Triunfo Arciniegas
Letras robadas
Medellín, 6 de agosto de 2013
Es uno de mis libros más trabajados y el menos mío: la idea original no es mía, ni siquiera el título es mío. La historia viene de Claudia Rueda, quien presentó el libro a Daniel Goldin, editor de Océano en ese entonces. Daniel dijo que las ilustraciones necesitaban un texto y Claudia Rueda pensó en mí. Cuando me escribió le respondí que me enviara las ilustraciones sin ningún compromiso. Tal vez pudiera escribir el texto, tal vez el texto fuera bueno, tal vez todo me quedara grande. Recibí las ilustraciones y le eché cabeza. No podía repetir en palabras las imágenes: necesitaba una historia paralela e implícita. Entonces pensé en la profesora de la niña y su vida escolar: un mundo que la niña podía llevar en su cabeza mientras acompañaba a su madre en el mercado. Ese rasgo ya empezaba a definir al personaje. Se precisaba de una enamorada de las letras, de una lectora, de una persona imaginativa. Algo rara, por supuesto. Clara. De ahí vino el nombre. "Soy Clara y dicen que soy rara..." De esta frase surgió el tono.
Resolví la historia y se la envié a Claudia Rueda, que se emocionó hasta las lágrimas. Pero no pasó lo mismo con Daniel Goldin, que le cambió hasta el título. Tuve que escribir el libro por lo menos tres veces. Claudia tuvo que repetir ilustraciones, rehacer el personaje, acomodar y reordenar imágenes según los designios del texto. Tuve que hacer dos viajes por este libro: uno a Bogotá y otro a Ciudad de México. En Bogotá nos reunimos los tres (ilustradora, autor y editor) y tomamos café en el Centro Cultural García Márquez. Entendí mejor lo que quería Daniel. Eso fue en 2012. A finales de este mismo año fui a México y volví a conversar con Daniel. Ya estaba que tiraba la toalla cuando por fin el libro quedó listo.
Ahora leo Letras robadas y me gusta. Está bien, demasiado bien, pero le falta cierta locura, diría, algo que no esté del todo bien, algo que no se pueda explicar. Las ilustraciones son preciosas y la edición me parece impecable. El lector jamás adivinará el espinoso camino de sus autores.
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