Gabriel García Márquez
PREMIO CERVANTES 1997
Su lucha por llegar hasta la Academia Sueca en los finales de los setenta contrasta con unas declaraciones que había hecho a Juan Gassain en 1971 para El Espectador de Bogotá, asegurando que le gustaría que le concedieran el Nobel cuando hubiese ganado tanto dinero con sus libros que lo pudiera rechazar sin remordimientos, porque ese premio se había convertido "en una monumental lagartería internacional". Once años más tarde, o bien ya no había lagartería, o bien no consideraba que los millones de ejemplares vendidos de sus obras, y el dinero que de ahí se deriva, fuera suficiente para rechazarlo, o bien cambió de opinión. Nos atrevemos a pensar que su decisión tuvo que ver con las consecuencias políticas del prestigio que rodea a la posesión de ese premio, ya que desde los ochenta no ha dejado de utilizar su fama en un sentido político. También declaró, después de volar tan alto, tan alto, que nunca más aceptaría un premio literario, ya que el Nobel era la cumbre de la gloria, y había que dejar el resto de los galardones para muchos escritores que son merecedores de ellos. Esta promesa ha sido cumplida hasta la fecha, y el destino le ha hecho un guiño a causa de esa fidelidad. Vargas Llosa nos contó en una ocasión que en 1997 formó parte del jurado que falló el premio Cervantes. Ese año se concedió a García Márquez, que lo rechazó, y acto seguido se buscó un sustituto para la recepción del "Nobel" de las letras hispánicas, que fue Cabrera Infante, uno de los escritores que más se ha enfrentado al colombiano por su connivencia con el régimen de Castro, al que llama "nuestro prohombre en La Habana", parafraseando el título de la novela de Graham Greene, y del que dice que padece una aguda "castroenteritis".
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ÁNGEL ESTEBAN / STÉPHANIE PANICHELLI
Gabo y Fidel: el paisaje de una amistad
Espasa Calpe, Madrid, 2004, págs. 165 y 166
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