Carnaval de Rio de Janeiro 8 de febrero de 2013 Foto de Triunfo Arciniegas |
Tratado de la felicidad
Rio de Janeiro, 8 de febrero de 2013
Empezó el carnaval de Rio y la alegría se desata. Todo mundo se va tan feliz. La participación es masiva. Con cualquier cosa la gente se disfraza y se une al jolgorio. La fiesta es un asunto tan propio y tan natural de esta gente.
"Lamento muito, pois estou tãn feliz", dice una presentadora de televisión en una de las revistas de vanidades que están en los kioscos esta semana. La frase viene destacada en la tapa y me parece bien. No creo mucho en la felicidad, me parece más una materia de comerciales de televisión, donde hasta los jabones y la limpieza del piso dan ganas de cantar. No creo mucho en la felicidad pero por estos días estoy a punto de alcanzarla. Por otra parte, tampoco creo que haya que pedir permiso para ejercerla o hacerse perdonar por su abuso. Dichosos los felices, podría decirse. "No soy tan imbécil de ser infeliz", me dijo una vez Jairo Aníbal Niño.
En fin, las distintas miradas de la felicidad.
La vida es dolorosa y difícil, frágil y fugaz, tan fácil de perder. No se puede recuperar, no da una segunda oportunidad: quiero decir, la vida es de una sola edición, no viene con borradores o versiones aumentadas y revisadas por su autor, como los libros.
La vida es lo que es, y si alguien tiene la habilidad y la suerte para ejercerla con felicidad nadie tiene el mínimo derecho a censurarlo. Envidio a los felices. A veces me cuelo entre sus filas y saboreo su deliciosa aroma.
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