miércoles, 6 de febrero de 2013

Diario / La corrupción en Venezuela


Señor
Caracas, 2012
Fotografía de Triunfo Arciniegas

Triunfo Arciniegas
LA CORRUPCIÓN EN VENEZUELA
Caracas, 4 de febrero de 2013


Perdí mi cuaderno de apuntes recién comprado. Por suerte. Quiero decir, apenas había escrito unas páginas. El cuaderno vale huevo pero el texto, al menos para mí, vale oro. Había escrito sobre la corrupción en Venezuela y ahora me da pereza reconstruir el texto. Se sabe que Venezuela es el país más corrupto de América Latina, incluso más que Colombia y México, paraísos de corruptos, qué barbaridad. El gobierno chavista se prolonga más de la cuenta y acumula sus pecados.  Me espanta pensar que Chávez amenaza con gobernar hasta el 2030, y cumplirá su promesa si el cuerpo le aguanta. La porquería saldrá a la luz cuando otro partido retire la alfombra que cubre el piso del privilegiado círculo que rodea a Hugo Chávez. El poder y el dinero desbocan las ambiciones.

Pero quería señalar los pequeños asuntos de la vida cotidiana que tanto me interesan. Llegué al terminal de transportes de San Cristóbal, en el Estado Táchira, como a las seis de la tarde, con tiempo suficiente porque, según entiendo, hay servicio hasta las diez. Pero ya no había un solo tiquete. Pregunté en todas las ventanillas y ninguna empresa tenía cupo para Caracas. Sin embargo, un tipo pregonaba con descaro "directo Caracas" y una muchacha con una lista sobre una tabla también ofrecía cupos. Le pregunté al hombre si se trataba de un viaje pirata y dijo que no. Le pregunté el precio ("250 bolívares") y dije que sí. No había de otra. Si no pago el sobrecupo tengo que pasar la noche en San Cristóbal y pierdo el vuelo de mañana a Rio de Janeiro. Mientras nos acercábamos al autobús de Flamingo, le armé conversación al hombre. Le dije de frente, refiriéndome al precio del tiquete: "Usted se queda con una parte", y me respondió: "¿Entonces de qué vivo?" Se trata de un negocio tramado por la misma oficina que expide los tiquetes, por el conductor y el ayudante del autobús y el tipo de la reventa, que se queda con el veinticinco por ciento. ¿Cómo es posible que se quede con un veinticinco por cinco en una transacción (ilegal, por supuesto) que apenas dura unos cinco minutos? El precio real del tiquete, con los impuestos incluidos, es de doscientos bolívares.

En fin, el revendedor me conectó con el conductor, que me expidió el tiquete, y entonces le pagué no al conductor sino al revendedor la suma acordada.

Y no es la primera vez que me veo en esta situación.  En los viajes que hice el año pasado también pagué el sobreprecio. En Venezuela hasta para tomar un taxi hay que pagar intermediario. En el terminal de La Bandera, en Caracas, pululan los revendedores como si fueran los dueños de los taxis. Uno acuerda la tarifa con estos tipos, ellos contratan al taxista y se quedan con un porcentaje.

Quiero señalar otro asunto, absurdo y arbitrario. Al parecer, a los colombianos se nos está exigiendo un tiquete obligatorio  Caracas-Bogotá por Copa. Me dicen que a un señor que viajaba al exterior y ya tenía a su regreso la conexión  Caracas-San Antonio le hicieron comprar el mencionado tiquete. El aeropuerto de San Antonio está a unos diez kilómetros de Colombia, San Antonio está al otro lado del río y es zona franca. Les pregunté por qué me obligaban a comprar un tiquete de Caracas a Bogotá cuando vivo en Pamplona, a una hora y media de Venezuela. No necesito pasar por Bogotá para volver a casa: de Bogotá a la puerta de casa hay una distancia de unos quinientos kilómetros. Creo que alegan razones de inmigración pero no creo que haya alguien tan loco como para venirse a vivir a Venezuela, un país a la deriva, un país sin presidente, y, además, con el sello en el pasaporte, ellos mismos están concediendo noventa días de permiso. La medida es a todas luces injusta y arbitraria. Puedo llegar Caracas por aire y salir del país por tierra, por la Guajira, por San Antonio, por los llanos. Mi compromiso consiste es no excederme de los noventa días.

No quiero alargar más el cuento: aparte de los tiquetes Caracas-Rio de Janeiro-Caracas, tuve que comprar por Copa el bendito tiquete Caracas-Bogotá. Los primeros cuestan seis mil bolívares, y el último, cuatro mil. Siento como si estuviera pagando una multa por un pecado que no cometí.



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