Juan Carlos Onetti, trabajador absorto, solía pedir a su mujer que escondiera la libreta de apuntes cuando se sentía consumido por el trabajo. Servía de poco: empezaban a aparecer papelitos con anotaciones regados por toda la casa. En las mañanas, cuenta su esposa Dolly, después de haber escrito toda la noche, anunciaba: "Hay mucho para pasar a máquina". Y agrega que si se quejaba de "tener los dedos gastados", el escritor le retrucaba: 'Mme. Tolstoi copió a mano “La guerra y la paz” siete veces y tenía setecientas mil palabras'".
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