Gabriel García Márquez |
EL FUNDAMENTO DE LA REALIDAD
García Márquez conversa con Plinio Apuleyo
“—Entonces, ¿todo lo que pones en tus libros tiene una base real?
—No hay en mis novelas una línea que no esté basada en la realidad.
—¿Estás seguro? En ‘Cien años de soledad’ ocurren cosas bastante extraordinarias. Remedios la Bella sube al cielo. Mariposas amarillas revolotean en torno a Mauricio Babilonia…
—Todo ello tiene una base real.
—Por ejemplo…
—Por ejemplo, Mauricio Babilonia. A mi casa de Aracataca, cuando yo tenía unos cinco años de edad, vino un día un electricista para cambiar el contador. Lo recuerdo como si fuera ayer porque me fascinó la correa con que se amarraba a los postes para no caerse. Volvió varias veces. Una de ellas, encontré a mi abuela tratando de espantar una mariposa con un trapo y diciendo: «Siempre que este hombre viene a casa se mete esa mariposa amarilla». Ese fue el embrión de Mauricio Babilonia.
—¿Y Remedios la Bella? ¿Cómo se te ocurrió enviarla al cielo?
—Inicialmente había previsto que desapareciera cuando estaba bordando en el corredor de la casa con Rebeca y Amaranta. Pero este recurso, casi cinematográfico, no me parecía aceptable. Remedios se me iba a quedar de todas maneras por allí. Entonces se me ocurrió hacerla subir al cielo en cuerpo y alma. ¿El hecho real? Una señora cuya nieta se había fugado en la madrugada y que para ocultar esta fuga decidió correr la voz de que su nieta se había ido al cielo.
—Has contado en alguna parte que no fue fácil hacerla volar.
—No, no subía. Yo estaba desesperado porque no había manera de hacerla subir. Un día, pensando en este problema, salí al patio de mi casa. Había mucho viento. Una negra muy grande y muy bella que venía a lavar la ropa estaba tratando de tender sábanas en una cuerda. No podía, el viento se las llevaba. Entonces tuve una iluminación. «Ya está», pensé. Remedios la Bella necesitaba sábanas para subir al cielo. En este caso, las sábanas eran el elemento aportado por la realidad. Cuando volví a la máquina de escribir, Remedios la Bella subió, subió y subió sin dificultad. Y no hubo Dios que la parara.”
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