lunes, 25 de mayo de 2020

Casa de citas / Lily King / Bebés muertos

Margaret Mead en Samoa

Lily King
BEBÉS MUERTOS


    Soñaba con bebés muertos, lo escribió en su libro de tela de corteza. Con bebés en llamas. Con bebés atrapados en redes en los árboles. Con bebés cubiertos de hormigas. Se quedaba tendida en la cama y contaba el número de bebés muertos que había visto en los últimos dos años. El niño anapa había sido el primero, arrancado del vientre de su madre muerta con un cuchillo para que su espíritu no les persiguiera. La niña minalana, de apenas un año, por una picadura de viuda negra. En el caso de los bebés, los mumbanyo no solían hacer ninguna ceremonia funeraria: te los encontrabas medio enterrados o atrapados entre los juncos del río; cualquier bebé que supusiera una molestia o que se sospechara que era de otro hombre. Un hombre podía evitar el tabú que impedía el coito durante los seis meses posteriores al parto eliminando al niño. Llevaba cinco con los anapa, diecisiete con los mumbanyo y ahora el de Sali. Veintitrés bebés muertos. Veinticuatro si contaba el suyo, apenas un grumo oscuro envuelto en una hoja de plátano y enterrado bajo un árbol que no volvería a ver nunca más.

Lily King
Euforia, capítulo 10
Ediciones Malpaso, 2016

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