jueves, 3 de febrero de 2022

Triunfo Arciniegas / Diario / Cata

El sol de las mañanas
Cata, 2022
Fotografía de Triunfo Arciniegsa

 


Triunfo Arciniegas
CATA
2 de febrero de 2022

Cata, otro animal que me abandona.

Y en el mes del amor precisamente.

Desapareció anoche. Fui a ver Spencer, la conmovedora película de Pablo Larraín sobre Diana de Gales, tan sabiamente interpretada por Kristen Stewart, y cuando volví, como a las nueve, ahí estaba, con Mío. Pero esta madrugada, antes de las cuatro, cuando entré al estudio, no la vi. A veces pasa la noche en la silla o junto al computador. A veces duerme conmigo.

Si no aparece de inmediato, lo hace cinco o diez minutos después, y permanece conmigo mientras trabajo, mientras amanece, y luego bajamos a desayunar.

Me pregunto qué le habrá pasado. No es su costumbre desaparecer tanto tiempo. Es un animal muy casero, me sigue por la casa como una sombra. Si voy a leer a la azotea, ahí está. Lo mismo cuando estoy en el estudio o en la cocina.

No hemos tenido problemas. La consiento todos los días. Le hablo, le comento cosas, mientras le rasco la cabeza. Ayer mismo pensaba, en un ataque de ternura, que Cata y Mío dependen totalmente de mí. Que soy todo cuanto tienen. Y que son mi responsabilidad.

¿Qué hará Mío sin los baños de lengua de Cata? Algo así es difícil de olvidar. Lenguas no se encuentran todos los días. Mío es tan solitario como yo y, para colmo de desdichas, no tiene Facebook.

Elegí para iniciar el texto una frase ambigua, para atrapar al lector, y me desvié a la soportable levedad del ser en el párrafo anterior, pero la situación en realidad no resulta nada graciosa. La verdad sea dicha.
Ya recorrí el barrio y los parques del vecindario. Se la pregunté al vigilante. Grité su nombre como borracho enamorado.

Cata, mi amor. Cata, mi cielo.

Ya hace más de dos horas que oscureció.

Me pregunto qué comería hoy, dónde pasará la noche, tan llena de fantasmas y demonios, le dolerá algo.

Me pregunto si volverá.

Qué vacío tan horrible.

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