lunes, 9 de noviembre de 2020

Triunfo Arciniegas / Diario / Esperando el amanecer

 

Fotografía de Eric Kellerman



Triunfo Arciniegas
ESPERANDO EL AMANECER
9 de noviembre de 2020

Pasé la noche del sábado en claro: trabajé más de diez horas en los blogs. Primero, con unas entradas sobre George R.R. Martin y luego con las fotos de Eric Kellerman. Conozco su obra desde hace años, pero en realidad casi no pasa un día sin descubrir un fotógrafo. O un pintor. Infinitos y poderosos fotógrafos, a menudo geniales. Me he dedicado en estos días a explorar Youtube. Suele mostrar los mismos videos, los más vistos, pero si uno tiene paciencia, si insiste, llega a los otros, como ventanas que se abren a otros mundos. Así di, por ejemplo, con una larga entrevista a Mario Testino en un canal peruano. No sabía que el fotógrafo tiene un museo en Lima, Mata, y ahora me muero por conocerlo. La entrevista es un manjar de dioses, y en español, por supuesto. Testino es peruano. Tan famoso como Vargas Llosa, aunque no tan adinerado.

Una página de publicidad en Vogue vale cuarenta mil dólares. El trabajo de los fotógrafos en las revistas no es tan bien remunerado como uno piensa, pero sirven para promocionar el nombre. Luego, cuando aparece el cliente, viene el dinero. En una campaña publicitaria pueden trabajar hasta ciento veinte personas. Mario Testino viaja con un equipo de ocho personas. Toma un vuelo cada cuatro días. Sus paraísos fijos son Londres, París, Nueva York y Los Angeles. Y hay otros dos que visita a menudo, Rio de Janeiro (o São Paulo) y Lima, donde vive su madre, de noventa años. "Todos los meses vengo a Lima", dice.

La mayoría de mis descubrimientos de Youtube están en inglés. Puedo seguirlos cuando alguien tiene la caridad de reforzarlos con subtítulos. De resto, me pierdo. La cosa mejora con los pintores o los músicos, por supuesto. Estoy viendo, además, videos sobre cámaras. Creo que por fin voy a comprar la Canon D5 Mark III. Si no, la D6 Mark II, que vale menos. De todas maneras, seguiré con Canon.

Ya de madrugada terminé de subir las entradas de los blogs y fui a la cama para seguir con Youtube desde el televisor. No pude dormir, en realidad. Repasé algunas lecciones de inglés y busqué pintores y fotógrafos. Oí una y otra vez Crazy en la voz de Patsy Cline, nuestra señora del dolor, como alguien la llamó alguna vez, y I put a spell on you en las voces de Nina Simone, Joe Coker, Izy y Garou. Como al fin no dormí, bajé a cocinar.  En la tarde estuve pintando y leyendo. El sábado mandé a hacer doce bastidores y ahora estoy haciendo acrílicos sobre madera. Ya veremos que resulta. He pensado que tengo que pintar sin preocuparme tanto, sin desesperarme. Lo que importa es pintar, ya aparecerá algo que valga la pena. Y si no aparece, tampoco importa. 

Estaba en la diligencia de los bastidores cuando me crucé en la calle con Alejandra. Le di el aventón hasta  San Pedro. Su madre la había invitado a almorzar. Tuve un breve accidente con la Hammer. Se me enredó en una de las guayas del poste de la luz. No fue gran cosa, pero debo llevar la camioneta al latonero. Como el equipo de sonido abarca el baúl en su totalidad, al dar reversa hay que valerse solamente de los espejos. "Chofer que se respete no tuerce el pescuezo", me dijo alguna vez un taxista hablando del arte de la reversa. Está visto que no soy tan buen chofer. De hecho, soy pésimo, soy de una lamentable torpeza.

El sábado me trajeron la edición bilingüe de Antártica, el segundo libro de poemas que Jorge Cadavid publica en Italia, y en la tarde del domingo despaché los 43 poemas. 

Cata, tan bella, me envía una foto de sus pies y un video de Escher. Al responderle, el pinche corrector ortográfico cambia el nombre por "Esther". Tengo que decirle que se trata de su prima, una loca que enseñaba los senos a los borrachos en los callejones. 

Ya casi en la noche, y luego de casi veinte horas de desvelo, al fin pude dormir. Tengo que dormir, tengo que dormir. Me pongo más frágil, más sensible, si no duermo. Es como si se abrieran las puertas al abismo. La música me estremece hasta los huesos y los recuerdos me revuelcan la vida.

Tres cosas deben permanecer a la mano, cerca de las almohadas o en la cajón de la mesita de noche: los lentes, el celular y el control del televisor. Me desespero si alguna de ellas desaparece.

A medianoche me levanté a subir los blogs. En De otros mundos, dos entradas de Eric Kellerman y El caballero errantede George R.R. Martin, distribuido en tres entradas. Ayer subí la biografía de Kellerman en inglés. La foto del cabezote de Biographies II es suya precisamente: una mujer que toca un velo con sus manos y su rostro. Bellísima, mágica, enigmática. En Ficciones, la mejor canción de Shakira, la más bella, "Hay amores", y en Rimbaud, posters de una película de James Bond, Spectre, con Daniel Craig, Christoph Waltz,  Léa Seydoux, Monica Bellucci y Ralph Fiennes, quien reemplaza a Judi Dench en el papel de jefe inmediato del agente secreto. En De Dragon, tres entradas sobre la pintora australiana Anwen Keeling, heredera de la línea narrativa de Hopper y Jack Vettriano y uno de mis últimos descubrimientos. Hace poco escribí en Ficciones sobre una de sus obras, La carta. En Dante, una cita de Il Postino, la película de Michael Radford sobre Pablo Neruda, tan bellamente protagonizada por Massimo Troisi como el cartero y Philippe Noiret como el poeta, y en Pessoa, la primera de tres entradas sobre la obra de Harry Holland, prestigioso pintor inglés. He tenido algo abandonado el blog de fotos, que se alimenta de los viajes, y este año los viajes se fueron al carajo. Para remediarlo, subo siete fotos de la puerta de mi dormitorio. Todavía la estoy pintado. Por último, y para cerrar la jornada, Chord, un poema de Stuart Dybek en Kiss.

Amanecerá en un rato.


No hay comentarios: