Triunfo Arciniegas
Toto
Ciudad de México, 12 de julio de 2017
Uno viaja y los animalitos se quedan en casa. Llegaron en estos días unas fotos de Toto, feliz, revolcándose entre mis cobijas. Se escapó de la terraza y lo encontraron en mi cama. Toto del Carmen sigue conmigo, porque Aníbal Lester, el más reciente de mis perros, pasó a las manos de Alejandra, quien en este viaje lo dejó con su hermana Verónica.
Es un lío viajar tanto y mantener un animalito. Se enferman y se deprimen cuando se quedan solos. No puedo dejar de viajar. El otro día escribía que uno debería ser al menos dos: uno podría viajar mientras el otro se encargaría de los asuntos cotidianos y los afectos domésticos.
En fin, no fui capaz de desprenderme de Toto. Le dije a Alejandra que le buscara dueño a Aníbal y, por suerte, prefirió quedárselo. Le encantan los animales, sobre todo los gatos y los perros. Pero cierta alergia le impide acercarse a los gatos. Se consuela haciéndoles fotos.
El gusto por los perros se lo heredamos todos a nuestro padre. Mamá los detestaba y ahora entiendo por qué: tenía que encargarse de su cuidado. Los llamaba chungos. No sé por qué la mirada de los perros siempre me recuerda a mi padre.
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