LAS BOTELLAS DE CERVEZA
RODANDO POR EL SUELO
Sus años de casada, vistos desde el presente, habían sido buenos. Myron Hirsch le había dejado dinero más que suficiente para arreglárselas, y el éxito que había cosechado después había sido como la guinda del pastel. Para ser una mujer con poco talento -¿era verdad?; tal vez estaba siendo demasiado crítica consigo misma- las cosas le habían ido bastante bien. Estaba acordándose de cómo empezó todo. Recordó las botellas de cerveza rodando por el suelo de la parte trasera del coche cuando tenía quince años y él le hacía el amor todas las mañanas y ella no sabía si estaba iniciando la vida o tirándola por la ventana, pero lo amaba y nunca olvidaría.
JAMES SALTER, "Los ojos de las estrellas"
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