viernes, 1 de abril de 2022

Catalina Maldonado Acevedo / Mi mamá





Catalina Maldonado Acevedo
MI MAMÁ

 Desde hace cuatro meses el Neurólogo ordenó valoración por psiquiatría y geriatría para mi mamá. ¡Es obvio! Ella padece de Alzheimer avanzado, tiene 73 años y así como el niño necesita del pediatra el adulto mayor necesita del geriatra y también requiere de un tratamiento especial urgente para manejar su enfermedad mental. Sin embargo la Nueva EPS, a través de su inoperante IPS Vihonco, autorizó cita con el psicólogo. ¿El argumento? Que sólo el psicólogo podía determinar si el paciente necesitaba ser remitido a psiquiatría o no. Es decir: pasaron por encima de la orden y el diagnóstico de un neurólogo. Ayer, cuando aún estábamos en la clínica tras su caída que afortunadamente no terminó en fractura, me llamaron de la EPS por un DP que presenté hace unos días para insistir en que tomaramos la cita con el psicólogo y me volví a negar. La joven que llamó, que no es culpable de nada porque no tiene poder de decisión y la tienen ahí para informar y recibir los insultos de los familiares angustiados, me insistió para que aceptara la cita porque al menos así tendría una esperanza de obtener la remisión. ¡Y no! No acepto ese argumento porque estamos hablando de una enfermedad mental diagnosticada, no de una persona deprimida que necesita terapia psicológica y mucho menos me aferro a la esperanza, esa no tiene nada que ver en esta historia. ¡Burocracia de 💩! Nos queda la Tutela: más congestión judicial por un trámite administrativo que debería resolverse internamente y mientras tanto el enfermo padeciendo.


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