miércoles, 11 de junio de 2025

Casa de citas / Lucy

 


LUCY

El hallazgo del Australopithecus afarensis.

Hace unos 3.2 millones de años, en un tiempo sin lenguaje ni inventos como la rueda, una criatura diminuta que caminaba erguida recorría los bosques del este de África. No era un simio, ni tampoco una humana: era una homínida ancestral. Hoy la conocemos como Lucy, no por algo que ella supiera, sino por lo que nosotros decidimos llamarla, mucho tiempo después, inspirados por una canción de los Beatles que sonaba en el campamento donde hallaron sus restos.

Lucy no sabía que formaba parte de algo mayor. Trepaba árboles buscando frutas, vigilaba las llanuras por si había peligros y avanzaba en dos piernas por un entorno que no dejaba de transformarse. Su cuerpo era una mezcla: pies diseñados para andar, manos aptas para trepar y un cerebro no más grande que el de un chimpancé. Aun así, ella y los suyos ya estaban marcando el inicio de lo que hoy llamamos humanidad, no porque lo pensaran, sino simplemente porque se mantenían erguidos.

Tras su muerte, Lucy pasó a ser un emblema. Sus restos fosilizados viajaron por el planeta, discutidos en laboratorios y observados por miles de personas. Pero su importancia más profunda va más allá de lo visible: nos recuerda que la historia humana no comenzó con imperios, escrituras o divinidades, sino con seres pequeños caminando erguidos en selvas ancestrales, sin sospechar que estaban alterando el curso del mundo.

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