Pájaro Escultura de Fernando Botero Foto de Triunfo Arciniegas |
Triunfo Arciniegas
PÁJARO
Medellín, 9 de diciembre de 2014
PÁJARO
Medellín, 9 de diciembre de 2014
El 10 de mayo de 1995, en el parque San Antonio de Medellín, los desgraciados que nunca faltan en el mundo estallaron esta escultura de Fernando Botero. En la explosión murieron 26 personas, varios niños entre ellas. ¿Cuántas más quedaron mutiladas? ¿Cuántas personas quedaron sin piernas o sin brazos o sin ojos? La placa no lo dice.
Colombia, bello y pujante país, mi país, pero también un territorio de asesinos, de ambiciosos y desalmados narcotraficantes (perdón por estos obvios adjetivos de muerte), de guerrilleros infames (perdón por el pleonasmo), de políticos corruptos (otro pleonasmo). Este país tan cristiano, el mismísimo País del Sagrado Corazón, donde los sicarios le piden puntería a la Virgen cuando le disparan a sus víctimas, donde los narcotraficantes derriban un avión con más de cien pasajeros, donde los guerrilleros bombardean una iglesia con más de cien personas dentro, matándolas a todas, o queman un pueblo entero y exterminan en una sola noche más de setenta personas, y donde los políticos roban impunemente millones y millones de pesos año tras año: todos estos engendros son iguales de miserables y culpables.
La escultura destrozada sigue en el parque San Antonio como un testimonio de la barbarie y la estupidez humana.
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