sábado, 18 de diciembre de 2021

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Julio Cortázar según Sábat




Jesús Ferrero
El planeta Cortázar
10 de abril de 2017


Juraría que fue en octubre de 1975 cuando conocí a Cortázar. Me había enterado de su dirección gracias a la información que daba de su persona la revista Triunfo, y una tarde ventosa y plomiza me dirigí a su domicilio. Me abrió la puerta de su casa Ugné Karvelis y le pregunté si estaba Julio como si fuese un amigo de toda la vida. Desconcertada, Ugné contestó que sí y me dejó pasar. Cuando vi la larga silueta de Cortázar recortándose en la penumbra del vestíbulo de su pequeño apartamento de la rue de l´Éperon por poco me desmayo.

A pesar de que no me conocía, Cortázar se comportó conmigo con una cordialidad exquisita, y mantuve con él una conversación dubitativa y absurda, por culpa de mi nerviosismo y mi admiración. Ya para entonces había leído casi toda su obra, pero lo ignoraba todo acerca de su vida. Nunca he sentido demasiado interés por la vida de los escritores, pero Jesús Marchamalo me está curando de esa enfermedad con sus penetrantes y sugestivas semblanzas de autores que venera y que venero. La última que acaba de aparecer adquiere la forma de un cómic, y tiene por protagonista a Cortázar.


El libro se lee sin querer, y más que un cómic parece una película. El dibujante, Marc Torices, que se dedica también a la animación, consigue trasmitir a este excepcional tebeo toda la viveza del cine. La voz en off es la de Jesús Marchamalo, que posee un estilo tremendamente acogedor y un distinguido sentido del humor que nunca resulta hiriente. La ironía sin vinagre que tanto valoraba Torrente Ballester, y que es la verdadera ironía.

A través de un prólogo fulgurante (utilizo el adjetivo que más le gustaba a Julio), donde asistimos al advenimiento del planeta Cortázar, y de dieciocho capítulos en los que se utilizan los colores de forma significativa y simbólica, como lo suele hacer el cine, nos vamos adentrando en la vida y los hechos de Julio Cortázar, de forma elíptica y al mismo tiempo precisa.


La lectura resulta tan envolvente como divertida, y adquiere la velocidad que suelen tener las secuencias en los sueños. Cuando lo acabas, escuchando la última música de Cortázar (la que oía cuanto estaba a punto de morir) crees haberte perdido en una alucinación bendita: la vida azarosa del autor de Rayuela y de Historia de cronopios y famas, que estuvo siempre presidida por la magia: la magia que le salía al paso y la que él mismo buscaba en su perpetuo divagar entre la realidad y el deseo, convirtiendo sus encuentros y desencuentros con las personas, los animales y las cosas en deslumbrantes y laberínticos territorios de ficción.


Cortázar, Jesús Marchamalo y Marc Torices
Nórdica ediciones, 2017

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