miércoles, 6 de mayo de 2020

Un libro / Wislawa Szymborska / Poesía no completa

Ilustración de Fernando Vicente


UN LIBRO

Poesía no completa

de Wislawa Szymborska

Javier Rodríguez Marcos
27 de abril de 2020



Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 44)


Wislawa Szymborska solía contar que cuando escribía tenía siempre la sensación de que detrás de ella había alguien haciendo muecas. “Por eso huyo, todo lo que puedo, de las grandes palabras”, explicaba. Grandes o pequeñas, sus favoritas eran “no sé”. Esto último lo dijo en Estocolmo en 1996 al pronunciar una de las conferencias más breves en la historia del premio Nobel de literatura. Hoy sería muy útil imaginársela a ella haciendo muecas detrás de todos los que anuncian momentos históricos y cambios de ciclo. Haciendo muecas o leyendo su poema Fin y principio, que empieza: “Después de cada guerra / alguien tiene que limpiar. / No se van a ordenar solas las cosas, / digo yo”. Y sigue más adelante: “Alguien debe meterse / entre el barro, las cenizas, / los muelles de los sofás, / las astillas de cristal / y los trapos sangrientos /… / Eso de fotogénico tiene poco, / y requiere años. / Todas las cámaras se han ido ya / a otra guerra. /…/ Alguien con la escoba en las manos / recordará todavía cómo fue. / Alguien escuchará / asintiendo con la cabeza en su sitio. / Pero a su alrededor / empezará a haber algunos / a quienes les aburra. /… / Aquellos que sabían / de qué iba la cosa / tendrán que dejar su lugar / a los que saben poco /. Y menos que poco. / E incluso prácticamente nada”.
Szymborska fue esa “polaca que no conoce nadie” hasta que los lectores se quitaron el sombrero ante el olfato de la vilipendiada Academia Sueca. Como en su antológico Retrato de mujer, en su poesía caben la ingenuidad y la sabiduría, el vodka y el dinero, Jaspers y las revistas “de mujeres”. Coloquial y profunda, si no temiéramos sus burlas, diríamos que su obra es una bendición.

Poesía no completa. Wislawa Szymborska. Traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia. Fondo de Cultura Económica.

EL PAÍS

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