jueves, 14 de abril de 2022

Triunfo Arciniegas / Diario / Dos frases inolvidables

Triunfo (centro) con dos de sus hermanos
frente a la iglesia del Carmen, junto a la iglesia del Carmen, en Pamplona.



Triunfo Arciniegas
DOS FRASES INOLVIDABLES
14 de abril de 2022

Mi odio a los tiranos viene de la infancia. Y mi padre fue el primero que conocí. Recuerdo un par de frases suyas. "No sirve ni para muerto porque se traga las velas", me decía. Y más que en la propia inutilidad, el niño que era entonces trataba de imaginar al muerto tragándose la vela. Veía la llama que se apagaba en su boca y lo veía masticar con cierto regocijo, concentrado y silencioso, en uno de los cuartos vacíos que había debajo de los nuestros, donde sin duda falleció mucha gente, pues había sido un hospital en otros tiempos. Pensaba que el muerto confundía la cera con el pan. Enfermamos de terror en esa casa y desde antes del anochecer nos aferrábamos a las faldas de nuestra madre. Las agonías impregnaban el aire. Hasta veía rostros en la taza del inodoro. Qué recuerdos de mierda.
No fui un niño inútil. Mi padre me explotó durante la infancia y parte de la adolescencia. Siempre trabajé en la herrería, en labores que no correspondían a mi edad. Me trepaba en un cajón para dar porra como ayudante y moldear el metal sobre el yunque, al rojo vivo, siguiendo el ritmo de mi padre, que sostenía con una mano las tenazas y con la otra el martillo, y maniobraba el palo del fuelle, además, desde antes de las cinco de la mañana y hasta que llegaba el ayudante oficial y podía alistarme para asistir a la escuela. Siempre fui el primero de la clase aunque a veces me esperaba tarea en el taller. Me veo solo, hasta las ocho o nueve de la noche, trabajando como un burro, mal alimentado y peor vestido. Me desmayaba en misa y era el único del salón que todavía usaba alpargatas.Veo mis manos lastimadas por los golpes, cubiertas de vejigas, y mis brazos quemados por las chispas que suelta el hierro al rojo vivo mientras lo golpean porras y martillos. Después de tanto trabajo en casa, no sé cómo me las ingeniaba para cumplir con la escuela. De todo esto me quedó un profundo rencor y la férrea decisión de ganarme la vida con la cabeza.
"¿Es que piensa ganarle a los libros?", era la otra frase, que me parece todavía más extraña. Mi padre no leyó un solo libro en su vida y la frase expresa un respeto reverencial y absurdo. A los libros se les puede ganar. Hay libros malos, mediocres, mal escritos, desde luego, y se les puede criticar con facilidad. Se les puede ganar con argumentos mejor estructurados o con una escritura más acertada o, sencillamente, con más conocimiento y meditación.
Por una y otra razón, he terminado escribiendo libros. Mi propia vida es la respuesta a la segunda frase de mi padre. Pero ahora ya no creo que los muertos se traguen las velas. Están muertos, y punto.

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