LS Hilton
Stanley
Se levantó y bajó la cabeza para besarme tan rápidamente que no pude hacerme una idea clara de su rostro. Tenía la boca ancha y no demasiado babeante; por debajo de su colonia, percibí ese olor a heno mojado típico de los hombres jóvenes. Deslicé las manos por su espalda desnuda cuando él me atrajo hacia sí y palpé los músculos que se desplegaban por debajo de sus omoplatos. Magnífico.
LS Hilton
Maestra
Roca Editorial, México, 2016, p.54
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