Ilustración de Triunfo Arciniegas |
Triunfo Arciniegas
UNA JORNADA
10 de junio de 2020
La jornada fue de veinte horas. Empecé ayer a las seis de la mañana y terminé a las dos de esta madrugada. El asunto comenzó con Lionel Davidson, a quien ayer le dediqué De otros mundos. Juan Carlos Galindo dice que figura en todas las listas de escritores olvidados y registró un enlace que me condujo a una página de Independent, Forgetten authors. La hizo Christopher Fowler entre 2009 y 2010. Además, según supe luego, armó un libro. En la sección de Fowler, el periódico británico solo registra tres escritores olvidados: Winifred Watson (45), Richmal Crompton (54) y Rosalind Erskine (63). Muy olvidados, por cierto. No los había oído mencionar en toda mi vida. ¿Pero dónde estaban los enlaces de los otros? Nada raro: hasta sus enlaces han sido olvidados. Me costó casi tres horas encontrarlos. Los desdichados suman 75, pero no todos los escritores señalados por Fowler pueden considerarse en tal categoría. Me dediqué gran parte de la jornada a hacer estas entradas: completé 30 sin ilustraciones. Me extraña encontrar en la lista a Oscar Wilde, tan vivo entre nosotros, a Bram Stoker, cuya obra maestra, Drácula, sigue aterrando al mundo, y a Robert Louis Stevenson, un clásico con infinitos lectores devotos. Hay otros nombres: Dino Buzzati y Richard Bach. No he leído a Buzzati, pero se le tiene en cuenta, lo nombran aquí y allá y se mantiene como asunto pendiente en mis lecturas. Richard Bach, el autor de Juan Salvador Gaviota, lectura para adolescentes, va de culo para el estanco del olvido. No ha muerto, según entiendo, y su obra no sobrevivirá, de eso no hay duda. Del resto de olvidados tal vez rescataría a Mary Renault, pero no soy lector inglés e ignoro cómo están las cosas en el reino.
La conexión con Lionel Davidson se dio porque es el autor de Bajo los montes de Kolima, una novela que pinta muy bien y me interesa conseguir y leer de inmediato. La novela de espías y la novela negra tienen sus puntos de encuentro. He estado en estos tiempos trabajando con la novela negra, leyendo absolutas maravillas, rescatando autores: George V. Higgins, Donald E. Westlake, Marc Behm, Dorothy B. Hughes, Vera Caspary, Ruth Rendell, Maj Sjöwal y Per Wahlöö. La novela negra y las memorias son grandes temas de De otros mundos. Memorias, diarios y biografías.
Hace dos días, precisamente, terminé de subir los fragmentos de La mirada del observador, esa obra maestra de Marc Behm, en De otros mundos. La traducción del título es malísima. Tal vez debería llamarse El ojo que nos mira o algo así. O El cristal de la mirada. O simplemente, El Ojo. Esa traducción no tiene gancho. El detective de la novela no tiene nombre. Se le denomina el Ojo, así, nada más, y está obsesionado con la asesina. La sigue toda la vida. Sin dejarse ver, se convierte en su cómplice.
Después de medianoche, terminé de subir las citas de otra obra maestra, Los amigos de Eddie Coyle, de George V. Higgins, una novela absolutamente maravillosa que sin duda volveré a leer. Pocos escritores en el mundo tienen la habilidad de armar diálogos como Higgins. Economía, sobriedad, belleza serían los adjetivos de esta obra.
El otro asunto de la jornada fue Dickens, que murió hace siglo y medio. Subí a De otros mundos quince entradas, nada más ni nada menos: un record. Cinco se fueron para 2014 y sus alrededores. Y diez figuran en la fecha de hoy. Cumplí con Dickens, un autor que no he leído mucho, por desgracia. Tanta gente que no he leído. Tantos grandes que no he leído. La vida, tan breve, no alcanza.
En mayo batí el record mensual de entradas tanto en De otros mundos como en Ficciones. Como Mester de brevería, mi libro de textos breves, se ha detenido, me he dedicado con furia a la lectura y los blogs. En De otros mundos el pasado mes hice 184 entradas, es decir, más de seis entradas diarias, y en Ficciones 99, es decir, tres diarias. De otros mundos venía con tres entradas diarias y Ficciones con una.
Nota final. Una de las entradas sobre Dickens trata del último libro de Posy Simmonds, Cassandra Darke, una versión muy libre de Cuento de navidad. Aproveché para hacer un par de entradas en Dragón y en Rimbaud sobre esta maravillosa mujer. Tengo un libro suyo, Gemma Bovery. Lo compré en Valparaíso el 12 de junio de 2005, es decir que pasado mañana se cumplirán quince años. Me acuerdo de la librería, Crisis, en la avenida Pedro Montt, cerca del hotel donde me hospedé, y de su dueño, un viejo que viajaba a Buenos Aires a traer los libros. Conversamos un par de veces y me dio su dirección. Jamás le escribí. Otro asunto que se quedó pendiente. Tal vez la librería ya no existe. Tal vez el viejo tampoco.
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