jueves, 16 de mayo de 2013

Diario / Pobres

Lobo
Bogotá, 2012
Fotografía de Triunfo Arciniegas


Triunfo Arciniegas
Pobres
Bogotá, 7 de mayo de 2013

En la esquina de la Séptima con Diecinueve, en pleno y miserable centro de Bogotá, un ladrón me ofrece un celular de lujo. Son como las nueve de la noche y no ha dejado de llover. No llevo dinero en el bolsillo en este momento y sé que no haré ningún negocio con el ladrón, pero me detengo a escucharlo, dominado por esta antigua manía de observar cómo funciona la gente. Me enseña las maravillas del celular y me pide ciento treinta mil pesos. Quiere que le ofrezca, me acosa para que lo haga. "Se lo bajé al patrón por una deuda", dice. Extraño razonamiento. Sé que es una mentira, sé que le robó el aparato a cualquiera, tal vez hace apenas un rato, y que lo venderá esta misma noche. Con su frase pretende aclarar que no se trata de un rabo sino de un acto de justicia. "Somos pobres", dice, insistiendo en un ofrecimiento, en una absurda solidaridad. 



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