Jimmy Liao Guadalajara, México, 2013 Fotografía de Triunfo Arciniegas |
Triunfo Arciniegas
Jimmy Liao en Guadalajara
Guadalajara, Jalisco, 2 de diciembre de 2013
Una tarde con Jimmy Liao, el ilustrador asiático más conocido y reconocido del momento, como afirman las solapas de sus libros, y de eso no hay duda, es un regalo de los dioses. Pero, además de ilustre ilustrador, Jimmy Liao es todo un escritor. Un escritor de peso completo. Y para comprobarlo basta abrir Hermosa soledad, uno de los libros más bellos, poéticos y profundos que he encontrado en mi oficio de lector.
Jimmy Liao nació en Taipéi, Taiwán, en 1958. Licenciado en Bellas Artes. Sólo a los cuarenta años y después de superar la leucemia, decidió abandonar la publicidad y dedicarse de tiempo completo a dibujar y escribir sus propias historias. Hasta el momento ha publicado cuarenta títulos, traducidos al inglés, alemán, francés, japonés, coreano y español, entre otras lenguas. En español se encarga de su obra la exquisita editorial Barbara Fiore.
De su lejano país vino a la feria más importante de Latinoamérica y expuso su vida y milagros en Filustra, el salón de ilustradores de la Feria del Libro de Guadalajara. No me había inscrito pero pude entrar gracias a una escarapela de SM, una de las editoriales donde publico. No tenía la imagen de Jimmy Liao en mi mente y estuve fotografiando sin descanso a un chino muy elegante, hasta que "me cayó el veinte", como dicen en México. Jimmy Liao se presentó en un inglés rudimentario y el resto del tiempo, luego de disculparse, de moverse y de reír como un niño, habló en su lengua. Temo que la traducción al español fue muy elemental. En una pantalla iban pasando las ilustraciones mientras Jimmy Liao contaba el origen de su oficio, la evolución de su arte, su enfermedad. Mencionó una y otra vez su larga y penosa enfermedad. Su soledad. Como todos los sobrevivientes, es un agradecido con la vida. Su obra inicia en blanco y negro, su grandioso libro, Hermosa soledad, es en blanco y negro. El color entra poco a poco y se hace dueño y señor de su obra. El color es su nueva mirada.
Tomé fotos como loco, malas fotos. Quería el testimonio visual del momento, la prueba de que estuve ahí y no me lo inventé.
Tuvimos el placer de ver en un corto de diez minutos, El pez que sonreía, la historia de un hombre solitario que descubre un pez que le sonríe desde un acuario y termina llevándoselo a casa. Qué historia más bella y más conmovedora. La vida del hombre es el pez hasta que comprende que el encierro y la soledad del mismo pez y decide liberarlo en el mar. Entonces Jimmy Liao es otro, alguien que ha dejado su propia soledad y contempla al prójimo de manera amorosa. Trazos ágiles y colores vivos que apenas son manchas, con amplios márgenes y espacios en blanco, hacen de El pez que sonreía, un libro memorable.
Con tres amigas venezolanos que tampoco se habían inscrito y como adolescentes que persiguen una estrella del rock, fuimos a un estand para que nos firmara los libros y para tomarnos fotos, por supuesto. Es muy posible que sea la única vez que veamos en carne y hueso a Jimmy Liao. Seguiremos leyéndolo, por supuesto, compraremos sus libros a medida que se traduzcan y esperaremos con ansia sus nuevos títulos, pero hay muy pocas esperanzas de otra tarde con Jimmy Liao. Que los dioses lo protejan. Le di El niño gato, uno de mis últimos libros, y en un inglés tan básico como el suyo le expresé mi cariño y mi admiración. No entiende mi idioma pero tal vez alguien le lea o le cuenta sobre este niño gato. Tal vez no rebose su equipaje y mi niño gato tenga un lugar en su biblioteca. Sus libros, en la mía, ocupan un espacio privilegiado, cada vez más amplio, cada vez más sólido y caluroso. Jimmy Liao es uno de los grandes.
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