domingo, 26 de mayo de 2013

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Anaïs Nin
Anaïs Nin
LUNA DE MIEL

Noviembre de 1931
Traducción de María José Rodellar

Nunca hemos sido tan felices ni tan desgraciados. Nuestras pe­leas son ominosas, tremendas, violentas. Nuestra furia roza el borde de la locura; deseamos la muerte. Tengo el rostro arrasado de lá­grimas, las venas de la sien se me hinchan. A Hugo le temblequea la boca. Un sollozo mío lo arroja de repente a mis brazos, entre lloros. Luego me desea físicamente. Lloramos y nos besamos y al­canzamos el orgasmo en el mismo momento. Y un instante después, analizamos y hablamos racionalmente. Se diría la vida de los rusos en El idiota. Se trata de histeria. En momentos de calma, pienso en la extravagancia de nuestros sentimientos. El aburrimiento y la paz se han acabado para siempre.

Ayer, en mitad de una pelea, nos preguntamos:
–¿Qué nos está pasando? Nunca nos habíamos dicho cosas tan terribles. –Luego Hugo dijo–: Es nuestra luna de miel y estamos excitados.
–¿Estás seguro de ello? –pregunté yo, incrédula.
–Tal vez no lo parezca –repuso él riendo–, pero así es. Lo que sucede es que estamos desbordados de sentimientos. Nos cuesta trabajo mantener el equilibrio.
Una luna de miel con siete años de retraso, madura, llena de miedo a la vida. Entre pelea y pelea somos intensamente felices. Infierno y paraíso a un  tiempo. Somos a la vez libres y esclavos.
En ocasiones parecía que supiésemos que la única atadura que  puede unirnos es el frenesí, idéntica intensidad que entre amantes y queridas. Inconscientemente, hemos creado una relación sumamente efervescente dentro de la seguridad y la paz del matrimonio. Lo que hacemos es ampliar el círculo de nuestras penas y placeres dentro del círculo de nuestro hogar y de nuestras personas. Es nues­tra defensa contra la intrusión, lo desconocido.


Anaïs Nin
Henry y June / Diario inédito
Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1987, pp. 12-13


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