Rick HarrinsonGRACIAS A MI PADREGracias a mi padre, desde niño entendí lo que era trabajar duro. A los 12 años ya no tenía derecho a mesada, según mi papá, así que empecé a trabajar en los departamentos que él compraba, siempre en ruinas, con sellos de clausura en las puertas. Pasé veranos enteros arreglando techos, paredes y cables. Para cuando tenía 16 años ya podía cablear una casa completa. Mi papá me enseñó que la vida no te regala nada: si quieres algo, lo trabajas. Recuerdo que a los 27 construí mi primer centro comercial… y terminé multado por no tener licencia de contratista. Fue un golpe, pero al final se convirtió en una lección que me abrió más puertas de las que cerró.
Hoy miro a las nuevas generaciones y siento que se ha perdido mucho de esa ética de trabajo. Crecen con la idea de que todo se les debe, y no entienden lo que es ensuciarse las manos para ganarse un peso. Incluso a mis hijos trato de inculcarles eso: que vendan camisetas en la tienda, que trabajen un verano entero en un autolavado, que sepan lo que significa ganarse lo suyo. Porque si algo aprendí desde pequeño es que trabajar para alguien más casi nunca refleja tu verdadero valor; la independencia, aunque cueste, es lo único que realmente te hace dueño de tu destino.
-Rick Harrison sobre la herencia del esfuerzo y la independencia en tiempos donde la comodidad parece haber reemplazado al sacrificio.
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