jueves, 28 de mayo de 2020

Un libro / Liliana Colanzi / Vacaciones permanentes


Lilliana Colanzi


UN LIBRO

Vacaciones permanentes

de Liliana Colanzi


Javier Rodríguez Marcos
27 de abril de 2020


Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 45)


En 2010 una escritora boliviana de 29 años publicó su primer libro de cuentos. En uno de ellos, titulado ‘1997’, la narradora recuerda la apertura del primer McDonald’s de su país y cómo la gente acampó a la puerta del local desde las dos de la mañana para ser los primeros clientes. Aunque consciente de que la comida era “una porquería”, su madre decretó: “Si ellos han venido significa que por fin llegó la civilización”. El libro se titulaba Vacaciones permanentes y su autora, Liliana Colanzi, nacida en Santa Cruz, no tardó en convertirse en una referencia para la generación de narradores latinoamericanos que, como ella, terminarían engrosando antologías clave como Ochenteros, de la FIL de Guadalajara o Bogotá 39, del Festival Hay.
Aunque su segundo libro, Nuestro mundo muerto (2016), supuso un giro hacia lo sobrenatural, los siete relatos de Vacaciones permanentes, de un realismo asombrosamente maduro, despliegan un universo despiadado marcado por dos fracturas: la brecha entre ricos y pobres y la brecha entre padres e hijos. Y es despiadado no porque contenga un gramo de tremendismo sino porque plantea todos los conflictos pero escatima cualquier solución. “Lo nuestro no es el futuro”, leemos. Bajo una capa de ligereza a la que el título alude irónicamente, asistimos al desmoronamiento de un mundo de adolescentes de la alta burguesía latinoamericana que terminan abortando clandestinamente, viendo cómo se suicidan sus hermanos o trabajando de camareras en Inglaterra. En sus páginas -cada cuento es un relato de formación- se desarrolla narrativamente algo que otra de las protagonistas expresa de esta manera: existen vínculos de amor, cierto, pero también existen vínculos de odio. Y la palabra clave es vínculos.

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