Ilustración de David Brill |
Edith Warthon
DIÁLOGOS III
El escritor debe tener un registro lo bastante amplio para incluir, en el marco de la ley inalterable, todas las inconsecuencias del deseo humano, la ambición, la crueldad, la debilidad y lo sublime. Debe, sobre todo, recordar a cada paso que su tarea no es preguntar qué es lo que probablemente la situación haría de los personajes, sino qué es lo que sus personajes, siendo lo que son, harían de la situación. Esta pregunta, que es el diapasón de la verdad, debe ser especialmente aplicada al escribir los diálogos que habitualmente marcan las escenas culminantes de la ficción. En el momento en que el novelista descubre que sus personajes no están hablando tan naturalmente como querrían, sino como la situación exige, y que le están prestando visiblemente una ayuda en la elucidación más rápida de su drama, en el momento en que les oye decir algo que la tensión de su situación no llevaría de manera natural a sus labios, su efecto se ha producido a expensas de la realidad, y los descubrirá volviéndose serrín entre sus manos.
Edith Warthon
Construir una novela
Centellas, Barcelona, 2012, pp. 110-111
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