Anaïs Nin |
Anaïs Nin
LUNA DE MIEL
Noviembre de 1931
Traducción de María José Rodellar
Nunca hemos sido tan felices ni tan
desgraciados. Nuestras peleas son ominosas, tremendas, violentas. Nuestra
furia roza el borde de la locura; deseamos la muerte. Tengo el rostro arrasado
de lágrimas, las venas de la sien se me hinchan. A Hugo le temblequea la boca.
Un sollozo mío lo arroja de repente a mis brazos, entre lloros. Luego me desea
físicamente. Lloramos y nos besamos y alcanzamos el orgasmo en el mismo
momento. Y un instante después, analizamos y hablamos racionalmente. Se diría
la vida de los rusos en El idiota. Se trata de histeria. En momentos de
calma, pienso en la extravagancia de nuestros sentimientos. El aburrimiento y
la paz se han acabado para siempre.
Ayer, en mitad de una pelea, nos
preguntamos:
–¿Qué nos está pasando? Nunca nos
habíamos dicho cosas tan terribles. –Luego Hugo dijo–: Es nuestra luna de miel
y estamos excitados.
–¿Estás seguro de ello? –pregunté yo,
incrédula.
–Tal vez no lo parezca –repuso él riendo–,
pero así es. Lo que sucede es que estamos desbordados de sentimientos. Nos
cuesta trabajo mantener el equilibrio.
Una luna de miel con siete años de
retraso, madura, llena de miedo a la vida. Entre pelea y pelea somos intensamente
felices. Infierno y paraíso a un tiempo.
Somos a la vez libres y esclavos.
En ocasiones parecía que supiésemos que
la única atadura que puede
unirnos es el frenesí, idéntica intensidad que entre amantes y queridas.
Inconscientemente, hemos creado una relación sumamente efervescente dentro de
la seguridad y la paz del matrimonio. Lo que hacemos es ampliar el círculo de
nuestras penas y placeres dentro del círculo de nuestro hogar y de nuestras
personas. Es nuestra defensa contra la intrusión, lo desconocido.
Anaïs Nin
Henry y June / Diario inédito
Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1987, pp. 12-13
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