdusi, el chaturanga penetró en Persia en el siglo  VI de nuestra era, donde sufrió diversas modificaciones. En efecto, al llegar a este reino milenario, el chaturanga dejó de jugarse con dados, como en la India, y su nombre se convirtió en chatrang , que luego los árabes cambiaron a shatranj. Buena parte de la jerga ajedrecística que llegó hasta nosotros surgió en Persia, donde tuvo su gran apogeo. Así, jaque mate proviene de sha mat, que significa «rey derrotado».

    Llevado por los árabes a España, el nombre del juego evolucionó a axatraz y, más tarde, a axedrez , que fue como lo llamó el ajedrecista español Ruy López de Segura en su Libro de la invención liberal y arte del juego de axedrez, publicado en 1561 y considerado hasta hoy una referencia para los estudiosos.
    El nombre antiguo de la torre, roque, registrado por el Diccionario de la Real Academia Española como voz antigua, deriva del persa rukh «roca», «atolón», que luego los árabes utilizaron en la Edad Media para designar a sus carros de guerra. De ahí proviene el nombre enroque , una jugada de rey y torre al mismo tiempo. En ciertos festivales tradicionales de Valencia, todavía circula una carroza que se denomina roque, como los carros de guerra de los persas.
    El nombre alfil proviene del árabe fil «elefante», pues esta pieza representaba el ala de los guerreros que combatían montados en paquidermos. Curiosamente, la pieza tiene el nombre de bishop «obispo» en inglés y bispo en portugués, traducido, probablemente, por los monjes ajedrecistas del medievo.

Ricardo Soca
La fascinante historia de las palabras

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