Javier Marías
LOS PREMIOS Y LOS AÑOS
Cada vez que se da algo póstumamente se me llevan los demonios, sobre todo si el finado ha sido longevo y ha habido tiempo de sobra para honrarlo cuando aún podía disfrutarlo. Claro que tampoco me alegran mucho esos premios que tan frecuentemente se otorgan a la edad, y no al talento, y que resultan más una humillación que un agasajo para quienes los reciben. Parece que los jurados estén refunfuñando: "Bueno, como tiene usted más de ochenta años y no se ha muerto, vamos a celebrarle lo que escribió antes de los sesenta". Porque a veces se da la circunstancia de que el octogenario en cuestión lleva ya un par de decenios sin entregar nada que valga mucho la pena. Y uno se pregunta: ¿por qué no se lo premió en su mejor época, y cuando en verdad estaba activo?
El País, 26 de junio de 2011
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